Tabúes, bolsos caros y arrepentimiento: confesiones de Cristina Pedroche, la mujer sin filtro.
Hablamos con la presentadora más popular de España sobre errores del pasado, dinero, palabrotas, fama y aquella vez que alternó con Jimmy Fallon en Nueva York.
Cristina Pedroche
(Madrid, 1988) no lo reconoce, pero ha creado un nuevo tipo de
celebridad en España.
En primer lugar, es una famosa televisiva aunque sus programas nunca hayan cosechado una espectacular cuota de audiencia (si exceptuamos las campanadas, que han regalado a Antena 3 los mejores datos históricos de una cadena privada).
A la vez, ha sido probablemente la primera mujer de barrio que termina en la portada del ¡Hola! sin casarse con un torero o un noble (recordemos: su pareja es el chef de barrio David Muñoz).
Su último papel, por ahora, es el de embajadora de la nueva campaña del Reto del Sabor de Pepsi Max.
Una marca que la atrajo porque "Sofia Vergara ya lo había hecho y yo me dije: quiero ser como ella".
Eso
sí, sin azúcar. "Siempre he sido adicta al azúcar: yo veo una chuche y
me pongo hasta nerviosa".
En primer lugar, es una famosa televisiva aunque sus programas nunca hayan cosechado una espectacular cuota de audiencia (si exceptuamos las campanadas, que han regalado a Antena 3 los mejores datos históricos de una cadena privada).
A la vez, ha sido probablemente la primera mujer de barrio que termina en la portada del ¡Hola! sin casarse con un torero o un noble (recordemos: su pareja es el chef de barrio David Muñoz).
Su último papel, por ahora, es el de embajadora de la nueva campaña del Reto del Sabor de Pepsi Max.
Una marca que la atrajo porque "Sofia Vergara ya lo había hecho y yo me dije: quiero ser como ella".
Durante la charla tendremos la oportunidad de
hablar de retos (dentro de la campaña, Cristina ha iniciado uno en redes sociales
en el que invita a sus seguidores a probar cosas que creían que no les
gustaban) y, sobre todo, de constatar que Pedroche es un torrente de
verborrea y espontaneidad aunque, como ella afirma, haya madurado.
Esta campaña va de apreciar algo dejándose llevar por los
sentidos y superando los prejuicios.
¿Los ha sentido usted por parte de
gente que tenía una idea preconcebida de Cristina Pedroche sin haber
visto un programa suyo o leído ni tan siquiera una entrevista?
Muchas veces.
Me dicen: “Pues pensaba que eras de otra manera”. Bueno,
si te quedas solo con los chistes que hago en televisión lógicamente
piensas que soy una chica que no tiene nada más dentro.
¡Habla conmigo!
Si no me sigues en redes sociales no sabrás que no solo enseño ropa,
sino que cuento mi día a día y si un día estoy con la regla te lo cuento
y si otro día estoy enfadada también.
Siempre hay algo más: en las
personas y en los productos.
Tienes que probarlo.
Bueno, en mi caso no
hace falta que me prueben (risas). Con que me conozcan vale.
Durante una época fue usted la persona que ocupaba más titulares con las palabras “nueva polémica”.
Hace tiempo que eso no ocurre, ¿se está autocensurando? Huy, ¡yo creo que no has leído bien! Mira, te cuento mi última polémica, déjame pensar…
Polémica gorda: Nochevieja. Polémica gorda: que si no quiero tener hijos. La última: la copa menstrual en Instagram.
¿En serio suscitó polémica una foto de su copa menstrual en Instagram? Claro. Es que me parece el invento del siglo.
Me arrepiento muchísimo de no haberla probado antes.
He contaminado muchísimo con tampones.
Tenía mis prejuicios, la probé y me encantó.Subí una story de Instagram una mañana y recibí bastantes comentarios, muchos muy positivos, de chicas diciéndome que qué guay que hablase de “un tema tabú”.
¡La regla no puede ser un tema tabú! Y si lo es, debemos mirar nuestros códigos.
También recibí muchos mensajes, ojo, del tipo: “¿y a mí qué me importa que tengas la regla, guarra?”.
Hay muchos que valoran, precisamente, a quien habla sin remilgos de cosas tan humanas como tener la regla, hacer caca… Bueno, es que cagar cagamos todos, ¿no? Mira, menudo titular te he dado.
Pero también es una cuestión de machismo. Porque cagar cagamos todos, repito, y los hombres hablan de ello.
Si los hombres tuvieran la regla, cada vez que les bajase sería una fiesta.
Se lo contarían a todo el mundo y se mancharían la cara de sangre en plan: “¡Heeeey! ¡Ya soy un macho!”.
Y las mujeres no, nos tenemos que esconder.
Cuando una amiga me prestaba un tampón me lo tenía que pasar por debajo de la mesa, como si fuese droga. ¿Pero qué tontería es esa? ¡Que no! ¡Espabilad!
¿Se ha sentido maltratada por la prensa en ese aspecto? Sí.
Es que mi apellido debe de dar muchos clics. Lo usan para cosas como: “Cristina Pedroche triunfa en los Goya”.
¡Pero si nunca he ido a los Goya!
Era porque una chica llevaba un vestido medio transparente y entonces yo ya estaba allí. Pues no, estaba en mi casa.
¿Llevaría una vida más tranquila si calculase más las cosas antes de decirlas? No, porque no sería yo.
Me daría mucha pena. A veces empiezo una entrevista y me digo: voy a ser supercorrecta, voy a decir lo que quieren escuchar.
Pero a la segunda pregunta me digo: ¿quién es esta?
Creo que en el fondo la gente me ha comprado por esto.
Aunque al ver cosas antiguas me gustaría sentar a esa niña de 21 años y decirle: “Te voy a explicar cuatro cositas”.
Pero a esa chica le ha salido todo bien, ¿no cree? Es una muchacha de barrio que ha llegado a la portada de '¡Hola!' sin casarse con un marqués. Bueno, ¡pero me he casado con un genio!
Entonces, como decíamos, no se ha autocensurado.
No, pero hay cosas que me gusta pensarlas dos veces. He madurado.
Veo entrevistas mías de hace años y me digo: ¿pero por qué dije esa gilipollez?
Me las tomaba menos en serio que ahora y, como el entrevistador me caía bien, decía cosas en tono de humor que una vez impresas y escritas, ya sin el "jaja", parecían soberanas gilipolleces.
¿Siente que ha abierto un camino para que otro tipo de famoso pueda aparecer en ciertas revistas que le estaban vetadas?
No sé si lo he abierto yo o revistas como ¡Hola!, que quieren llegar a todo el público y hablan de gente más común, no solo de la realeza y los aristócratas.
Pero pese a hacer gala de esa normalidad que ha conquistado al público, tendrá caprichos que ahora que su vida es acomodada se pueda permitir. ¿Hablas de económicos?
Sí, por ejemplo. ¿Qué fue lo primero que se compró cuando cobró su primer gran cheque? Yo quería un bolso de Loewe, así que fui a comprármelo con mi primer sueldo.
Según entré en la tienda… ay, voy a quedar fatal, pero ya que he empezado... Entro en la tienda, allí en Loewe de Gran Vía [Madrid], y había un montón de espejos.
Yo tenía 21 años, llevaba un mes en Sé lo que hicisteis y ganaba un sueldo que yo consideraba un dineral: vivía con mis padres, usaba su coche, ¡no tenía ningún gasto!
Todo eran ingresos.
Y me digo: me voy a comprar un loewe.
Y entonces me veo reflejada en aquel espejo y me digo: ¿qué coño estás haciendo tú comprándote un bolso tan caro?
¿Tú sabes lo que tiene que trabajar tu madre para ganar este dinero? Y me fui de la tienda sin comprármelo.
Fui a hablar con mi madre y le dije: “Mira, no me lo he comprado, me siento mal”. Ella me respondió: “No te puedes ver reflejada en mí. Tú ahora eres otra persona, tienes otro estatus y si te permite tener un bolso de Loewe, cómpratelo.
Que para eso te lo trabajas y te lo ganas”.
Y me dije: “Qué razón tiene”. ¡Me lo merecía! No soy caprichosa, no me compro bolsos cada dos por tres.
Y si me lo pueden regalar, lo prefiero… (risas).
Valía 350 euros, ¡me pareció carísimo! [alguien del equipo de Cristina que anda cerca y ha escuchado el dato comenta por lo bajo: “Pues no es nada caro eso”]. ¿No es caro eso? A lo mejor fue un poco más.
Yo quería un Amazona, que creo que valían entonces unos 1.200, pero me compré el pequeñito.
Y ya me pareció una locura.
¿Le empiezan a querer más las marcas? Recuerdo una frase que contó en una entrevista en 'Vanity Fair': “Entiendo que no me quieran dejar un Loewe, pero que Bershka no me preste ropa…”. Pues Loewe no me da y Bershka tampoco.
Lo más caro que me han regalado creo que fue un bolso de Bvlgari. Me regalaron una caja supergrande y yo pensando que eran bombones.
Porque hay sitios de los que a veces llegan con unas cajas enormes que las abro encantada pensando que me han regalado un diamante... ¡y lo abro y son bombones! Ojo, que me los como tan a gusto
. Pues cuando me llegó esta caja de Bvlgari ni la abrí, porque al principio pensé que era un pañuelo, yo qué sé, un detalle.
¡Ay, cuando lo abrí! ¡Era un bolso, me había tocado la lotería!
Yo tenía los ojos puestos en mí desde el primer día. Si entré a trabajar un martes, el miércoles tenía paparazi en mi puerta. Cuando salí de mi casa y los vi le digo a mi madre:
“¿Y quién vive aquí, que vienen a hacerle fotos?”. Y mi madre: “Hija, yo creo que han venido por ti”. Y salió por patas.
Me gusta mucho que diga tacos en sus entrevistas.
La gente me lo echa en cara, ¡me echan en cara todo! Es que vengo de una familia en la que decimos muchos tacos.
Mi marido también. Pero es una forma de expresar más, "¡te puto quiero!". Eso nos lo decimos mucho entre nosotros, porque joder, ¡ay, he dicho otra vez joder!, "te quiero" se queda pequeño.
¿Cuál es su taco favorito? Yo soy muy de "joder" todo el rato. Oye, menuda frase, no la saques de contexto, ¿eh? Me gusta "joder", "coño"…
Me encantan los tacos. A veces los digo en la tele y la gente se asusta. Joder, es que me gusta hablar de verdad, que te llegue.
Usted que es sana, y según he leído intenta beber poco alcohol… ¡Si bebo alcohol todas las semanas! En las experiencias gastronómicas ¿cómo no voy a probar el vino?
Beber por beber no bebo, una ginebra así de mala manera no bebo, pero un buen vino tinto….
¿Y se emborracha? Hombre, pues alguna vez un poco piripi me pongo.
Ser sano es mucho más que todas estas cosas.
Si llevas una vida con demasiadas restricciones al final te vuelves loco.
Pero en mi casa, a mí sola bebiéndome una copa de vino no me verás.
¿A qué celebridad admira? Me encanta Gina Rodríguez, la protagonista de Jane the Virgin.
Me parece de las mejores actrices, una superactivista feminista… Lo tiene todo.
Seguimos en una sociedad machista y racista, porque esa chica debería estar haciendo mejores proyectos.
Pero como es de dónde es [de padres puertorriqueños] y es mujer y no sigue el canon de belleza establecido porque no pesa 50 kilos y mide 1.80…
¿Y a qué celebridad a la que admira ha llegado a conocer? A Jimmy Fallon.
Estuve en Nueva York y fuimos a ver el programa y, como estaba el chef José Andrés de invitado, nos metieron en el backstage y estuvimos con él.
Es un tío muy normal que lleva muchos años en televisión haciendo un show genial y yo cuando lo veía pensaba: madre mía, lo que daría por tener un programa así. ¡Pero no lo tengo!
¿Ese es el programa con el que sueña? Sí, un show de este tipo, o un concurso con gente de la calle.
Me encanta el trato con la gente de la calle, nos entendemos muy bien, ¡cómo yo soy otra!
Me siento a veces una infiltrada en el mundo de la tele y se me olvida que soy famosa.
Voy por la calle andando y me pregunto: "¿Por qué me miran? Ah, vale, es que soy la Pedroche".
Pasamos un momento social y político complicado y usted nunca ha tenido reparos en posicionarse. ¿Cómo vive el momento actual? ¿Con inquietud, con esperanza? No estoy en absoluto inquieta, para nada.
La revolución ha empezado y será feminista o no será. Antes hablábamos de lo metepatas que yo he sido.
Recuerdo hacer alguna entrevista por teléfono porque no tenía tiempo para hacerla de otra manera y me la hacían mientras me cambiaba de ropa o hacía pis.
Una chica, para una revista femenina, me preguntó por el feminismo.
Y yo dije: “Ni feminismo ni machismo”. ¡Yo dije esa frase! Lo que tenía que haber hecho ella es decirme: “Cristina, tómate un segundo, para.
Mira, el feminismo significa esto. Léete a esta autora”. Creo que esa es la vía: enseñar y dar consejos, no hundir a nadie.
El feminismo no es una barra para dar leches.
Cuando Paula Echevarría dijo eso mismo, yo en privado le dije: “Paula, te van a dar, léete esto”. Y ella me dijo: “Muchísimas gracias”.
Lo más importante del feminismo es la unión entre mujeres. Aprender feminismo es fácil, pero desaprender los micromachismos que tenemos dentro es lo más complicado.
Y ahí hay que poner el foco, no es conocerse a todas las autoras feministas.
No, ¡vete al día a día! Cambiemos las cosas desde la educación y desde nosotros mismos.