Verónica Castro ya
no quiere que se hable de su vida amorosa. La reina de las telenovelas
mexicanas, de 66 años, anunció su retirada de la pequeña pantalla
después de que su relación con otra mujer copara los titulares de los
programas de espectáculos durante dos semanas. "La vida ha cambiado mucho pero yo no puedo con la agresión y el escarnio y digo adiós", anunció en Instagram. En ese momento, todos pensaron que era una broma. Pero lo que había
comenzado como el rumor de una boda simbólica en Ámsterdam con otra
actriz mexicana terminó por ser una pelea encarnizada en los medios de
comunicación sobre su sexualidad. El drama, en un país en que la
homosexualidad aún genera incomodidad, dio paso al ocaso de una carrera
de más de 53 años. Según ha confirmado su representante a este
periódico, el adiós de Castro es definitivo.
"¿Relaciones con mujeres? ¿Qué? ¿De amor?". La respuesta de la intérprete en julio de 2016
a las preguntas sobre sus amoríos con otras mujeres denotaba cierta
sorpresa. Las habladurías no eran nuevas, pero pocas veces se la había
interrogado tan directamente. "No, pues nunca ha venido ninguna a
pedirme matrimonio, pero qué lindo sería, ¿no? Yo no tengo problemas con
ese tipo de cosas". El desenfado de la reina de la televisión mexicana al hablar de la homosexualidad en la entrevista con la revista Quién sorprendió en ese momento. Durante décadas La Vero, como se la conoce en México, interpretó papeles en decenas de telenovelas de la cadena mexicana Televisa que ayudaban a perpetuar valores conservadores y religiosos. Tres años después de esa entrevista, la que es una de las actrices más
famosas de México ha vuelto a ser señalada por lo mismo. Y la que
parecía una mujer abierta en 2016 —"si me llega una mujer y me
prende el foco, no puedo decir de este agua no he de beber porque somos
humanos y siempre tratamos de hacer cosas diferentes o de probar"—
cambió de tornas este 2019. "No soy lesbiana en esta vida", sentenció. La declaración era una respuesta a los comentarios de Yolanda Andrade,
una actriz y presentadora mexicana que dejó caer hace dos semanas en un
programa de radio que se había casado con Castro en Ámsterdam hacía una
década. La boda, según dijo, había sido un "acto de amor simbólico", no
un casamiento legal. Una forma de poner un sello sobre una relación de
muchos años. "Qué cantidad de tonterías. Todo es mentira", replicó la reina del culebrón, que acusó a Andrade de querer "comer" de su fama. La relación entre Andrade y la familia Castro se remonta varios años
atrás. La presentadora, de 47 años, saltó a las pantallas mexicanas a
principios de los noventa al protagonizar Las secretas intenciones junto a Cristian Castro, hijo de La Vero. El trabajo en esa telenovela abrió la puerta a los rumores de un
romance entre ellos. "Yo estaba locamente enamorada", dijo años después
tras confirmar que había tenido una relación con el cantante. El amorío
quedó enterrado rápidamente y Andrade estableció una amistad con la
protagonista de La casa de las flores, la serie de Netflix estrenada el año pasado y que ya prepara otras dos temporadas. Esa relación no había generado demasiado revuelo hasta hace 15 días. "Es como si te sacaran los trapitos de hace 20, 30 o 40 años, te acostaste con tal, te fuiste con mengano", comentó La Vero después de varios días de polémica. Al principio, la actriz se tomó los dichos con humor. Pero las
amenazas de Andrade de publicar las fotografías de la boda la empujaron
a admitir que se había casado "en broma" con la conductora. "De broma
me he casado muchas veces, pero de veras nunca", aseguró en una
entrevista en la prensa mexicana. "Mis dos grandes amores fueron los
padres de mis hijos y hasta ahí. Yo ya voy de salida, ya déjenme en
paz", reclamó.
La actitud de Castro, que primero negó la boda y después admitió que
había sido de broma, se acomoda a una generación de famosos a los que la
industria cultural se empeñó en mostrar como gente de valores católicos
y clasistas. La actriz se catapultó a la fama, no solo en América Latina, sino también en Europa y Asia, a finales de los setenta a partir de su interpretación en Los ricos también lloran. Una producción que incluso la volvió famosa en países como Rusia, Japón
y Polonia. Esa telenovela fue el primer gran golpe de una carrera que
tuvo un pronunciado ascenso hasta finales del siglo pasado. En 1997, la
actriz se alejó de la pequeña pantalla durante 10 años, y tras algunos
pequeños papeles, volvió con fuerza en 2018 cuando se convirtió en la
nueva estrella de la famosa serie mexicana La casa de las flores. En vísperas del estreno de la segunda parte de la producción de
Netflix en la que interpreta a Virgina, el anuncio del fin de la carrera
de Castro ha dejado un gusto amargo. "Por 53 años entregué mi vida con todo mi amor, gracias por todo", escribió en Instagram, "pero estoy agotada de tanto mal y como lo vengo diciendo hace ya muchos añosquiero mi paz".
Aunque suele estar rodeado de gente, busca la soledad. Pedro Almodóvar
cumple el próximo miércoles 25 de septiembre 70 años con los sueños
colmados y un gran cúmulo de pesadillas acechantes. No es algo que deba
escandalizar. Ni la revelación de ningún secreto íntimo: salta a la
vista en Dolor y gloria, su última película, el autorretrato de un auténtico lobo estepario. Como en la novela de Hermann Hesse, de forma parecida a Harry Haller, su
protagonista, Almodóvar ha sabido elevar a categoría de arte su propio
tormento: físico y anímico. Vive en una contradicción perpetua. Busca
soledad, pero necesita reconocimiento. Sueña con autorecluirse , pero
hay épocas en las que no le queda otra que sobreexponerse. Más ahora, en
plena campaña internacional del filme y con la perspectiva de una dura etapa de promoción de cara a los próximos Oscar. Lejos quedan los excesos de sus años locos: la fiesta
perpetua de la movida. Almodóvar pasó de ser anfitrión madrileño para
todo tipo de recibimientos, desde Andy Warhol a Madonna, a sumergirse en
su vertiente de monje cartujo. Si el cine comenzó como un juego, hoy,
para él, es una obsesión. Su conciencia de artista y la popularidad
siempre buscada tenían un precio que le cuesta aún pagar: el
aislamiento. El círculo que lo rodeó durante años ha ido reduciéndose con el
tiempo. Por elección y también a su pesar. Peleas y reconciliaciones han
sido su dinámica emocional. Hoy, más zen y bastante machacado por
lesiones, dolores crónicos o migrañas, convive, sobre todo, con sus
fantasmas y acompañado discretamente de algunos incondicionales.
Su círculo íntimo lo componen, de manera perpetua, tres personas. Esa
es la verdadera realidad del rey del glamur en España: poco ruido y
mucho orden. Para empezar, su pareja, Fernando Iglesias Mas. Empezaron
su relación en 2002. Cuando Almodóvar acude con su troupe a
cualquier evento, él destaca por sus casi dos metros de altura. Una
medida que le llevó a practicar el baloncesto y, de paso, a aficionar al
cineasta a este deporte. Se trata de una pasión que comparten juntos,
como el tenis.
Iglesias Mas es polifacético: fotógrafo, actor y modelo. Su último éxito de taquilla fue Tres bodas de más, en 2013 y debe cierta popularidad a sus apariciones en la serie Águila roja. Ha sido un habitual en los cameos de películas del director manchego desde Hable con ella y ha publicado como fotógrafo en revistas como el Vogue francés. Ayuda en labores de asistente al cineasta pero viven separados en Madrid: mientras Almodóvar tiene su domicilio en la calle Pintor Rosales, Iglesias Mas continúa en su casa del barrio de Malasaña. Otro de sus refugios buscados es El Deseo, su productora. Su hermano
Agustín y Esther García, responsable del diseño de producción de todas
sus películas, son dos pilares de confianza. A medida que, tras Volver,
su propio cine sufría altibajos y división de opiniones, por el
contrario, su sello como productor ha ido afianzándose con apuestas de
riesgo y algunas joyas, generalmente llegadas de Argentina, como Relatos salvajes, de Damián Szifron o El clan, de Pablo Trapero. Aparte ha apostado por documentales como El silencio de los otros o dos de las más aclamadas películas de Isabel Coixet, caso de Mi vida sin mí o La vida secreta de las palabras y la reciente Todos lo saben, del iraní Asghar Farhadi. Esther García trabaja con Almodóvar desde 1986, pero ha logrado un total de seis Goyas con él y otros directores en filmes como Acción mutante, el primer largometraje de Álex de la Iglesia, Relatos salvajes o La vida secreta de las palabras. En 2018 consiguió el Premio Nacional de Cinematografía, prueba del prestigio con que goza dentro de la profesión. Agustín Almodóvar iba para profesor de química, pero lo cambió por
las emulsiones del celuloide que despedían las películas de su hermano. En 1985 fundaron juntos El Deseo y desde entonces es su absoluto
escudero y hombre de plena confianza. Gracias a él, el cineasta ha
podido desarrollar su carrera ya que se ha ocupado de las tareas de
producción y organización.
Relaciones ciclotímicas
Las relaciones ciclotímicas que mantiene con sus intérpretes le caracterizan. Su desencuentro más explosivo fue el de Carmen Maura después de Mujeres al borde de un ataque de nervios: tal como un divorcio que tuvo su reconciliación en Volver y su distancia posterior definitiva. Con Antonio Banderas
vive también sus épocas, aunque se entienden mejor. La fortaleza mental
del malagueño queda a las claras cuando ha tenido el arrojo de hacer de
Almodóvar delante de él en Dolor y gloria y salir, hasta ahora, aparentemente, indemne, además de con un premio en Cannes a la mejor interpretación. Su debilidad es Penélope Cruz: con ella ejerció una complicidad de mentor y alumna aventajada que favorece siempre el trabajo de ambos. Luego está la troupe: un fantasmagórico club que reúne restos supervivientes de la movida —Alaska o el diseñador gráfico Juan Gatti, autor de la mayoría de sus carteles y títulos de crédito, es decir, de una nada desdeñable parte de su iconografía—, incondicionales como Rossy de Palma
y Bibi Andersen y encuentros con actores de generaciones posteriores a
la de los ochenta: Javier Cámara, Raúl Arévalo, Carlos Areces, Blanca
Suárez o ahora Asier Etxeandia.
La actriz italiana más famosa de la historia cumple 85 años el 20 de
septiembre y continúa deslumbrando y tan incombustible como siempre.
Después de una década de ausencia en la gran pantalla, Sofía Loren ha vuelto a ponerse delante de las cámaras, las de su hijo, el director Edoardo Ponti, y desde el pasado mes de julio está entregada al rodaje de La Vita davanti a sé,
al que dedica maratonianas sesiones de 10 horas diarias.
Conserva
intacto su estilo de diva, el glamur, la intensidad dramática, la
voluptuosidad, la belleza explosiva y el poder de atracción que la han
convertido en mito erótico de generaciones y generaciones y en musa
eterna y fuente constante de inspiración para artistas de todas las
disciplinas.
Como leyenda del séptimo arte, ha servido de modelo para Penélope Cruz, a la que a menudo se compara con la diva italiana.
Como en su reciente interpretación en la última película de Pedro Almodóvar, Dolor y Gloria.
“Tanto Pedro como yo nos hemos inspirado siempre en la figura de Sofía
Loren. Es un modelo, además de una amiga”, ha señalado en una entrevista
en la televisión pública italiana Penélope Cruz, que en numerosas
ocasiones ha declarado su admiración total por la Loren.
Edoardo Ponti, su hijo pequeño y que ya la ha dirigido en otras dos
ocasiones, la ha convencido ahora para salir de su retiro y ponerse en
la piel de Madame Rosa, una superviviente del holocausto que entabla una
emotiva relación con un niño inmigrante. La actriz ya ha asegurado que
al público le sorprenderá su personaje. “La energía y la pasión con la
que afronta cada escena es una maravilla digna de ver”, ha dicho Ponti. Aunque el cine ha sido su verdadera pasión, también en la moda ha
surtido efecto su poder de sugestión y ha inspirado a diseñadores como Valentino, amigo y confidente, que tiene expuesto el vestido que lució en los Oscar en el Valentino Garavani Virtual Museum; Dolce & Gabbana, Thierry Mugler o la firma Guess. Sus trabajos con Vittorio De Sica la consagraron como una de las actrices más requeridas en el Hollywood de los años 50, donde protagonizó títulos como Deseo bajo los olmos (1958) y Orgullo y pasión
(1957). Poco después, en 1961, por su magistral interpretación de una
madre que escapa con su hija de la Roma ocupada por los alemanes durante
la guerra en Dos mujeres, se convirtió en la primera
intérprete en conseguir un Oscar con un papel de habla no inglesa. En
1991 recibió un Oscar honorífico, que se suma a un reguero interminable
de premios internacionales.
En los orígenes de su historia de amor un titular la persiguió
durante años: “Escándalo”. Ponti, que le sacaba 22 años cuando se
conocieron, estaba casado y tenía dos hijos. La ultraconservadora Italia
de la posguerra no reconocía el divorcio y a ojos de la Iglesia y de la
sociedad, el productor seguía casado con su primera esposa y la actriz
era solo su “concubina”, a pesar de que habían contraído matrimonio
civil en México en 1957 para tratar de formalizar su relación. La pareja
llegó a enfrentarse a acusaciones de bigamia, hasta el punto de que
tuvieron que huir juntos de Italia. Cuando ella recogió la Copa Volpi de
la Mostra de Venecia a la mejor actriz por su interpretación en La Orquídea negra
apenas se quedó unas horas en el Lido, por temor a ser detenida. Finalmente se convirtieron en marido y mujer en 1966, en una ceremonia
civil que se celebró en París, después de obtener la ciudadanía
francesa.
Después de una infancia en Pozzuoli, cerca de Nápoles,
marcada por el hambre y las bombas de la II Guerra Mundial, a los 15
años ganó un concurso de belleza y con el dinero del premio se trasladó a
Roma con su madre, en busca de un trampolín hacia la fama. La
determinación de las dos mujeres levantó la ira de su padre, que apenas
ejerció como tal y que acabó acusando a ambas de ejercer la
prostitución. Lo cuenta ella misma en su autobiografía publicada con
ocasión de su 80 cumpleaños, titulada Ayer, hoy y mañana, como
uno de sus grandes éxitos en el cine. “Una mañana, al amanecer,
escuchamos cómo alguien llamaba a la puerta de casa. Asustadas por la
hora, fuimos a abrir y nos encontramos a la policía. Nos llevaron y nos
pidieron que justificáramos los ingresos con los que vivíamos. Alguien
nos había denunciado sembrando la duda de que hubiéramos transformado
nuestro apartamento en una casa de citas”, explica la actriz en sus
memorias. “Después del desconcierto inicial, recuperamos la sangre fría y
pudimos demostrar con facilidad el origen de mis ganancias. La herida
que nos había causado mi padre era profunda y, al menos por lo que a mí
respecta, nunca se llegó a curar”, añade. Con Marcello Mastroianni, junto al que rodó 12 películas, entre ellas, Matrimonio a la italiana, Los girasoles o Una jornada particular, formó un tándem épico que los catapultó como una de las marcas de identidad del cine italiano.
Aunque pretendientes nunca le han faltado, el único hombre de su vida ha sido Carlo Ponti, un productor italiano que se acabó convirtiendo en su mentor y su gran amor
y con el que tuvo dos hijos después de sufrir dos abortos. “Señora,
usted tiene unas caderas estupendas, es una mujer muy hermosa, pero
nunca tendrá un hijo”, llegó a decirle un médico.
La fila de público que espera a la puerta del Palacio de las Alhajas en
Madrid despierta la curiosidad de los transeúntes que especulan sobre el
acontecimiento que se celebrará en su interior.
Dos enormes banderolas
que cuelgan del edificio despejan las dudas: la expectación tiene que
ver con un cumpleaños, el 75 aniversario de la revista ¡Hola!, la biblia
de la prensa del corazón.
Aunque el apelativo no termine de gustar a la
familia que fundó y se sigue manteniendo al frente de la revista.
Ellos
prefieren la definición de su creador: "la espuma de la vida, las
burbujas que suben de la copa de champán".
Dentro de este céntrico edificio de tres plantas el público,
mayoritariamente femenino, puede acceder durante esta semana a una
representación del universo de glamour y burbujas que ha
desfilado por las páginas de esta publicación durante sus 75 años de
vida: algunas de sus portadas icónicas, el vestido de terciopelo negro de Diana de Gales que diseñó Victor Edelstein, el traje que lució Rocío Jurado en su última actuación en directo, el vestido que llevó Isabel Pantoja
cuando regresó a los escenarios tras la muerte de Paquirri o los dos
modelos que diseñó Zuhair Murad para Pilar Rubio en su reciente boda con
Sergio Ramos.
También dos obras propiedad de dos protagonistas de
muchas portadas de la revista: el primer cuadro que pintó Carmen Cervera, la baronesa Thyssen, en homenaje a su casa de Jamaica y que bautizó Alligator,
y un retrato de Isabel Presley con sus tres hijos mayores, Chábeli,
Julio y Enrique, pintado en la época en que se separó del cantante Julio
Iglesias y comenzó su carrera como icono de estilo.
Una pequeña representación de los personajes que pueblan las páginas de esta revista
que nació sobre la mesa camilla de una habitación del piso familiar de
la calle Muntaner de Barcelona y que hoy tiene 20 ediciones en papel en
10 idiomas, 10 páginas web, un canal de televisión panamericano, Hola TV, y dos canales, Hola Hello Media y Hola Play, dedicados a la producción de noticias, documentales y audiovisuales para sus diferentes ediciones web.