Estuvo
detrás de las adaptaciones teatrales de la obra de Miguel Delibes, de
los programas de entrevistas de Mercedes Milá y de las películas de
Josefina Molina.
José Sámano,
productor de cine, teatro y televisión, falleció ayer sábado a los 76
años. Llevaba varios días ingresado en un centro hospitalario madrileño.
El productor poseía un larguísimo y exitoso currículo, como la
adaptación del clásico de Miguel Delibes, Cinco horas con Mario, protagonizada por Lola Herrera, que sigue representándose 38 años después de su estreno. En la actualidad tiene en cartel Señora de rojo sobre fondo gris, otra adaptación de Delibes, que dirigía y producía en el teatro Bellas Artes de Madrid, con José Sacristán como protagonista. Nacido en Santander en 1943, en el cine Sámano empezó como productor con Vera, un cuento cruel (1974), de Josefina Molina, y Retrato de familia
(1976), de Antonio Giménez-Rico. Hace solo 15 días, al recoger Molina
el Premio Nacional de Cinematografía, la galardonada recordó que sus
películas -Vera, un cuento cruel (1974), el sobrecogedor documental Función de noche (1981), Esquilache (1989) y Lo más natural
(1991)- se hicieron porque Sámano apostó por ella, "y empujó porque se
hicieran los filmes en las mejores condiciones posibles". "Yo hice cine
porque él quiso", confesaba. Durante más de 40 años de carrera profesional, Sámano ha
tenido tanto éxito de crítica como de público. Anoche fue un compañero
suyo, el director y productor teatral Jesús Cimarro,
quien anunció su fallecimiento. "Era un productor completo, que hizo
cine y televisión sobre todo aunque en los últimos años estaba centrado
en el teatro. Habíamos coproducido juntos varias obras. Era un gran
profesional, meticuloso en su trabajo y perfeccionista", ha subrayado
Cimarro en declaraciones a la agencia Efe.
Si en el cine estuvo detrás de Operación Ogro (1979), de Gillo Pontecorvo; Chatarra (1991), de Félix Rotaeta; Magical Girl (2014) -como productor asociado se llevó parte del mérito de la Concha de Oro del filme de Carlos Vermut- o de Hablar (2015), de Joaquín Oristrell, en televisión también obtuvo bastantes éxitos. Pareja de Mercedes Milá durante dos décadas, produjo programas como Buenas noches; De jueves a jueves; Dilluns, dilluns; Queremos saber; Como la vida misma o Iñaki, los jueves. Como guionista, escribió o coescribió en el cine Vera, un cuento cruel; Retrato de familia; Función de noche, Esquilache y ¡Arriba Hazaña! (1978), de José María Gutiérrez Santos. En teatro el listado de obras que levantó es enorme. “Se me ha
partido el alma. Conocí a José Sámano cuando tenía 62 años. Hoy nos ha
dejado con 76. En este tiempo no he conocido a nadie igual en ninguno de
los aspectos fundamentales de la vida. Espero no defraudarte nunca y
que siempre te sientas orgulloso de mí. Te querré siempre”, ha escrito en Twitter el actor Miguel Ángel Muñoz, porque con Sámano hizo El cartero de Neruda en 2005-2006. Además de las mencionadas adaptaciones de Delibes, Sámano produjo Las guerras de nuestros antepasados (otro Delibes), Cartas de amor, Esa dama, Almacenados, Concierto para 48 voces, El evangelio según Pilatos o Guillermito y los niños, ¡a comer!, por citar algunas de las más destacadas.
Mercedes Milá, éxito, amores y dolorosas despedidas.
La
periodista, que confesó haber sufrido la "pesadilla de la depresión por
un desamor", se enfrenta a la muerte de quien fue su pareja durante 20
años, el productor José Sámano.
O la quieres o la odias. Mercedes Milá
no deja indiferente a nadie porque es distinta.
Ella misma, para bien y
para mal.
A veces histriónica, a veces genial. A veces desbordante, a
veces al límite de sus fuerzas.
Así ha sido la vida profesional y
personal de una de las mujeres que ha marcado hitos en la televisión
española.
Hace más de 30 años que su rostro se convirtió en sinónimo de
gancho de audiencias.
La primera vez que ocurrió lo hizo compartiendo
pantalla con Isabel Tenaille en un programa de entrevistas que se bautizó Dos por dos.
Ahí, una joven Milá ya dibujó el carácter irreverente que marcaría su
forma de acercarse a los personajes para destripar sus secretos y, a
veces, sacarles de quicio.
Así ocurrió en 1993 en Queremos saber, otro de los programas que condujo la periodista, con el escritor Francisco Umbral que, en pleno debate sobre si la época de oro de Felipe González
estaba de capa caída, soltó aquella frase que se ha convertido en deje
popular:
"Yo he venido aquí a hablar de mi libro", harto de hablar de
política y sin haber colado su nueva publicación cuando el programa
estaba ya a punto de acabar.
Milá ha diseccionado a cantantes, actores, políticos,
escritores, deportistas... y mientras lo hacía dejaba ver también algo
de lo que era ella misma. Y en el 2000 llegó Gran Hermano y el asombro para la audiencia de verla en un reality
ejerciendo de jefa de pista de una fauna que nadie entendía, porque el
formato de ver a unos desconocidos encerrados en una casa era totalmente
nuevo. Si los espectadores sintieron asombro entonces, más lo causó que la
periodista se rebajara, a juicio de algunos, a presentar un programa que
poco tenía que ver con su trayectoria profesional. Ella dijo que tenía
que pagar la hipoteca, consiguió vender el discurso del gran espectáculo
sociológico que representaba el programa y comenzó a transformarse en
la mujer espectáculo que en el fondo siempre había sido. Desde que dejó
atrás esa etapa en 2015 su perfil es más bajo frente a las cámaras, pero
su vida personal continúa tan viva como siempre. En febrero de este año
presentó su nuevo proyecto, Scott y Milá, con Movistar.
Scott es su perro y también su compañero en una propuesta
atípica e íntima que consiste en contar lo que ella ve y siente después
de que confesara que se desmoronó.
Ella lo anunció como su "renacer" y
la cadena afirmó que no buscaba una periodista sino a Mercedes Milá, el
personaje.
Su caída en la depresión tuvo que ver con el ritmo de trabajo
que se autoimpuso o que le impusieron y con sus pérdidas amorosas.
Hasta ahora eran ausencias físicas, pero sus amores estaban ahí, como
amigos.
"Ha sido una muerte tristísima y totalmente inesperada.
Me enteré de todo ayer, de que estaba muy grave…
Habíamos hablado relativamente hace poco tiempo… me estuvo contando que
estaba enfermo, pero para nada pensar que podía morirse tan rápido y de
esta manera tan dura.
Estoy muy triste", dijo Milá a Europa Press este domingo durante su funeral.
Las confesiones sobre la depresión que le llevó a apartarse de Gran Hermano llegaron a mediados de 2018. Primero fue en una entrevista con Jordi Évole en Salvados
y después en las revistas que quisieron hacerse eco de sus palabras.
Milá explicó que cayó en la "pesadilla de la depresión por un desamor". Después de separarse de José Sámano, la periodista empezó una relación
con el empresario Carlos Castillo, 16 años menor que ella. Aquello duró
cuatro años, él se marchó y ella llegó a la década de los 50. "Entré en
barrena", explicó Milá con el desparpajo que la caracteriza. Se volcó en
el trabajo. "Fue una liberación empezar el reality. Allí empezó una recuperación larga y horrorosa", contó a la revista Semana tres años después.
Según su propia confesión, empezó a sentir miedos que nunca había
experimentado. Se fue a vivir con su madre, que también murió este
verano, y logró salir de aquel momento tan duro y doloroso gracias a la
ayuda médica, a los fármacos, la lectura, el yoga y la meditación. "Hablo con los muertos todo el rato", dijo animada cuando presentó el
programa que marcaba su regreso a televisión. "Los muertos no hablan,
solo escuchan y te dan fuerzas y energía, lo que necesitas. Sobre todo,
cuando has pasado una depresión y has conocido aquel agujero negro".
Mercedes Milá se ha enfrentado en pocos meses a dos pérdidas importantes
en su vida: su madre, Mercedes Mencos, que murió hace apenas dos meses,
y ahora José Sámano, uno de los grandes amores de su vida.
Un hombre
con quien nunca llegó a casarse, pero que durante más de 20 años fue lo
que para ella era el concepto de marido. "La persona que he
escogido para vivir con ella, a ser posible, hasta que la muerte nos
separe", según dijo en una antigua entrevista.
Hay rostros conocidos de la televisión a quienes marca una serie, un
concurso o un programa, y parece difícil separar a la persona del
personaje.
Christian Gálvez está ligado a los 3.292 programas de Pasapalabra que ha presentado durante los últimos 11 años y ahora, tras la cancelación indefinida del concurso por los problemas legales que enfrentan a Telecinco con ITV
(la propietaria de los derechos del formato) la sensación generalizada
de sus seguidores es que el presentador no tiene red ni otras cosas que
hacer.
Nada más lejos de la realidad porque Gálvez lleva años tejiendo una
telaraña de actividades paralelas a su papel en televisión que tienen
que ver con los negocios y también con sus inquietudes culturales.
Durante nueve años se ha dedicado a profundizar sobre las incógnitas
del artista florentino del Renacimiento a través de libros para niños y
adultos e incluso atreviéndose a ejercer de comisario en una exposición
que se inauguró a en diciembre de 2018 y que no estuvo exenta de
polémica porque fue calificada por muchos científicos como poco rigurosa y al presentador como intrusista.
Su pasión se mantiene intacta y logró sortear las críticas con la
sonrisa que le caracteriza como presentador:
"Soy un espíritu
renacentista, un tipo con ganas de hacer muchísimas cosas y que valora
la multidisciplina y la polimatía", afirmó entonces como respuesta.
Quien empezó haciendo sus pinitos en series como Médico de familia, La casa de los líos o Al salir de clase,
es también un estudiante a de Historia del Arte en la Universidad a
Distancia y también un pequeño empresario al que parece no le van mal
las cosas.
Gálvez posee una productora, 47 Ronin, creada en 2007 y que ha
abordado desde trabajos discográficos hasta algún proyecto más ambicioso
en el mundo del cine, y es también a través de esta empresa con la que
gestiona su faceta como coach, plasmada en uno de sus libros, Tienes talento,
en el que mezcla sus reflexiones personales con ejemplos de la vida de
su admirado Da Vinci. Esta sociedad tiene sus cuentas bien saneadas –sus
activos se cifran en 1,1 millón de euros según datos del registro
mercantil–, pero el polifacético presentador también posee otra
empresa, Lienzos y Estrellas S.L., en la que es socio junto a un amigo,
el científico y periodista José Manuel Nieves Colli.
En paralelo a su éxito profesional, Christian Gálvez, también tiene
una vida personal feliz y estable junto a la gimnasta olímpica Almudena
Cid, a quien conoció precisamente cuando participó en Pasapalabra en 2007. Se casaron en agosto de 2010
y viven en un chalet en Boadilla del Monte. Cid, que desde que tenía
siete años vio claro que la gimnasia rítmica era el deporte que quería
convertir en parte de su vida, disputó cuatro finales olímpicas
en esta disciplina en Atlanta, Sídney, Atenas y Pekín. Tras retirarse
de la competición en 2008 mantiene su afición por el deporte actuando
como comentarista para RTVE en las retransmisiones de gimnasia rítmica, ha publicado una colección de cuentos y hace sus pinitos como actriz. Cid ha participado en algunos capítulos de series de televisión como Frágiles, Gym Tony
y en un par de obras de teatro. Pero al mismo tiempo que su marido
espera tranquilo la resolución de los conflictos legales de la cadena
para ver si retoma su exitoso programa, Almudena parece lanzada a
consolidarse en televisión: es una de las concursantes de la última
edición del reality de gastronomía MasterChef y se incorpora al elenco de actores de la serie El secreto de Puente Viejo, donde dará vida al ama de llave de la casona en la que vive la familia Solozábal.
El cantante revela detalles de su pasado en su autobiografía 'Yo: Elton John', que sale a la venta el 15 de octubre.
Elton John se ha desnudado íntegramente en su libro autobiográfico Yo: Elton John,
unas memorias que salen a la venta a partir del 15 de octubre. En
ellas, el artista cuenta en primera persona algunas facetas de su vida y
revela algunos detalles hasta ahora desconocidos por el público, como
que padeció cáncer de próstata, los motivos por los que estuvo más de
siete años sin hablarse con su madre o cómo la paternidad le cambió la
vida. El diario británico Daily Mail
ha sido el encargado de recoger algunos de estos fragmentos días antes
de la publicación del libro, donde el cantante, de 72 años, explica que su madre, Sheila Farebrother,
siempre fue muy crítica con él tanto en su trabajo como en su vida
personal. “Si hacía un nuevo álbum, era una basura; si compraba un
cuadro, era muy feo; si tocaba en un concierto solidario, era la
actuación más aburrida a la que había asistido que se salvó por la
participación de otro artista”, cuenta. El artista señala que fueron dos
ocasiones las que marcaron el distanciamiento con su madre: cuando dejó
de trabajar con su asistente personal, Bob Halley, y cuando se casó con
su pareja y padre de sus dos hijos, David Furnish, en 2014. “Pasar tiempo con ella era como invitar a almorzar o de vacaciones a una
bomba sin detonar: siempre estaba histérica, como cuando yo era niño. Para cuando nació Zachary
[en 2010, el primero de sus dos hijos con David Furnish], ya no nos
hablábamos en absoluto. Un periodista, en busca de la primicia, le
preguntó a mi madre sobre cómo se sentía al no conocer a su primer
nieto. Y ella dijo que no le molestaba porque nunca le habían gustado
los niños”, recuerda. Elton John y Bob Halley, su asistente personal, habían trabajado juntos desde los años 70, pero en los últimos tiempos su relación se había vuelto tensa. El artista cuenta que el lujoso estilo de vida que llevaba Halley chocó
con la nueva gerencia que había contratado el cantante, pues la nueva
oficina que llevaba las cuentas y la administración supo rentabilizar
mejor sus éxitos. “Después de una fuerte discusión, Bob se fue
avisándome de que mi carrera sin él terminaría en seis meses. El único
cambio en mi carrera después de que Bob renunciara fue que los gastos de
la gira se redujeron notablemente”. Farebrother nunca perdonó a su hijo que dejara escapar a su gran
amigo. “Mamá estaba absolutamente furiosa cuando se enteró de que Bob se
había ido: se llevaban muy bien. Ella no quiso escuchar mi versión y me
dijo que Bob siempre había sido más un hijo para ella que yo mismo. Y
fue entonces cuando me dijo: ‘Te importa más esa maldita cosa con la que
te casaste que tu propia madre”. “No volvimos a hablar durante los
siguientes siete años". Pese a que no se dirigían la palabra, Elton John no dejó de
preocuparse por su madre y se aseguró de que no nunca le faltara nada. “Me aseguré de que la cuidaran económicamente. Cuando quiso mudarse a
Worthing, le compré una casa nueva. Pagué por todo; me aseguré de que
tuviera la mejor atención cuando tuvo que operarse de la cadera… Subastó
los regalos que yo le había hecho, sus joyas…todo para fastidiarme a
mí… Fue triste pero yo ya no la quería en mi vida”, recuerda el artista.
Pese a todos esos años de desprecio y dolor, en cuanto el artista se
enteró de que su madre estaba enferma no dudó en volver a ponerse en
contacto con ella. “La invité a almorzar. Entró en Woodside y lo primero
que dijo fue: ‘Había olvidado lo pequeño que es este lugar”. Él no
quiso entrar al trapo y, pese a que su madre volvió a rechazar ver a sus
hijos en esa ocasión, Elton John insistió en querer demostrarle que
después de todo lo que habían pasado la seguía queriendo. “Yo también te
quiero, pero no me gustas en absoluto”, recibió como respuesta por
parte de su madre. Una frase que, en cierto modo, sirvió para cerrar ese
largo capítulo de su vida y, de alguna manera, limar asperezas.
Por ello, unos meses después, cuando el cantante se enteró de la muerte de su madre en diciembre de 2017, entró enshock. “Estaba increíblemente molesto. La había visto la semana anterior y
sabía que tenía una enfermedad terminal, pero no la vi tan mal. Ella
nunca fue una madre cariñosa pero, más allá de la mala racha entre
nosotros, hubo momentos en los que me apoyó y en los que fuimos
felices”.
En sus memorias, Elton John revela que el mismo año de la muerte de
su madre, él también había estado a punto de morir debido a un cáncer de
próstata que descubrió después de un rutinario chequeo médico. John
explica en su libro que tomó la decisión de no someterse a quimioterapia
y que prefirió una complicada cirugía para extirparse la próstata
porque prefería "cortar por lo sano" que enfrentarse a "docenas de
visitas al hospital", lo que hubiera interferido más en sus planes
profesionales y conciertos que ya tenía programados. Aunque la
intervención fue un éxito, el cantante contrajo una infección que
acarreó serios problemas. "Fui muy afortunado, aunque en ese momento no me di cuenta", dice.
"Estuve despierto toda la noche, preguntándome si iba a morir", recuerda
el cantante. "En el hospital, solo, a altas horas de la noche, recé:
'Dios, no me dejes morir, déjame ver a mis hijos otra vez, dame un poco
más de tiempo".
El artista cuenta que su estado era tan grave que desde el hospital
avisaron a su marido de lo peor. “Los médicos le dijeron a David que me
quedaban 24 horas de vida. Si la gira por Sudamérica hubiera durado un
día más, estaría fiambre", añadió. Tras 11 días en el hospital, recibió
el alta y pasó otras siete semanas recuperándose en casa.
Unos problemas de salud que hicieron que el cantante se replanteara su vida y tomara la decisión de retirarse para dedicarse por completo a su familia: a su marido, David Furnish, y sus dos hijos, Zachary, de nueve años, y Elijah de seis.
Por ello, y por ellos, desde el año pasado y hasta 2020 Elton John se encuentra sumergido en su gira de despedida Farewell Yellow Brick Road,
que empezó en septiembre de 2018 y termina en 2020 con más de 350
conciertos en los cinco continentes en los que la estrella del pop
repasa sus grandes éxitos tras más de medio siglo de carrera musical. Elton John también dedica parte de sus memorias al momento en que descubrió que quería ser padre. El intérprete de Your Song
cuenta que era su marido quien más ganas tenía de formar una familia y
él siempre rehuía el tema: "Cada vez que David mencionaba la idea de
formar una familia, le presentaba una lista de objeciones porque yo no
quería hijos. Era muy viejo, demasiado establecido en mis caminos. Demasiado ausente y siempre fuera, de gira [...] En realidad, mi propia
infancia fue la raíz de cada una de mis objeciones". Fue una visita a un orfanato en Ucrania lo que le hizo cambiar
radicalmente de opinión: "Sentí una conexión inmediata con un niño al
que intentamos adoptar David y yo junto a su hermano, sin éxito, pero
mis sentimientos paternos ya no se fueron. Ahora quería hijos tanto como
quería David". Y cumplió otro de sus sueños y lo hizo por partida doble: Zachary nació el día de Navidad de 2010 y su hermano Elijah en enero de 2013, ambos por el mismo vientre de alquiler.