Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

21 jun 2019

La infancia de... Vicente del Bosque.............por Juan Cruz

El seleccionador nacional en su etapa escolar
Mi primer recuerdo de la infancia es el de la leche en polvo y el queso en las escuelas hasta que teníamos diez años
. Aquel Plan Marshall, como quiera que se llamara. 

Tu madre te mandaba al colegio con un vasito y allí te lo llenaban de leche, era el desayuno de nuestra infancia.
 De esa generación somos.
 No teníamos veraneos, nuestro veraneo era la calle, tomando el fresco. 

 Y en el barrio, el barrio del Garrido, en Salamanca, se sacaba la silla y se charlaba con los vecinos.
 Hablábamos sobre el Tour de Francia, sobre El Cordobés, sobre El Viti. 
 De política no se podía hablar.
 Se hablaba de fútbol, por supuesto, y el asunto era el Madrid. El Madrid frente al Barcelona.
Entonces estábamos muy apegados a los padres, tenían una enorme influencia sobre nosotros.
 No éramos tan independientes como los chicos de ahora; a los 18 años mis hijos ya tienen coche y trabajo, si lo tienen. 

Pero nosotros vivíamos muy austeramente; mi padre no se podía permitir lujos.
 A la fuerza era austero.
Pero de eso no se hablaba, de la razón de las carencias.
Había para comer, para vestirse, y poco más.

 Y cuando ellos tenían que comentar sus problemas económicos nos apartaban, de eso no se hablaba delante de los niños.
Mi padre era un hombre progresista, estuvo en la cárcel en la guerra.

 Y cuando yo tenía 10 o 12 años pasó algo que tengo en la memoria; él recibía propaganda muy explosiva, que intentaba ocultar. 
Eran cartas que le llegaban al buzón, y siempre había desazón en casa cuando eso ocurría. 
Pero él seguía oyendo las radios clandestinas, la Pirenaica, Radio París.
 Las oía bajito, para que nadie lo supiera.
Supongo que yo soy la consecuencia de mi infancia; no nos damos cuenta y vamos haciéndonos con las cosas que hemos creído haber olvidado.

 En realidad, no sé si nos dábamos cuenta de todo lo que ocurría. Quizá a otros que tenían 18 o 20 años cuando nosotros éramos unos críos sí les marcó directamente aquella situación de pobreza y de silencio.
 Ellos acababan de pasar una guerra y eso fue tremendo.
Ojalá que nunca pase de nuevo.
No creo que vuelva a pasar. Ahora hay más tolerancia, no hay aquella división. 

Yo, por ejemplo, tengo amigos de derechas y creo que con ellos se produce un diálogo, una tolerancia, que en aquella época no había en absoluto.
Mi madre vino de un pueblo cercano, Ledesma, era una mujer muy humilde, y empezó sirviendo en casa de una tía que era rica. 

Mis padres se conocieron en una empresa de construcción que tenía el marido de esta tía nuestra, donde él era el encargado
. La empresa duró hasta que se hicieron cargo de ella los hijos y, como pasa en estas empresas familiares, la cosa se fue rompiendo
. Los hijos destruyeron la empresa y mi padre pasó por una época muy dura, la más dura que yo conocí, cuando él estuvo en el paro. Mi abuelo era ferroviario, como mis tíos, y mi padre empezó a trabajar con ellos en la estación.
Mi padre nos paraba con una mirada, él era la autoridad de la casa; mi madre también podía echarnos una bronca, pero una mirada de mi padre significaba más que una bronca de mi madre.
La vecindad era la de aquellos años, ya no hay vecindades así, gente que habla y habla y habla, y toma el fresco hablando
. Eran parte de una sociedad más pura, menos interesada; sí, donde había menos competencia.


 Creo que de lo único que se trataba entonces era de que querían darnos una buena educación, que estudiáramos, algo que ninguno de ellos había podido hacer.


 La escuela fue un gran goce para mí.
 Y recuerdo perfectamente, pero perfectamente, como si los estuviera viendo, a los cuatro maestros que tuve entre los seis y los 10 años, antes del instituto.

 Don Ramón, don Ángel, don Celedonio y don Juan.
 Gente muy normal, la imagen misma de lo que uno creería que es un maestro.

 Recuerdo que uno ellos nos castigaba por no pronunciar bien la palabra objeto, porque no decíamos bien la b antes de la j: oBJeto, oBJeto.
 Nos castigaba, pero todos ellos eran muy majos, las chicas estaban en las aulas de arriba y los chicos estábamos en las de abajo.

 Era una escuela nacional. Y luego vino el instituto.
En aquel entonces no tenía muy claro cuál iba a ser mi futuro; ni cuando vine a Madrid, a los 17 años, sabía si de veras yo quería ser futbolista.


Vine a la aventura y no sabía si sería o sería jugador; no tenía la visión de que mi vida se iba a encauzar por ahí. Pero en ese viaje terminó mi infancia, quizá.


 El primer año me dije que si lo hacía bien, tendría fortuna.

 Soy muy obediente, de modo que si me instruían, pensé, iba a salir adelante. 
Ayudó muchísimo caer en un club como el Real Madrid.
¿Reflexivo yo? Sí, me gustan las cosas bien hechas, de pequeño ya era así. No tanto un perfeccionista, no, un tipo reflexivo.
 Alguien que le gustaba estar con otros, jugar con otros, escucharlos. Yo estaba todo el día jugando en la calle; era inagotable. Si estaba solo, jugaba solo; si éramos tres, jugábamos también, y si había 20, jugábamos 10 contra 10.
De mi infancia recuerdo eso, ser feliz en la calle. Y en ese sentido fueron años muy felices.
No necesitábamos nada, en realidad, y no pedíamos nada. Un balón, eso es lo que necesitábamos
. A mí a los 12 años me compraron una bici con un esfuerzo extraordinario de mis padres. Me encantaba la bici, y a los 13 años la dominaba.
 Fue mi mejor regalo, la bici y un balón.
Creo que la bici costó 1.735 pesetas, carísima para entonces.

Fue un premio por haber aprobado segundo de bachillerato, aunque ya en ese momento yo estaba más pendiente de jugar que de estudiar.
 Y mi padre no veía muy bien eso.
Él era muy exigente con los estudios, mucho.

 Siempre me tocaba ir a clases particulares todos los veranos.
 Para recuperar matemáticas, principalmente.
 Y, fíjate, yo en matemáticas no era malo, pero me enredé cuando empezaron a dar los conjuntos, que ahora no sé si aquello luego ha servido para algo...
Mi padre me miraba jugar.

 Pero no me decía nada, iba muy discretamente, era una vigilancia silenciosa
. Él fue socio de La Unión [la Unión Deportiva Salamanca] toda la vida, llevaba a gala ser el socio número 17 o 18, e iba a todos los partidos.
 Mi hermano y yo íbamos a la puerta de El Calvario [donde jugaba el equipo] y cuando abrían la puerta, 10 minutos antes de que acabara el partido, nos metíamos a buscarle. Era el rato en que veíamos el fútbol, porque él no podía llevarnos
. Esa era nuestra ilusión.


Claro que me sentía mirado por él, y por mi hermano mayor, que falleció. Fermín. Fermín jugaba muy bien al fútbol y era muy buen hermano mayor.
 Mi madre nos llevaba a los dos en pantalón corto, porque en aquella época las madres decían que si te ponías pantalón largo empezabas a ser mayor.
 Yo creo que también era por cuestión económica: menos tela, más baratos.
Siempre recordaré una mañana muy fría cuando Fermín y yo fuimos a coger el autobús para atravesar toda Salamanca hasta el instituto, que estaba en la calle de los Libreros, al lado de la Universidad, un trayecto que siempre hacíamos andando, cuatro veces al día.
 Un frío terrible, horroroso
. Siempre fue un hermano excelente, me siguió mucho.

 Murió hace casi 20 años, con 43, yo tenía 42.
No, no he dejado de ser un niño.

 Sigo teniendo síntomas de aquel niño que fui.
 ¡Y sigo teniendo el acento de Salamanca! ¡Y las palabras! Por ejemplo, ¿tú sabes qué significa lígrimo? Ah, no lo sabes.
 Pues significa puro, neto, claro. ¡Y está en el diccionario, ojo!”.
[Escribió Albert Camus que el sol que reinó sobre su infancia lo privó de todo resentimiento.
Vicente del Bosque (Salamanca, 1950) se corresponde con ese retrato. 

Puro, claro, nítido. Lígrimo. 


En sus ojos lleva la infancia del niño que fue. El niño que es]. 


Un perro salva a una niña de caer a un río

La menor se acercó a la orilla para coger una pelota e inmediatamente el perro corrió hacia ella para evitar que se cayera al agua.

El perro arrastrando a la menor a un lugar seguro.

Una vez más, el perro se convierte en el mejor amigo del hombre. Esta vez, el animal ha evitado que una niña caiga a un río.
 El vídeo de 16 segundos, que fue compartido en Twitter el pasado 16 de junio, muestra a la menor caminando hacia la orilla del río para coger una pelota, antes de que pudiera caer al agua, el perro corrió hacia ella para evitarlo. 
Le agarró del vestido con el hocico y le puso en un lugar seguro. Acto seguido, él mismo fue quien recuperó la pelota.
 El gesto del perro ha llamado la atención de los usuarios en las redes sociales, quienes han alabado su "valiente "hazaña.

 

Belén Esteban, dos décadas de vida en televisión y otra boda

El segundo enlace de la 'princesa del pueblo' permitirá a Telecinco seguir explotando el tirón mediático de su famosa colaboradora.

Belen Esteban boda
Belén esteban y su madre, en Madrid, el pasado martes. Europa Press

 

En 1997, una joven tímida que vivía en el madrileño barrio de San Blas, se asomaba por primera vez a las páginas de la prensa rosa por su relación con el torero de moda en aquel momento, Jesulín de Ubrique.
 Aquello no pintaba demasiado bien porque al matador la fama le venía tanto por sus faenas dentro del ruedo como por las que realizaba fuera de él con sus admiradoras, mayoritariamente mujeres rendidas a su gracejo más que a su maestría con el capote.
La pareja nunca se casó pero el 20 de julio de 1999 nacía su hija Andrea.
 Entonces, una rubia y joven Belén Esteban y su retoño se instalaban en Ambiciones, la finca que el torero poseía en la localidad gaditana de Prado del Rey.
 Ni un año duró el intento.
 Las crónicas contaron que la familia política, que vivía en la misma casa, no dejó que Belén ocupara su sitio y la madrileña volvió con su niña al barrio popular del que había salido.
 Volvió pero ya no era la misma. 
Era una madre coraje despechada y decidida a luchar por los derechos de su hija.
 Y era también una mujer sin filtros dispuesta a hablar lo más grande en un momento en el que los programas de televisión dedicados a la crónica social vivían una explosión en la que resultaba urgente encontrar a protagonistas absolutos, aunque fueran efímeros.
Belén fue una de ellos.
 Los enfrentamientos con el padre de su única hija ocuparon horas de televisión y los dimes y diretes de la pareja se convirtieron en un culebrón por capítulos que transformó definitivamente a Belén Esteban en la actriz de su propia vida. 
Ella primero defendía lo suyo, básicamente a su hija Andrea frente a un supuesto padre despistado en asuntos de manutención económica.
 Pero pronto intuyó, con esa sabiduría que da la vida de barrio, que allí había negocio. 
Belén Esteban se convirtió en la princesa del pueblo, porque pronto llegó otra —María José Campanario— que la destronó definitivamente del corazón del torero.
 Se casó con él y tuvieron otros dos hijos. 
La Campanario, así con artículo delante del apellido, pasó a formar parte del circo mediático en el que La Esteban había encontrado su sustento.
Algunas de las portadas de revista protagonizadas por Andrea Janeiro.rn
Algunas de las portadas de revista protagonizadas por Andrea Janeiro.
La pensión de su hija, las visitas a Ambiciones y las diferencias entre los hijos del torero –los que vivían con él a tiempo completo y la que solo iba de pascuas a ramos– pasaron a formar parte de la vida de todos los que tienen por costumbre asomarse a la televisión como forma de pasar el rato y evadirse de problemas de enjundia. Belén Esteban se convirtió en la princesa del pueblo, una Lady Di de andar por casa, y sus frases de patio de vecinos pasaron a engrosar el vocabulario popular. 
“Yo por mi hija ma-to”, “Andreíta, cómete el pollo”, “¡Ni que yo fuera Bin Laden!”, “Hasta luego Mari Carmen”, y más recientemente “¡Pá-ga-me!” (dirigida a su exrepresentante Toño Sanchís) son ya patrimonio del español de a pie y valen casi para cualquier cosa.
Más de dos décadas después, Belén Esteban sigue siendo un animal televisivo.
 En prime time ha contado sus amores y desamores, sus bajadas de insulina, las penas familiares, su primera boda con Fran Álvarez –un camarero con quien se casó en 2008 y del que se separó cinco años después–, la etapa en la que estuvo “muy malita” (el eufemismo que utilizó para anunciar que los años de adicciones habían acabado), y su pelea con Toño Sanchís, el representante que la convirtió en estrella y que, según sentencia judicial, desvió parte de los ingresos que debería haber pagado a su representada.
Belén Esteban y su hija, en junio de 2004. rn
Desde 2009 es colaboradora habitual de Sálvame, el programa de Telecinco que informa de otros famosos tanto como disecciona a sus propios colaboradores.
 Este sábado, Belén Esteban se vuelve a casar. Miguel Marcos, el novio, entró en su vida hace algo más de dos años cuando llegó con su ambulancia a asistir a la colaboradora y trasladarla al hospital por una subida de azúcar.

 La cadena en la que trabaja se prepara para convertir la boda en la protagonista de sus programas de fin de semana, pese a que la novia parece querer blindarla (o preparar una exclusiva) y dejarla en acontecimiento exclusivamente personal, que difícilmente se salvará de ser analizado al milímetro por sus propios compañeros de Telecinco, no todos de ellos invitados al enlace.
Falta por ver si el tirón de Belén Esteban aguanta enmarcado en una vida normal.
 Andrea Janeiro tiene casi 19 años, le ha pedido a su madre que no hable nunca más de su padre y que a ella la deje al margen porque no quiere ser famosa. 
Miguel parece hacerla feliz. 
Jesulín ya no es tema de conversación. 
Las adicciones y las operaciones de cirugía estética han quedado atrás. Y su rifirrafe con Toño Sanchís está a punto de llegar a su fin. En una audiencia volcada en las desgracias ajenas y en la guerra sin cuartel, habrá que ver cómo se defiende Belén Esteban si su vida se estabiliza y tiene que ejercer solo como maestra de ceremonias de las de otros. 

Belén Esteban y su hija, en junio de 2004.

Alejandro Sanz tendrá una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood

El cantante ha sido elegido por la Cámara de Comercio de Hollywood dentro de la Promoción 2020 de artistas de distintos campo que recibirán este preciado reconocimiento.

Alejandro Sanz
Alejandro Sanz durante su concierto en Madrid el pasado día 15.