Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

18 dic 2019

Jorge Javier Vázquez, inquieto por su vuelta al trabajo tras su nueva operación

El presentador, que vuelve a los platós el jueves para la final de 'Gran Hermano VIP', comparte sus inseguridades tras el ictus: "Quiero despedir una edición que para mí será inolvidable en muchos sentidos".

Jorge Javier Vázquez en la sede de Telecinco en Fuencarral, Madrid.
Jorge Javier Vázquez en la sede de Telecinco en Fuencarral, Madrid.
Jorge Javier Vázquez ha vivido uno de sus años más catárticos: un éxito total de audiencias con los programas que ha presentado en Telecinco y el ictus que sufrió en marzo que ha significado un antes y un después en su vida personal. 
El pasado 3 de diciembre volvió a pasar por quirófano para sustituir uno de los stent que le habían colocado en la operación de urgencia a la que tuvo que someterse en aquel momento y que durante una revisión médica se vio que había sufrido un estrechamiento.
La intervención se desarrolló con total normalidad y el presentador estrella de Mediaset alejó las inquietudes previas a la misma de las que habló en una entrevista con este periódico: 
"No creía que me tendrían que volver a operar porque me encuentro muy bien, pienso mucho en ese momento y me digo 'mira en el peor de los casos, estarás sedado y no te enteraras de nada", dijo un par de semanas antes de ingresar en el hospital. 
 El presentador estaba especialmente preocupado por el posoperatorio porque reconoció que tenía miedo a otra convalecencia larga como fue la primera 
"Sentí que tenía que hacer la vida de una persona mayor y no lo llevé bien". 
Sus temores no se han confirmado y la recuperación de esta nueva intervención, tal y como le dijeron los médicos, ha sido mucho más rápida y sencilla.
 Tanto que Vázquez ha confirmado, como eran sus planes antes de ser operado, que estará este jueves en la gala final de Gran Hermano VIP. 
"Me produce nerviosismo volver el jueves a la gran final de GHVIP17", ha confesado en el artículo que publica cada semana en la revista Lecturas
"Tengo muchísimas ganas de reencontrarme con mis compañeros, volver a ese plató que me ha dado tantísimas alegrías y despedir una edición que para mí será inolvidable en muchos sentidos", escribe en la publicación.

Volver a la normalidad, a ese trabajo es básico para él: "Me gusta trabajar tanto porque tengo la necesidad de tener al máximo la cercanía con la vida real.
 Con llegar a mi casa cansado de trabajar, con tener un día de mierda y estar deseando que lleguen las vacaciones. 
 Tienes que luchar porque esta profesión te afecte lo menos posible mentalmente y agarrarte a lo cotidiano porque es tan marciano todo lo que vivimos que si no esto es insostenible". contó a EL PAÍS.
Parte de ese retorno es retomar sus funciones de teatro, ocurrirá el 13 de marzo en Córdoba donde estrenará su nueva obra, Desmontando a Séneca
 Precisamente ese ha sido uno de sus entretenimientos durante esta segunda convalecencia, estudiar el texto de su próxima función y volver a sentir el pellizco que esta faceta significa para él.
 "Había olvidado lo que era esto: a lo largo del día pasas de la euforia al desencanto, de la alegría porque la memoria te responde a la desesperación porque se te olvida una palabra y parece que todo se va al garete", cuenta en la revista. 
Todo esto ha ocurrido durante un retiro al borde del mar, en el exclusivo centro Sha, ubicado en Altea.
 Una clínica de bienestar que el presentador ya ha visitado otras veces y que ofrece terapias naturales, alimentación saludable, gestión del estrés y tratamientos detox y de rejuvenecimiento.
 Una puesta a punto integral para finalizar un año convulso en el que Jorge Javier Vázquez ha pasado por una depresión que apareció meses después de su ictus, por la pérdida de un buen amigo y la grave enfermedad de otra amiga. 
"Ahora tengo la maleta preparada mentalmente, profesionalmente y vitalmente.
 Con esto no quiero decir que me quiera morir pero por primera vez he tenido conciencia de que la muerte está más cercana de lo que pensamos.
 La he vivido. 
Por mi ictus, porque hace pocos meses falleció el gerente de mi compañía y porque dos amigos están peleando, una amiga tuvo un problema y estuvo a punto de morirse y otro amigo está luchado contra un cáncer", confesó a este diario a principios de noviembre.
Un cúmulo de sensaciones que unidas a la crisis de edad le generó angustias y ansiedades. 
"No lo entendí porque me encontraba bien pero lo que yo viví este verano fue tremendo. Piensas que ha finalizado todo y no te sirve de nada lo que te diga la gente.
 Al final está bien tener esas crisis, hay que aceptar que es otra vida y cuando desaparece y saltas la ola, sientes mucha tranquilidad", afirmó entonces a EL PAíS. 
 

 

“Esas parejas” también se separan

Cuando el amor se acaba, las relaciones sociales que se articulaban en torno a los enamorados también se alteran.

ssuperar una ruptura  

Hay algo más triste que la imagen de una parejita comiendo en un restaurante con desgana y apatía:
 la imagen de muchas parejitas haciendo eso mismo.
 En 1993, el fotógrafo Martin Parr publicó la serie de fotos Bored Couples en la que diferentes parejas (muchas de veraneo: ropa estival, bronceados nuevos) se miraban con fatiga de lado a lado de una mesa.
 Qué cosa más repugnante: el amor también era esto.
 La escritora Valeria Luiselli, en su libro Desierto sonoro, relata la travesía, geográfica y vital, de un matrimonio en descomposición que viaja en coche de Nueva York hasta Arizona.
 La protagonista de la novela está un poco harta de la cara de su marido y se pregunta si no habrá otras caras que sean más o menos lo mismo.
 “Los hombres del pasado son igual a los hombres del futuro, en cualquier caso”, dice la voz de la narradora.
Cuando el amor se acaba, las relaciones sociales que se articulaban en torno a los enamorados también se alteran.
 El periodo de luto por la pareja desenredada también lo viven quienes conocieron a la pareja en su forma ya enredada.
 Por eso la gente dice cosas como “Si lo dejan ellos, ¡yo ya no creo en el amor!”.
 Y esos ellos van y lo dejan. 
Hablo de parejas porque por mucho que me empeñe yo, mi entorno sigue lleno de parejas. 
En Historia de un matrimonio (esa peli insufrible de Noah Baumbach a la que todo el mundo va dispuesto a entregarse) es la madre -ficticia- de Scarlett Johansson la que se resiste, sobre todo, al divorcio de su hija con el personaje que encarna Adam Driver. La idea de que se separen pesa más a la madre que a la hija, que ya lo tiene más o menos asumido.
 “¡Joder, es que sois tan atractivos juntos!”, llega a decir, incluso, la niñera.
Eso es. Juntos.
Está claro que ellos son un matrimonio con dinero y prestigio (aparte de guapísimos, claro), por lo que ese *atractivo juntos* también, y sobre todo, implica cierto estatus, clase, dinero.
Las parejas son relatos: la suma de momentos, experiencias, que los vinculan desde el día en el que se conocieron: canciones, bromas internas, planes comunes.
 Todas esas cosas.
 Por eso las parejas tienen muy claro cuándo y cómo se conocieron y a veces les da por explicarlo en las sobremesas. 
Para el resto del mundo, de forma aislada y distanciada, esos detalles amorosos importan concretamente nada.
 Si algunos detalles nos conmueven es porque conocemos a sus emisores y nos alegramos de que todo les vaya bien.
En La belleza del marido de Anne Carson, la poeta describe la ruptura con su amado como un proceso completamente agrio, incluso se llega a preguntar un clásico de toda buena ruptura:
 ¿Por qué estuve tanto tiempo con esa persona?
“Leal a nada, mi marido / Entonces, ¿por qué lo amé desde mi juventud hasta la madurez y la sentencia del divorcio llegó por correo? / La belleza. No es ningún secreto.
 No me avergüenza decir que lo amé por su belleza / La belleza convence. 
Sabes que la belleza hace posible el sexo / La belleza hace el sexo sexo”.
Isaac Rosa en su novela Feliz final habla precisamente de la “mitología” que hay en cada vínculo amoroso y lo que implica, de hecho, una separación: 
“Una separación también es, sobre todo, la pérdida de un relato común, y el momento de la ruptura aprieta la necesidad de contar, recontar por última vez”.
 Esto es, recontar, volver una y otra vez a esos momentos que los identifican, buscando el sentido de antes: las canciones, las bromas internas, los planes comunes.
 Hasta que un día las bromas internas cada vez resultan menos graciosas y entonces te vas de viaje y te das cuenta de que podrías aparecer en una foto de Martin Parr.
Mientras tanto, en ese proceso de reconstrucción y creación de nuevos relatos se reparten las custodias: de hijos, de animales, de amigos, de muebles (los buenos), de libros (los buenos también). Como ahora tenemos poquísimos hijos y no tenemos muy claro ni para qué sirven, nos repartimos con mucho esmero todo lo demás. Es sabido que la división de los libros casi nunca sale bien.
 Otra cuestión es quién se queda, de primeras, con el grupo de amigos tras una ruptura y si rige, por ejemplo, un extraño principio de antigüedad, o un principio de prioridad hacia el amante dejado. Si se han mezclado todos los grupos de un lado y del otro, a ver quién arregla el desaguisado; los exnovios y las exnovias se reordenan como partículas en el espacio.
Por supuesto, que a veces no hay conflicto alguno: mi Facebook también es un cementerio de exnovios y exligues de mis amigas, personas a quien posiblemente no volveré a ver nunca más y estoy completamente de acuerdo con eso.
“Aquella persona que fue nosotros debe pasar al otro lado del abismo, debe ser catapultada al espacio de otras, desmontando la semántica misma.
 La semántica es otro corazón de lo que somos, una forma última de existencia: nombrarnos”, explica la activista Brigitte Vasallo en el ensayo Pensamiento monógamo. Terror poliamoroso, un libro que es dinamita para el amor romántico y todas sus secuelas. Vasallo apuesta por una “política de la ruptura” —porque básicamente nadie nos ha enseñado a romper bien, dice— y da algunas pistas para que esas transiciones, esas rupturas, sean menos traumáticas.
 Entender, quizás y de una vez, que las parejas se acaban, naturalmente. 

Anna Pacheco es periodista y escritora. En la serie de artículos Terror adulto reflexiona sobre precariedad, miedos y sentimientos de una generación que ronda la treintena llena de contradicciones.

17 dic 2019

Las fotografías que evidencian el cambio de Melanie Griffith

Este pasado fin de semana se ha visto a la actriz Melanie Griffith paseando por Beverly Hills, California. En las imágenes puede apreciarse un gran cambio en su rostro, que parece enrojecido a causa de algún tratamiento dermatológico. Este pasado fin de semana se ha visto a la actriz Melanie Griffith paseando por Beverly Hills, California. En las imágenes puede apreciarse un gran cambio en su rostro, que parece enrojecido a causa de algún tratamiento dermatológico.

A mediados de octubre, la actriz acudió a una gala solidaria en Londres donde mostraba un aspecto muy diferente, con la piel de su rostro luminosa y tirante.A mediados de octubre, la actriz acudió a una gala solidaria en Londres donde mostraba un aspecto muy diferente, con la piel de su rostro luminosa y tirante.

El pasado agosto, la actriz, de 62 años, posaba natural en Santa Mónica, California, sin apenas apreciarse arrugas en su cara. El pasado agosto, la actriz, de 62 años, posaba natural en Santa Mónica, California, sin apenas apreciarse arrugas en su cara. 

Las actrices y amigas Melanie Griffith y Goldie Hawn, de 74 años, en diciembre de 2018. Las actrices y amigas Melanie Griffith y Goldie Hawn, de 74 años, en diciembre de 2018. 



En enero de 2018, la actriz paseaba por California con una tirita sobre la nariz. En enero de 2018, la actriz paseaba por California con una tirita sobre la nariz. 



En julio de 2016, Griffith aparecía con la nariz más ancha y los labios más finos.  En julio de 2016, Griffith aparecía con la nariz más ancha y los labios más finos.  



La actriz, en agosto de 2008 en Los Ángeles, California. La actriz, en agosto de 2008 en Los Ángeles, California. 



La actriz, en los Globos de Oro celebrados en California en enero de 2006. La actriz, en los Globos de Oro celebrados en California en enero de 2006. 


  Griffith, en las calles de Marbella en el verano de 1999. Griffith, en las calles de Marbella en el verano de 1999.


Una joven Melanie Griffith posa con su madre, la también actriz Tippi Hedren, en los años setenta. Una joven Melanie Griffith posa con su madre, la también actriz Tippi Hedren, en los años setenta.

John Travolta y Olivia Newton John, una eterna amistad de cuatro décadas

Los protagonistas de 'Grease' se han vuelto a enfundar en sus antiguos vestuarios para un evento musical de la película, más de cuarenta años después de su estreno

john travolta olivia newton john
John Travolta y Olivia Newton John, en Miami (EE UU), el pasado viernes. GTRESONLINE

 

Sandy Olsson y Danny Zuko vivieron un gran amor en el musical Grease, de finales de los años setenta.
 Los actores que les dieron vida, John Travolta, de 65 años, y Olivia Newton-John, de 71, son amigos desde hace más de 40 años. 
Y no dudan en hacer alarde de ello. 
La ultima vez ha sido el pasado viernes en West Palm Beach (Florida, EE UU), donde han participado en un evento musical de la película que los encumbró a la fama. 
Allí, ambos han dejado una peculiar imagen que ha dado la vuelta al mundo: cuatro décadas después de su mayor éxito, han vuelto a ponerse los trajes originales de la película; él vestido del rebelde del instituto Rydell y ella, de la versión angelical de la nueva alumna. 
"Primera vez en estos trajes desde que hicimos la película", escribió la actriz australiana junto a una fotografía en su cuenta de Instagram.
 La misma imagen, de ambos agarrados de la mano, la compartió Travolta en su perfil, una publicación a la que añadió más instantáneas y vídeos de la jornada en la que estuvieron rodeados de admiradores.
Pero Grease pudo quedarse sin uno de sus míticos protagonistas. Newton-John era demasiado mayor para interpretar a una inocente adolescente. 
Ella tenía 28 años y su compañero solo 23.
 Pero, Travolta, siempre muy amigo de sus amigos y por entonces ya encumbrado gracias al éxito de Fiebre del sábado noche (1977), lo dio todo por ella. 
“No podría haber hecho la película si no hubiese conocido a John, porque no estaba segura de hacerla.
 Él me convenció”, reveló la intérprete y cantante durante una gala en Los Ángeles en enero del año pasado. 

Desde entonces no se han separado. 
"Cuando compartes un éxito tan meteórico como ese, imposible de superar, hay un lazo que siempre permanece”, reconoció el actor durante una de las múltiples celebraciones del 40º aniversario.
 "He estado a su lado durante el nacimiento de su hija, su divorcio, cuando perdió a su hermana. 
Y ella lo mismo, durante mi matrimonio, mis hijos. 
Un montón de recuerdos compartidos", añadió.
El pasado mes de agosto, durante el estreno de The Fanatic, Travolta aseguró sentirse muy orgulloso de su compañera, que lucha contra el cáncer por tercera vez
"Ella está increíble. No ha cambiado en años y estoy orgulloso de ella". 
A Newton-John le diagnosticaron por primera vez esta enfermedad en 1992 y nuevamente en 2013. 
La primera vez fue un cáncer de mama y la segunda, uno de hombro.
 El año pasado, confirmó en el programa de noticias australiano Sunday Night, que estaba enfrentándose de nuevo a esta enfermedad por tercera vez, después de negar que hubiera cancelado actuaciones por razones de salud.
 En esta última ocasión, volvía a tener un tumor en la mama con metástasis. "
"Soy muy afortunada de haber pasado por esto tres veces y seguir aquí", dijo la actriz, que en el último año ha tenido que hacer frente a los rumores sobre su estado de salud y una posible inminente muerte. 
Esta tercera recaída le impidió estar presente en la mayoría de actos para celebrar las cuatro décadas de vida de la película.
 Pero Travolta sigue siendo parte de su vida: "John siempre está ahí para echar una mano".
 Y si el esposo de la actriz, el empresario australiano John Easterling, no ha visto nunca el musical, el artista no duda en organizar un encuentro entre amigos para verla.
 Pero a su manera, muy excéntrica. Según contó Newton-John a la revista InStyle, su compañero no se limitó a invitarles al salón de su casa y ofrecer unas bebidas y unas palomitas.
 Travolta los invitó a cenar y se los llevó a tomar el postre a su avión donde vieron el largometraje los cuatro juntos. 
"Fue una sorpresa. Y mi marido la pudo ver con nosotros dos, la mejor forma de verla", recordó la intérprete.
Desde el estreno, ninguno de los dos ha protagonizado un taquillazo igual. 
El actor vivió un declive en su carrera tras esa película, que logró remontar con su trabajo en Pulp Fiction (1994), que le valió su segunda candidatura a un Oscar. 
No sería hasta 2007 que volvería a hacer un musical, Hairspray.
 Y en 2012 demostraría de nuevo sus dotes como cantante en un disco de villancicos junto a Newton-John que volvió a evidenciar que nunca trabajarán juntos en nada con tanto éxito como Grease
 "Hicimos algo que nos cambió la vida", admitió la actriz a la revista People.
A pesar de ello, ambos intentan colaborar en nuevos proyectos. "Si voy a verla en persona, normalmente cenamos y nos ponemos al día. 
Recientemente hemos estado hablando de intentar hacer algo juntos", confesó Travolta este verano a la revista Us Weekly durante el estreno de una de sus últimas películas.