Su novela autobiográfica sobre sus días de estudiante en Harvard convirtió a la autora en una celebridad en los noventa.
Elizabeth Wurtzel, que con 27 años publicó la célebre novela autobiográfica Nación Prozac, falleció este martes en Nueva York de cáncer a los 52 años, informaron los diarios The New York Times y The Washington Post. Wurtzel fue diagnosticada con un cáncer de seno en 2015 y escribió sobre su experiencia para The New York Times. Se sometió a una doble mastectomía pero falleció debido a una metástasis en el cerebro, informó a The Washington Post su esposo, Jim Freed. Su editorial no pudo confirmar su muerte.
La
famosa ópera prima de Wurtzel alentó en 1994 un diálogo nacional sobre
la depresión y el medicamento Prozac que le fue medicado para
combatirlo, entonces novedoso. Franco y desinhibido, su relato sobre sus
días de estudiante en Harvard, su uso de drogas, sus aventuras sexuales
y sus problemas mentales desde niña también cambió la manera en que se
escriben las memorias. La obra convirtió a Wurtzel en una celebridad.
Algunos críticos fueron implacables con el libro, al considerar a la
autora narcisista y obsesionada consigo misma. "Es una Sylvia Plath con
el ego de Madonna", escribió Ken Tucker sobre Wurtzel en septiembre de
1994 en The New York Times Book Review. Pero no todos estuvieron de acuerdo, y otros vieron más allá. "A
veces desgarrador, a veces cómico, indulgente consigo mismo, consciente
de sí mismo, Nación Prozac posee el candor crudo de los ensayos de Joan Didion, el irritante exhibicionismo emocional de Sylvia Plath en La campana de cristal y el humor oscuro de una canción de Bob Dylan", escribió el mismo mes Michiko Kakutani, la afamada excrítica literaria de The New York Times. Nación Prozac fue adaptado a la pantalla grande en 2001, con Christina Ricci como protagonista. Wurtzel siguió escribiendo libros y artículos para revistas. Publicó la colección de ensayos Bitch en 1998 y en 2002 More, now and again: a memoir of addiction, entre otros.
Circula por las redes, siempre en tono de chanza, más de un documento
con los que el régimen franquista aleccionaba a las mujeres sobre su
comportamiento en el hogar.
Esos que instruían sobre artes culinarias, estética, sumisos modales,
delicadeza, cuidado de los hijos, paciencia con el marido, intachable
moral cristiana, generosidad, sacrificio, bla, bla, bla. Pero conviene
tener en cuenta aquella siembra para que no sorprendan algunos frutos
de la recolección actual.
El Fuero del Trabajo de 1938 obligaba a despedir a las mujeres de ciertos empleos cuando contraían matrimonio
. Tiene que sonarles, es de antes de ayer, se lo habrán oído a sus
abuelas. Pues bien, posteriores legislaciones hundieron aún más el
empleo femenino al conceder subsidios y prestaciones a las familias en
las que la esposa permanecía en casa, poniendo fin a la protección de
la maternidad, que en España se contemplaba desde 1931. ¿Subsidios por
quedarse en casa?
Esto sí que suena… muy reciente… “Las familias alemanas que cuiden a sus hijos en casa
sin recurrir a guarderías u otros servicios públicos obtendrán un
subsidio estatal a partir de 2013. El año que viene será de 100 euros
mensuales por cada hijo de entre 13 y 24 meses”, contaba Juan Gómez,
corresponsal de EL PAÍS en Berlín, hace cuatro días. Donde pone
familias pongan mujeres y no habrán errado el tiro.
Dirán que eso es Alemania y poca influencia habrá tenido el nacionalcatolicismo español en dicha medida. Y ahí sí se equivocarán, porque no hay más globalidad que lo que atañe
a discriminaciones de género. Las mujeres, en todos los países, han
tenido su ineludible catecismo de buenas costumbres y su libertad
embridada en alguna época, que todavía es, también en Alemania, antes
de ayer. Enseñando a señoritas y sirvientas, el libro que Matilde
Peinado Rodríguez acaba de publicar en Catarata, mueve a la risa –cómo
no va a hacerlo- cuando reproduce algunas de aquellas lapidarias
lecciones: “Nada complace tanto a la psicología masculina como la
sumisión de la mujer, y nada complace tanto a la psicología femenina
como la entrega sumisa a la autoridad masculina”, decía Pilar Primo de
Rivera, inagotable fuente de humor. Entonemos un ja en su memoria. Relajada la mandíbula, veamos como no faltan ocasiones hoy en día para
apretarla.
. En una España profundamente empobrecida es ilusorio pensar que se
podía prescindir de la mano de obra femenina, vital para la economía
familiar. Así que ahí estaban las aceituneras, las escardadoras, las
vendimiadoras, que convertían en zarandajas todo eso de la protección de
la mujer y su angelical presencia en el sereno orden del hogar. Incluso estaban aquellas, maestras por ejemplo –no había muchos más
ejemplos de trabajos para ellas fuera de la casa-, dispuestas a
desempeñar su tarea sin remuneración alguna con el fin de “mejorar su
posición en el mercado matrimonial”. Y luego, cuando llegaban a casa,
le esperaba la doble jornada,
la propia de su sexo. Esto de la doble jornada también les sonará, sin
duda. Y decía el nacional-sindicalismo: “Pero trabajarás
racionalmente, mientras seas soltera, en tareas propias de tu condición
de mujer. Después, cuando la vida te lleve a cumplir tu misión de
madre, el trabajo será únicamente tu hogar”. Que se lo pregunten a las
aceituneras mismo. Así que, la película que vendían no solo era
reprochable a vista del siglo XXI, era, además, mentira. Y a cambio de qué trabajaban estas mujeres. “Por un jornal semejante al
que ganaban los niños y muchachos, la mitad más o menos de lo que
ganaba el hombre”, cita Peinado Rodríguez en su libro. Esos ecos llegan a
nuestros días, mitigados, puede, pero correosos.
A igual desempeño muchas mujeres cobran menos que sus compañeros.
En las empresas se hace con guante blanco y subterfugios varios (unos
ascienden y otros no y todos hacen lo mismo, por ejemplo), pero entre el
campesinado y otras tareas manuales aún se encuentran casos
flagrantes. Y cuando se pregunta por esto en los institutos aún algunos estudiantes lo ven bien.
Tantos años de moral torcida no iban a caer en saco roto.
La deshonra de que una mujer tuviera que trabajar de casada caía
también sobre el marido (en las clases medias, claro, porque en las
bajas ni se cuestionaba).
Esta ideología, que todavía tiene su estela en la actualidad, “era
tremendamente útil a los intereses del Estado, que solo de esta forma
pudo mantener bajas tasas de desempleo”. Para
ir acabando –mejor leer el libro- un repaso al ayer y hoy de la
soltería de las mujeres porque aquellos polvos también dejaron lodos al
respecto. Dice Peinado Rodríguez: “Las importantes transformaciones
educativas, laborales, sociales y culturales en pro de la emancipación
de la mujer no han conseguido desterrar la visión lastimera y
paternalista de las mujeres que afrontan su vida en solitario”.
Habrá de pasar el tiempo para que la sociedad espante aquellas
caricias que el régimen destinaba a las solteras: qué diferencia, la
mujer callada y servil a la sombra del hombre o de la vida consagrada
frente a la solterona egoísta, estrafalaria y frívola que no se casa
“por estar demasiado pendiente de sí misma o por temor a los deberes y
cargas del matrimonio”. “Furiosas contra su destino, sin acertar a
mirar a lo alto. Son unas desgraciadas, su vida está llena de
amarguras”.
Cielos, no es de extrañar que trabajaran gratis con tal de casarse. Ni
que esa mancha de aceite impregnara las coplas y aun el desasosiego
actual.
Ay, el ángel del hogar.
Ni para morirse podía abandonar su sagrada tarea de la casa. Miren esta inscripción de 1884 en una
lápida del cementerio de Montjuic: “Tan buena esposa como cariñosa e
inteligente madre, viviendo exclusivamente la vida del hogar y sin
dejar más huellas en el mundo que la de su virtud, le abandonó la
existencia cuando esta era más necesaria para la dicha de su esposo y
el cuidado de sus hijos”. Cachis, qué inoportuna. ¿Y creen que esto no ha llegado a nuestros días? Esquela del Abc
de un día cualquiera de febrero de 2012: “En su maravilloso empeño de
esposa, madre, abuela y bisabuela, al constante servicio de una extensa
familia, fue encantadora y exigente, un ejemplo de amor y dedicación
para todos, con cristiana sensibilidad…”.
Decía aquel manual de Pilar Almansa Martínez de 1942 titulado Lecciones para la formación de las instructoras del hogar,
que los tres fines de la niña o mujer son: el fin natural (hija,
esposa y madre), fin histórico (criar hijos, educarlos y ejercer un
oficio: magisterio, sanidad y artesanía preferentemente) y fin
sobrenatural. Este último no se explica, ni yo lo comprendo.
Pero viendo esas lápidas y esquelas de Montjuic y el Abc…
La verdad es que me da igual con tal de que sea con Audrey
Hepburn, alegre, dulce, elegante, adorable, encantadora, preciosa,...
perfecta, vamos, simplemente Audrey.
Quién no se enamoraría de esa mujer
que rebosa frescura con esa naturalidad por todos los poros de su
cuerpo.
Audrey Hepburn borda el papel, en este caso de chica algo
alocada y descuidada, pero no tiene quién le acompañe.
La
presentadora, que acumula varios fracasos en el ámbito profesional,
recibe un nuevo varapalo y cierra su tienda ‘online’ de ropa, después de
sus proyectos fallidos en televisión.
Pilar Rubio ha recibido el nuevo año repleto de alegría y satisfacción personal, como reflejan sus redes sociales repletas de imágenes y vídeos junto a su marido Sergio Ramos
y sus tres hijos, pero no puede decir lo mismo en el terreno
profesional. Sin previo aviso, la comunicadora madrileña, de 41 años, ha
cerrado su tienda onlineMyShopList by Pilar Rubio, un proyecto que lanzó la pasada primavera y fracasa sin haber cumplido siquiera al año de vida.
Fue el pasado mes de abril cuando la presentadora inauguraba la tienda donde vendía los looks y extrovertidos estilismos que muchas veces lucía en sus eventos públicos o en su participación en el programa El Hormiguero. Como ella misma informó a sus seguidores entonces, comenzaba en esta
nueva aventura junto a su estilista personal Raquel Costa y, aunque de
momento ninguna se ha pronunciado al respecto, lo cierto es que ni la
web ni la cuenta oficial de la tienda en Instagram siguen habilitadas. Además, tanto Costa como Rubio han eliminado de sus propios perfiles los accesos directos a la tienda online.
Sin embargo, este no es el primer varapalo profesional que
recibe la presentadora en su afán de especializarse en el diseño de
moda. En 2011, Pilar Rubio vivió algo similar cuando creó una marca de
ropa llamada MetalHead by Pilar Rubio, una colección artesanal de
camisetas, vestidos, leggins, faldas y complementos diseñados por la propia presentadora que tardó poco más de un año en desaparecer. Dos negocios que se suman a otros proyectos fracasados que acumula la que un día se dio a conocer como reportera en el programa Sé lo que hicisteis…
de La Sexta. Su soltura ante la cámara, sus divertidas entrevistas y su
eterna sonrisa la convirtieron en portada de la revista masculina FHM España
en 2008 y 2009. Fue precisamente ese año cuando fichó por Telecinco
quien le ofreció nuevos proyectos en cine, series —protagonizó Piratas,
un proyecto que aunque no pasó inadvertido en su estreno, en mayo 2011,
se desinfló y no pasó de la primera temporada— y televisión e incluso,
llegó a presentar las Campanadas de Nochevieja en 2010. Por sus manos pasaron los ya olvidados Cántame una canción, XXS o Todo el mundo es bueno —el concurso que fue retirado del prime time a las tres emisiones— y Más que baile,
que después de siete ediciones en TVE con Anne Igartiburu al frente,
Rubio no supo convencer al espectador y se convirtió en la segunda
edición menos vista. Sin embargo, fue el fracaso de Operación Triunfo, el talent show por excelencia, lo que más manchó el expediente de la comunicadora madrileña. Después de siete ediciones, la baja audiencia de Operación Triunfo 8 obligó a su precipitada despedida en antena tras solo 35 días de Academia.
No se sabe si fue Telecinco quien decidió desprenderse de la
presentadora o fue Pilar Rubio quien acabó cansada de su historial nada
exitoso y, tras probar suerte como diseñadora, en 2014 acabó dando el
salto a Atresmedia de la mano de Pablo Motos. Es ahí, en El Hormiguero,
donde continúa desde entonces y donde, parece, ha encontrado su lugar
enfrentándose semanalmente a diferentes retos propuestos por el
presentador. En este tiempo, Rubio también ha publicado un libro, Embarazada ¿y ahora qué?, y ha protagonizado su propio programa en televisión en FOX Life, donde a lo largo de 11 episodios mostró su día a día, su trabajo y su estilo de vida saludable.
La extensa lista de fracasos de la presentadora contrastan en cambio con el imperio que su marido, Sergio Ramos, se ha construido más allá del fútbol. Los dos coinciden en que las marcas se los rifan para que sean su imagen
de publicidad, pero el capitán del Real Madrid y de la selección
española lleva años invirtiendo en numerosos negocios que le han
convertido en un auténtico empresario de éxito. En 2004, Ramos fundó su empresa matriz, Sermos 32 S.L., una pequeña
empresa dedicada a la explotación de derechos de imagen. La sociedad,
que tiene como administrador único al futbolista y gestiona algunas
parcelas de su carrera deportiva, como su web oficial, acumula en su
último informe (2017) un patrimonio neto de 38,7 millones de euros e
hipotecas y otras deudas bancarias por valor de 9,8 millones de euros.
Además de un abultado patrimonio inmobiliario —dio pronto el salto al
ladrillo, aunque no está exento de polémica—, sus mansiones y su
embrionaria colección de arte, Sergio Ramos ha visto en los caballos
otro rentable negocio. Se trata de Yeguada SR4, con la que el sevillano se está haciendo un nombre en el sector hípico nacional
y, a pesar de que el mantenimiento de estos ejemplares es costoso,
Sergio Ramos ya ha manifestado públicamente en más de una ocasión que es
el negocio más boyante y rentable que posee, debido a los altísimos
precios que se paga por estos. En 2012, el futbolista abrió las puertas
la finca La Alegría, ubicada en el término municipal de Bollullos de la
Mitación, a media hora de Sevilla capital, y cuenta con 44 hectáreas de
extensión, 40 boxes, nueve corraletas, tres picaderos, tres pistas al
aire libre y un andador para el ejercicio diario de los animales. Sus
caballos pueden presumir de haber conseguido una decena de medallas de
oro en diversos certámenes nacionales.