Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

20 sept 2019

Dulces en el torno............................................Ignacio Medina

La dulcería conventual trasladó a los recetarios tradicionales de América Latina las formas de la cocina llegadas mucho antes a España desde el norte de África.

 

Una joven comprando dulces en Monasterio de las Conceptas.Una joven comprando dulces en Monasterio de las Conceptas.

Una joven comprando dulces en Monasterio de las Conceptas.
Una joven comprando dulces en Monasterio de las Conceptas.

La hermana que atiende las ventas en el Monasterio de las Conceptas me acaba de pasar un trozo de turrón, para que pruebe, a ver si me gusta. 
No llevamos tres minutos hablando, con el filtro del torno por medio, y ya me ha empujado a comprar la mitad de lo que se anuncia en el cartel que enmarca la pared.
 Imagino que al otro lado hay un despacho, lejos del obrador, porque no me llega el olor de las masas y los azúcares horneados.
 Lástima, porque sería un reclamo irresistible para las huestes de turistas que recorren Cuenca con la boca tan abierta como los ojos; se lo comen todo, incluyendo la multitudinaria oferta de kebabs, tacos, burgers y otros accidentes del ramo.
 Este minúsculo espacio que muestra el torno del convento abre una puerta a la esperanza.

De momento me concentro en la oferta, haciéndome el indeciso para alargar el encuentro. Comprar a través del torno de un convento de clausura tiene algo de misterio; intuyes al interlocutor por el timbre de una voz que tampoco se escucha muy clara.
 Aunque lo del turrón lo he oído muy claro, poco antes de que la estructura de madera empiece a girar y aparezca una pieza rectangular, de unos cuatro centímetros de largo por ocho de ancho y uno y medio de altura. 
Se presenta sin marca, envuelto en papel encerado, como no queriendo llamar la atención.
 Parece una miniatura de turrón de Alicante. El primer bocado enamora; esto va mucho más lejos de lo que pretende aparentar.
 Sobre el papel, es un calco del turrón de Alicante, pero en lugar de ser duro, está suave y cremoso, como recién hecho; las monjas de la Inmaculada Concepción no trabajan para guardar. 
El gran cambio está en que pusieron maní en lugar de almendra, siguiendo los principios básicos de la cordura culinaria; cuando una receta cambia de mundo acaba encontrando sustitutos para algunos ingredientes. 
Por lo demás, queda la evidencia de la clara de huevo y la miel como elementos complementarios en la preparación, y dos hojas finas de pan de hostia, que también sale del obrador del Monasterio.
Me llevaría un saco. 
Ya estoy comprometido con dos cajas llenas de quesadillas, galletas de nuez, otras de trigo integral que llaman negras y un tarro de su gelatina de pichón –no quedaban suspiros-, así que me quedo cuatro y la de prueba, que seguiré mordisqueando calle arriba. 
Este turrón es un tesoro y una manera de dar un bocado a la historia culinaria de esta parte del mundo. 
Es muy posible que la fórmula haya cambiado poco desde la fundación del monasterio, en 1561, cuando las primeras religiosas se asentaron aquí con sus criadas, a menudo de origen árabe.
 Fue un convento próspero que en 1775 llegó a alojar 150 personas; mitad monjas y mitad sirvientas.
 Las novicias de buena familia ingresaban con su dote y sus servidoras, que se encargaban de las labores y acabaron perpetuando la cocina de la época, de raíces tan árabes como judías. 
La dulcería conventual trasladó a los recetarios tradicionales de América Latina las formas de la cocina llegadas mucho antes a España desde el norte de África.
Me resisto al jarabe de rábano yodado, que recomiendan para fortalecer las vías respiratorias, el vino de misa y el juego seductor del agua de pítima.
 La acabo de probar en las cocinas de la antigua enfermería, hoy parte del Museo Monasterio de las Conceptas que gestiona Mónica Muñoz, y tiene un poco de muchas cosas: clavel, flor de pena y de oreja de burro, hierba luisa, pimpinela, violeta, toronjil…
 La quesadilla es otra joya suave y esponjosa, preparada con almidón de la chira, con cuyas hojas suelen envolver los tamales en Ecuador.
 También lleva queso, huevos y azúcar, y se monta sobre un pan de hostia tierno, doblado sobre la masa antes de hornearla, sin taparla por completo, solo los bordes.
 El resultado es para recordarlo; una pieza esponjosa y delicada envuelta en el tacto leve y crujiente de la oblea. Ojalá tuvieran marca y se vendieran en las custro pastelerías de referencia del país, o se dieran a conocer y hubiera cola en el torno para comprarlas. 
 
 

19 sept 2019

Para los que leen y siguen este Blog

Hace unos dias borré sin darme cuenta a los que estaban siguiendo o entraban a ver este humilde Blog. No era mi intenciona borrar a nadie. Si quieren pueden volver. Me gustaría tenerlos de nuevo. Gracias
 

Furor por el vestido con el que Cristina Pedroche fue al cine: agotado en cuestión de horas

Es de la firma Capriche.



GTRES

Cristina Pedroche

La presentadora Cristina Pedroche ha acudido esta semana al cine para ver Padre no hay más que uno, la nueva película de Santiago Segura.
“Me he reído mucho”, aclaró en su cuenta de Instagram, donde subió una foto en la que aparece ella misma antes de entrar en la sala.
“El cine sin palomitas no es cine, y yo sin que me las coma antes de entrar no sería yo”, escribió junto a la imagen.
En la red social, sin embargo, lo que más ha llamado la atención es el vestido que llevaba. Fueron muchos los seguidores que le preguntaron dónde lo podrían comprar. 
Y ella respondió: la prenda es de la de firma Capriche.
Pero para aquellos que quieran uno igual... hay malas noticias. Como destaca el portal Mujer Hoy, el vestido se agotó en cuestión de horas en la web de la firma.
Pero hay algo positivo: la misma versión de la prenda pero en color marrón todavía está disponible por 39,90 euros.
 Si no te gusta en ese color, Asos tiene uno muy parecido al que luce Pedroche, y también en negro, con un 50% de descuento ahora mismo.

La revista Harpers Bazaardedicó hace unos meses un reportaje a la firma Capriche, una empresa alicantina que muchas famosas utilizan para sus “ocasiones más especiales”.
“Venden online y hacen envíos a cualquier sitio del mundo. Y lo mejor es que la mayoría de sus lookazos son low-cost y siguen las últimas tendencias tanto en moda como en complementos”, decía la publicación.

 

Pérez-Reverte: “En España la inteligencia es un pecado, no actuar en rebaño es un pecado”

El escritor publica 'Sidi', una novela de aventuras fronterizas que se alimenta de la leyenda del Cid e indaga en su liderazgo.

Arturo Pérez-Reverte, este miércoles, en la sede de la RAE, en Madrid. En vídeo, declaraciones a Efe.

El día de 1883 en el que Adèle Replinger Gal compró un ejemplar de La leyenda del Cid, de José Zorrilla, no podía imaginar que ese libro, una vez que cayera en manos de su bisnieto Arturo 76 años después, sería el germen de una pasión por la figura de Rodrigo Díaz de Vivar que llevaría a Pérez- Reverte a construir su propia leyenda en Sidi, novela que acaba de publicar Alfaguara.
 “He utilizado cosas que son mentira, que son leyenda. Me las he apropiado igual que las cosas reales, porque esto es una novela.
 No quería hacer un libro de historia ni un libro exhaustivo del Cid. Quería contar el aprendizaje, cómo un infanzón de Burgos con una mesnada de 40 tíos en un año se hace una leyenda. 
Por qué mecanismos psicológicos de lealtad, de valor, consigue eso”, explica Pérez- Reverte a EL PAÍS en un céntrico hotel de Madrid.
"En la sociedad occidental, el héroe tiene mala prensa"
Hable de Trafalgar, del 2 de mayo o del Cid, Pérez-Reverte (Cartagena, 67 años) busca en la historia elementos para interpretar el presente.
 Así, al situar a su protagonista en la difusa frontera del Duero a finales del siglo XI, desterrado y sin fortuna, mercenario al servicio de reyes cristianos y moros, el autor persigue un efecto concreto: resaltar sus virtudes, su liderazgo. 
“El Cid es un personaje típico de frontera, sería impensable en otro tipo de España.
 Nace exactamente en el momento perfecto”, explica para añadir un poco después: 
“En la sociedad occidental, el héroe tiene mala prensa. Toda diferencia es perseguida.
 En España especialmente, la inteligencia es un pecado, no actuar en rebaño es un pecado.
 Del mundo tienen que tirar las élites, las masas no tiran del mundo, y esas élites las están exterminando en el colegio porque las están acomplejando y haciéndoles sentirse culpables

  Esa inteligencia aplastada es molesta, incomoda, en la política, en la cultura, en todo. El Cid es molesto por lo que representa como ser humano”.


La novela tiene reminiscencias del wéstern, de la trilogía de la caballería de John Ford, con un Cid que bien podría ser un trasunto medieval del juez Holden de Meridiano de sangre de Cormac McCarthy, pero algo menos cruel, una figura en todo momento desmitificadora.
 “Esta novela no tiene nada que ver con la Reconquista, la patria ni nada
. Son mercenarios ganándose el pan. En el siglo XI la gente luchaba por sobrevivir, no por la cruzada.
 Es un concepto fabricado después para quien quiere justificar. He visto luchar y morir a mucha gente en la vida y nunca he visto a nadie morir por los discursos y los pretextos de los de la retaguardia.
 La gente batalla por cosas prosaicas”, reflexiona el creador de Alastriste.

Hay un momento de Sidi en el que el Cid conversa con Mutamán, rey moro al que alquila su espada, y este le dice, antes de que los dos terminen rezando juntos, que ellos cumplen con los mandatos del islam “aunque de un modo civilizado”.
 ¿Imagen de una España que no pudo ser? 
“No, no, no. Ningún país del mundo es así.
 La convivencia entre tres culturas, su integración en plano de igualdad, es imposible. 
Otra cosa es la coexistencia, eso sí.
 Quien habla de una España tolerante no tiene ni puta idea de lo que fue la Edad Media española”, contesta tajante.
a historia que encierra el libro reproduce un universo de personajes complejos, difíciles de encasillar, peligrosos. “Me gusta la gente peligrosa, me interesa. 
Se aprende más de ellos. De la maldad, de la violencia, de la dureza se aprende más que de la bondad”, asegura. “La bondad”, continúa tras el único silencio de la conversación, “la bondad es más aburrida como novelista. 
De un bueno aprendes bondad, pero si no eres bueno no te sirve de nada.
 De un malo aprendes manipulación, mentira, supervivencia. 
Pero hay que estar intelectualmente preparado para que sea útil”, explica con ese gusto característico por no eludir ningún charco.
Asegura Pérez- Reverte que podría dejar de escribir, pero no de leer ni de navegar; que a pesar del ritmo de publicación tiene tiempo libre; que Twitter le sirve para ajustar cuentas, pero también para crear un vínculo con los lectores, difundir historias, no quedarse encasillado en su propio mundo. 
También, que, al contrario que con sus personajes Falcó o Alatriste, no va a seguir con el Cid; su historia con él ha terminado, pues su interés se limitaba a antes de que fuera poderoso, a la leyenda.

El método Pérez-Reverte

El método de Arturo Pérez-Reverte es sencillo. 
Cuando escoge una historia vive con ella hasta que la termina.
 Lee todo sobre el asunto, se empapa. 
En el caso de Sidi recurrió a otras ficciones sobre su personaje, a las fuentes originales y a su propia experiencia.
 “Tengo unas referencias personales, un conocimiento de la violencia, la tortura, la muerte, la sangre, el dolor.
 No me lo ha contado nadie en la barra de un bar, lo he aprendido en la vida y he pagado mi precio. 
Aporto de mi biografía el mundo de polvo, frío e incertidumbre en el que vive El Cid”, explica.