Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

22 mar 2020

Carta a Wolf ............................Christian Gálvez

Tengo en mis manos un libro que el historiador Bernard Berenson le dedicó, una vez usted fue desnazificado.
 Y llegará a sus descendientes.
¿Cómo dirigirme a usted, señor Wolf? ¿Cómo tratar de explicar a alguien perdido entre el tiempo y el olvido que ha sido mi obsesión durante los últimos meses? ¿Cómo tratar de entender la motivación de un hombre que no tiene nada que ganar? 
Su historia ha sido olvidada, desdibujada entre los restos del águila nacionalsocialista germana y los fasces romano.
 Pero su recuerdo aún se sostiene tímidamente frente al busto de Cellini, ignorado por los miles de cazadores de recuerdos cortoplacistas a través de sus smartphones
Solo basta alzar la cabeza para encontrarnos con la placa marmórea que ensalza sus hazañas, señor Wolf, desde 2007 en el Ponte Vecchio. 
Su historia, querido cónsul, merecía ser contada de nuevo. 
El romanticismo y las fake news de la II Guerra Mundial le robaron el protagonismo mientras el tiempo, la psicología de masas y el peso de la tradición otorgaron a Hitler la decisión de salvaguardar el Ponte Vecchio frente al avance de los Aliados.
Nada más lejos de la realidad. 
Cuando un puente no es solo una construcción sobre la depresión de un terreno para permitir el acceso al otro lado, sino que en realidad se trata de una pasarela, una pausa en el tiempo, la diferencia entre la vida y la muerte, se componen leyendas en torno a las anónimas proezas.
 Pero la diferencia la marcó usted en la Florencia de 1944, cuando las tropas salvadoras se encontraban a punto de sobrepasar la Línea Arno.
 Ni Kesselring ni el Führer querían repetir el fracaso de Roma. No se lo podían permitir.
 La orden era nítida. Operación Fuego Mágico.
 Los puentes de Florencia saltarían por los aires. Una gran oportunidad para una retirada a tiempo. 
A usted, señor Wolf, no le detuvo la pesada y prolongada sombra de la temida esvástica.
 Como tampoco lo hizo el informe de las Militärkommandanturen, firmado por el comandante Von Kunowski en 1943, donde ya sospechaban de las actividades que usted, “diplomáticamente”, realizaba desde el consulado alemán al otro lado del puente, en el Oltrarno. 
El mismo puente que no tuvo un único guardián: religiosos, deportistas, serenos, hombres de carne y hueso lucharon por ver el sol amanecer en su querida Toscana sin una gota más de sangre.  

Y usted fue su inspiración. Sobrevivió, y los demás le aplaudieron, le premiaron y le nombraron “ciudadano honorífico de Florencia”.
Le confesaré, señor Wolf, que tengo en mis manos algo que no me pertenece: un libro que el historiador Bernard Berenson, uno de sus múltiples auxiliados, le dedicó con todo cariño a su persona, una vez usted fue desnazificado. Un libro que pasó por sus manos en su regreso a Florencia. Hoy ese libro descansa en las mías.
 Quizá hoy usted haya caído en el olvido, pero con toda certeza puedo asegurar que no me detendré. Este libro llegará a sus descendientes.
 “Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser es un suicida en pie”, escribió Goethe. 
Lo haré por justicia. Por preservar la memoria. Su memoria, cónsul Wolf.

De avanzada edad .................................. Rosa Montero

De avanzada edad

Almeida y Villacís, émulos de Carmena .....................Javier Marías

Almeida y Villacís, émulos de Carmena

20 mar 2020

Christina Onassis pagó a Jacqueline Kennedy 19 millones como única herencia tras la muerte del armador

Los documentos sobre el acuerdo al que llegaron la hija y la última esposa de Aristóteles Onassis después de meses de desavenencias, salen a subasta el 26 de marzo por 14.000 euros de partida.

Jacqueline Kennedy y su marido Aristóteles Onassis captados en una terraza durante su matrimonio.
Jacqueline Kennedy y su marido Aristóteles Onassis captados en una terraza durante su matrimonio.Bettmann / Bettmann Archive

Sobre el matrimonio de Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, y el multimillonario armador griego Aristóteles Onassis, siempre planeó la duda del interés que les unió.
 De ella se especuló que le movió el interés económico, sobre él se dijo que su boda con la viuda de América le abría un infinito campo de relaciones de alto nivel interesantes para sus millonarios negocios. 
Sea cual fuere los motivos de su enlace, la pareja permaneció casada desde octubre de 1968, cuando contrajeron matrimonio a bordo del yate Christina, anclado en la isla griega de Skorpios, propiedad del armador, hasta el 15 de marzo de 1975 cuando Onassis falleció a los 69 años en el hospital americano de París, Neuilly-sur-Seine.
Los documentos que ahora se subastan recogen el acuerdo redactado por el notario James Malcolm Waugh en Londres y muestran unos folios con un lacre rojo en el primero de ellos. 
Por lo que se puede leer en los mismos Jacqueline Kennedy recibió un único pago de 20.500.000 dólares (algo más de 19 millones de euros) de Christina Onassis que actuaba como representante legal de los bienes de su padre de los que era su heredera universal.
 El acuerdo dice textualmente que “la esposa renuncia a favor de la hija de toda reclamación, derecho, título e interés para recibir o heredar cualquier parte del patrimonio de su padre”. 
Otro apartado revela que Onassis había entregado a su esposa otro 1,8 millón de euros en bonos antes de morir. 
También dice lo siguiente: “Aunque ella (Jacqueline Kennedy) entiende que su esposo es un hombre de riqueza sustancial, está satisfecha con la provisión que le hizo y no desea reclamar su participación en su patrimonio en caso de su muerte”.
Ahora, unos documentos sobre el acuerdo al que llegaron tras su muerte la única hija del armador, Christina Onassis y su madrastra Jacqueline Kennedy Onassis, salen a la luz y se subastan a través de una la firma International Autograph Auctions Europe, con sede en Málaga, procedente de un coleccionista privado.
 Quien quiera poseer estos folios históricos deberá empezar a pujar a partir de 14.000 euros pero obtendrá datos claves de dos familias sacudidas por la tragedia y que forman parte de la Historia. 
Porque tras la muerte del armador griego, su fortuna, que se calculó entonces en 500 millones de dólares (más de 465 millones de euros), hizo que se enfrentaran durante meses su única hija y su segunda mujer hasta llegar a un acuerdo económico para zanjar la herencia, tras una relación que nunca había sido fluida entre ellas.

 Los documentos que ahora se subastan recogen el acuerdo redactado por el notario James Malcolm Waugh en Londres y muestran unos folios con un lacre rojo en el primero de ellos. Por lo que se puede leer en los mismos Jacqueline Kennedy recibió un único pago de 20.500.000 dólares (algo más de 19 millones de euros) de Christina Onassis que actuaba como representante legal de los bienes de su padre de los que era su heredera universal. El acuerdo dice textualmente que “la esposa renuncia a favor de la hija de toda reclamación, derecho, título e interés para recibir o heredar cualquier parte del patrimonio de su padre”. Otro apartado revela que Onassis había entregado a su esposa otro 1,8 millón de euros en bonos antes de morir. También dice lo siguiente: “Aunque ella (Jacqueline Kennedy) entiende que su esposo es un hombre de riqueza sustancial, está satisfecha con la provisión que le hizo y no desea reclamar su participación en su patrimonio en caso de su muerte”.

Cristina Onassis, en primera fila, y Jacqueline Onassis, en segunda línea, acompañada de su hijo John-John, durante el funeral de Aristóteles Onassis en la isla de Skorpios, en Grecia.
Cristina Onassis, en primera fila, y Jacqueline Onassis, en segunda línea, acompañada de su hijo John-John, durante el funeral de Aristóteles Onassis en la isla de Skorpios, en Grecia.Bettmann / Bettmann Archive
El encargado de la subasta, Francisco Pinero, ha descrito el documento como de “interés excepcional” y ha revelado que se mantuvo en secreto durante muchos años “por razones obvias”. "Creemos que el que se subasta fue un documento que quedó en manos del abogado y que éste o murió o cerró su despacho.
 No sabemos por qué ha terminado en manos privadas pero tiene un contenido legal extremadamente interesante”.
Las dos partes implicadas en el acuerdo tuvieron como nexo común a Aristóteles Onassis, padre de una y marido de la otra, pero ambas familias han arrastrado la tragedia como parte de su historia.
 En el caso de Jacqueline Kennedy, es de sobra conocido que se encontraba al lado de su marido, el entonces presidente de Estados Unidos, cuando murió abatido por un disparo mientras paseaba por un coche descubierto en Dallas. 
Años después, el 16 de julio de 1999, también murió uno de sus dos hijos, conocido como John-John, en un accidente de aviación en el que también fallecieron su esposa, Carolyn Bessette, y la hermana de esta, cuando viajaban en una avioneta pilotada por él mismo camino de la boda de una de sus primas. 
Jacqueline falleció a los 64 años, 19 de mayo de 1994, a causa de un linfoma.

Aún más dramáticos han sido los acontecimientos en la familia Onassis. 
En 1973 murió el primogénito del magnate, Alexander, en un accidente de aviación cuando tenía 24 años. La madre de Christina Onassis, Athina Livanos, falleció menos de un año después en París, cuando tenía 45 años, a causa de una sobredosis de barbitúricos, después de haber sufrido una crisis por la muerte de su hijo.
 Más tarde llegó el fallecimiento de su padre, Aristóteles, y finalmente, tras años de depresiones y desengaños amorosos, ella misma apareció muerta el 19 de noviembre de 1988 cuando la encontró una doncella en la bañera de la una mansión del Tortugas Country Club, en Buenos Aires, propiedad de su íntima amiga Marina Dodero, a quién había ido a visitar. 
Tenía 37 años y una única hija que en aquel momento se encontraba en Suiza con su padre, Athina, y que quedó como única heredera de una fortuna que hoy se calcula en más de 3.200 millones de euros.