Un documental cuenta la vida de la política demócrata, condicionada por ser mujer, ser señora de y por el escándalo.
Hillary Clinton, en la presentación de su documental en Nueva York. En vídeo, el tráiler. EVAN AGOSTINI ( GTRES | VÍDEO: HULU)
Una canción de corte punk sirve para abrir el documental
sobre siete décadas de vida de quien podría haber sido la primera mujer
presidenta de EE UU.
El título de la melodía es casi una invitación del
grupo The Interrupters a la revolución, a “recuperar el poder” (Take Back the Power), ese que Hillary Clinton nunca
alcanzó porque se lo arrebató Donald Trump.
“¡Hasta el día de hoy no
entiendo qué pasó!", relata una serena Clinton (1947).
Atrás quedaba el
reconocimiento, con humor, de que en su día, con la herida todavía
abierta, había bebido una cantidad considerable de Chardonnay para
olvidar.
Por
supuesto que la antigua secretaria de Estado acarreará hasta la tumba
el peso de haber perdido el asalto a la Casa Blanca, pero si hay algo
que le duele todavía más es haberlo hecho contra Trump —“No contra un
republicano normal”—.Toda una vida al servicio de una causa política, condicionada por ser mujer, por ser señora de y por el escándalo sexual más famoso del siglo XX.
Con su estreno el viernes 6 de marzo en la plataforma Hulu, Hillary
expone al público miles de fotogramas tomados durante la campaña
presidencial de 2016, en lo que iba a ser el archivo documental para la
posterioridad de la primera mujer en ocupar el despacho Oval.
A todo ese
material la directora de la obra, Nanette Burstein ha sumado 35 horas
de entrevistas con la ex senadora de Nueva York.
Hasta un total de 45
personas participan en la cinta. Desde Barack Obama hasta amigos de la infancia pasando por asesores de campaña como John Podesta y Jennifer Palmieri. Por supuesto, está Chelsea.
No aparece Donald Trump. Según The Hollywood Reporter,
Burstein intentó que estuviera en el reportaje Newt Gingrich, azote
republicano en el Congreso de Clinton, y este declaró lo siguiente:
“Antes prefiero que me metan agujas en los ojos”.

Bill Clinton habla largo y tendido, incluso cae en el psicoanálisis al lamentar el imperdonable error que cometió al mantener sexo oral con la becaria Monica Lewinsky.
Cuenta el expresidente que lo hizo para “manejar la ansiedad”, ya que
la presión del cargo le hacía sentirse como un boxeador tras 30 asaltos
en el ring.
La antigua primera dama relata en el documental que estuvo
“semanas” sin hablar a su esposo una vez que admitió lo sucedido. Con
franqueza ingenua, Hillary explica que ambos necesitaron pasar por el terapeuta de pareja tras el escándalo.
Se define a sí misma como “la persona inocente más
investigada” de Estados Unidos y narra con humor cómo uno de sus
asesores en una ocasión se mostró contento porque un sondeo le resultaba
favorable, ya que solo un 5% aseguraba odiarla. La respuesta inmediata
de Clinton fue:
“¿Eres consciente de que eso son 25 millones de
personas?”.
Ella considera que el visionado del documental ha supuesto una
experiencia “edificante”, sobre todo para entender por qué la gente ve a
una Hillary en la que ella no se reconoce.
Asegura que hizo todo lo
mejor que pudo con lo que la vida le dio y que cuando apostó por la Casa
Blanca no tenía modelos en los que fijarse.
Es perfectamente consciente
del doble estándar.
Del sexismo.
De que las mujeres no pueden
permitirse lujos como los hombres. Y pone un ejemplo que cuantifica en
días: 25. Hillary Clinton ha hecho el cálculo y esos fueron los días que
perdió en peluquería y maquillaje durante la campaña de 2016. Ningún
hombre emplea ese tiempo en su aspecto.
“Boris Johnson se alborota el
pelo adrede, Bernie Sanders está desaliñado”, comenta.
“La gente me dice
que una mujer puede hacer lo mismo y yo les digo, seguro, muéstrenme
una”.




