Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 ene 2020

María Teresa Campos confirma su ruptura con Bigote Arrocet

“Las relaciones duran más o menos en el tiempo, a veces, toda la vida, o casi seis años, como ha sido mi caso con Edmundo”, lee la hija de la presentadora, Terelu Campos, en nombre de su madre en Telecinco.

Edmundo Arrocet
María Teresa Campos y 'Bigote' Arrocet, en una imagen de archivo. Europa Press
Mucho se había especulado con el fin de la relación de María Teresa Campos y Edmundo Bigote Arrocet. Tras años dando por rota esta historia de amor, ahora ha sido la propia presentadora la que ha querido confirmar la noticia mediante un comunicado leído por su hija Terelu.

Era ella la encargada de explicar ante la audiencia de Viva la vida (Telecinco) que la relación entre su madre, de 78 años, y el humorista chileno, de 70 años, estaba rota. "Yo, María Teresa Campos, quiero comunicar a través de este programa, algo relativo a mi vida personal.

 A lo largo de estos años, en mi relación sentimental con Edmundo Arrocet, se ha especulado en numerosas ocasiones con crisis y rupturas que eran infundadas. Por eso, ahora quiero ser yo misma quien os comunica que las relaciones duran más o menos en el tiempo, a veces, toda la vida, o casi seis años, como ha sido mi caso con Edmundo", comenzaba el comunicado de María Teresa.

Unas palabras que terminaba con una petición de respeto a los compañeros de la prensa: 

"Quiero manifestar, para evitar cualquier especulación, que nuestra relación se ha roto recientemente.

 También quiero pedirle a mis compañeros, y a las personas que me quieren, que, dentro de lo posible, me dejen vivir tranquilamente estos difíciles momentos que estoy pasando".

Acoso, abusos y adicciones: Los secretos que los famosos desvelaron en 2019

Además de lo relativo a traumas sexuales o a las drogas, también abundaron las confesiones sobre otros temas tabúes como la ansiedad y la depresión.

Pedro Almodóvar, Vaness Martín y Elton John.
Pedro Almodóvar, Vaness Martín y Elton John. Cordon Press / Europa Press / EFE

 La dinámica de los últimos años se ha mantenido en 2019. 

Los famosos siguen abriéndose a contar sus momentos más duros.

 Conscientes de que confesar sus debilidades, traumas o problemas les acerca más a sus seguidores, que se sienten más identificados con ellos, las celebridades han vuelto a mostrarse más humanas que divinas.

 Aunque algunas estrellas han desvelado sus gustos más excéntricos, ha vuelto a imponerse aquello de que los ricos también lloran con historias de abusos sexuales, adicciones o malos tratos durante la infancia. 

También crisis de ansiedad y depresiones que han llegado a obligarlos a un retiro temporal. 

Secretos que al airearse han podido ayudar a personas en la misma situación, mientras el protagonista también sentía un alivio terapéutico al deshacerse de ellos.

El año comenzaba con Kiko Rivera confesando en Gran Hermano que había sufrido una depresión por su adicción a las drogas

El hijo de Isabel Pantoja admitía en directo que consumió casi a diario marihuana y cocaína, pero que gracias a su pareja llevaba un año y medio desenganchado.

 El abuso de sustancias también afectó a una superestrella como Brad Pitt.

 El actor se refugió durante años en la bebida y los porros para superar la presión mediática, la timidez y la falta de seguridad en sí mismo.

 Michael Douglas admitió que creyó que iba a perder a su hijo Cameron, adicto a la heroína y la cocaína y condenado a ocho años de cárcel, pero este último desveló este año que cuando era pequeño su padre le hacía repartir porros a los invitados a sus fiestas en casa. 

Elton John revivió sus peores años de excesos con la cocaína, que le convirtió en un monstruo. 

El cantante también relató su mala relación con su madre en sus memorias, que se publicaron el pasado septiembre.

 El alcohol llevó a Demi Moore a sufrir un aborto, según confesó la actriz de 56 años, en un libro de memorias.

 En él afirmó que fue violada a los 15 años, que los problemas con las drogas acompañan a los traumas infantiles por crecer en una familia desestructurada y que sufrió trastornos alimentarios por un problema con su imagen corporal. 

Michael Douglas y su hijo Cameron, en Los Ángeles (California) el año pasado.
Michael Douglas y su hijo Cameron, en Los Ángeles (California) el año pasado. CORDON PRESS
El movimiento #MeToo ha seguido muy presente, y de hecho ha inspirado iniciativas similares en países como Corea del Sur, donde se han destapado casos de abusos en el K-Pop
Movimientos sociales que siguen impulsando las revelaciones por parte de muchas famosas de episodios de acoso y agresiones sexuales. 
Tristemente demasiadas. Mira Sorvino, una de las primeras en señalar a Harvey Weinstein como acosador, dejó otra dura confesión este año.
 También fue víctima de una violación, aunque no por parte del productor.
 Fue durante una cita, y mientras lo contaba acompañada del Gobernador de Nueva York, pidió aumentar el plazo de prescripción de estos delitos.
 “Claro que me he enfrentado al acoso. No creo que haya una sola mujer en el mundo que no lo haya hecho.
 Llevo en esto 30 años, era algo muy normalizado”, explicó Reese Witherspoon en una radio británica. 
En mayo, Charlize Theron contó cómo, con 18 años, en una audición, un productor se propasó con ella
Ainhoa Arteta también fue violada, y revelaba en una entrevista en julio el peor episodio de su vida. Ocurrió cuando regresaba a su casa en Estados Unidos, en la época en que su carrera comenzaba a despuntar.
 Un episodio que consiguió superar con mucha terapia, incluyendo sesiones de hipnosis. 
En el mismo programa que Arteta, la cantante Vanesa Martín confesó que sufrió abusos sexuales a los 18 años a manos de un productor con el que no llegó a trabajar. 
Bella Thorne volvió a hablar de los abusos sexuales que sufrió en la infancia. Los había contado un año antes, pero la exchica Disney recordó que aquello marcó su obsesión por el sexo y la dificultad en sus relaciones.
 Este año ha debutado como directora de cine porno.
Charlize Theron con su madre Gerda Maritz durante la ceremonia de los Oscars en 2014.
Charlize Theron con su madre Gerda Maritz durante la ceremonia de los Oscars en 2014. GtresOnline
No todo el acoso fue sexual. Eva Longoria contó este año que sufrió mobbing durante el rodaje de Mujeres Desesperadas
Ni todas las víctimas fueron mujeres.
 Pedro Almodóvar relató en Italia que un cura intentó abusar de él en el colegio cuando era pequeño. 
El año lo ha cerrado Paris Hilton, recordando en una entrevista el momento del vídeo sexual que en 2003 publicó su ex
. La heredera ha desvelado ahora que aquello le llevó a pensar en suicidarse, apuntando que algo así hoy en día con el #MeToo la convertiría en víctima a los ojos de la opinión pública.
 James, el hermano de Kate Middleton, en una carta abierta confesó que pensó en quitarse la vida durante una depresión de más de un año de duración. 
Las enfermedades mentales han estado muy presentes en las confesiones de las celebridades.
 La depresión de Al Pacino, con peores y mejores momentos, duró 25 años después de protagonizar El Padrino.
 Justin Bieber pospuso la celebración de su boda con Hailey Baldwin también por esta dolencia.
“Rezad por mí. Estoy luchando mucho”, pidió a sus más de 100 millones de seguidores. Evan Rachel Wood ingresó voluntariamente en un psiquiátrico, ya que la actriz de la serie Westworld llegó a intentar suicidarse. 
En su caso, la depresión estuvo causada por el estrés postraumático producido por haber sido violada en múltiples ocasiones.
 Manuel Carrasco se puso en manos de una terapeuta para superar sus miedos y la ansiedad que le acarreó la fama.
 Lo reveló una semana antes de llenar el estadio Metropolitano de Madrid, como un hombre renovado y pletórico. 
También le pasó a Pablo Alborán en 2015, y tuvo que parar.
 Este año habló con naturalidad de cómo le ayudó su paso por el psicólogo
Otra estrella del pop, Ariana Grande, no pudo esconder más la ansiedad que padece, que este año llegó a su punto más fuerte y le impidió acudir a un encuentro con sus fans tras sufrir dos ataques de pánico seguidos.
Acoso, abusos y adicciones: Los secretos que los famosos desvelaron en 2019
EL PAÍS
En la serie de la década estos problemas también han hecho mella. Dos de las principales protagonistas del final de Juego de Tronos, Sophie Turner y Maisie Williams (Sansa y Arya Stark), contaron sus sendas crisis. 
Turner lleva cinco años lidiando con una depresión que le hacía sentirse “fea, gorda y mala actriz”, y Williams reveló que arrastra problemas de autoestima.
 Aunque el caso más grave del año en cuanto a problemas mentales lo ha protagonizado el que fuera icono del pop infantil en los 90, Aaron Carter, que padece esquizofrenia y trastorno bipolar además de depresión y ansiedad.
 En España, el año lo ha cerrado Jorge Javier Vázquez, que se marchó de vacaciones tras presentar la final de Gran Hermano VIP tras recuperarse de su segunda operación tras sufrir un ictus en marzo.
 El también habló que transcurridos unos meses de su primer ingreso sufrió una depresión: "Me están medicando”, contó. El presentador ha hablado sin tapujos que asiste regularmente a terapia.

El suicidio de Ari Behn y otras maldiciones de las familias reales

Las casas de Noruega, Holanda, Dinamarca, Mónaco, Japón...se han visto afectadas por dolorosas pérdidas, accidentes o tragedias a lo largo del siglo XX.

De izquierda a derecha, Marta Luisa de Noruega y Ari Behn; Rainiero de Mónaco y Grace Kelly y la princesa Margarita de Inglaterra.
De izquierda a derecha, Marta Luisa de Noruega y Ari Behn; Rainiero de Mónaco y Grace Kelly y la princesa Margarita de Inglaterra. CORDON PRESS

30 dic 2019

“No veía el lado agotador de Hollywood."

“No veía el lado agotador de Hollywood. Paré y me di cuenta de que tenía que cuidarme”

“No veía el lado agotador de Hollywood. Paré y me di cuenta de que tenía que cuidarme”

 Pasó seis años alejada de los focos. Ahora, a los 50, esta oscarizada actriz opta al Globo de Oro por su papel de Judy Garland en la película sobre sus últimos años de vida que se estrena en España a principios del nuevo año

. ¿Será capaz de abandonar la larga sombra de Bridget Jones?

EN ALGÚN MOMENTO empezaremos la entrevista”, le insistí a Renée Zellweger.
“No, no”, respondió ella.
Era mediados de agosto, y yo había ido al hotel Beverly Wilshire de Los Ángeles (California, EE UU) para preguntar a Zell­weger por su nueva película, Judy.
 En el filme, que se estrena en enero en España, ella interpreta el papel de la cantante y actriz Judy Garland en el último año de su vida, cuando se encontraba en la más absoluta miseria.
 Se trata de un papel de transformación interpretado con tanta entrega que será difícil que Zellweger —que ahora tiene 50 años— resulte derrotada en la competición por el Oscar a la mejor actriz de este año. 
 Teniendo en cuenta que acaba de pasar seis años alejada de la pantalla, lograrlo sería toda una hazaña.

Para llegar hasta aquí, primero hubo que convencer a la actriz de que por lo menos dejase que le hiciese la entrevista.
 Mientras un relaciones públicas no dejaba de mandarme correos electrónicos retrasando la llegada de Zellweger, nuestra cita para comer se acercaba cada vez más a la hora de la merienda.
 Después de dos horas apareció Zellweger, pequeña y discreta con su ropa deportiva y el cabello rubio recogido bajo una gorra gastada de los Texas Longhorns. 
“Gracias por esperar”, dijo con timidez. “Tengo un lío tremendo”.

Me contó que tenía que recuperar la costumbre de la agenda del estrellato con sus sesiones fotográficas, sus inacabables pruebas de vestuario, sus apariciones en festivales de cine y nuestra entrevista. Si Judy conquista el final de la temporada de galardones, la actriz va a tener que hablar mucho de sí misma. 
Lo cual está bien, supone. ¿Pero no sería más divertido hablar de otras cosas?
Cuando por fin se rindió a la entrevista, empezó a disfrutar de ella. Con Judy le pasó algo muy parecido.
 El director, Rupert Goold, la fue animando cautelosamente para que aceptara el proyecto a base de persuasión, consciente de que una oferta precipitada podría resultar abrumadora.
 Le mandaron el guion en 2017. “Al principio no entendía por qué pensaron en mí para el papel”, recuerda. 
En la película había muchas canciones en directo, porque la historia sigue los pasos de una Garland casi en la indigencia después de aceptar un contrato de cinco semanas para cantar en un local nocturno de Londres. 
A pesar de haber sido candidata al Oscar por el musical Chicago, Zellweger no se considera a sí misma una gran vocalista.

Pero Goold pensaba que la vulnerabilidad que la actriz había mostrado en Jerry Maguire y el descaro que le granjeó un premio de la Academia de Hollywood por Cold Mountain la convertían en la opción perfecta para el papel.

“Garland tenía una inmediatez emocional increíble”, me explicó el director por teléfono.
 “Uno tiene la sensación de encontrarse ante un espíritu que poseía una inocencia y un optimismo innatos, y yo quería a alguien que tuviese esa clase de fragilidad”. 
También me explicó que la experiencia de Zellweger en Hollywood, que había atraído la curiosidad por sus relaciones sentimentales y la especulación de la prensa sensacionalista sobre hipotéticas operaciones de cirugía estética, podría servirle para construir una protagonista que se ve obligada a luchar constantemente contra los rumores dañinos.
Así que Zellweger se puso a investigar.
 Como Goold insistió en que no quería playback, la intérprete reservó varias horas en un estudio y contrató a un profesor de canto para comprobar si el estilo vocal característico de Garland estaba a su alcance.
 Trabajó con un coreógrafo y un diseñador de vestuario a fin de reproducir la postura encorvada e indolente de Garland. 
Y leyó hasta la última de las biografías, vio todos los vídeos antiguos y escudriñó los foros de los admiradores de la estrella en busca de cualquier detalle que fuese de utilidad.
Desde 2010, la actriz pasó seis años alejada de la maquinaria de Hollywood.
Desde 2010, la actriz pasó seis años alejada de la maquinaria de Hollywood.

Pero cada vez que la actriz se sorprendía a sí misma extendiéndose demasiado en sus explicaciones, afloraba la timidez. 
“Menudo trabajo. ¡De lo más divertido!”, repetía una y otra vez.
Las secuencias más trágicas de Judy son las que muestran cómo la intérprete es obligada a cantar a pesar de que su voz está devastada por el tiempo y las adicciones.
 Goold se apoyó en ese suspense: “Le dije a Renée que iba a estructurar el guion de manera que no se desarrollase solo en torno a la pregunta de si Judy Garland podía ofrecer lo que se le pedía en ese momento, sino si Renée Zellweger podía hacerlo”.
 La actriz interpretó las canciones en directo delante de una audiencia, y ahora recuerda las escenas con la emoción de alguien que ha practicado la caída libre y ha sobrevivido.
 “Estaba eufórica. Me parecía estar flotando.
 Me refiero a hacer cosas que nunca había hecho.
 No me permití pensar demasiado en ello. 
Por suerte, fue como un torbellino y no tuve tiempo de pararme a pensar que preferiría no tener que hacerlo”.
Con todo, Zellweger ha aprendido a recelar de los proyectos que le exigen demasiada responsabilidad sin darle tiempo para digerirlo todo como correspondería.
 Garland fue víctima de la explotación de la máquina de Hollywood, que rara vez le concedía tiempo para descansar, y Zellweger afirma que sabe lo que es llegar “a un punto en el que ya no sabes si vas a poder aguantar y tener que hacerlo de todas maneras”.
En 2010, después de haber trabajado casi sin interrupción durante toda su carrera, Zellweger se apartó de Hollywood durante un paréntesis que duró seis años, hasta que reapareció en la secuela El bebé de Bridget Jones
 “Me mentía a mí misma, y no sé por qué”, confiesa. “No veía el lado agotador de aquello, y llegó un momento en el que paré y me di cuenta de que tenía que cuidarme”.
No se arrepiente de haber aceptado varios grandes proyectos al año, pero el tiempo que pasó retirada la ayudó a establecer un orden de prioridades.
“En lugar de pensar que ojalá pudiese preparar una fiesta como las que se preparan para alguien especial, tuve que decirme a mí misma que era yo la que iba a ir a la fiesta. 
Y no me sentí como si el derecho a tomar esa decisión fuese un privilegio de esta profesión”, explica Zellweger.
Liberada de esa obligación, la actriz empezó una terapia, viajó, asistió a clases en la Universidad de California en Los Ángeles e incluso escribió un proyecto piloto para Lifetime (al final, el canal no lo aprobó):
 “Me había retirado por un tiempo, así que no me dediqué a rumiar las viejas experiencias emocionales de siempre para contar historias.
 Estaba viviendo experiencias nuevas, y en ellas todo es instructivo”.
Sin esta perspectiva no habría podido interpretar a Judy Garland. “El papel me permitió valorar la poca experiencia que pueda tener de cómo sortear un personaje público que era un lastre para mi vida”, remata.
Al cabo de unas semanas tras aquel encuentro, asistí a la fiesta que siguió a la presentación de Judy en el Festival Internacional de Cine de Toronto. 
La película, que se había proyectado por primera vez esa misma noche, había puesto al público en pie e inspirado apasionados tuits. Cuando Zellweger salió al escenario, rompió a llorar.
En la fiesta, que se celebró en un lugar cercano a la sala de proyección, todo el mundo estaba deseando felicitar a la actriz, pero una hora más tarde la abarrotada reunión seguía esperando a su estrella. 
 “¿Dónde está Renée?”, oí que preguntaba un relaciones públicas. “¿Alguien la ha visto?”. Por fin, alguien confirmó que Zellweger estaba a punto de entrar en el edificio. La vi subiendo pausadamente las escaleras con un vestido azul cielo y unos zapatos blancos con unos tacones vertiginosos. 
Acompañada por dos representantes, iba absorta en su concentración, como preparada para entrar en la primera de las muchas fiestas de esta temporada en las que sería el centro de atención.
Después de todo lo que había trabajado en su papel y solo le dedicaron una ovación de tres minutos con el público en pie. ¿Cómo se sintió?
“No sé cómo tomármelo”, dijo por fin.


¿Cómo tomarse qué? ¿Esa adoración?
“Pues sí”, respondió arrugando el gesto. 
“¿Qué se puede decir a eso? Felicidades por ser afortunada”.