La presentadora Cristina Pedroche ha acudido esta semana al cine para ver Padre no hay más que uno, la nueva película de Santiago Segura. “Me
he reído mucho”, aclaró en su cuenta de Instagram, donde subió una foto
en la que aparece ella misma antes de entrar en la sala. “El cine sin palomitas no es cine, y yo sin que me las coma antes de entrar no sería yo”, escribió junto a la imagen. En
la red social, sin embargo, lo que más ha llamado la atención es el
vestido que llevaba. Fueron muchos los seguidores que le preguntaron
dónde lo podrían comprar. Y ella respondió: la prenda es de la de firma
Capriche.
La revista Harpers Bazaardedicó hace unos meses un reportaje a la firma Capriche, una empresa alicantina que muchas famosas utilizan para sus “ocasiones más especiales”. “Venden
online y hacen envíos a cualquier sitio del mundo. Y lo mejor es que la
mayoría de sus lookazos son low-cost y siguen las últimas tendencias
tanto en moda como en complementos”, decía la publicación.
El día de 1883 en el que Adèle Replinger Gal compró un ejemplar de La leyenda del Cid,
de José Zorrilla, no podía imaginar que ese libro, una vez que cayera
en manos de su bisnieto Arturo 76 años después, sería el germen de una
pasión por la figura de Rodrigo Díaz de Vivar que llevaría a Pérez- Reverte a construir su propia leyenda en Sidi,
novela que acaba de publicar Alfaguara.
“He utilizado cosas que son
mentira, que son leyenda. Me las he apropiado igual que las cosas
reales, porque esto es una novela.
No quería hacer un libro de historia
ni un libro exhaustivo del Cid. Quería contar el aprendizaje, cómo un
infanzón de Burgos con una mesnada de 40 tíos en un año se hace una
leyenda.
Por qué mecanismos psicológicos de lealtad, de valor, consigue
eso”, explica Pérez- Reverte a EL PAÍS en un céntrico hotel de Madrid.
"En la sociedad occidental, el héroe tiene mala prensa"
Así, al situar a su protagonista en la difusa frontera del Duero a
finales del siglo XI, desterrado y sin fortuna, mercenario al servicio
de reyes cristianos y moros, el autor persigue un efecto concreto:
resaltar sus virtudes, su liderazgo.
“El Cid es un personaje típico de
frontera, sería impensable en otro tipo de España.
Nace exactamente en
el momento perfecto”, explica para añadir un poco después:
“En la
sociedad occidental, el héroe tiene mala prensa. Toda diferencia es
perseguida.
En España especialmente, la inteligencia es un pecado, no
actuar en rebaño es un pecado.
Del mundo tienen que tirar las élites,
las masas no tiran del mundo, y esas élites las están exterminando en el
colegio porque las están acomplejando y haciéndoles sentirse culpables
Esa inteligencia aplastada es molesta, incomoda,
en la política, en la cultura, en todo. El Cid es molesto por lo que
representa como ser humano”.
La novela tiene reminiscencias del wéstern, de la trilogía
de la caballería de John Ford, con un Cid que bien podría ser un
trasunto medieval del juez Holden de Meridiano de sangre de
Cormac McCarthy, pero algo menos cruel, una figura en todo momento
desmitificadora.
“Esta novela no tiene nada que ver con la Reconquista,
la patria ni nada
. Son mercenarios ganándose el pan. En el siglo XI la
gente luchaba por sobrevivir, no por la cruzada.
Es un concepto
fabricado después para quien quiere justificar. He visto luchar y morir a
mucha gente en la vida y nunca he visto a nadie morir por los discursos
y los pretextos de los de la retaguardia.
La gente batalla por cosas
prosaicas”, reflexiona el creador de Alastriste.
Hay un momento de Sidi en el que el Cid conversa
con Mutamán, rey moro al que alquila su espada, y este le dice, antes de
que los dos terminen rezando juntos, que ellos cumplen con los mandatos
del islam “aunque de un modo civilizado”.
¿Imagen de una España que no
pudo ser?
“No, no, no. Ningún país del mundo es así.
La convivencia
entre tres culturas, su integración en plano de igualdad, es imposible.
Otra cosa es la coexistencia, eso sí.
Quien habla de una España
tolerante no tiene ni puta idea de lo que fue la Edad Media española”,
contesta tajante.
a historia que encierra el libro reproduce un universo de
personajes complejos, difíciles de encasillar, peligrosos. “Me gusta la
gente peligrosa, me interesa.
Se aprende más de ellos. De la maldad, de
la violencia, de la dureza se aprende más que de la bondad”, asegura.
“La bondad”, continúa tras el único silencio de la conversación, “la
bondad es más aburrida como novelista.
De un bueno aprendes bondad, pero
si no eres bueno no te sirve de nada.
De un malo aprendes manipulación,
mentira, supervivencia.
Pero hay que estar intelectualmente preparado
para que sea útil”, explica con ese gusto característico por no eludir
ningún charco.
Asegura Pérez- Reverte que podría dejar de escribir, pero
no de leer ni de navegar; que a pesar del ritmo de publicación tiene
tiempo libre; que Twitter le sirve para ajustar cuentas, pero también
para crear un vínculo con los lectores, difundir historias, no quedarse
encasillado en su propio mundo.
También, que, al contrario que con sus personajes Falcó
o Alatriste, no va a seguir con el Cid; su historia con él ha
terminado, pues su interés se limitaba a antes de que fuera poderoso, a
la leyenda.
El método Pérez-Reverte
El método de Arturo Pérez-Reverte es sencillo. Cuando escoge una
historia vive con ella hasta que la termina. Lee todo sobre el asunto,
se empapa. En el caso de Sidi recurrió a otras ficciones sobre
su personaje, a las fuentes originales y a su propia experiencia. “Tengo
unas referencias personales, un conocimiento de la violencia, la
tortura, la muerte, la sangre, el dolor. No me lo ha contado nadie en la
barra de un bar, lo he aprendido en la vida y he pagado mi precio. Aporto de mi biografía el mundo de polvo, frío e incertidumbre en el que
vive El Cid”, explica.
Resulta
ridícula la pretensión de Kardashian de vendernos sus fajas integrales
como el colmo de la modernidad y la libertad femenina solo porque las
tiene en todas las tallas y tonos del color carne.
Hace
no tanto, cuando me divorcié tras dos décadas de matrimonio, tiré toda
mi ropa interior a la basura, aunque la hubiera estrenado la víspera.
Nada insólito, supongo
La cantante asegura que ser mujer fue un obstáculo en los inicios de su carrera musical.
Shakira no suele
conceder muchas entrevistas y cuando lo hace rehúye hablar de su vida
privada, esa que comparte con Gerard Piqué desde hace más de un lustro. Pero ha hecho una excepción para la revista argentina Viva.
"Nunca hemos sido una pareja tradicional. No es que tengamos un acuerdo
escrito en el que nos repartimos las tareas, pero los dos somos padres
muy involucrados y nos vamos manejando como podemos, apoyándonos
mutuamente y también mucho en nuestras familias. No sabemos otra manera
de hacerlo. A veces es difícil cuando uno no puede ver a los niños por
un mes o más. Es duro, pero hacemos muchas llamadas por Facetime; así
que estamos en constante comunicación, y eso ayuda”. La pareja vive
desde hace mucho tiempo entre rumores de ruptura. Los conciertos de su
última gira han servido para acallar las noticias de crisis. Así, por
ejemplo, desde el escenario en la gira mundial que pasó por Barcelona,
la cantante declaró: "Gracias por esta noche mágica. Gracias a esta
tierra por darme a estos dos hijitos". Y mirando a su pareja dijo: "Y a
ti. Me han hecho muy feliz".
La cantante ha vivido meses convulsos por la demanda a la que se tuvo que enfrentar junto con Carlos Vives por supuesto plagio del éxito La Bicicleta y por sus problemas fiscales en España. Shakira,
el pasado mes de junio, intentó demostrar, en su declaración como
investigada por fraude fiscal, que no residió en España hasta 2015,
cuando escolarizó a su hijo Milan y empezó a construir algo parecido a
una “familia tradicional” junto al defensa del Barça Gerard Piqué. Hasta
entonces, era una “nómada sin raíces” -así se definió ante la juez- que
vivía lo mismo en Nueva York que en Bahamas que, ocasionalmente, en
Barcelona. La cuestión es clave en la causa que afronta por defraudar
14,5 millones a Hacienda: la Fiscalía considera que, entre 2012 y 2014,
ya era residente en España y debía pagar aquí sus impuestos. En la entrevista, la cantante asegura que ser mujer le ha puesto más
difíciles las cosas. "El principal obstáculo que tuve en mi carrera fue
ser mujer en esta industria en el momento que yo empecé, haciendo el
género de música que hacía y en Latinoamérica. Creo que ni tengo que
decirlo: por entonces no estaba tan democratizada la publicidad, no
tenías una plataforma para ir compartiendo tu música vía Internet y que
llegara a varios países a la vez... A mí me tocó coger la mochila e ir
tocando puertas, y por cada una que me abrían, diez más se me cerraban
en la cara. Tienes que tener mucha perseverancia en esta industria, por
encima incluso del talento, y, sobre todo, mucho aguante”, dice Su proyecto actual es la construcción de una escuela en Barranquilla.
¿Por qué no se dedicó a la política?, le preguntan. “No, ¡la política no
me tienta en absoluto! Siento que puedo aportar mucho más estando donde
estoy. Yo procuro trabajar con el gobierno sea cual fuere, porque la
educación es un asunto en el que todos podemos concordar en su
importancia para la paz, la estabilidad y la prosperidad.”