Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 sept 2019

Yo soñé que tu corazón se hacía añicos.................... Fernanda Trías...


Yo soñé que tu corazón se hacía añicos 

 

Credulidad ......................................... Javier Marías.


Credulidad 


Hay un afán desmedido por creer lo que a cada uno le conviene, o lo tranquiliza. Hay una fortísima tendencia a negar lo desagradable.

UNA DE LAS MAYORES PRUEBAS de la infantilización del mundo es sin duda el aumento de la credulidad, que paradójicamente se produce cuando más prevenidos deberíamos estar. Todos coincidimos en que no ha habido época más propicia para los infundios, los bulos y las falsedades, que se propalan a velocidad de vértigo.
 Deberíamos poner en cuarentena casi cualquier noticia o información que nos llegan, desconfiar de ellas por principio hasta comprobar su veracidad a través de algún medio “serio”, si es que este adjetivo tiene aún algún sentido.
 Hace un par de décadas, en mi percepción (es decir, todavía en el siglo XX, cuando no estábamos tan indefensos ante la mentira y las fabricaciones), la gente era más escéptica o menos ingenua, o sencillamente poseía más memoria.
 Los niños, como sabemos, carecen de ella o la tienen muy corta. De adultos, y salvo excepciones, no solemos recordar nada anterior a los tres o cuatro años. 
 Es normal que a las tempranas edades nada deje huella y casi nada se retenga, que el hoy quede borrado por el mañana, no digamos el ayer. 
Lo que no es normal en absoluto es que se dé ese “borrado” permanente en personas hechas y derechas, que un gran número de ellas olvide —y por tanto no tenga en consideración— lo sucedido, lo dicho y hecho hace apenas unos meses, o incluso unos días.
 Hay un afán desmedido por creer lo que a cada uno le conviene, o lo tranquiliza.
 Hay una fortísima tendencia a negar lo desagradable, lo turbador, lo peligroso, y a hacer caso omiso de los avisos.
 Muchos políticos han detectado rápidamente esta propensión, y están dedicados a fomentarla y a aprovecharse de ella.
 Prometen cosas imposibles o absurdas sin anunciar nunca cómo las van a realizar: 
“Todos los ciudadanos percibirán un salario universal, trabajen o no”. “Construiremos un muro y México lo pagará”. “Saldremos de la Unión Europea por las bravas y el Reino Unido florecerá”. “Impediremos toda inmigración, no habrá italianos sin empleo y el país rejuvenecerá”. 
 Si la gente no se ha vuelto completamente idiota, la gente ve que sin inmigrantes la población envejece y las pensiones resultan insostenibles; que el abandono de la Unión Europea, incluso antes de haberse producido, ya está causando  brutales daños económicos y políticos al Reino Unido, con un probable empobrecimiento general y una segura y progresiva irrelevancia de la nación que fue un imperio; que México no va a sufragar la gigantesca e inútil obra de su vecino del norte; que no hay dinero para garantizar un salario universal, ni siquiera mediante una salvaje subida de impuestos.
 Si la gente no se ha vuelto idiota, hay que estar muy cerca de ello para creerse semejantes patrañas. Parece que esa gente pensara: “Bueno, no sabemos cómo, pero lo prometido tendrá lugar de alguna forma milagrosa que nosotros no concebimos”. Quienes votan a Salvini, a Boris Johnson, a Trump o a Pablo Iglesias están instalados en el “pensamiento mágico”, esto es, en la fe ciega y en la superstición medieval.
 “Quiero que me confirmen lo que me gustaría creer, que me ayuden a creer los embustes”, de la misma manera que los hombres y las mujeres han anhelado creer en la vida eterna y en la resurrección de los cuerpos.
 Hace poco he asistido a un caso extremo de credulidad y “borrado”, en nuestro país y en la persona del político Iglesias. Durante la última campaña electoral se disfrazó de monje franciscano.
  El hábito no se lo puso, pero parecía un franciscano en todo lo demás: tono mesurado, llamadas a la concordia, apelaciones al respeto.
 Como si fuera un catecismo, no se separó de un ejemplar de la Constitución: con arrobo leía artículos de un texto que hace no mucho, según él, era una estafa y la prolongación del franquismo, algo con lo que había que romper.
 Inverosímilmente, muchos ciudadanos —y lo que es más grave, periodistas y columnistas, cuyo deber es discernir y no dejarse engañar— se tragaron la pantomima. 
Por ensalmo se olvidaron del Iglesias furibundo, amenazante, iracundo, del que hacía y justificaba escraches y alentaba a sitiar el Congreso, del que llamaba a Otegi “hombre de paz” y gritaba “Visca Catalunya lliure!”, como si Cataluña no fuera libre desde el mismo día en que empezó a serlo el resto de España.
 Creerse a Iglesias como Fray Beatífico es tan inexplicable como creerse mañana a Torra y a Puigdemont vestidos de luces y dando vivas a Sevilla; o a Trump entonando rancheras de cariño a los mexicanos y censura a la Asociación del Rifle; o a Salvini desplazándose por el Mediterráneo para rescatar a náufragos en el yate de Berlusconi; o a Maduro y a Putin dándose golpes de pecho por haber perseguido, encarcelado y asesinado a oponentes. 
Esos ciudadanos y esos periodistas ni siquiera han sido capaces de hacerse el razonamiento básico: “¿Cuándo dice un hombre la verdad? ¿Cuando no tiene nada que perder ni todavía que ganar, o cuando debe ocultar sus intenciones? ¿Cuando se siente libre para atacar o cuando le toca defenderse y persuadir? ¿Cuando aún no ha conseguido nada o cuando cuenta con familia y un patrimonio que preservar?”
 Dar por buena la sinceridad del segundo es cosa propia de pánfilos. O lo que es lo mismo, de niños crédulos y sin memoria.
 O lo que es peor, de supersticiosos voluntarios. 

 

 

31 ago 2019

Quirón Fashion Week.................................... Boris Izaguirre...

Alguien subrayó que Letizia llevara precisamente esa prenda de manga larga en agosto para saludar al rey en su convalecencia. “Oye, pues a lo mejor la usó para poner a prueba los 'bypass”.

Los reyes Felipe y Letizia con sus hijas la infanta Sofía y la princesa Leonor, en la entrada de la clínica Quirón el pasado martes.
Los reyes Felipe y Letizia con sus hijas la infanta Sofía y la princesa Leonor, en la entrada de la clínica Quirón el pasado martes. Getty Images

 

Emmanuelle Seigner: “El sentimiento de persecución de Polanski es fácil de entender, basta con mirar a su vida”

La presentación en Venecia de la nueva película del director polaco, ‘El oficial y el espía’, evita las polémicas sobre su pasado y celebra su nuevo filme.

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La presentación en Venecia de la nueva película del director polaco, ‘El oficial y el espía’, evita las polémicas sobre su pasado y celebra su nuevo filme.

Desde la izquierda, Emmanuelle Seigner, Louis Garrel y Jean Dujardin, el viernes en Venecia.
Desde la izquierda, Emmanuelle Seigner, Louis Garrel y Jean Dujardin, el viernes en Venecia. Getty Images
Empezó con un largo aplauso.
 Y otro. Y otro. Antes de la rueda de prensa, muchos se pusieron de pie y parecía como si el festival de Venecia quisiera compensar a Roman Polanski por tan polémica víspera.
 La Mostra le ha invitado a su concurso oficial, con El oficial y el espía, y considera un honor contar con el maestro polaco. 
 Pero Polanski es también un hombre que violó en 1977 a una adolescente de 13 años, cuando él tenía 43.
 El juez creyó a la víctima y el director evitó décadas de cárcel escapando de EE UU. 
Aquel vuelo, sin embargo, no le salvó de los ataques que le han perseguido desde entonces.
 Y que han llegado hasta el Lido.
La presidenta del jurado que debe valorar su filme, Lucrecia Martel, anunció que no acudiría a su proyección de gala, para no homenajearle. 
Metafóricamente, ya que el director, de 86 años, no viaja a países que puedan extraditarle. 
A tamaña olla de presión previa, se añadía una película sobre el caso del capitán judío Alfred Dreyfus, condenado por alta traición en 1894 en Francia con evidente antisemitismo, una historia en la que Polanski encuentra elementos que cree haber “experimentado”, según el libreto promocional del filme.
 Resultó ser una obra rigurosa y severa, que renuncia a todo efectismo para ponerse al servicio de la historia.
 Cine de antaño y del bueno. 
Lo que disparó más aun el interés hacia la rueda de prensa
Pero, entonces, cogió el micrófono Luca Barbareschi, actor y productor del filme, además de exdiputado de las listas de Silvio Berlusconi.
 Dijo: “Este es un proyecto nacido hace muchos años, pero con una actualidad tremenda. 
Dejaría a nuestras espaldas lo que ha ocurrido, que no es interesante. No estamos ante un tribunal moral, sino ante una bellísima muestra del cine”.
 El mensaje quedó claro.
 Preguntas fílmicas, punto.
 Alguien intentó que respondieran a Martel. 
Pero Barbareschi se negó: “El pasado es pasado. Un director hace cine, el jurado juzga y el público, si quiere, aplaude”.
 Lo cual sucedió acto seguido.

Aun así, se habló mucho: de películas y de historia. “Este es un thriller. Y todo lo que ocurre en él es real”, defendió Louis Garrel, que encarna a Dreyfus. 
Tanto que un redactor, en lugar de preguntar, lanzó una tesis: bastaría enseñar la película en los colegios para explicar por qué el capitán pasó años en la cárcel. 
Entre varios sospechosos de filtrar información a los alemanes, Francia inculpó al único judío. 
Hizo falta una larga batalla por la verdad, el artículo J’accuse de Emile Zola y un segundo juicio condenatorio, aunque con atenuantes, antes de que Dreyfus recibiera la gracia, y la libertad.

Desde la izquierda, Emmanuelle Seigner, Louis Garrel y Jean Dujardin, el viernes en Venecia.
Desde la izquierda, Emmanuelle Seigner, Louis Garrel y Jean Dujardin, el viernes en Venecia. Getty Images


Aun así, se habló mucho: de películas y de historia. “Este es un thriller. Y todo lo que ocurre en él es real”, defendió Louis Garrel, que encarna a Dreyfus. 
Tanto que un redactor, en lugar de preguntar, lanzó una tesis: bastaría enseñar la película en los colegios para explicar por qué el capitán pasó años en la cárcel.
 Entre varios sospechosos de filtrar información a los alemanes, Francia inculpó al único judío.
 Hizo falta una larga batalla por la verdad, el artículo J’accuse de Emile Zola y un segundo juicio condenatorio, aunque con atenuantes, antes de que Dreyfus recibiera la gracia, y la libertad.
El primero en romper una lanza a su favor fue otro militar, Marie-Georges Picquart, el protagonista de El oficial y el espía, que se estrena el 13 de diciembre en España.
 Aunque Jean Dujardin, que le interpreta, cree que “la estrella de la película es el propio caso Drefyus”.
 “Lo importante para Polanski es la verdad de lo que cuenta. Siempre respeta el guion. 
No es fácil rodar con él. Exige mucho, y puede ser duro. Pero a la vez su voz te sigue, como un chamán: ‘Tómate tu tiempo. No hagas el gilipollas para nada”, contó el actor.
Emmanuelle Seigner, actriz y esposa de Polanski desde hace tres décadas, confirmó esas dificultades: “Solo ahora, al sexto filme con él, me acostumbro”.
 Y lanzó una suerte de caricia a su marido: “El sentimiento de persecución de Roman es fácil de entender, basta con mirar a su vida”.
 Aludía, también, a una existencia repleta de desgracias: Polanski sufrió en sus carnes el Holocausto o el asesinato de su pareja, Sharon Tate, a manos de Charles Manson
. Un camino inverso al cinematográfico, salpicado de triunfos como La semilla del diablo o El pianista.
Según su reparto, El oficial y el espía es otra de sus perlas. 
“Un filme con esta importancia, que hace reflexionar a nuestros hijos, muestra que no todo está perdido”, declaró el productor Alain Goldman.
 Aunque también sugiere lo contrario: en una secuencia, una grey humana estalla en júbilo ante la condena a Dreyfus, el judío, el distinto. 
Cualquier referencia al presente no es nada casual.