Desde
hace unos años, Brad Pitt compagina la interpretación con su faceta de
productor. El pasado julio admitió que puede ser la hora de dejar paso a
las nuevas generaciones, aunque sin marcharse del todo. “Cada vez hago
menos [papeles].
Realmente creo que es el turno de los jóvenes. No
porque no haya papeles importantes para hombres mayores pero,
simplemente, creo que el juego es así; avanza de manera natural”, dijo
el intérprete en julio en la revista 'GQ Australia'. Pitt fundó junto a
su exesposa Jennifer Aniston la productora Plan B Entertainment,
centrada en la producción y creación de películas y series de televisón.
Este
año, el actor ha protagonizado dos películas: 'Ad Astra' y 'Érase una
vez en Hollywood'. Por esta última, que corresponde con esta imagen, el
actor está entre las quinielas para el Oscar, un galardón por el que
podría competir con su compañero de reparto Leonardo DiCaprio.
Desde
que anunciaron su separación en 2016, después de nueve años juntos y
seis hijos en común, los reproches entre Brad Pitt y Angelina Jolie han
sido constantes, principalmente por la custodia de sus cinco hijos
menores.
El pasado septiembre, el actor reconoció en una entrevista su
responsabilidad en el fin de su matrimonio debido a sus problemas con el
alcohol y admitió que acudió a Alcohólicos Anónimos durante un año y
medio tras su separación.
Su
relación con Jennifer Aniston ha estado siempre en el foco mediático.
Fue una de las parejas más envidiadas de Hollywood, se casaron en el año
2000 y cinco años después protagonizaron uno de los divorcios más
sonados debido a que el intérprete comenzó a salir inmediatamente
después con Angelina Jolie, cuyo amor surgió tras rodar juntos la
película 'Sr. y Sra. Smith'.
Tras separarse de esta última, Brad Pitt
retomó su amistad con Aniston
. En febrero, acudió al 50º cumpleaños de
la actriz y este pasado fin de semana fue uno de los asistentes a la
fiesta de Navidad que Aniston celebra cada año.
Aunque
Jennifer Aniston y Angelina Jolie han sido sus parejas más mediáticas,
el primer amor conocido de Brad Pitt fue Gwyneth Paltrow, con quien
salió durante dos años tras conocerse en el rodaje de 'Seven', en 1996.
El pasado mayo, Paltrow reveló que el actor la defendió de Harvey
Weinstein, que la había cosado y había tratado de abusar sexualmente de
ella. Aunque
Jennifer Aniston y Angelina Jolie han sido sus parejas más mediáticas,
el primer amor conocido de Brad Pitt fue Gwyneth Paltrow, con quien
salió durante dos años tras conocerse en el rodaje de 'Seven', en 1996.
El pasado mayo, Paltrow reveló que el actor la defendió de Harvey
Weinstein, que la había cosado y había tratado de abusar sexualmente de
ella.
Como
el propio Brad Pitt ha contado en varias ocasiones, el alcohol formó
parte de su vida durante muchos años pero, recientemente, ha revelado
que no fue su única adicción.
En una entrevista con 'The New York Times'
este mismo mes, el actor ha contado que la marihuana también fue uno de
sus clásicos, sobre todo en los años noventa.
Según ha explicado, su
afición por esta droga llegó porque no se sentía del todo a gusto con la
fama y eso le suponía una vía de escape.
"Me pasé la mayor parte de los
noventa escondiéndome y fumando hierba".
A sus 56 años, Brad Pitt puede presumir de seguir siendo uno de los hombres más sexis de Hollywood.
Brad
Pitt con la característica melena que lucía en 1994. Ese año
protagonizó 'Entrevista con el vampiro', y 'Leyendas de pasión', que le
encumbró al éxito.
Atrás
quedará ya esta estampa familiar, muy habitual cuando Angelina Jolie y
Brad Pitt estaban juntos.
Antes del verano, el actor retomó su estrecha
relación con sus hijos después de varios meses de disputas con la
intéprete de 'Maléfica' por la custodia compartida.
Desde entonces, el
protagonista de 'Seven' disfruta cocinando, jugando o viendo la
televisión con los pequeños cuando estos pasan temporadas en su casa de
Los Ángeles.
El resto del tiempo, los niños suelen acompañar a Jolie a
sus rodajes o estrenos.
A los 29 protagonizó 'El río de la vida', de 1992.
18 dic 2019
Jorge Javier Vázquez, inquieto por su vuelta al trabajo tras su nueva operación
El presentador, que vuelve a los platós el jueves para la final de 'Gran Hermano VIP', comparte sus inseguridades tras el ictus: "Quiero despedir una edición que para mí será inolvidable en muchos sentidos".
Jorge Javier Vázquez ha vivido uno de sus años más catárticos: un éxito total de audiencias con los programas que ha presentado en Telecinco y el ictus que sufrió en marzo que ha significado un antes y un después en su vida personal.El pasado 3 de diciembre volvió a pasar por quirófano para sustituir uno de los stent que le habían colocado en la operación de urgencia a la que tuvo que someterse en aquel momento y que durante una revisión médica se vio que había sufrido un estrechamiento.
La intervención se desarrolló con total normalidad y el presentador estrella de Mediaset alejó las inquietudes previas a la misma de las que habló en una entrevista con este periódico:
"No creía que me tendrían que volver a operar porque me encuentro muy bien, pienso mucho en ese momento y me digo 'mira en el peor de los casos, estarás sedado y no te enteraras de nada", dijo un par de semanas antes de ingresar en el hospital.
El presentador estaba especialmente preocupado por el posoperatorio porque reconoció que tenía miedo a otra convalecencia larga como fue la primera
"Sentí que tenía que hacer la vida de una persona mayor y no lo llevé bien".
Sus temores no se han confirmado y la recuperación de esta nueva intervención, tal y como le dijeron los médicos, ha sido mucho más rápida y sencilla.
Tanto que Vázquez ha confirmado, como eran sus planes antes de ser operado, que estará este jueves en la gala final de Gran Hermano VIP.
"Me produce nerviosismo volver el jueves a la gran final de GHVIP17", ha confesado en el artículo que publica cada semana en la revista Lecturas.
"Tengo muchísimas ganas de reencontrarme con mis compañeros, volver a ese plató que me ha dado tantísimas alegrías y despedir una edición que para mí será inolvidable en muchos sentidos", escribe en la publicación.
Volver a la normalidad, a ese trabajo es básico para él: "Me gusta trabajar tanto porque tengo la necesidad de tener al máximo la cercanía con la vida real.
Con llegar a mi casa cansado de trabajar, con tener un día de mierda y estar deseando que lleguen las vacaciones.
Tienes que luchar porque esta profesión te afecte lo menos posible mentalmente y agarrarte a lo cotidiano porque es tan marciano todo lo que vivimos que si no esto es insostenible". contó a EL PAÍS.
Parte de ese retorno es retomar sus funciones de teatro, ocurrirá el 13 de marzo en Córdoba donde estrenará su nueva obra, Desmontando a Séneca.
Precisamente ese ha sido uno de sus entretenimientos durante esta segunda convalecencia, estudiar el texto de su próxima función y volver a sentir el pellizco que esta faceta significa para él.
"Había olvidado lo que era esto: a lo largo del día pasas de la euforia al desencanto, de la alegría porque la memoria te responde a la desesperación porque se te olvida una palabra y parece que todo se va al garete", cuenta en la revista.
Todo esto ha ocurrido durante un retiro al borde del mar, en el exclusivo centro Sha, ubicado en Altea.
Una clínica de bienestar que el presentador ya ha visitado otras veces y que ofrece terapias naturales, alimentación saludable, gestión del estrés y tratamientos detox y de rejuvenecimiento.
Una puesta a punto integral para finalizar un año convulso en el que Jorge Javier Vázquez ha pasado por una depresión que apareció meses después de su ictus, por la pérdida de un buen amigo y la grave enfermedad de otra amiga.
"Ahora tengo la maleta preparada mentalmente, profesionalmente y vitalmente.
Con esto no quiero decir que me quiera morir pero por primera vez he tenido conciencia de que la muerte está más cercana de lo que pensamos.
La he vivido.
Por mi ictus, porque hace pocos meses falleció el gerente de mi compañía y porque dos amigos están peleando, una amiga tuvo un problema y estuvo a punto de morirse y otro amigo está luchado contra un cáncer", confesó a este diario a principios de noviembre.
Un cúmulo de sensaciones que unidas a la crisis de edad le generó angustias y ansiedades.
"No lo entendí porque me encontraba bien pero lo que yo viví este verano fue tremendo. Piensas que ha finalizado todo y no te sirve de nada lo que te diga la gente.
Al final está bien tener esas crisis, hay que aceptar que es otra vida y cuando desaparece y saltas la ola, sientes mucha tranquilidad", afirmó entonces a EL PAíS.
“Esas parejas” también se separan
Cuando el amor se acaba, las relaciones sociales que se articulaban en torno a los enamorados también se alteran.
Anna Pacheco
Hay algo más triste que la imagen de una parejita
comiendo en un restaurante con desgana y apatía:
la imagen de muchas
parejitas haciendo eso mismo.
En 1993, el fotógrafo Martin Parr publicó
la serie de fotos Bored Couples
en la que diferentes parejas (muchas de veraneo: ropa estival,
bronceados nuevos) se miraban con fatiga de lado a lado de una mesa.
Qué
cosa más repugnante: el amor también era esto.
La escritora Valeria Luiselli, en su libro Desierto sonoro,
relata la travesía, geográfica y vital, de un matrimonio en
descomposición que viaja en coche de Nueva York hasta Arizona.
La
protagonista de la novela está un poco harta de la cara de su marido y
se pregunta si no habrá otras caras que sean más o menos lo mismo.
“Los
hombres del pasado son igual a los hombres del futuro, en cualquier
caso”, dice la voz de la narradora.
Cuando
el amor se acaba, las relaciones sociales que se articulaban en torno a
los enamorados también se alteran.El periodo de luto por la pareja desenredada también lo viven quienes conocieron a la pareja en su forma ya enredada.
Por eso la gente dice cosas como “Si lo dejan ellos, ¡yo ya no creo en el amor!”.
Y esos ellos van y lo dejan.
Hablo de parejas porque por mucho que me empeñe yo, mi entorno sigue lleno de parejas.
En Historia de un matrimonio (esa peli insufrible de Noah Baumbach a la que todo el mundo va dispuesto a entregarse) es la madre -ficticia- de Scarlett Johansson la que se resiste, sobre todo, al divorcio de su hija con el personaje que encarna Adam Driver. La idea de que se separen pesa más a la madre que a la hija, que ya lo tiene más o menos asumido.
“¡Joder, es que sois tan atractivos juntos!”, llega a decir, incluso, la niñera.
Eso es. Juntos.
Está claro que ellos son un matrimonio con dinero y
prestigio (aparte de guapísimos, claro), por lo que ese *atractivo
juntos* también, y sobre todo, implica cierto estatus, clase, dinero.
Las parejas son relatos: la suma de momentos, experiencias,
que los vinculan desde el día en el que se conocieron: canciones,
bromas internas, planes comunes.
Todas esas cosas.
Por eso las parejas
tienen muy claro cuándo y cómo se conocieron y a veces les da por
explicarlo en las sobremesas.
Para el resto del mundo, de forma aislada y
distanciada, esos detalles amorosos importan concretamente nada.
Si
algunos detalles nos conmueven es porque conocemos a sus emisores y nos
alegramos de que todo les vaya bien.
En La belleza del marido de Anne Carson, la poeta
describe la ruptura con su amado como un proceso completamente agrio,
incluso se llega a preguntar un clásico de toda buena ruptura:
¿Por qué
estuve tanto tiempo con esa persona?
“Leal a nada, mi marido / Entonces, ¿por qué lo amé desde
mi juventud hasta la madurez y la sentencia del divorcio llegó por
correo? / La belleza. No es ningún secreto.
No me avergüenza decir que
lo amé por su belleza / La belleza convence.
Sabes que la belleza hace
posible el sexo / La belleza hace el sexo sexo”.
Isaac Rosa en su novela Feliz final habla
precisamente de la “mitología” que hay en cada vínculo amoroso y lo que
implica, de hecho, una separación:
“Una separación también es, sobre
todo, la pérdida de un relato común, y el momento de la ruptura aprieta
la necesidad de contar, recontar por última vez”.
Esto es, recontar,
volver una y otra vez a esos momentos que los identifican, buscando el
sentido de antes: las canciones, las bromas internas, los planes
comunes.
Hasta que un día las bromas internas cada vez resultan menos
graciosas y entonces te vas de viaje y te das cuenta de que podrías
aparecer en una foto de Martin Parr.
Mientras tanto, en ese proceso de reconstrucción y creación
de nuevos relatos se reparten las custodias: de hijos, de animales, de
amigos, de muebles (los buenos), de libros (los buenos también). Como
ahora tenemos poquísimos hijos y no tenemos muy claro ni para qué
sirven, nos repartimos con mucho esmero todo lo demás. Es sabido que la
división de los libros casi nunca sale bien.
Otra cuestión es quién se
queda, de primeras, con el grupo de amigos tras una ruptura y si rige,
por ejemplo, un extraño principio de antigüedad, o un principio de
prioridad hacia el amante dejado. Si se han mezclado todos los grupos de
un lado y del otro, a ver quién arregla el desaguisado; los exnovios y
las exnovias se reordenan como partículas en el espacio.
Por supuesto, que a veces no hay conflicto alguno: mi
Facebook también es un cementerio de exnovios y exligues de mis amigas,
personas a quien posiblemente no volveré a ver nunca más y estoy
completamente de acuerdo con eso.
“Aquella persona que fue nosotros debe pasar al otro lado del abismo,
debe ser catapultada al espacio de otras, desmontando la semántica
misma.
La semántica es otro corazón de lo que somos, una forma última de
existencia: nombrarnos”, explica la activista Brigitte Vasallo en el
ensayo Pensamiento monógamo. Terror poliamoroso, un libro que
es dinamita para el amor romántico y todas sus secuelas. Vasallo apuesta
por una “política de la ruptura” —porque básicamente nadie nos ha
enseñado a romper bien, dice— y da algunas pistas para que esas
transiciones, esas rupturas, sean menos traumáticas.
Entender, quizás y
de una vez, que las parejas se acaban, naturalmente.
Anna Pacheco es periodista y escritora. En la serie de artículos Terror adulto reflexiona sobre precariedad, miedos y sentimientos de una generación que ronda la treintena llena de contradicciones.
17 dic 2019
Las fotografías que evidencian el cambio de Melanie Griffith
Este
pasado fin de semana se ha visto a la actriz Melanie Griffith paseando
por Beverly Hills, California. En las imágenes puede apreciarse un gran
cambio en su rostro, que parece enrojecido a causa de algún tratamiento
dermatológico.
A mediados de octubre, la actriz acudió a una gala solidaria en Londres donde mostraba un aspecto muy diferente, con la piel de su rostro luminosa y tirante.
El pasado agosto, la actriz, de 62 años, posaba natural en Santa Mónica, California, sin apenas apreciarse arrugas en su cara.
Las actrices y amigas Melanie Griffith y Goldie Hawn, de 74 años, en diciembre de 2018.
En enero de 2018, la actriz paseaba por California con una tirita sobre la nariz.
En julio de 2016, Griffith aparecía con la nariz más ancha y los labios más finos.
La actriz, en agosto de 2008 en Los Ángeles, California.
La actriz, en los Globos de Oro celebrados en California en enero de 2006.
Griffith, en las calles de Marbella en el verano de 1999.
Una joven Melanie Griffith posa con su madre, la también actriz Tippi Hedren, en los años setenta.
A mediados de octubre, la actriz acudió a una gala solidaria en Londres donde mostraba un aspecto muy diferente, con la piel de su rostro luminosa y tirante.
El pasado agosto, la actriz, de 62 años, posaba natural en Santa Mónica, California, sin apenas apreciarse arrugas en su cara.
Las actrices y amigas Melanie Griffith y Goldie Hawn, de 74 años, en diciembre de 2018.
En enero de 2018, la actriz paseaba por California con una tirita sobre la nariz.
En julio de 2016, Griffith aparecía con la nariz más ancha y los labios más finos.
La actriz, en agosto de 2008 en Los Ángeles, California.
La actriz, en los Globos de Oro celebrados en California en enero de 2006.
Griffith, en las calles de Marbella en el verano de 1999.
Una joven Melanie Griffith posa con su madre, la también actriz Tippi Hedren, en los años setenta.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)