“Tenemos que volver, Kate. ¡Tenemos que volver!”. El eco del grito de
Jack Shepard con el que se cerraba la tercera temporada de Perdidos todavía resuena en la memoria, y sigue poniendo la piel de gallina. Aunque su recuerdo haya quedado manchado por su polémico final —y por decisiones de guion previas más que cuestionables—, el hecho es que Perdidos
fue una serie especial. Fue el último aliento de un tipo de televisión
liderado por los canales en abierto estadounidenses y, a la vez, el
primer paso de otro modelo en el que la globalización permite que el
evento televisivo tenga dimensiones internacionales y cuyo culmen ha sido la última entregal de Juego de tronos. Los foros de Internet echaban humo y las conversaciones en torno a la
máquina de café tenían alimento semanal constante. Por su capítulo
final, un canal español, Cuatro, se atrevió por primera vez con la
emisión simultánea al país de origen. Lo que entonces supuso un
experimento, ahora resulta habitual. Porque Perdidos (2004-2010) fue mucho más que un final polémico. Cuando hoy se vuelve sobre ella, uno se reencuentra con una historia muy disfrutable, con momentos brillantes y escenas que no se olvidan. Y sí, capítulos de relleno, malos y peores. Se suele recordar el maravilloso y emotivo episodio La constante
(el quinto de la cuarta entrega), pero si se trata de elegir escenas
concretas, dos secuencias del último capítulo de la tercera temporada se
llevan el premio. Y sí, capítulos de relleno, malos y peores. Se suele recordar el maravilloso y emotivo episodio La constante
(el quinto de la cuarta entrega), pero si se trata de elegir escenas
concretas, dos secuencias del último capítulo de la tercera temporada se
llevan el premio. En A través del espejo, el episodio de doble
duración firmado por Damon Lindelof y Carlton Cuse y dirigido por Jack
Bender, antes de llegar al giro final y en medio de una trama llena de
acción, el espectador se encontraba de repente con la heroica muerte de
uno de los personajes centrales. Mientras Charlie se ahogaba, y
empezaban a brotar las lágrimas de los espectadores empujadas por la
banda sonora de Michael Giacchino
(nada habría sido lo mismo sin Giacchino), se las apañaba para escribir
en la plama de la mano "not Penny's boat". No es el barco de Penny. Y
surgía así una de las imágenes más icónicas de la televisión reciente.
Ya con los corazones de la audiencia hechos trizas, y justo
antes de despedirse hasta la siguiente temporada, llegaba el tirabuzón
final. La historia vuelve al Jack alcohólico e inestable que había ido
apareciendo a lo largo del capítulo en los habituales flashbacks
que se recorrían la vida anterior de los pasajeros del vuelo 815 de
Oceanic Airlines. Jack y Kate, con una complicada relación de amor en la
isla, se encontraban en el aparcamiento del aeropuerto de Los Ángeles.
Jack le habla de un funeral, de coger aviones con la esperanza de que se
estrellen. Sus ojos gritan desesperación. El espectador no entiende
nada: ¿se conocían de antes? ¿De qué hablan? ¿Qué está pasando? "Cometimos un error. Tenemos que volver, Kate. ¡Tenemos que volver!". Lo
que parecía el pasado, esta vez era el futuro. No sabemos cómo pero
Jack y Kate han salido de la isla.
Lindelof y Cuse explicaron después que habían decidido incluir en
algún punto de la historia esos saltos al futuro. Cuando a principios de
mayo de 2007 la cadena ABC confirmó que la serie terminaría con otros
48 episodios divididos en tres temporadas, decidieron que era el momento
de marcarse ese triple salto mortal en la narración. Grabaron la escena
delante de un croma que plantaron en un aparcamiento abandonado de
Honolulu (la mayoría de la serie se rodó en Hawái y solo alguna escena
en Los Ángeles). El capítulo se emitió en Estados Unidos el 23 de mayo
de 2007. Años más tarde, cuando el portal BuzzFeed
preguntó a Lindelof y a otros guionistas cuál era la escena que habían
escrito que más les había gustado, él eligió este momento. Todavía no
había estrenado The Leftovers,
su siguiente creación, alabada casi unánimemente por la crítica y en la
que volvió a desarrollar, esta vez con mayor acierto, muchas de las
cuestiones que ya apuntaba en Perdidos, como el choque entre razón y fe. Lindelof explicó cómo la película de terror Saw 2 fue la que
les dio la clave para mostrar en pantalla ese salto al futuro: jugar
con el espectador y hacerle creer que lo que estaba viendo pertenecía a
un tiempo diferente. “Fue uno de los pocos momentos en los que sentí que
estaba haciendo algo innegablemente genial”, dijo. “Me sentía como si
estuviera agachado en la oscuridad del apartamento de alguien con todos
mis amigos (los guionistas) esperando para gritar ‘¡sorpresa!’ al chico o
chica del cumpleaños (la audiencia), y sabía que les encantaría cuando
lo hiciéramos. Cuando Jack estaba gritando ‘tenemos que volver’ y
escribí ‘fundido a negro’, mis ojos estaban húmedos. Estaba dentro,
sentía lo que los personajes sentían, sabiendo que estábamos, por fin,
trabajando hacia un final real. Y, finalmente, por un momento fugaz...
sentí paz”, añadió. Luego vendrían todavía más giros, tantos que incluso llegó a marear. Pero el viaje mereció la pena. Tenemos que volver. Aunque algunos nunca
llegamos a irnos del todo.
Un informe
preliminar del Gobierno regional señala que el 84% del terreno afectado
por el gran incendio forma parte de espacios naturales protegidos.
En el barranco de Los Pajaritos, epicentro del gran incendio que ha arrasado Gran Canaria
esta semana, el paisaje ha cambiado drásticamente en apenas unos días. Aquí, capas de una negra ceniza, donde se hunden los pies, inundan las
laderas donde antes predominaba el verde. Los troncos carbonizados de
los árboles se alzan al cielo como prueba del mayor fuego que ha asolado
la isla desde 2007. "Un monstruo que se ha llevado un patrimonio
natural muy importante, que esperamos que en poco tiempo pueda ser
repoblado. En primer lugar, por la naturaleza de la isla, que es
poderosa; y, en segundo, por el apoyo de todas las instituciones",
afirmó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras sobrevolar la
zona el pasado jueves. Pero, ¿cuál es la dimensión medioambiental de la catástrofe? ¿Qué especies se pueden ver damnificadas? ¿Cuál es la Gran Canaria que han devorado las llamas? El informe preliminar que maneja actualmente el Gobierno autonómico, que
habla de 9.224,67 hectáreas perjudicadas, señala que casi el 84% de ese
terreno forma parte de alguno de los cinco espacios naturales
protegidos que han sufrido el incendio: el Parque Natural de Tamadaba,
los parques rurales de Nublo y Doramas, el monumento natural Montañón
Negro y el paisaje protegido de Las Cumbres. "Del que más se habla es de
Tamadaba porque ha sido el área más afectada", destaca Juli Caujapé,
director del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, ubicado en la
isla. De hecho, el documento en manos del Ejecutivo, elaborado por la
empresa pública Graftan a través de los datos obtenidos del satélite
Copernicus, calcula que el fuego atravesó 3.209 hectáreas de este
enclave. Esa cifra supone el 42% de su superficie total.
"Tamadaba contiene el famoso pinar y otros ecosistemas, como un área
de bosque termo-esclerófilo e, incluso, vegetación rupícola. Fuera de
este, también se han visto afectadas otras zonas de bosque de laurel",
resume Caujapé, que recuerda que solo en el parque natural viven unas
110 especies de plantas terrestres endémicas de Canarias. "La capacidad
de resistencia de los pinos al fuego es alta. Los más adultos, con
cortezas más gruesas, se van a recuperar sin problema. Pero el pinar es
un ecosistema muy complejo, donde viven otras plantas, vertebrados,
invertebrados y otros organismos del suelo. Por ello, ahora tendremos
que valorar qué especies han sido las más afectadas, ver qué especies
emergen (lo esperable es que sean las que ocupaban el ecosistema antes) y
esperar a que la fauna, que pensamos que ha podido huir, regrese",
apostilla.
José María Fernández-Palacios, catedrático de Ecología de la
Universidad de La Laguna, se muestra optimista: "Es cierto que en las
áreas quemadas hay especies endémicas que tienen distribuciones muy
reducidas. Pero todas estas han pasado ya mil incendios. Sería muy
causal que justo este se las vaya a cargar". "Este es el quinto gran
fuego que sufre el pinar en los últimos 83 años”, detalla también el
biólogo Manuel Nogales, delegado en Canarias del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC): "Ahora habrá que valorar sobre el
terreno. Las especies en la isla son muy resilientes, pero en uno de
estos se nos puede ir alguna. Hay que tener mucho cuidado".
3.200 hectáreas de pinar
El informe del Gobierno regional también recoge qué vegetación se ha
visto más perjudicada. Destaca el pinar, que con más de 3.200 hectáreas
representa una tercera parte del terreno afectado; el escobón, un tipo
de arbusto, suma más de 1.400 hectáreas; el tabaibal (1.047); y el jaral
(1.020). Pero el documento no se queda ahí y, a su vez, recalca que 65
especies animales y vegetales protegidas se encuentran presentes dentro
del perímetro de 112 kilómetros de fuego que asoló esta zona del norte
de la isla: entre ellas, la babosa de boina de Machado, el lagarto
gigante de Gran Canaria, el murciélago rabudo y el mirlo canario.
Los expertos consultados apuntan a que en el pinar de Tamadaba habrá
que estar atento también al pinzón azul, una pequeña ave endémica local
amenazada: "Probablemente, habrá podido huir. Porque esta zona no era su
hábitat óptimo, sino que lo es el Pinar de Inagua, que no ha sufrido
los incendios", explica Caujapé, que también pone el punto de mira en
otros espacios dañados: "En cuanto a la zona de bosque lauroide, nos
preocupan las palomas rabiche, que estaba siendo objeto de un proyecto
para introducirla en la isla y que puede haber perdido alguno de sus
hábitats. Aunque las noticias que nos llegan son alentadoras, pues se
han visto ya algunos individuos merodeando en esa zona". La dimensión de este incendio ha conmocionado a la sociedad canaria. Más de 10.000 personas fueron evacuadas de sus hogares mientras veían
como las llamas avanzaban imparables y sin control en la noche del
lunes. "Temimos la pérdida de vidas humanas", ha reconocido el
presidente del archipiélago, Víctor Ángel Torres. "Probablemente no se
trata de una gran tragedia medioambiental, como todos temíamos al
principio. Parece que el fuego ha sido bastante superficial en muchas
zonas. Y eso, junto a la capacidad de regeneración de los sistemas
canarios, puede llamar al optimismo", advierte Caujapé, aunque se
muestra prudente. "Pero, desde luego, hay que ser consciente de que es
un gran impacto ambiental y económico. Son casi 10.000 hectáreas
afectadas. Y algunos sitios serán más recuperables que otros", concluye
Jorge Naranjo, ingeniero de Montes y técnico del Gobierno canario. "En incendios como este, sabemos que las aves resultan muy afectadas.
Las muertes se producen por efectos del humo más que por el fuego
directo en los primeros momentos. Además, en los sucesivos días, los
daños vienen de la falta de agua. Mueren por deshidratación", afirma
Pascual Calabuig, responsable de la recuperación de la fauna en la isla.
Por ello, la Consejería de Transición Ecológica ha hecho un llamamiento
para que las personas que conozcan fuentes y charcas en las zonas
dañadas hagan un "esfuerzo de limpieza" para que las aves dispongan de
espacios para beber. "Esta va a ser la prioridad de los servicios
públicos de protección", aclara el departamento del Gobierno autonómico.
Plácido Domingo
ha disfrutado de muchas ovaciones en su carrera. Pero pocas como la que
recibió este domingo en Salzburgo, donde cantó la ópera Luisa Miller, de Verdi. Era la primera vez que pisaba un escenario desde que el 13 de agosto leyera la noticia de que nueve mujeres le acusaban
de acoso en EE UU. Si había dudas de cómo lo iba a recibir el público
en el festival austriaco, quedaron difuminadas. Fue aclamado. De inicio, generalmente se ofrece un cumplido aplauso de cortesía antes
de cada versión en concierto de las óperas, como estaba programado. Ocurre cuando la orquesta, director y cantantes aparecen ante los focos. Pero al salir Domingo al escenario del Festspielhaus a las 15.00,
fueron muchos los que se pusieron en pie y le regalaron algunos bravos.
No había abierto la boca y ya se notaba que esta función de Luisa Miller, llamada casi a ser un trámite para él en la temporada, se convertiría en algo más electrizante. Los atractivos junto a Domingo eran fuertes. Una generación de
intérpretes en la cumbre de su carrera, como el polaco Piotr Beczala en
el papel de Rodolfo, la soprano georgiana Nino Machaidze, como Luisa
Miller, o los bajo barítonos, John Relyea y Roberto Tagliavini, como
Wurm y Graf Walter completaban el reparto. Dirigía James Conlon y tocaba
la Orquesta Mozarteum local. Nada en la ciudad daba señales de altercado en un espacio
acostumbrado a los escándalos y la fuerte división de opiniones en lo
que toca a la música. Reinaba una tranquilidad gris poblada de turistas. Algunos detalles indicaban que todo seguía igual en esta localidad
nativa de Mozart, como de cuento tirolés. En el restaurante Triangel, un
clásico a mano para el público y las estrellas del festival, Domingo
conservaba su nombre en la carta con el postre que prefiere: tortitas
con mermelada. Hacia las dos de la tarde cayó un chaparrón. Pero la
gente se acercaba a las puertas del teatro más con ánimo de prietas las
filas que de polémica.
Tampoco Salzburgo sirve como un termómetro de la realidad, ni de la
temperatura social. Es un foro de lo más elitista, con sus propias
reglas. Presume de sus intocables. Y Domingo lo sigue siendo desde que
debutara en 1975 con Don Carlo. Llegaba en inferioridad de
condiciones artísticas. Si sus colegas cantaban a las bravas, con pleno
dominio de la situación y en muchos momentos de manera brillante, el
español aparecía en escena con su flecha clavada en el talón de Aquiles.
Ya el primer aplauso, sin que comenzara a sonar la música, se la
arrancó. El acto con que se inicia el título resultó un dechado de
polisemia y dobles sentidos. De las palabras que pronunciaba Miller, el
personaje y padre de la heroína romántica encarnado por Domingo, se
podía sacar punta. Pronto quedó claro que sobre el escenario se
desdoblarían dos espectáculos: los pasajes en los que participaba el
español y la ópera en sí. Seguramente Friedrich Schiller y Salvatore
Cammarano se lo perdonaron. El primero escribió Intriga y amor,
la obra de teatro que sirve de base a la pieza. El segundo fue el autor
del libreto. Un texto plagado de intrigas, venganzas y crímenes
desatados por la pasión que, curiosamente, hizo pronunciar a Domingo lo
siguiente en algunas arias y dúos: “Un matrimonio debe ser de libre
elección”. “A un seductor he acogido en casa. Juro venganza”. “El honor,
mi sagrada posesión, es lo que deseo mantener intacto”. Pocas veces un concepto como el honor, de vocación tan unívoca y
absoluta, desembocó en tantas ambigüedades. Pero los códigos de la tarde
tenían su propia ley. Como el que provocaba que fueran más mujeres que
hombres las que se levantaron de inicio a aplaudir a Plácido Domingo y
las que más bravos le dedicaron. Eso en la representación que el
cantante mantenía en solitario. La que apelaba más a la memoria del
pasado convertida hoy en mito herido que al presente. En la otra, en la ópera en sí, fue Beczala quien compitió en
ovaciones con el madrileño. El tenor acababa de triunfar en el final de
temporada del Liceu con el mismo papel de Rodolfo y en Salzburgo dio
pruebas de ser hoy el artista verdiano con más aptitudes en ese tipo de
tesitura, donde Verdi comenzó a romper lazos con una herencia próxima al
belcantismo para iniciar un camino propio. No ha sido un verano feliz para Plácido Domingo. A las acusaciones
publicadas por la agencia Associated Press, hay que unir otro episodio
familiar previo. Su nuera Samantha Domingo, divorciada de su hijo
Plácido Jr, aseguró en la prensa británica que la Iglesia de la
Cienciología captó a varios miembros de su familia y extorsionó durante
años al tenor. Lo extraartístico parece querer jugar fuerte en esta
etapa final del cantante. Su ventaja es que, como estrella global, puede sacrificar sus cartas
en Norteamérica y centrarse en Europa. El rigor con el que se encaran
los episodios que le afectan allí se juzgan con más benevolencia en el
Viejo Continente. Sus actuaciones en Filadelfia y San Francisco han sido
canceladas. Parece que en este mundo de polarizaciones por doquier, el
Me Too afronta una batalla cultural entre ambas partes que este domingo
benefició al cantante en una de sus plazas fuertes. Y demostró que la
lógica del mundo de la ópera y sus aficionados sigue siendo tan singular
como imprevisible.
Un rol que Plácido Domingo bordó antaño y que hoy se limita a
acompañar desde su otra fase de barítono. Por definirla de alguna
manera. Porque la convención actual en este capítulo respecto a la
carrera del artista es dejar que cante hasta que se canse, sin que lo
que sale de su garganta sea propiamente un tono cien por cien acorde con
el de la cuerda exigida para los papeles. Lo que sí quedó claro ayer es
que, lejos de dañarle, el episodio de las acusaciones, le ha dado un
impulso ajeno a los aspectos artísticos.
Imanol
Arias, Dani Martín, Paz Padilla, El Gran Gwyoming o Aitana Sánchez-Gijón
son algunas de las celebridades que huyen de los destinos mediáticos y
prefieren un verano alejado de los focos.
En Zahara de los Atunes,
una entidad autónoma perteneciente a la localidad gaditana de Barbate,
no hay puerto deportivo, ni grandes y lujosos yates atracados. Tampoco
fiestas multitudinarias o festivales benéficos repletos de famosos que
convoquen a cientos de paparazis cada verano. Playas kilométricas de arena blanca
sustituyen a los campos de golf y polo y, desde hace una década, es el
refugio perfecto para las caras conocidas de este país con gustos más indies que optan por pasar sus veranos en el anonimato, aquellos que prefieren la tabla de surf, los chiringuitos a pie de playa y la ausencia de ruido mediático.
Desde que en 2015 se hiciera público que personajes como el actor estadounidense Richard Gere o la exalcaldesa madrileña Manuela Carmena habían elegido Zahara de los Atunes para esconderse
del mundanal ruido en los meses estivales, esta tierra de almadrabas de
atún, aguas azules y silencio, ha saltado a la actualidad por ser el
enclave donde es habitual cruzarte en verano con artistas como Dani
Martín (exvocalista de El Canto del Loco), Hugo Silva, Imanol Arias,
Pablo Carbonell, Aitana Sánchez-Gijón y Pepón Nieto. También la
presentadora gaditana Paz Padilla, el comunicador El Gran Gwyoming y
otros personajes públicos como los cantantes Lolita, Ana Torroja,
Antonio Carmona y su mujer Mariola Orellana. Un refugio natural en el que se alojan los que huyen del bullicio mediático que pueden ocasionar los tradicionales veraneos de la jet en localidades como la cercana Marbella (Málaga) o Ibiza, en las islas Baleares.
Perteneciente a Barbate, pueblo natal del legendario torero Francisco Rivera Paquirri,
es habitual también encontrar por las playas de Zahara de los Atunes a
su hijo Cayetano junto a su mujer, la presentadora sevillana Eva
González; así como al también torero José Antonio Canales Rivera,
barbateño de nacimiento como su tío. La playa de los Alemanes, con
impresionantes chalés blindados a la vista de cualquier curioso —ahí se
camuflan las mansiones del empresario Javier Merino y el exministro Jaime Mayor Oreja,
por ejemplo—, o la cotizada urbanización Atlanterra, son los enclaves
preferidos por esta constelación de artistas que prefieren aparcar su
condición pública durante los meses de julio y agosto.
Zahara de los Atunes ha sido también el lugar elegido por algunos de
ellos para ampliar sus negocios fuera de la industria artística. Es el
caso de Aitana Sánchez-Gijón y Paz Padilla,
que han despertado su vocación empresarial en la zona con la apertura
de algunos de los chiringuitos de mayor concurrencia de la costa
gaditana. El chiringuito La Gata fue el pionero. Aunque conocido con este nombre ya no existe (cerró sus puertas en
2010), sigue abierto a pie de playa como El Pez Limón, y lo sigue
regentando quien hizo de él un sitio emblemático: Eloy Sánchez Gijón,
el hermano de la actriz Aitana Sánchez Gijón. Mojitos y conciertos de
primer nivel siguen estando presentes en El Pez Limón. Estos recitales,
sin embargo, no suelen programarse: se dan a conocer apenas días antes o
incluso en las horas previas gracias al boca-oído de los veraneantes
mejor informados. Es sitio fijo para El Gran Wyoming o Pablo Carbonell y
su ubicación es también casi un misterio, puesto que no está
señalizado.
Por su parte, Paz Padilla, junto a su hermano, el conocido
carnavalero Luis Padilla, ha abierto también un local a pie de playa. Se
trata del chiringuito La Trompeta Beach, que funciona desde 2017. El exfutbolista y empresario Aitor Ocio
es otro de los vecinos pioneros que descubrió Zahara de los Atunes como
refugio para el alma, pero también como enclave en el que ampliar sus
negocios inmobiliarios. Tanta es la privacidad que ofrece este rincón,
que Ocio ejerce de anfitrión de muchas primeras figuras futbolísticas de
este país. Un caso conocido fue el de la pareja formada por Sergio Ramos y Pilar Rubio,
invitados por Ocio en el verano de 2014, que protagonizaron un sonado
percance en un restaurante de la localidad con una fotógrafa que quiso
captar una imagen de la velada, algo absolutamente inusual en este
entorno.
Pero es que, además del anonimato y del enclave natural privilegiado,
la diversión y el buen yantar —en un estilo mucho menos sofisticado y
más hippy que los tradicionales destinos veraniegos de
famosos—, han ido en aumento en esta zona de la costa gaditana. No en
vano, existe una teoría que defiende que el vocablo cachondeo se acuñó en Zahara de los Atunes. El motivo no es otro que el hecho de que el municipio está bañado por el río Cachón.
Según cuentan los propios habitantes de esta localidad, los
pescadores se reunían en la ribera del río para divertirse una vez
terminaba la jornada. Por allí pasó incluso Miguel de Cervantes, para
conocer el arte milenario de la pesca del atún. Tal y como describe en la novela ejemplar La ilustre fregona
a través de su protagonista, Carriazo: "En fin, en Carriazo vio el
mundo un pícaro virtuoso, limpio, bien criado y más que medianamente
discreto. Pasó por todos los grados de pícaro hasta que se graduó de
maestro en las almadrabas de Zahara, donde es el finibusterre de la
picaresca". Aquel ambiente que se prestaba al juego de azar, a
más de una pelea, y cuando había dinero, a orgías de alcohol y bromas,
es origen de ese término tan andaluz como es el cachondeo.