Tras una década de ausencia, la actriz italiana vuelve al cine dirigida por su hijo Edoardo Ponti.
La actriz italiana más famosa de la historia cumple 85 años el 20 de septiembre y continúa deslumbrando y tan incombustible como siempre.
Después de una década de ausencia en la gran pantalla, Sofía Loren ha vuelto a ponerse delante de las cámaras, las de su hijo, el director Edoardo Ponti, y desde el pasado mes de julio está entregada al rodaje de La Vita davanti a sé, al que dedica maratonianas sesiones de 10 horas diarias.
Conserva intacto su estilo de diva, el glamur, la intensidad dramática, la voluptuosidad, la belleza explosiva y el poder de atracción que la han convertido en mito erótico de generaciones y generaciones y en musa eterna y fuente constante de inspiración para artistas de todas las disciplinas.
Como leyenda del séptimo arte, ha servido de modelo para Penélope Cruz, a la que a menudo se compara con la diva italiana.
Como en su reciente interpretación en la última película de Pedro Almodóvar, Dolor y Gloria. “Tanto Pedro como yo nos hemos inspirado siempre en la figura de Sofía Loren. Es un modelo, además de una amiga”, ha señalado en una entrevista en la televisión pública italiana Penélope Cruz, que en numerosas ocasiones ha declarado su admiración total por la Loren.
Con la actriz española compartió reparto la italiana en 2009 en el que hasta ahora ha sido su último largometraje: Nine, el musical de Rob Marshall que también reunió a Nicole Kidman, Marion Cotillard, Daniel Day Lewis, y Judi Dench.
La actriz ya ha asegurado que al público le sorprenderá su personaje.
“La energía y la pasión con la que afronta cada escena es una maravilla digna de ver”, ha dicho Ponti.
Aunque el cine ha sido su verdadera pasión, también en la moda ha surtido efecto su poder de sugestión y ha inspirado a diseñadores como Valentino, amigo y confidente, que tiene expuesto el vestido que lució en los Oscar en el Valentino Garavani Virtual Museum; Dolce & Gabbana, Thierry Mugler o la firma Guess.
Sus trabajos con Vittorio De Sica la consagraron como una de las actrices más requeridas en el Hollywood de los años 50, donde protagonizó títulos como Deseo bajo los olmos (1958) y Orgullo y pasión (1957).
Poco después, en 1961, por su magistral interpretación de una madre que escapa con su hija de la Roma ocupada por los alemanes durante la guerra en Dos mujeres, se convirtió en la primera intérprete en conseguir un Oscar con un papel de habla no inglesa. En 1991 recibió un Oscar honorífico, que se suma a un reguero interminable de premios internacionales.
En los orígenes de su historia de amor un titular la persiguió durante años: “Escándalo”.
Ponti, que le sacaba 22 años cuando se conocieron, estaba casado y tenía dos hijos.
La ultraconservadora Italia de la posguerra no reconocía el divorcio y a ojos de la Iglesia y de la sociedad, el productor seguía casado con su primera esposa y la actriz era solo su “concubina”, a pesar de que habían contraído matrimonio civil en México en 1957 para tratar de formalizar su relación.
La pareja llegó a enfrentarse a acusaciones de bigamia, hasta el punto de que tuvieron que huir juntos de Italia.
Cuando ella recogió la Copa Volpi de la Mostra de Venecia a la mejor actriz por su interpretación en La Orquídea negra apenas se quedó unas horas en el Lido, por temor a ser detenida.
Finalmente se convirtieron en marido y mujer en 1966, en una ceremonia civil que se celebró en París, después de obtener la ciudadanía francesa.
Después de una infancia en Pozzuoli, cerca de Nápoles, marcada por el hambre y las bombas de la II Guerra Mundial, a los 15 años ganó un concurso de belleza y con el dinero del premio se trasladó a Roma con su madre, en busca de un trampolín hacia la fama.
La determinación de las dos mujeres levantó la ira de su padre, que apenas ejerció como tal y que acabó acusando a ambas de ejercer la prostitución.
Lo cuenta ella misma en su autobiografía publicada con ocasión de su 80 cumpleaños, titulada Ayer, hoy y mañana, como uno de sus grandes éxitos en el cine.
“Una mañana, al amanecer, escuchamos cómo alguien llamaba a la puerta de casa. Asustadas por la hora, fuimos a abrir y nos encontramos a la policía.
Nos llevaron y nos pidieron que justificáramos los ingresos con los que vivíamos.
Alguien nos había denunciado sembrando la duda de que hubiéramos transformado nuestro apartamento en una casa de citas”, explica la actriz en sus memorias.
“Después del desconcierto inicial, recuperamos la sangre fría y pudimos demostrar con facilidad el origen de mis ganancias.
La herida que nos había causado mi padre era profunda y, al menos por lo que a mí respecta, nunca se llegó a curar”, añade.
Con Marcello Mastroianni, junto al que rodó 12 películas, entre ellas, Matrimonio a la italiana, Los girasoles o Una jornada particular, formó un tándem épico que los catapultó como una de las marcas de identidad del cine italiano.
Aunque pretendientes nunca le han faltado, el único hombre de su vida ha sido Carlo Ponti, un productor italiano que se acabó convirtiendo en su mentor y su gran amor y con el que tuvo dos hijos después de sufrir dos abortos.
“Señora, usted tiene unas caderas estupendas, es una mujer muy hermosa, pero nunca tendrá un hijo”, llegó a decirle un médico.