Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 jul 2019

Isabelle Hupert....un cierto aire a .....








A Jaime de Marichalar se le calumnió, según afirma su hermano Álvaro

El excuñado aventurero de la infanta Elena dice que hubo muchos que no supieron comportarse humanamente con su hermano cuando sufrió un ictus en 2001.

Jaime de Marichalar en París, el pasado marzo.
Jaime de Marichalar en París, el pasado marzo. GTRES
Los fantasmas familiares siempre vuelven y así lo corroboran las declaraciones que Álvaro de Marichalar, el hermano aventurero de la exfamilia política de la infanta Elena, ha realizado a la revista ¡Hola! este miércoles sobre su hermano Jaime.
 "Cuando mi hermano Jaime", afirma el deportista, "sufrió un ictus, se le calumnió intentando fusilar su honorabilidad. 
Lejos de conseguirlo, él se llenó de fuerza, combatió heroicamente su enfermedad y venció a todo y a todos dándonos un ejemplo imbatible y poniendo en triste evidencia a todos aquellos que no supieron comportarse humanamente, educadamente, dignamente y noblemente", manifiesta a la publicación.
Estas palabras se refieren a los rumores y ríos de tinta que corrieron sobre las posibles causas que provocaron la esquemia cerebral que sufrió Jaime de Marichalar el 22 de diciembre de 2001.
 El que era todavía marido de la infanta Elena tenía en aquel momento 38 años y el accidente vascular sucedió mientras se encontraba haciendo deporte en el gimnasio madrileño al que acudía puntualmente.
 Se trata de una afección que normalmente afecta a personas de mayor edad y que a él, una vez salió del hospital le provocó dificultades para hablar y andar, de las que se ha ido recuperando progresivamente.



Durante la entrevista también le preguntan si considera que la prensa ha sido injusta con su hermano y su respuesta deja entrever un sí rotundo:
 "Alguna prensa –demasiada en mi opinión– es injusta y agresiva con las personas que no nos sometemos a la dictadura de lo políticamente correcto.
 Jaime representa, como toda nuestra familia, unos principios y actitudes que molestan a quienes no los pueden ejercer por carecer del compromiso y valor necesarios".
Jaime de Marichalar y la Infanta Elena en Segovia en 2004.

Jaime de Marichalar y la Infanta Elena en Segovia en 2004. GTRES
 
Álvaro de Marichalar también defiende que a su hermano –situado en el foco mediático desde que contrajo matrimonio con la infanta Elena el 18 de marzo de 1995 en la catedral de Sevilla– se le ridiculizó en algunas ocasiones por ser un adelantado a su tiempo: 
"Ha sido pionero", explica. "Cuando iba en patinete, algunos se reían.
 Ahora todos van en patinete por Barcelona o Madrid. Cuando hablaba por teléfono con manos libres, todos le miraban.
 Ahora todos hablan con manos libres. Tiene una sensibilidad estética que admiran y copian muchas personas, pero siempre hay quien lo intenta denigrar desde la cobarde difamación".
  
Marichalar opina que estas agresiones verbales también afectan a su sobrino Felipe, el nieto mayor de los reyes eméritos, don Juan Carlos y doña Sofía: 
"Es muy buena persona. Está forjando principios sólidos y convicciones fuertes.
Creciendo rápido y manifestando libremente su impresionante personalidad.
 Como nosotros y tantas otras personas, sufre las injustas y cobardes agresiones de algunos medios de comunicación que manipulan su realidad inventando lo que les conviene en cada momento", dice de él su tío.

Victoria, la hija menor de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, también pasa por la lupa del tío más mediático de su familia paterna: 
"Es muy original, muy elegante, muy en su sitio y con mucha responsabilidad. La veo idéntica a mi madre", afirma en referencia a María Concepción Sáenz de Tejada, condesa de Ripalda. 
Tiene su mismo porte, su elegancia, su cuello, su ademán y sus gestos de buena persona.
 En mi opinión no hay nada más elegante que ser buena persona y Victoria es muy elegante".
 
Álvaro de Marichalar en Barcelona en junio del pasado año.
Álvaro de Marichalar en Barcelona en junio del pasado año. GTRES
Todas estas declaraciones las realiza Álvaro de Marichalar en un reportaje realizado en su ático del barrio de Salamanca de Madrid con motivo del inicio de su próxima aventura en la que realizará la misma travesía en barco que hace 500 años hizo la expedición organizada por Carlos I.
 Un viaje que supuso la primera circunnavegación del planeta y que ayudó a demostrar que el mundo es redondo. 
Un recorrido que Marichalar aprovechará para mostrar cómo están los océanos 500 años después de aquel viaje y los problemas que les afectan a causa de las actividades humanas.
 
 
 

 

Cinco agujeros de la teoría oficial sobre los crímenes de Charles Manson

Tras más de 20 años investigando, el periodista Tom O’Neill publica un libro que desmonta varios puntos y lugares comunes sobre los asesinatos que conmovieron a EE UU en 1969.

   

Charles Manson es escoltado al juzgado, en 1969. En vídeo, siete respuestas que definen a Charles Manson.
La noche del sábado 9 de agosto de 1969 algo cambió para siempre en la sociedad estadounidense.
 Los asesinatos perpetrados por los secuaces de Charles Manson en el 10050 de Cielo Drive (Los Ángeles) que acabaron de manera salvaje con la vida Sharon Tate y el bebé que llevaba en su vientre, Abigail Ann Folger, Wojciech Frykowski, Steven Earl Parent y Jay Sebring —completados la noche siguiente con la macabra muerte de Leno y Rosemary Labianca— perduran en la memoria colectiva y siguen creando teorías y motivando cientos de publicaciones. 
Ahora que se acerca el 50 aniversario llega este 18 de julio a España Manson. La historia real (Tom O'Neill, Roca) un libro que parte con la misión suicida de rebatir la tesis oficial, establecida en el juicio por el fiscal Vincent Bugliosi y después remachada en el true crime más famoso y vendido de la historia, Helter Skelter (Contra), elaborado por el propio fiscal y el escritor Curt Gentry.
Si estos crímenes nos siguen fascinando, como bien decía el escritor Kiko Amat, no es porque sean los más brutales, ni los que más víctimas causaron, que no lo fueron, sino porque son raros, muy raros, y algunas de las explicaciones son insuficientes. 
Fruto de 20 años de investigación, el libro de Tom O'Neill no entra en teorías conspiranoicas y, como le pasa a cualquiera que se haya visto inmerso en este relato de horror, es incapaz de llegar a conclusiones definitivas. 
No esperen sorpresas ni teorías de la conspiración. 
Sí un detallado inventario de manipulaciones, contradicciones y fallos de la investigación y el posterior proceso contra la Familia.
O'Neill cree que hay un problema esencial con la narración monumental que es y no deja de ser Helter Skelter: obvia personajes, líneas de investigación, testigos… Lo que sigue es una recapitulación de los mayores agujeros detectados por el autor de Manson. La historia real.

¿Quién era Terry Melcher y por qué no fue interrogado?

Melcher era un famoso productor de música, hijo de Doris Day, que tuvo una relación amistosa con Manson -el grado depende de quién lo cuente- al que promete un contrato para producir un disco y luego pasa de él.
 Manson conoció a Melcher a través de Dennis Wilson, batería de The Beach Boys y adepto de la Familia, que llegó a dejar vivir en su mansión a Susan Atkins, Tex Watson, Patricia Krenwinkel, Linda Kasabian y Leslie Van Houten y compañía. Hasta ahí, la historia conocida. 
Ahora bien, desde el entorno del grupo californiano se alertó a la policía poco después de los crímenes de la presunta implicación de Manson y los suyos y el productor, John Sparksy, y el jefe de gira, Steve Despar, corroboran en sendas entrevistas con O’Neill que ,tras los asesinatos, Wilson se convirtió en un paria en el mundo de la música por su relación con Manson.
 Entonces ¿Por qué no se investigó desde el principio esta línea? ¿Por qué no se los detuvo hasta meses después? Melcher nunca fue llamado a testificar y no es uno de los personajes de Helter Skelter. Cuando O’Neill contacta con él para entrevistarlo, este suelta:
 “Se supone que Vince [Bugliosi] tenía que ocuparse de esto y ahora resurge todo”.
O’Neill habla con Bugliosi varias veces a lo largo de la elaboración del libro.
 En esas conversaciones este lo amenaza y trata de amedrentarlo. 
 El fiscal, fallecido en 2015, era conocido por su carácter altanero, su beligerancia y su inmenso ego. O’Neill tiene, además, tres testigos que sitúan a Melcher en el rancho de Spahn, un lugar abandonado donde vivía la Familia, al menos tres veces tras los asesinatos, algo que la versión oficial niega.
 ¿Por qué se prescindió del testimonio de alguien tan cercano a Manson?

Por qué se obvió la relación con otros crímenes?

La teoría de Bugliosi era muy clara: Charles Manson controlaba al resto de miembros de la Familia y los manipulaba mediante el uso masivo de drogas, especialmente LSD, muy en boga en la época. Para poder condenarlo por conspiración para asesinar, el fiscal necesitaba que esto quedara claro y que la sociedad viera a un hippy manipulador y violento -enloquecido con la idea de desatar una guerra racial haciendo creer que las muertes eran obra de los Panteras Negras- que ordena matar sin piedad.
 Los asesinatos de Labianca del día siguiente tenían explicación en el contexto de esta locura generalizada y peligrosa. 
Si había habido antes otros, estos tenían que quedar fuera del marco.
Y ahí es donde entra en juego Gary Allen Hinmann, un profesor de UCLA y gurú budista al que Manson y los suyos frecuentaban.
 Un grupo de miembros de la Familia lo torturó con el objetivo de que les dijera dónde estaban los 21.000 dólares que en teoría había recibido como herencia. 
Al final, fue asesinado tras cortarle una oreja con una espada. 
En las paredes pintaron con su sangre dos palabras “Political Piggy”. ¿Les suena? Es casi lo mismo que pintaron en Cielo Drive unos días después ("Pig"). 
El acusado formal por el asesinato, Bobby Beausoleil, hizo una llamada al rancho de la Familia en la que sugería que tenían que ayudarlo a salir.
 Es arriesgado afirmar que la masacre de la casa Roman Polanski (que estaba de viaje) fue solo una maniobra para demostrar que Beausoleil no era responsable de la muerte de Hinmann pero, entonces.
 ¿Por qué la investigación oficial obvió la sugerencia de Charlie Guenther -uno de los mejores agentes del Departamento del Sheriff de Los Ángeles, que resolvió entre otros el caso Cotton Club- de establecer una relación entre ambos asesinatos?
 Además, Stephen Kay, de la oficina del fiscal en aquella época, reconoce ante la grabadora de O’Neill que recibió órdenes durante el juicio de no relacionar un caso con otro.

Charles Manson es escoltado al juzgado, en 1969. En vídeo, siete respuestas que definen a Charles Manson.

¿Estuvo Manson en Cielo Drive?

De izquierda a derecha, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten, durante el juicio por asesinato en marzo de 1971.
De izquierda a derecha, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten, durante el juicio por asesinato en marzo de 1971.
Aquí no se trata de que Manson diga que sí, no era para nada fiable, sino de que haya pruebas de que la escena del crimen no se conservó bien, que hubo alteraciones. ¿Imprudencia policial en un escenario convertido en circo? Puede ser.
 Pero entonces hay que explicar por qué el cadáver de Tate tenía síntomas de haber sido movido y había en la alfombra manchas de sangre de la actriz- en las cantidades que se dan cuando un cuerpo yace tras ser acuchillado- muy lejos de donde encontraron el cadáver.
 ¿Alguién los movió? La fiscalía negó esa posibilidad. 
 Más todavía. 
Hay unas gafas que Manson asegura que dejó para despistar a la policía cuando fue a ver que habían hecho “sus niños”. 
En otra muestra de su afán por probar cada teoría con un testimonio, O’ Neill consigue la confirmación del agente del SIS, una unidad especial de la policía, que las encontró y las presentó como prueba al comprobar que no eran de ninguna de las víctimas. ¿Por qué nunca fueron tenidas en cuenta?
 Otra pregunta que queda en el aire.

¿Era Manson un confidente? o ¿por qué no fue detenido tras violar repetidamente la condicional?

En este caso se evidencia mejor que en ningún otro la locura que encierra todo este asunto.
 La idea de que pudiera ser un infiltrado de la policía en grupos izquierdistas dentro de la estrategia de las fuerzas de seguridad para destruirlos tiene tantos detractores como gente a favor. Pero vayamos a los hechos.
 Dice O’Neill: “Manson forma la Familia ante las mismas narices de sus supervisores federales.
 A partir de entonces, tanto el Gobierno federal como las fuerzas policiales fueron alejándose cada vez más del grupo mientras sus miembros infringían la ley de la manera más descarada”.
 Manson, que a los 30 años había pasado casi media vida en instituciones federales, violó la libertad condicional decenas de veces. 
Su agente de la condicional, Roger Smith, no solo le permitía abandonar el Estado, sino que además enviaba informes al juez sobre la buena actitud del sujeto. Informes que O’Neill consigue.
Susan Atkins, detenida en 1969.
Susan Atkins, detenida en 1969.
Lo que sigue hay que leerlo varias veces para dar crédito. 
 Pocos días después de los asesinatos, el 16 de agosto, la oficina del Sheriff de Los Ángeles -un monstruo con miles de agentes y una jurisdicción enorme- organizó una operación especial de gran magnitud para entrar en el rancho de la Familia, donde fueron detenidos 27 adultos acusados de diversos crímenes (nada que ver con los asesinatos que ya habían cometido algunos de ellos).
Manson tenía en su poder cuatro tarjetas robadas, coches que no eran suyos, un arsenal, grandes cantidades de estupefacientes y varias menores fugadas de sus hogares.
 Tanto él como sus seguidores fueron liberados poco después. Según el fiscal Bugliosi, por un defecto de forma en la orden de registro dado que la fecha estaba mal (se consignó un 13). 
Sin embargo, O’Neill prueba, con el aval de varios expertos, que las órdenes tienen una validez de 10 días, con lo que era perfectamente legal.
 El 24 de agosto fue detenido de nuevo por incitar a delinquir a una menor con la que se acababa de acostar y junto a la que consumió drogas.
 Fue liberado.
 El 26 de agosto se dictó otra orden de registro por haber sido sorprendido de nuevo con drogas y una menor.
 Los agentes no llegaron ni a ponerla en marcha. 
Ninguno de los policías entrevistados por O’Neill se explica por qué. 
No hay tampoco una línea dedicada a esto en Helter Skelter.
Puede que Manson no fuera alguien que estuviera trabajando para la amplia gama de agencias de las fuerzas de seguridad de EE UU, pero entonces se cometieron con él enormes negligencias que costaron vidas.


¿Jugó algún papel la CIA en todo esto?

O’ Neill reconoce en Manson. La historia real, que cuando encontró conexiones entre este tema y el espionaje estadounidense, la emoción y el miedo le abrumaron por igual.
 Miedo no por la CIA, sino por dónde le estaba llevando este camino, un proceso que le obligó a aplazar varias veces la entrega del manuscrito y a incumplir su contrato con Penguin.
 Así que merece la pena echar un vistazo. En su versión original, el libro se llama Chaos, como el programa implantado por la CIA en 1967 para socavar y destruir los movimientos de izquierdas mediante la infiltración de agentes en el movimiento contracultural o los Panteras Negras.
 Por sus principios fundacionales, la CIA no puede actuar en territorio estadounidense, salvo en condiciones muy especiales, pero durante la Guerra Fría todo valía.

Una de las obsesiones de la Agencia era encontrar la manera de manipular el cerebro de la gente mediante el uso de drogas.
 Y ahí el precursor, el genio, era Jolly West, creador del proyecto Mkultra.
 West frecuentaba la Clínica Gratuita Haight Ashbury, un programa alternativo montado por un médico de izquierdas para atender a gente sin recursos y por donde Manson y su gente estuvieron pasando un año (sobre todo porque había LSD en cantidad). Vinculados con la clínica estaban David Smith y Roger Smith (sí, el agente de la condicional de Manson) que publicaron sendos artículos en Life sobre el control mental gracias al LSD y otras drogas. 
En Helter Skelter Bugliosi entrecomilla fragmentos de estos artículos que hace pasar por declaraciones que nunca se produjeron, puesto que ni los entrevistó para el libro ni los subió al estrado. 

¿Por qué no quiso que hablaran ante el juez dos de los expertos que sustentaban la tesis oficial, es decir, que Manson controlaba la mente de sus seguidores mediante las drogas? 
Dice el fiscal: “La cuestión más desconcertante de todas era cómo Manson había transformado sus dóciles adeptos en asesinos impenitentes.
 Además del LSD, el sexo, el aislamiento, la privación del sueño o el abandono social, tenía que haber alguna cualidad intangible... tal vez, algo que aprendió de otros”.
 “Algo que aprendió de otros” viene a ser como el “solo o en compañía de otros” de la sentencia contra Rafael Escobedo en el caso de los marqueses de Urquijo. 
 
Dudas y zonas oscuras, en definitiva, en una reconstrucción que pone los pelos de punta y que va la raíz incomprensible de lo oscuro. Dice O’Neill: “La plena dimensión del mal no está en lo que sabemos de Manson. Está en lo que no sabemos".

Isabelle Huppert: “El cine no me da ni frío ni calor”

La interprete lleva a Barcelona la obra ‘Mary Said What She Said’.

 

 
La actriz Isabelle Huppert, durante la obra de teatro 'Mary said what she said'.
La actriz Isabelle Huppert, durante la obra de teatro 'Mary said what she said'.
Jovial, mustia, estridente, sosegada, bella, monstruosa, arrogante, humilde, niña y anciana. 
En la hora y media de duración de su nuevo espectáculo teatral, Isabelle Huppert (París, 1953) muestra todas las aristas de su personaje, nada menos que María Estuardo, que parecen solaparse con las de la actriz que le presta su rostro. Huppert interpreta a la decapitada reina de Escocia en Mary Said What She Said, que llegará al Grec de Barcelona los días 21 y 22 de julio, tras convertirse en uno de los platos fuertes de la temporada en París, donde las representaciones acabaron el fin de semana pasado.
 Sola sobre el escenario, sin más aliados que las luces multicolor del director Robert Wilson, los versos crípticos de Darryl Pinckney y la música de Ludovico Einaudi, firma una interpretación con aires de número circense de un acróbata que prefiere trabajar sin red. 
Es la reina Isabelle en persona.
 La actriz escupe las palabras a la velocidad del rayo, corre por las tablas como un plusmarquista, somete a su rostro regio a todo tipo de muecas elásticas y conduce su voz hacia tesituras desconocidas. En su tercer trabajo conjunto con Wilson, tras dos funciones que hicieron historia —Orlando en 1993 y Quartett en 2006, ambas para el Odéon parisino—, Huppert se adentra en la desmesura total, lejos del registro naturalista en el que se inscriben casi todas sus películas. 
“En realidad, no tengo la sensación de ser una actriz distinta en el teatro y en el cine. 
Yo veo una continuidad, más que una oposición”, desestima la actriz en conversación telefónica.
 “No creo que sean tan distintos en su relación con el realismo.
 En el fondo, lo interesante siempre es lograr que la vida circule en su interior”.
Huppert admite que en esta obra utiliza nuevos músculos, pero eso es a lo que aspira en cada proyecto.
 “Para un actor, perderse es bueno.
 Perder tus puntos de referencia te permite encontrarte contigo mismo. 
 Implica alejarse de las convenciones y alcanzar una libertad personal”, asegura la actriz.

En la obra interpreta a María Estuardo por segunda vez, tras una primera experiencia en el National Theatre de Londres durante los años noventa y con libreto de Schiller.
 No logra describir por qué fascina tanto la monarquía, incluso en un país que cortó las cabezas de sus reyes.
 “Aunque no sé si en Francia hechiza tanto como en España o Inglaterra.
 Aquí no tenemos reyes, aunque sí una república un poco monárquica en su representación…”, ironiza, sin precisar la opinión que le merece el actual inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron. 
Claude Chabrol, con quien colaboró en siete ocasiones, solía decir que todos sus proyectos le pertenecían tanto a ella como a sus respectivos directores. 
En ese sentido, ¿se considera más autor que actriz? "Sería presuntuoso asentir.
 Eso es lo que el director Arnaud Desplechin suele decir sobre Catherine Deneuve, pero no sé si yo tengo derecho a atribuirme ese título”, titubea.
 “Pero si un autor es alguien que va más allá de la mera función del intérprete, que pone en juego su responsabilidad personal y autobiográfica, entonces sí que me siento un autor, con la precaución oratoria que le he dado”, termina por admitir. 
Todas sus obras y películas son, en ese sentido, “una afirmación personal”.
En 2017, la película Elle marcó un giro en su trayectoria.
 Por su papel de víctima de una violación obtuvo las mejores críticas de su carrera, un Globo de Oro y una nominación al Oscar. “En mi día a día, nada ha cambiado radicalmente: sigo haciendo el cine que me gusta en Francia, en Europa y en el mundo”, responde. Tampoco le llovieron las ofertas, según dice.
 “O, en cualquier caso, eran papeles que no me interesaban nada. Seguramente hice la película La viuda, con Neil Jordan, gracias al Oscar. Pero nada más…”.
En ese proyecto, estrenado en mayo, interpretaba a una psicópata con la que parecía reírse de su propia imagen de mujer arisca y fría como el témpano.
 Igual que hizo en la serie Call my agent, donde aceptó interpretar a una caricatura de sí misma: una actriz hiperactiva que rodaba dos películas en una sola noche, además de conceder una entrevista en directo en una sesuda radio cultural.
 “Era una ficción, que no tiene más que ver conmigo que cualquier otro personaje mío”, dice
.Conocida por su trepidante ritmo de trabajo, Huppert vive una anomalía: en su futuro no hay más proyectos que un montaje de El zoo de cristal con su admirado Ivo van Hove y una comedia policiaca rodada en el parisino y multicultural barrio de Belleville, lo que da además cuenta de su amplio espectro de registros.
 “Habrá alguno más, pero no puedo decírselo.
 Justamente lo estoy decidiendo esta semana…”, confiesa.
¿Y cómo escoge Huppert? “. 
A través de lo que uno suele imaginar: el tema, el director, que los diálogos estén bien escritos… Aunque lo verdaderamente importante es otra cosa: que sientas la necesidad de embarcarte en un proyecto.
 Y cuando digo necesidad digo deseo, porque son sinónimos”. Una vez confesó que vivía cada estreno teatral como un preámbulo de la muerte. 
Hoy matiza que exageró un poco. 
“Pero es verdad que el teatro es un lugar de sufrimiento, aunque este conviva estrechamente con el placer. 
En el cine, en cambio, nunca sufro. 
En ese sentido, el cine no me da ni frío ni calor”, dirá saltándose, por una sola vez, su prohibición de compararlos.  

Volver a Barcelona 15 años después

Isabelle Huppert regresa a Barcelona casi 15 años después de su última vez, cuando interpretó ‘Hedda Gabler’ en el mismo Teatre Lliure con el que reencontrará a finales de mes. 
“Tengo un muy buen recuerdo. Entonces el director era Lluís Pasqual, que he oído que se marcha con Antonio Banderas a Málaga.
 Me parece formidable.
 Que se cree un nuevo teatro siempre es una excelente noticia”, afirma la actriz. Como Banderas, la actriz trabaja con un pie en Estados Unidos —donde ha trabajado con Michael Cimino, Hal Hartley, David O. Russell o Ira Sachs, en la reciente ‘Frankie’, que se vio en Cannes— y otro en la vieja Europa.
 Observadora privilegiada de su oficio, Huppert opina sobre el cataclismo que, hace casi dos años, cambió el cine y la sociedad: el caso Weinstein.
 “Ha habido una toma de conciencia, más que una evolución”, afirma la actriz, que se ha implicado en la cuestión de la igualdad salarial. “Hoy se ha entendido que existe una gran disparidad económica, en el cine y en los otros campos. 
Durante mucho tiempo nos dijeron que era normal, cuando está claro que no lo es”, señala Huppert.
 “Lo que no ha cambiado la naturaleza de mis proyectos.
 Siempre he hecho películas donde yo estaba en el centro de la historia. 
Esa ha sido, si se quiere, mi forma de ejercer el feminismo: poniendo al personaje femenino en el centro”.