11 ago 2019
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Las letras canarias pierden al poeta, narrador y ensayista José Carlos Cataño
José Carlos Cataño, en una imagen de 2017 en Espacio Cultural S/T, en la capital grancanaria.
JAVIER BETANCOR
El escritor, que falleció ayer en Barcelona a los 64 años, comenzó sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, aunque se licenció en Filología Románica en la Universidad de Barcelona, también desarrolló una gran labor ensayística en torno al arte y la poesía que recopiló en su libro Aurora y Exilio, en el que volcó sus textos escritos entre los años 1980 y 2006.
Cuando presentó aquel volumen confesó que era la huella de una escritura poética que no dejó de merodear en torno a la figura interiorizada de la insularidad.
Aquellos "ejercicios de exilio", como calificó el propio Cataño, fueron recuperados en aquella obra que algunos definieron como la segunda entrega de Escritos (1994).
Cataño, que vivió algunos periodos Marruecos, Israel y Martinica hasta que regresó a Barcelona en 1977, colaboró de forma habitual con diversas publicaciones internacionales Atlántica Internacional de las Artes, Clarín, Gaceta del FCE, Ínsula y Letras Libres.
Académico honorario
El poeta lagunero, que fue nombrado en 2009 académico honorario de la Academia Canaria de La Lengua, también escribió alguna novela, como El exterminio de la luz, con la que obtuvo en 1974 el Premio de Edición Benito Pérez Armas de Novela.
Ofreció un discurso que tituló La rosa sumergida en el que intentó, "establecer una cartografía espiritual y geográfica de La laguna, mi ciudad de nacimiento.
A través de la rosa de los vientos trazaré un recorrido por mi infancia y mi juventud.
Mis inicios en la literatura están cartografiados por una serie de puntos de La Laguna. Juego con el término de la rosa sumergida, que estando sumergida en mi vida sale otra vez a flote precisamente hoy con mi ingreso en la Real Academia de La Lengua".
Su producción literaria cuenta con títulos como J ules Rock (1973), Disparos en el paraíso (1982), Muerte sin ahí (1986), El cónsul del mar del Norte (1990), A las islas vacías (1997), En tregua (2001), El amor lejano y Desdende (2007).
También hay que señalar su Obra poética (1975-2007), editada por Pretextos, en el que se destaca su fuerza poética, que se "imprime mediante una natividad que es un frotamiento de la lengua en el agua.
De modo que escribir no será plegarse a la ley de un territorio, sino turbarse en el estallido del volcán.
A partir de allí, Cataño trama una poética del archipiélago, a partir de su propia biografía de escritor canario de expresión castellana. Una historia de postergación y colonización sensible al desvío, a su fragilidad, una historia que reagrupa lo aislado limando el espesor continental".
También hay que señalar La vida figurada (2008-2009), publicada por la editorial Renacimiento en 2017, Los que cruzan el mar, con Pre-Textos, El cónsul del mar del Norte (1990), con el que fue finalista del Premio Nacional de Poesía de 1991 y Lugares que fueron tu nombre (2008), entre otros títulos.
Este poeta, narrador y ensayista también fue un buen dibujante, algunas de cuyas obras ilustran sus poesías y otros escritos en los que late el irrenunciable origen canario que defendió.
También hay que señalar La vida figurada (2008-2009), publicada por la editorial Renacimiento en 2017, Los que cruzan el mar, con Pre-Textos, El cónsul del mar del Norte (1990), con el que fue finalista del Premio Nacional de Poesía de 1991 y Lugares que fueron tu nombre (2008), entre otros títulos.
Este poeta, narrador y ensayista también fue un buen dibujante, algunas de cuyas obras ilustran sus poesías y otros escritos en los que late el irrenunciable origen canario que defendió.
Canarias, escala de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano
Las 5 naves de la flota se abastecieron de leña, agua y víveres en las Islas - Habían zarpado 16 días antes de Sevilla con casi 300 hombres.
Réplica de la nao 'Victoria', con la que Magallanes y Elcano dieron la primera vuelta al mundo.
Tal día como ayer, un 10 de agosto de 1519, zarparon del puerto de Las Muelas (Sevilla) cinco naves con 265 hombres al mando del portugués Fernando de Magallanes, con Juan Sebastián Elcano de lugarteniente o maestre (Guetaria 1476-océano Pacífico 1526).
La aventura fue avalada por el rey Carlos I con el objetivo de alcanzar las Molucas por el oeste, y no por el este como lo habían hecho ya antes los portugueses.
El interés de la singladura era puramente crematístico.
Dominar el Archipiélago de las especias, valoradas como el oro vegetal de la época y codiciadas por las potencias de entonces en una atmósfera de dura rivalidad, particularmente entre España y Portugal.
Tras el asesinato de Magallanes en un enfrentamiento con los aguerridos nativos de las Marianas, en el Pacífico, Juan Sebastián Elcano se convertiría en el jefe de la expedición marítima.
La peripecia marinera, de la que ayer se cumplieron 500 años de su inicio, concluyó tres años después arribando al puerto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
Solo la nao Victoria, con 18 hombres, consiguió regresar y culminar la primera vuelta al mundo al mando de Elcano.
Las otras cuatro sufrieron diversos avatares e infortunios que les impidió seguir.
En esta ocasión, una vez más Canarias, como antes había sucedido con el descubrimiento de un Nuevo Mundo por Colón, y siglos después con la llegada del primer hombre a la Luna, jugó su baza de enclave estratégico trascendental para el éxito de un reto de dimensión universal.
La flota liderada por Magallanes, primero, y por Elcano más tarde, hizo escala en Canarias a la ida (dieciséis días después de salir de Sevilla) .
A la vuelta se acercaría sólo la única nave que superó todas las vicisitudes, la Victoria, según cuenta el italiano Francesco Antonio Pigafetta, autor del diario de abordo.
Informa que las naves se aprovisionaron aquí de leña, agua y víveres. No obstante, el relator de la histórica travesía denota en su escrito limitados o confusos conocimientos de la geografía canaria.
La mayoría de los historiadores coinciden en atribuir a la obstinación o tenacidad, valor y audacia de Juan Sebastián Elcano la circunnavegación que hizo con sus hombres para cerrar la primera vuelta al mundo por mar.
Muerto Magallanes ordenó a las dos naves que le quedaban que persistieran rumbo al oeste y "no desandar lo andado" para volver a España.
Así pudo avistar luego su objetivo, las Molucas, para cargar de clavo y otras especias sus bodegas, y emprender con urgencia el regreso, tras conocer que los portugueses le buscaban para abortar su regreso.
Su intuición y pericia como marinero vasco avezado en el bravo Cantábrico de su Guetaria natal le ayudaron a sortear el peligro luso y otras adversidades para terminar arribando a España el 6 de septiembre de 1522.
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