Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 dic 2019

La ruina que no cesa de Lisa Marie Presley

La hija de Elvis Presley, que está en plena lucha por la fortuna de 100 millones de dólares de su padre, está en bancarrota y solo ha recibido 100.000 euros por el divorcio de su exmarido.

Lisa Marie Presley, en un estreno en mayo de 2015.
Lisa Marie Presley, en un estreno en mayo de 2015. GTRESONLINE

 

Por lógica, Lisa Marie Presley, la hija de Elvis Presley, debería vivir en la abundancia.
 La única heredera del rey del rock, con dos décadas de carrera, nominado a 14 premios Grammy y casi 700 grabaciones, debería haber heredado una fortuna de más de 100 millones de dólares (unos 90 millones de euros).
 Sin embargo, por el momento el control del legado y del dinero de su padre no está en sus manos.
 Y, además, pese a intentar crear su propia carrera como cantante, está en bancarrota.

La propia Lisa Marie, de 51 años, lo dio a conocer hace un año y medio: le quedaban menos de 10.000 euros en el banco y tenía deudas por valor de 14 millones de euros.
 Algo que ha empeorado el divorcio de su cuarto marido, Michael Lockwood. 
Ahora se ha sabido que, al menos, el año no va a terminar tan mal para Presley. 
 Como explica el medio estadounidense The Blast, un tribunal de Los Ángeles, California, ha condenado a su exmarido pagarle 126.000 euros, de los que 10.600 irán para tasas legales.
 Pero al menos unos 115.000 podrán ser para que Presley abone los costes de los abogados y pueda tener un respiro.
 La pareja llevaba casada una década y está inmersa en este proceso legal desde hace casi tres, ya que están luchando por la custodia de sus hijas gemelas, de 11 años.
 Lockwood es el cuarto marido de Lisa Marie Presley después de sus matrimonios con Danny Keough (con quien tuvo dos hijos), Michael Jackson (duraron menos de dos años) y Nicolas Cage (también apenas dos años). 
Pero este divorcio está siendo especialmente agrio, con una dura batalla por los detalles de la custodia y la manutención de las niñas, que durante un tiempo han vivido con Priscilla, su abuela materna. La fecha de su juicio está fijada para el verano de 2020.

Priscilla Presley y su hija, Lisa Marie, en 2015.
Priscilla Presley y su hija, Lisa Marie, en 2015. GTRESONLINE
 
No es la única batalla legal que tiene pendiente Presley.
 La cuestión de la herencia de su padre persigue a Lisa Marie. 
Sus abogados han tratado de demostrar ante la corte californiana que está "devastada financieramente", como ella misma ha explicado, porque su exrepresentante la había dejado en una situación precaria tras un “manejo imprudente y negligente de sus finanzas”. 
Aunque ahora asegura que sus deudas son ya de alrededor de medio millón de dólares (mucho menos que los 16 millones de los que se lamentaba hace un año), afirma que apenas tiene 14.000 dólares (12.500 euros) para sobrevivir.
Lisa Marie ha denunciado a quien fue su manager, Barry Siegel, que trabajó para ella entre 1993 y 2006. 
Le acusa de que la pérdida de esa fortuna se debió a que él se introdujo en "empresas arriesgadas con la esperanza de alcanzar fama propia en la industria del entretenimiento". Él fue quien le aconsejó vender —también según cuenta ese mismo medio— el 85% de su participación en la empresa que gestiona el legado del cantante, Elvis Presley Enterprises, porque él "puso sus intereses por delante de ella para acercarse lo máximo posible al inversor y a su círculo de famosos".
 Por su parte, Siegel asegura que esas informaciones no son ciertas y que Presley ni siquiera está arruinada.
 De hecho, según su versión, parte de sus inversiones han sido exitosas, aunque también las ha dilapidado. 
 El abogado de Siegel ha explicado que Lisa Marie "está pasando un mal momento vital y claramente quiere echarle la culpa a alguien en vez de asumir su responsabilidad". Según afirma en The Blast, gracias al acuerdo de 2005 "del que ella se queja ahora", logró liberarse de más de 20 millones de deudas y obtener un efectivo de otros 40.
 "Y malgastó la mayor parte de ellos los siguientes años".
 
 
 
 

Cosas que vuelven por Navidad

Aquí están las fiestas navideñas, tan entrañables ellas, envueltas en papel de felicidad y atadas con una cinta de amor

Cosas que vuelven por Navidad
Getty

 

Catherine Deneuve: “Tengo cuidado para no dormirme en los laureles”

La diva francesa protagoniza ‘La verdad’, la nueva película del japonés Hirokazu Kore-eda.


  • Catherine Deneuve, en el desfile de Saint Laurent de la semana de la moda en París el pasado 24 de septiembre. En el vídeo, tráiler de la película. AP
  • En la Tierra, debe de haberlo visto casi todo. De ahí que, para cazar nuevos sueños, Catherine Deneuve levante la mirada hacia el cielo.
     “Quiero ir a la Luna”, dice. Y sonríe.
     Casi seguramente bromea, aunque algo en su tono invita a no descartar nada. 
    Al fin y al cabo, tampoco le quedaría tan lejos: hace tiempo que la diva habita aquel rincón exclusivo del firmamento reservado a las estrellas más relucientes. 
     De ahí, cuando el monumento, a sus 76 años, cruza la puerta, una estela de respeto y admiración se cuele por la habitación. Se difunde, incluso, cierto temor reverencial. 
    Firmeza y libertad también son parte integrante de su mito. Y ella lo sabe.
     Al parecer, hasta los directores se empequeñecen ante su figura. “A veces es difícil encontrar desafíos en los papeles.
     Me tratan como una institución y soy consciente de ello. Tengo cuidado, para no dormirme en los laureles
    Mi curiosidad me ayuda”, asegura.

    De momento, la Luna tendrá que esperar.
     Deneuve pasó casi un mes hospitalizada, tras el leve accidente cerebrovascular que sufrió en pleno rodaje de De son vivant. Fue dada de alta a mediados de diciembre, y se recupera entre los suyos. 
    Tal vez en Navidad le pregunte a su madre, Renée-Jeanne Simonot, la formula secreta para derrotar a la edad: tiene 108 años, vive sola y juega al bridge, según contó la actriz en septiembre, en el Festival de Venecia.
     Ahí, Deneuve también presentó uno de sus últimos trabajos, La verdad, del japonés Hirokazu Kore-eda, que se estrena este miércoles en Espana.
     De ello habló entonces, con una decena de periodistas. 
    Y de mucho más: cine, vida, fama y, cómo no, cigarrillos.
     En La verdad encarna a otra diosa del cine: una actriz tan venerada como implacable, ególatra, reina en el plato y en su casa
    . Extraordinaria, en todos los sentidos. 
    Y desesperante para su hija (Juliette Binoche), que acude a visitarla.
     Por si algo suena peligrosamente familiar, Deneuve se apresura a borrar paralelismos: 
    “Espero que no sea un autorretrato. 
    Tenía que imaginarlo, es muy distante de mí como actriz y persona”.
     Con su personaje comparte, eso sí, el talento: su trabajo fue encumbrado por encima de la película.
    Eso si, a Kore-eda no le ha faltado valor. 
     Por primera vez filma fuera de su Japón natal, en Francia, con dos estrellas del país, el idioma y hasta algún guiño local. Aunque, al parecer, en el rodaje ofrecía la imagen opuesta.
     “Es muy discreto, timido y humilde. 
    Estuvo mucho en París antes de la película, pero nunca me preguntó nada.
     La presencia del traductor también cambia la relación: la gente tiene más cuidado con lo que dice”, relata Deneuve. 
     Así que, curiosamente, a menudo era la actriz que interpretaba al director: 
    “Tratas de leer su cara al final de la toma, para ver si está contento o no.
     Primero, te deja hacer la secuencia como quieras. Luego ya sí dice algo”.


    En el fondo, Deneuve siempre ha defendido que el cine es un medio de directores y que ella necesita alguien tras la cámara que la guíe. 
    En su caso, a menudo se ha tratado de genios, como Bunuel, Truffaut o Polanski.
     Nacida en octubre de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, hija de actores, de pequeña se planteó más bien otros caminos: arqueóloga, o diseñadora de interiores.
     Hasta que un día de verano de 1957, acompañó a su hermana, la también actriz Françoise Dorleac, a un rodaje, y acabó reclutada en Les collegiennes.
      Era el comienzo de la leyenda: llegaron El vicio y la virtud, Los paraguas de Cherburgo, Belle de jour y la adoración mundial.

    Su nombre ha sido asociado a libros, canciones, perfumes, ropa, cuentas falsas en redes sociales, listas de las más sexy del planeta o campañas en defensa del aborto.
     Hasta debió demandar a una revista que pretendía llamarse como ella.
     Fue nominada al Oscar una vez, en 1993, por Indochina, y es la segunda actriz con más candidaturas a los César (14), tras Isabelle Huppert.
     De ella, por cierto, Deneuve dice que es la única intérprete “capaz de llorar de repente”.
     Aunque tal vez el mejor resumen de su importancia llegó cuando, en los ochenta, su rostro representó a Marianne, el símbolo nacional de la república francesa.
     No por nada, hace tiempo que le llueven ofertas para editar su autobiografía.

    Todo ello conlleva una gran responsabilidad: “Tengo mucho cuidado con los proyectos que hago. 
    Y hoy más aún.
     No me fijo solo en mi personaje, sino en el guion en sí”. Aunque también ha forjado su independencia. 
     Reconoce que el humor no es “la base” de su manera de ser, y una vez confesó que su palabra favorita es “no”.
     Deneuve, en definitiva, nunca renuncia a ser ella misma. “Hay prioridades en la vida.
     Y ser actriz no lo es todo el tiempo”, suelta.
    “Hay ciertos sitios a los que no puedo ir, como una playa en el sur de Francia en agosto. 
    Aunque tampoco me apetece. 
    La mayoría del tiempo hago lo que quiero.
     Saco a mi perro, voy al mercado, he estado sola en un cine”, relata.
     Sostiene que su familia la ha cuidado desde pequeña, enseñándole a evitar demasiada exposición, y que se siente libre de decir lo que quiera. 
    O casi. Porque el revuelo causado por un manifiesto que firmó junto con otras personalidades donde defendía el “derecho a incomodar” de la seducción le ha dejado una huella:
     “No me voy a expresar más sobre el movimiento MeToo, es imposible estar segura de que salga exactamente lo que digas”.
    Hay algún asunto más que se le resiste.
     Siempre le ha tenido miedo a subirse a un escenario. Y tres veces quiso dejar de fumar.
     Cuando le preguntan por el intento más reciente, directamente se ríe.
     Quizás ahora los médicos se lo hayan ordenado. 
    O suplicado. Porque al final, como siempre, decidirá ella. Seguro que, si quiere, hasta irá a la Luna.

 

26 dic 2019

La Fiscalía recurre la absolución de Borja Thyssen y pide repetir el juicio por fraude fiscal

El Ministerio Público cree que, aunque el hijo de la baronesa asegura que residía en Andorra, existen pruebas de que vivía en España pero "no han sido valoradas", como tampoco las declaraciones de los testigos.

Borja Thyssen, en su juicio por presunto fraude fiscal celebrado el 13 de noviembre.
Borja Thyssen, en su juicio por presunto fraude fiscal celebrado el 13 de noviembre. EUROPA PRES
La Fiscalía ha recurrido la sentencia del Juzgado de lo Penal 22 de Madrid que absolvió a Borja Thyssen-Bornemisza, hijo de la baronesa Thyssen, de un delito de fraude fiscal, al mismo tiempo que ha solicitado la repetición del juicio al considerar que el fallo carece de argumentos para exculparle.
 El juicio de Borja Thyssen se celebró el pasado 13 de noviembre, mientras que la sentencia se dio a conocer apenas un mes después, el 16 de diciembre.
Por ello, según informa la Fiscalía, el Ministerio Público cree que sí existen pruebas de que vivía en España pero "no han sido valoradas", como tampoco las declaraciones prestadas por los testigos durante la instrucción de la causa y sus contradicciones en el juicio.
Quedó comprobado en la vista oral, según el Ministerio Fiscal, que Borja Thyssen residió en España en 2007 de forma "ininterrumpida" más de 183 días, es decir durante más del medio año que fija la normativa para justificar la tributación en otro país.
Por ello, la versión dada por el acusado para "generar la apariencia de su residencia en Andorra, aportando diversa documentación que nada acredita", es insuficiente para disculpar el presunto fraude en un "paraíso fiscal".
La Fiscalía pedía para el hijo de Carmen Cervera dos años de prisión y una multa de 595.000 euros, además del pago de 592.557,72 euros en concepto de deuda tributaria.
 Esta última cantidad es la que corresponde a los reportajes que hace 12 años hizo con la revista ¡Hola! y cuyos pagos Borja Thyssen no llegó a declarar. 
La citada publicación ofreció en ese ejercicio fiscal la primicia del anuncio de su boda con Blanca Cuesta y el primer embarazo de la pareja.
 Exclusivas por las que se pagaron 1.400.000 euros, según la Fiscalía.

El Ministerio Público sostiene que la decisión de absolver al acusado de defraudar 592.557 de euros del IRPF de 2007 no tuvo en cuenta la falta de "coherencia" de las pruebas practicadas sobre el país de residencia de Borja Thyssen.
Según el juez, no quedó probado que el acusado residiera en España, mientras que la Fiscalía, que pedía dos años de prisión, entiende que el acusado aparentaba vivir en Andorra para evitar el pago del impuesto de la renta a la Hacienda española por los ingresos obtenidos (de 1,4 millones de euros) con la venta de noticias a una revista.
Además, la abogada del Estado Rosa María Seone —la misma que se encargó de la acusación penal en el juicio del procés—, que representaba al Ministerio de Hacienda, solicitó tres años y cuatro meses de cárcel para el acusado.
 La letrada, al igual que la fiscal, insistieron en que las pruebas aportadas por Thyssen para demostrar que su residencia se encontraba en Andorra y no en España, como la licencia para conducir, no eran suficientes.