El presentador, que vuelve a los platós el jueves para la final de 'Gran Hermano VIP', comparte sus inseguridades tras el ictus: "Quiero despedir una edición que para mí será inolvidable en muchos sentidos".
Jorge Javier Vázquez ha vivido uno de sus años más catárticos: un éxito total de audiencias con los programas que ha presentado en Telecinco y el ictus que sufrió en marzo que ha significado un antes y un después en su vida personal.El pasado 3 de diciembre volvió a pasar por quirófano para sustituir uno de los stent que le habían colocado en la operación de urgencia a la que tuvo que someterse en aquel momento y que durante una revisión médica se vio que había sufrido un estrechamiento.
La intervención se desarrolló con total normalidad y el presentador estrella de Mediaset alejó las inquietudes previas a la misma de las que habló en una entrevista con este periódico:
"No creía que me tendrían que volver a operar porque me encuentro muy bien, pienso mucho en ese momento y me digo 'mira en el peor de los casos, estarás sedado y no te enteraras de nada", dijo un par de semanas antes de ingresar en el hospital.
El presentador estaba especialmente preocupado por el posoperatorio porque reconoció que tenía miedo a otra convalecencia larga como fue la primera
"Sentí que tenía que hacer la vida de una persona mayor y no lo llevé bien".
Sus temores no se han confirmado y la recuperación de esta nueva intervención, tal y como le dijeron los médicos, ha sido mucho más rápida y sencilla.
Tanto que Vázquez ha confirmado, como eran sus planes antes de ser operado, que estará este jueves en la gala final de Gran Hermano VIP.
"Me produce nerviosismo volver el jueves a la gran final de GHVIP17", ha confesado en el artículo que publica cada semana en la revista Lecturas.
"Tengo muchísimas ganas de reencontrarme con mis compañeros, volver a ese plató que me ha dado tantísimas alegrías y despedir una edición que para mí será inolvidable en muchos sentidos", escribe en la publicación.
Volver a la normalidad, a ese trabajo es básico para él: "Me gusta trabajar tanto porque tengo la necesidad de tener al máximo la cercanía con la vida real.
Con llegar a mi casa cansado de trabajar, con tener un día de mierda y estar deseando que lleguen las vacaciones.
Tienes que luchar porque esta profesión te afecte lo menos posible mentalmente y agarrarte a lo cotidiano porque es tan marciano todo lo que vivimos que si no esto es insostenible". contó a EL PAÍS.
Parte de ese retorno es retomar sus funciones de teatro, ocurrirá el 13 de marzo en Córdoba donde estrenará su nueva obra, Desmontando a Séneca.
Precisamente ese ha sido uno de sus entretenimientos durante esta segunda convalecencia, estudiar el texto de su próxima función y volver a sentir el pellizco que esta faceta significa para él.
"Había olvidado lo que era esto: a lo largo del día pasas de la euforia al desencanto, de la alegría porque la memoria te responde a la desesperación porque se te olvida una palabra y parece que todo se va al garete", cuenta en la revista.
Todo esto ha ocurrido durante un retiro al borde del mar, en el exclusivo centro Sha, ubicado en Altea.
Una clínica de bienestar que el presentador ya ha visitado otras veces y que ofrece terapias naturales, alimentación saludable, gestión del estrés y tratamientos detox y de rejuvenecimiento.
Una puesta a punto integral para finalizar un año convulso en el que Jorge Javier Vázquez ha pasado por una depresión que apareció meses después de su ictus, por la pérdida de un buen amigo y la grave enfermedad de otra amiga.
"Ahora tengo la maleta preparada mentalmente, profesionalmente y vitalmente.
Con esto no quiero decir que me quiera morir pero por primera vez he tenido conciencia de que la muerte está más cercana de lo que pensamos.
La he vivido.
Por mi ictus, porque hace pocos meses falleció el gerente de mi compañía y porque dos amigos están peleando, una amiga tuvo un problema y estuvo a punto de morirse y otro amigo está luchado contra un cáncer", confesó a este diario a principios de noviembre.
Un cúmulo de sensaciones que unidas a la crisis de edad le generó angustias y ansiedades.
"No lo entendí porque me encontraba bien pero lo que yo viví este verano fue tremendo. Piensas que ha finalizado todo y no te sirve de nada lo que te diga la gente.
Al final está bien tener esas crisis, hay que aceptar que es otra vida y cuando desaparece y saltas la ola, sientes mucha tranquilidad", afirmó entonces a EL PAíS.