La reina Letizia parece decidida a acallar a quien ponga en duda su relación con su suegra. Este verano las salidas de ambas,
acompañadas de la princesa Leonor y la infanta Sofía, se suceden sin
parar. Tanto que hasta en la noche del domingo no se vio al Rey junto a
su madre. Para entonces ya había tres reportajes de las dos reinas por
la isla. Palma fue el escenario en la Semana Santa de 2018 del rifirrafe
de doña Letizia con doña Sofía, cuando intentó evitar una foto a la
salida de la Misa de Pascua. Entonces salió a la luz el estado de la
relación entre ambas. La madre de Felipe VI se ha quejado en pequeños círculos de lo poco que coincide con sus nietas. Don Felipe ha sido quien ha intentado siempre unir. Hasta que fue Rey se ocupaba personalmente de llevar a sus hijas a
visitar los viernes a don Juan Carlos, quien tampoco tiene mucho trato
con Leonor y Sofía. El relevo en la Corona en 2014
estableció otro cambio de poder dentro de la Familia Real. Doña
Letizia, una vez más, quiso marcar su territorio; dejó claro que ella
era quien poseía a partir de ese momento el mando. Fuentes conocedoras
de esta nueva situación aseguran que la Reina no quería sentirse
"humillada" como doña Sofía por don Juan Carlos
La reina Letizia parece decidida a acallar a quien ponga en duda su relación con su suegra. Este verano las salidas de ambas,
acompañadas de la princesa Leonor y la infanta Sofía, se suceden sin
parar. Tanto que hasta en la noche del domingo no se vio al Rey junto a
su madre. Para entonces ya había tres reportajes de las dos reinas por
la isla. Palma fue el escenario en la Semana Santa de 2018 del rifirrafe
de doña Letizia con doña Sofía, cuando intentó evitar una foto a la
salida de la Misa de Pascua. Entonces salió a la luz el estado de la
relación entre ambas. La madre de Felipe VI se ha quejado en pequeños círculos de lo poco que coincide con sus nietas. Don Felipe ha sido quien ha intentado siempre unir. Hasta que fue Rey se ocupaba personalmente de llevar a sus hijas a
visitar los viernes a don Juan Carlos, quien tampoco tiene mucho trato
con Leonor y Sofía. El relevo en la Corona en 2014
estableció otro cambio de poder dentro de la Familia Real. Doña
Letizia, una vez más, quiso marcar su territorio; dejó claro que ella
era quien poseía a partir de ese momento el mando. Fuentes conocedoras
de esta nueva situación aseguran que la Reina no quería sentirse
"humillada" como doña Sofía por don Juan Carlos Además, desde la proclamación de Felipe VI, el propio aparato de la
Casa del Rey tomó la decisión de apartar de la agenda oficial a los
reyes Juan Carlos y Sofía, dejando todo el espacio a los nuevos
monarcas.
En cambio, de cara al exterior, la relación entre las dos reinas siempre ha sido buena,
sobre todo por la profesionalidad con que doña Sofía ejerce su papel. Pero en palacio el deterioro en las relaciones entre ambas ha sido
evidente. Hay dos familias, la real que aparece en las fotos y la
doméstica.
Para acabar con esta imagen se han organizado este año varias
actividades en Palma. Nada más llegar a la isla, la reina Letizia se
marchó al cine con doña Sofía, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Se
dejaron ver por las calles de la ciudad mientras se dirigían a ver El rey León.
Al día siguiente de nuevo las cuatro se marcharon al ballet —Leonor y
Sofía son dos grandes aficionadas a esta actividad, que además
practican— y el domingo por la mañana visitaron un mercadillo en
Pollensa. Por si no fuera poco, por la noche, poco después del posado en
los jardines de Marivent, los Reyes y sus hijas recogieron a doña Sofía
para salir todos juntos a cenar a un restaurante de Palma.
En todas las imágenes que hay de estas actividades se ve a doña Sofía
en el centro de la escena con sus nietas, una a cada lado, con doña
Letizia siempre a un lado cediendo el protagonismo a su suegra. La Reina
emérita siempre sonriente da la mano a las niñas. La campaña de doña Letizia también se extiende a su relación con la
isla. El domingo al ser preguntada por su estancia respondió: "Cada año
mejor". Una afirmación que está muy lejos de aquella realizada por la
entonces princesa que aseguró que las vacaciones en Palma eran todo
menos vacaciones, por la atención mediática que recibían y por las
actividades oficiales.
En aquel
viaje iniciático en busca de un escritor, en mi caso no era Truman
Capote ni Scott Fitzgerald ni J. D. Salinger, sino esa periodista que
había estado en la Guerra Civil.
ANA BOTELLA TIENE amigos (y amigas, limitaciones del genérico) en
todas partes, incluido el Tribunal de Cuentas del Reino, caracterizado
por la endogamia. Hablamos de un establecimiento del Estado que sale
poco en los papeles, generalmente para mal, y cuya tarea consiste en
fiscalizar las cuentas del sector público. En esta ocasión ha sido
noticia por echar una mano a Ana Botella, condenada por vender pisos de protección social a un fondo buitre cuando era alcaldesa de facto de la capital. Decimos “de facto” porque jamás se presentó a las elecciones (no habría salido), aunque era íntima de Ruiz-Gallardón, que la colocó astutamente de vicealcaldesa antes de dimitir
para darle el capricho de mandar. Otro ejemplo de la importancia de las
relaciones sociales si se pretende llegar a algo en la vida. Se le ocurre a uno que el Ayuntamiento de Madrid debería recurrir la
sentencia absolutoria del Tribunal de Cuentas, ya que afecta
directamente a su patrimonio y en consecuencia al del contribuyente,
pero da la casualidad de que también en la nueva corporación, compuesta
por militantes del PP, Ciudadanos y Vox, dispone Botella de
poderosísimas influencias. Pierdan toda esperanza, pues, las familias a
las que la operación urbanística dejó en la calle. Cuando se está
blindado, se está blindado, asunto este, el del blindaje, al que la
gente humilde no presta la atención debida (por eso la cárcel está llena
de pobres). Lo que Botella exprime entre sus manos, como si le
intentara sacar todo el jugo afectivo, es un abrigo, pobre, que no tiene
la culpa de nada.
¿Sabemos quiénes son nuestros padres? Durante el último cuarto del siglo
XX, este pediatra madrileño, de 88 años, se propuso defender ante la
comunidad científica la necesidad de hacer realidad el sueño de un
documento nacional de identidad infantil que evitara los cambios de
niños. Le llevó casi dos décadas que se aprobara su invento, pero la ONU
acabó reconociendo en 1989 la Convención para los Derechos del Niño.
UNA DENUNCIA suya provocó que la ONU incluyera, en una de sus
convenciones de 1989, el derecho del niño a la identificación y lo
firmaron todos los países, con la excepción de Estados Unidos y Somalia. Antonio Garrido-Lestache,
artífice del DNI para los recién nacidos por dactiloscopia, denuncia,
décadas después de su aprobación, “disfunciones en su uso” o casos en
los que “directamente no se aplica”. La huella del bebé tomada en la
clínica junto con la de la madre en el momento del nacimiento por
personas preparadas evitaría no solo cambios y robos de niños en los
hospitales de nuestro país, sino que ayudaría a identificar a otros en
situaciones desesperadas, especialmente cuando se producen crisis
humanitarias como la de los 10.000 pequeños que, según datos de Unicef,
han desaparecido en las fronteras europeas sin dejar rastro como
consecuencia de la crisis de refugiados que vive Europa.
Viene de una saga familiar de pediatras y cirujanos infantiles,
aunque ninguno de sus cinco hijos se ha dedicado a la medicina. Fue jefe
del Servicio de Recién Nacidos y Prematuros de la Maternidad Municipal
de Madrid, pediatra en su consulta del barrio madrileño de Salamanca
durante 60 años y autor de varios libros relacionados con su
especialidad médica, como los partos de las reinas y la picaresca en
torno a la identificación de sus vástagos o los casos de suplantación de
personalidad. A sus 88 años, Antonio Garrido-Lestache sigue en activo.
Escribe poesía y atiende por teléfono las llamadas de preocupación de
las familias que requieren su ayuda o recorre las calles de la ciudad
para reconocer a un niño con fiebre. Ha cruzado esa frontera en la que
algunos de sus pacientes, convertidos ya en adultos, además de
consultarle sobre un problema de salud, se preocupan más por la suya. “Yo estoy muy bien”, dice al recibirnos en su casa del barrio de La
Moraleja, un chalet con un amplio jardín, rodeado de frutales, y una
piscina con barreras para proteger el baño de sus nietos. Entre 1940 y 1990, más de 400 niños fueron entregados en
adopciones ilegales a padres que no eran los que los concibieron. Y hace
unos meses se celebró en la Audiencia Provincial de Madrid el primer juicio de niños robados. ¿Hasta cuándo seguirá habiendo cambios de niños? Puede ocurrir cada día si no se identifican al nacer correctamente. Una
solución para evitarlo consistiría en tomar las huellas dactilares del
bebé junto a las de su madre y plasmarlas en un documento conjunto. Habría que hacerlo además delante de una persona que sea de la familia y
que se verifique al salir del hospital. Hablamos de errores involuntarios, cuyos fallos cambian la vida de las personas. Sin embargo, en los casos de niños entregados en adopciones ilegales muchos se produjeron en los años de posguerra,
con un país devastado, lleno de huérfanos desamparados y viudas. En ese
contexto, completamente diferente del de los años noventa del siglo
pasado, las monjas asumieron esa obligación de entregarlos a familias
que querían ocuparse de ellos, algo que entonces parecía normal, pero
luego se descubrió que no había control en la salida de los niños y que
hubo muchas irregularidades.
Durante el último cuarto del siglo XX defendió ante la
comunidad científica la necesidad de hacer realidad el sueño de un
documento nacional de identidad infantil. ¿Cómo consiguió plasmar la
huella digital del recién nacido? Después de varios años de
pruebas, con ayuda de tinta especial, papel adecuado, lupa de seis a
ocho aumentos y un minucioso estudio pediátrico. ¿Cómo lo logras? Volviendo al niño hacia abajo de manera que extiende la mano casi de
forma natural, lo que facilita que se plasmen las huellas dactilares. Esto que parece fácil no era una tarea sencilla hasta hace relativamente
poco tiempo. Logré la primera impresión dactilar de un recién nacido en
1990. A continuación, divulgué por España y el resto del mundo la
viabilidad del DNI infantil, al tiempo que denunciaba en la ONU el
desamparo del niño en el registro e identificación. Una resolución de la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobó, el
20 de noviembre de 1989, la Convención de los Derechos del Niño. Entró en vigor el 2 de septiembre de 1990 y fue ratificado por el Congreso de los Diputados en enero de 1991, por lo que se convirtió en ley interna del Estado español. Yo solo aporté la herramienta. Las huellas dactilares se forman a los
120 días de vida intrauterina y persisten hasta la desintegración de los
tejidos. La aplicación de su descubrimiento causó cierta oposición en los
hospitales de la Seguridad Social y en los privados. ¿Cuál cree que fue
el motivo del rechazo? Desconozco los motivos pero no las
consecuencias. Si miramos en la historia encontramos cierta tendencia al
inmovilismo entre la clase médica y política, lo que provocó retrasos
enormes de grandes innovaciones. Ramón y Cajal, todo un premio Nobel,
se tuvo que pagar su propio microscopio. El médico húngaro Ignaz
Semmelweis pidió que los médicos se lavaran las manos antes de una
intervención para combatir la fiebre puerperal que provocaba en el siglo
XIX la muerte de muchas parturientas, pero sus observaciones entraron en conflicto con la
opinión médica establecida en su tiempo y sus ideas fueron rechazadas. Sus recomendaciones solo fueron aceptadas después de su muerte.
O el caso de Fleming, inventor de la penicilina en 1928, el antibiótico
más usado en el mundo, cuyo uso se extendió a partir de 1942, cuando la
industria farmacéutica estadounidense empezó a producirla en masa y fue
clave para el tratamiento de heridos durante la II Guerra Mundial. Y
otro tanto con el médico militar Fidel Pagés, el facultativo que inventó
la anestesia epidural en 1920 y cuya aplicación fue muy posterior. Bueno [se ríe burlón], a mí me costó más de 20 años.