Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 abr 2020

Meghan Markle estudia ofertas para retomar su trabajo como actriz

La prensa británica asegura que desea participar en una gran película con un director de serie A por el miedo a las críticas.

 

Los horrores del harén de Jeffrey Epstein y su “apetito insaciable”

El magnate captaba a niñas de pocos recursos para abusar de ellas, y les exigía que a su vez reclutaran a amigas y conocidas, según un nuevo libro.

Jeffrey Epstein, en 2008.
Jeffrey Epstein, en 2008.Uma Sanghvi / ZUMAPRESS.com / Cordon Press
Después de más de una década de persecución contra Jeffrey Epstein, el abogado Bradley Edwards logró ver a su odiado enemigo entre rejas.
 Pero, más allá de la victoria legal, el letrado necesitaba una victoria moral. 
De ahí que ahora haya decidido publicar un libro en el que detalla algunos de los asuntos más complejos que vivió a lo largo de esos años de persecución. 
En Relentless Pursuit: My Fight For The Victims Of Jeffrey Epstein (Persecución incansable: mi lucha por las víctimas de Jeffrey Epstein), Edwards relata detalles sobre el millonario, su madame, Ghislaine Maxwell, o su buen amigo, el príncipe Andrés, de quien asegura era conocedor de su trama de abusos.
Ahora, en un nuevo capítulo del libro que ha publicado en exclusiva el diario británico The Daily Mail, se da una pincelada de cómo Epstein creó y gestionó ese harén de mujeres. 
“Cuánto más iba sabiendo sobre ello, más determinado estaba a acabar con sus abusos y manipulaciones", cuenta Edwards en primera persona. 
La primera vez que le pusieron sobre la pista fue en 2008, cuando un colega le puso en contacto con una chica de unos 20 años, Courtney Wild, que buscaba ayuda legal.
Wild fue una de las primeras víctimas de Epstein, con una de esas historias que ponen los pelos de punta. 
De un entorno humilde, su padre las había abandonado a ella y a su madre, que tenía problemas de drogas. 
Ella , le contó a Edwards que en 2002, cuando solo tenía 14 años, una amiga del colegio le contó que había un tipo al que, si le daba un masaje, le pagaría 200 dólares.
 Ella era buena estudiante, pero no tenía nada de dinero para subsistir y, aunque no sabía dar masajes, acudió a su casa de Palm Beach, en Miami
 Fue acompañada de su amiga, que resultó ser una intermediaria.
 Era la primera vez que acudía a una mansión de tal calibre, que se codeaba con gente así. 

El abogado Brad Edwards, en la corte de Palm Beach (Florida) en noviembre de 2017.
El abogado Brad Edwards, en la corte de Palm Beach (Florida) en noviembre de 2017.Lannis Waters / ZUMAPRESS.com / Cordon Press
La pequeña Courtney iba asustada, pero Epstein, vestido solo con una toalla, resultó encantador y le quitó los miedos: la saludó, le preguntó por su familia, amigos, por el colegio...
 Él le habló de su fortuna y su poder y,
ya con más confianza, acabó pidiéndole a su amiga que se fuera de la habitación.
 Ahí la cosa se complicó. 
Tras el masaje, Epstein le exigió a Wild pellizcarse los pezones, a lo que ella, asustada, aceptó.
 Él se masturbó delante de ella, le dio los 200 dólares y le dijo que se fuera. “Es lo que hacen los ricos”, le dijo su amiga, como recoge Edwards.
Solo fue la primera vez.
 Courtney siguió yendo a casa de Epstein con su amiga y empezó a llevar a sus propias amigas, incluso a chicas que conocía donde fuera. 
“Le dieron a entender que, si no llevaba a amigas, decepcionaría a Epstein. Ella lo entendió como una clara amenaza.
 Su relación era compleja: cuanto más tiempo pasaba con él, más en deuda se sentía. 
No quería decepcionar al hombre que se había convertido en amigo, figura paterna, empleador y jefe, que siempre le hablaba educadamente. 
El apetito sexual de Epstein era extraordinario. 
Se daba tres o cuatro de esos masajes cada día, con adolescentes.
 A los 17 años, Courtney se empezó a ver muy mayor”, explica el letrado autor del libro. 

Los abusos se mantuvieron en el tiempo, y la cosa se complicó cuando un día en casa de Epstein apareció Nadia, una joven yugoslava a la que presumió de haber comprado.
 El magnate las obligó a besarse, a mantener relaciones sexuales entre ellas y después a participar él mismo.
 “Entonces Courtney supo que había algo que estaba mal, algo que no había visto al principio”, cuenta Edwards, que gracias a testimonios como ese logró meter a Epstein en la cárcel, donde este se suicidió el pasado agosto.
La de Wild, relata Edwards, es solo una historia más.
 Los abusos implicaron a decenas, si no cientos de chicas, durante años y a lo largo y ancho del mundo.
 Había chicas “en su casa de Nueva York, de las mayores de Manhattan; en su rancho de Nuevo México, que le compró al Gobernador del estado; en su apartamento de París; y en su isla privada en Little Saint James, en las Islas Vírgenes". 
Él la llamaba Little Saint Jeff’s, jugando con su propio nombre. Otros la llamaban, no sin razón, Isla Pedófila.

 

La respuesta de este vecino a la cacerolada contra el Gobierno que han visto más de 1,5 millones de personas

"¡Vergüenza me daría dividir a nuestro pueblo así en un momento tan difícil!".

Este sábado por la noche, a las 21:00 horas, muchos vecinos se asomaron a sus ventanas y balcones con una cacerola en la mano y un cubierto en la otra para protestar contra la gestión de la crisis del coronavirus que está llevando a cabo el Gobierno de Pedro Sánchez

No fue tan mayoritaria como la que se produjo hace unas semanas, pero sí que se ha hecho viral una imagen de la cacerolada que muy pocos de los que salieron a protestar se esperaban. 
Se trata de la respuesta que dio Iago Moreno, un joven sociólogo que se asomó a su balcón para contestar a los que protestaban: 
 

″¡Os callasteis con los recortes, os callasteis con la corrupción del monarca, os callasteis con la Gürtel, con la Lezo, con la Púnica, con los ERE y con todos los casos de corrupción de la clase política del bipartidismo!

 ¡Y ahora salís a darle bien fuerte a la cacerola! ¡Vergüenza! ¡Vergüenza me daría dividir a nuestro pueblo así en un momento tan difícil! 

¡Porque eso es lo que sois, gente de la más baja ralea moral!

 ¡Se os tenía que caer la cara de vergüenza, hombre ya, que lo recuerde toda España! 

¡Que jamás lo olviden, que en este momento de nuestra historia estabais haciendo esto! ¡Mientras Holanda nos insulta, mientras la UE sigue haciendo lo mismo de siempre, robar nuestra soberanía, acabar con los derechos de la clase trabajadora que vosotros dejasteis privatizar; vosotros venís aquí a hacer el tonto con una cacerola! 

¡Pues muy bien, señores, es lo que os queda!”.  

l vídeo, publicado este sábado por la noche por el propio Moreno, ha logrado en menos de 24 horas más de 1,5 millones de reproducciones, con más de 20.000 retuits y superando los 60.000 ‘me gusta’.

¿Por qué han desaparecido 20 millones de clientes de móvil en China?

Las explicaciones van de lo conspirativo a lo razonable, pero ninguna es tranquilizadora para las telecos.

¿Adónde fueron 20 millones de clientes chinos de telefonía? Ese es el acertijo para los inversores de las tres grandes telecos del país, que perdieron un número récord de usuarios en febrero. Las explicaciones van de lo disparatado a lo más verosímil. Ninguna es especialmente tranquilizadora.

Puede no parecer para tanto.

 Después de todo, el número de abonados de las tres cayó de 1.600 millones en enero a 1.580 millones en febrero. 

Para China Mobile, de lejos la más grande con más de 900 millones de cuentas, una pérdida neta de más de 7 millones parece un error de redondeo. 

Aun así, eclipsa la caída de enero, 860.000. 

También es la primera vez que las tres registran pérdidas de usuarios de móviles al mismo tiempo, al menos en una década. 

No sorprende que los teóricos de la conspiración se apresuraran a relacionarlo con el virus, sugiriendo que podría revelar el número real de muertes.
 El jefe de China Unicom, Wang Xiaochu, piensa que se debe a cancelaciones de clientes con varias cuentas. 
Suena más probable. Muchos consumidores en cuarentena podrían inclinarse por el uso de wifi en lugar de los planes de datos extra de las cuentas de móvil normales.
 Pero dado el número de personas confinadas, el número de cuentas perdidas conforme a esa hipótesis podría haber sido mucho mayor.
Otras razones sensatas son el regreso de los trabajadores migrantes a sus provincias de origen y el abandono de sus planes de telefonía. Una publicación de Hong Kong especuló que tenía que ver con el llamado ejército del agua: cuentas falsas desplegadas por las empresas para ganar usuarios o recibir buenas reseñas, que podrían haberse tomado un descanso durante la pandemia.

Cualquiera que sea la causa, no es alentadora para los inversores. La pequeña posibilidad de que pueda indicar el comienzo de un cambio de comportamiento es preocupante. 
Y si el descenso es puntual, será una razón más para dudar de las métricas chinas.
Que haya más clientes móviles, o usuarios activos mensualmente en WeChat, que toda la población en edad de trabajar es otro de los grandes misterios chinos.