13 may 2019
La leyenda oculta de Audrey Hepburn................ Lluís Pellicer
Una exposición en Bruselas creada por su hijo Sean muestra el rostro más íntimo de la actriz.
La extrema fragilidad de sus brazos y la elegancia de sus manos cubiertas por unos largos guantes negros sosteniendo un croissant y un café frente al escaparate de Tiffany’s en la Quinta Avenida de Nueva York es sin suda una de las escenas que mantienen vivo el mito de Audrey Hepburn.
Pero esa legendaria delicadeza esconde una infancia en la que sufrió el hambre que para millones de europeos acarreó la Segunda Guerra Mundial y que hizo mella en su constitución física hasta el punto de privarla de su sueño de ser bailarina.
Esa otra cara de la moneda del estrellato de Hepburn se exhibe en la exposición Intimate Audrey, en el Espace Vanderborght de Bruselas.
La muestra, que recoge más de 800 fotografías y 200 objetos y documentos, algunos inéditos, ha sido creada por su hijo, Sean Hepburn Ferrer, y el relaciones públicas Rodrigue Laurent para celebrar el 90º aniversario del nacimiento de la actriz en el barrio bruselense de Ixelles.
Ambos han podido llevar a cabo la iniciativa que, cuenta Laurent, llevan persiguiendo durante una década.
Hasta que las autoridades de la ciudad han comulgado con la reivindicación de Hepburn como una proyección de Bruselas al mundo.
“Arrancamos con una sala con las imágenes, la voz y la fragancia de Hepburn para luego sumergirnos en la mujer que hay detrás de la leyenda”, explica Laurent.
La exposición tira de los hilos mucho antes de que naciera la actriz, con fotografías de su padre, un ciudadano británico que trabajaba en finanzas y al que se atribuían simpatías por el régimen nazi, y de la rigurosa familia de su madre, una aristócrata holandesa que decidió llevarse a sus hijos a los Países Bajos buscando refugio por la Segunda Guerra Mundial.
Pero Hepburn arrastraría esos años, en los que padeció malnutrición, durante el resto de su vida.
Para lo bueno y para lo malo.
Su débil constitución la obligó a dejar su sueño de convertirse en una prima ballerina, que atestiguan cuatro pares de zapatillas desgastadas.
Después de Ámsterdam y Londres, recaló en los teatros de Nueva York con Gigi, basada en la obra de Colette.
Y de ahí al estrellato.
Su rostro apareció en los carteles de Sabrina, Desayuno con diamantes, Guerra y paz o Vacaciones en Roma.
Los mitómanos pueden recrearse con la Vespa a cuyos lomos Hepburn y Gregory Peck recorrían la ciudad eterna.
Esa película la encumbró, con solo 24 años, a su primer Óscar. Hepburn era ya una estrella en la época de mayor esplendor del cine norteamericano.
El activismo de la actriz
La exposición promete mostrar el rostro más íntimo de Hepburn.Y ese es el más vulnerable. A escasos pasos del ciclomotor, un artículo del periodista norteamericano Earl Wilson cuenta cómo esa débil salud que arrastraba desde su infancia hacían que “todo le supusiera un gran esfuerzo”, según le contaba su pareja, el actor Mel Ferrer, con quien más tarde contraería matrimonio.
Hepburn se debatía entre lo cuesta arriba que se le hacía acudir a actos sociales y conceder entrevistas y el deber que creía que tenía con el público.
“Tengo que demostrar a todo el mundo que no soy un golpe de suerte”, confesaba Mel Ferrer que decía Hepburn.
Así que no es extraño que, cuando a los 38 años decidió dejar su carrera en un segundo plano, decidiera instalarse en el entorno reposado y bucólico que le ofrecía La Paisible, en Suiza.
En ese país había contraído su primer matrimonio, con Mel Ferrer, con un sencillo vestido de novia que también puede admirarse en la exposición.
Y en Suiza nació también su hijo Sean, quien en la inauguración sostuvo que “esta mujer, que fue un icono del estilo, en el fondo vivió en un pequeño vestido de algodón toda su vida, una vida sencilla”.
La actriz se convirtió entonces en activista. Y dedicó todas sus energías como embajadora de Unicef a luchar contra la desnutrición infantil que ella sufrió de pequeña.
Pero su pensamiento político iba más allá, como atestiguan los manuscritos inéditos que pueden apreciarse y en los que habla de la libertad de los países del Este tras la caída del muro de Berlín, pero en los que también denuncia el Apartheid o la situación del pueblo kurdo.
Los escritos de Hepburn demuestran también su tremendo optimismo. “Cada nueva generación ofrece al hombre una nueva oportunidad”.
12 may 2019
‘Chica de ayer’: la historia de un plagio que Antonio Vega se llevó a la tumba
Este es el relato de una sospecha dolorosa: la posible copia de la canción que todos pensamos que era nuestra y pura.
"Un día cualquiera no sabes qué hora es/ Te acuestas a mi lado sin saber por qué…".
Pocos son los que no conocen Chica de ayer, de Nacha Pop, himno oficioso de la Movida madrileña y clásico moderno del pop español.
En una encuesta realizada por el editor José Luis Gallero entre críticos y artistas para elegir las canciones favoritas de la Movida, publicada en el libro Solo se vive una vez (1991), Chica de ayer ganó con amplitud.
Y en 2012, cuando la revista Rolling Stone escogió las 200 mejores canciones de la historia del pop español, Chica de ayer quedó en el segundo puesto, solo por debajo del Mediterráneo de Serrat.
Además, la canción ha sido versionada por artistas tan dispares como Enrique Iglesias, Gigolo Aunts, Germán Coppini, El Canto del Loco o Antonio Carmona.
Pero más allá del visto bueno de los profesionales de la música, está el amor del público.
Y en esto, Chica de ayer es realmente imbatible: lleva cuatro décadas sonando sin parar.
Su éxito no fue, en ningún caso, instantáneo, quizá debido a una letra demasiado críptica, marcada por esa sensación de resaca perpetua y deriva existencial inherente a la juventud posmoderna. Además, Antonio Vega (el compositor de la pieza) nunca reveló el nombre la chica de "cabellos dorados" que inspiró la canción.Eso sí, en el documental Tu voz entre otras mil (Paloma Concejero, 2014) se apunta a la diseñadora de moda Maite Echanojaúregui. Sea como sea, la canción tardó ocho años en cuajar: no fue número uno hasta 1988, cuando se lanzó el disco de despedida de Nacha Pop, titulado 80-88.
Pero, eso sí, cuando llegó al trono, ahí se quedó.
Sin embargo, el reinado de Chica de ayer se ha tambaleado en los últimos tiempos debido a su innegable semejanza con otra canción, publicada en 1976 por el cantautor argentino Piero: La caza del bisonte, versión en castellano de un tema escrito por el italiano Ivano Fossati.
Y lo peor es que tardamos casi 30 años en descubrir esta semejanza, que puso en duda la pureza del talento de Vega y la autenticidad del himno no de una, sino de varias generaciones.
El 4 de septiembre de 2009, el tendero y crítico y coleccionista de discos Vicente Fabuel escuchó el tema La caza del bisonte, de Piero, y detectó sospechosas coincidencias melódicas con la celebérrima canción de Nacha Pop.
Acto seguido, envió el MP3 por correo electrónico a su amigo, el periodista Juan Puchades, subrayando su relación con Chica de ayer. "No estoy hablando de un plagio ni nada similar, sino de un parecido razonable", aclaró.
A su vez, Puchades le hizo llegar el MP3 al crítico musical de EL PAÍS Diego A. Manrique sin comentario alguno.
No hizo falta: Manrique captó el parecido en el acto.
Aunque Manrique siempre defendió a Nacha Pop, y consideraba Chica de ayer "una crónica de incomunicación amorosa editada justo cuando Madrid empezaba a vivir su década de derroche", tuvo que reconocer que, en efecto, su sonido recordaba poderosamente a La caza del bisonte.
Atónito, Manrique reenvió el correo de marras a DJ Floro, locutor del programa de Radio 3 Sonideros, cuya sección Sospechosos musicales se dedica a desenmascarar plagios.
Él fue quien radió por vez primera las dos canciones juntas, una detrás de otra, Chica de ayer y La caza del bisonte, el 6 de septiembre a las siete y media de la tarde, y poco después sentenció:
"Desde luego, la letra no la han copiado, pero la música sí que tiene un aire o, más que un aire, un huracán".
Ya no había vuelta atrás: la bola de nieve había salido del restringido círculo de la crítica musical y rodaba cuesta abajo hacia el público.
Pocas horas más tarde, en el blog Strambotic, vinculado al diario Público, el periodista Iñaki Berazaluce redactaba una pieza titulada “¿Es la Chica de ayer un plagio?”, donde, en tono un tanto burlón, decía que "la canción original, cantada por un argentino llamado Piero, es un extraño cántico cavernícola –la letra es casi tan ininteligible como la de Nacha Pop– que recuerda entre bastante y mucho a Chica de ayer".
Al día siguiente, la pelota volvió a Juan Puchades, que remató la jugada escribiendo un artículo para la revista Efe Eme donde confesaba la peripecia del MP3 e incidía en el parecido entre ambas canciones:
"¿Por qué tanto revuelo entre periodistas musicales? Porque todos somos conscientes que Chica de ayer no es una canción cualquiera, es un tema de los que conforman la memoria musical de nuestro país".
Pero… ¿y La caza del bisonte? ¿Qué era y de dónde había salido La caza del bisonte?
Punteos de guitarra y determinados fragmentos
son tremendamente similares al tema de Antonio Vega; es más, una de las
frases de 'La caza del bisonte' reza "la luz de la fogata nos
alumbrará", y en 'Chica de ayer' Vega canta "la luz de la mañana entra
en la habitación"
Años atrás, Morandi había alcanzado el éxito con la canción Linda Belinda, pero La caccia al bisonte no fue precisamente un hit, aunque abrió su álbum Il mondo di frutta candita y rellenó la cara B de un single.
Aunque está íntegramente cantada en italiano, La caccia al bisonte ya tiene un discreto pero evidente parecido melódico con Chica de ayer.
Basta con buscarla en YouTube y leer los comentarios que acompañan al vídeo, para comprobar que muchos hacen referencia a Chica de ayer: unos tachan la canción de "plagio total" y a Vega de "mito caído"; otros, como un tal Eduardo Acevedo, sostienen salomónicos que "para considerarse plagio debe tener una serie de notas idénticas.
al vídeo, para comprobar que muchos hacen referencia a Chica de ayer: unos tachan la canción de "plagio total" y a Vega de "mito caído"; otros, como un tal Eduardo Acevedo, sostienen salomónicos que "para considerarse plagio debe tener una serie de notas idénticas.
En este caso las hay, pero no son suficientes".
Otro cantar es la versión de La caccia al bisonte que hizo el bardo italo-argentino Piero en 1976.
Célebre en su país por su activismo humanitario y sus tonadas de alto voltaje social, Piero adaptó al castellano el tema de Morandi, titulándolo La caza del bisonte.
Y aquí sí, los arreglos, ciertos punteos de guitarra y determinados fragmentos son tremendamente similares al tema de Vega;
es más, una de las frases de La caza del bisonte reza "la luz de la fogata nos alumbrará", y en Chica de ayer Vega canta "la luz de la mañana entra en la habitación" de una forma muy parecida. Sin embargo, como dijo Enrique Bunbury cuando lo acusaron de copiar al poeta Pedro Casariego, "dos frases no hacen un plagio".
Según confesó Antonio Vega en una entrevista, compuso Chica de ayer en 1977, en la valenciana playa de la Malvarrosa, mientras disfrutaba de un permiso del servicio militar.
Y el disco de Piero que incluye La caza del bisonte, titulado Y mi gente dónde va, se editó en 1976, pero no llegó a España hasta 1980.
Ese mismo año, la canción también salió como cara B del single En un mundo de fruta encendida.
Aunque disco y single pasaron sin pena ni gloria, cierto es que en primavera de 1980 Vega entró en el estudio para grabar el primer disco de Nacha Pop, que incluye Chica de ayer.
¿Escuchó Antonio Vega la canción de Piero antes de componer Chica de ayer? Lo cierto es que Vega no tenía demasiada cultura musical en esa época y Chica de ayer fue parte de sus primeros pasitos como compositor:
"Cogí la guitarra y me fui en dirección a la playa. Me dio por coger un lápiz y un papel, e imaginar una letra y ponerle una música sencilla.
Cuando volví por la noche, me recuerdo andando por la avenida del puerto totalmente emocionado con la canción.
Fue la primera canción que escribí y como tal me produce una ilusión enorme".
Fue, a juzgar por sus palabras, un rapto de visceral inspiración, donde es difícil que se colaran algunos sonidos que no fueran los que le dictaron las musas o los que estaban de moda en aquellos días de vino y mili.
Y es que, como bien dice Puchades, "entonces Antonio Vega escuchaba esencialmente música anglosajona y dudo enormemente que conociera la versión de Piero o el original de Fossati.
Así que, probablemente, no se trata más que de una mera coincidencia".
Si está descartada la implicación de Antonio Vega en el presunto plagio, nos queda sondear al productor de Chica de ayer, Teddy Bautista, que tenía una cultura musical mucho más vasta que la del jovencito Vega.
Como apunta Álex Fernandez de Castro en su libro Nacha Pop. Magia y precisión (Editorial Milenio, 2002), Teddy Bautista no solo produjo Chica de ayer, sino que además hizo los arreglos de la canción y tocó el piano a instancias de Antonio; puestos a especular, hubiera sido más fácil que fuera Bautista quien, consciente o inconscientemente, absorbiera parte del sonido de La caza del bisonte y lo regurgitara en Chica de ayer.
Vega falleció en mayo de 2009, cuatro meses
antes de que el espeleólogo discográfico Vicente Fabuel descubriera el
parecido de 'Chica de ayer' con 'La caza del bisonte'. Nadie pudo
preguntarle, pues, por el asunto
Y desde luego ni idea de la canción que referencias". Ya que estamos, buceamos en las verdaderas influencias de Chica de ayer, que fueron muy otras: "Ni Antonio ni yo escuchábamos música del estilo de Piero, aunque sí que estábamos influenciados por el pop británico.
Recuerdo que comentaba con Antonio mis preferencias por Nick Lowe, Dave Edmuns o Elvis Costello. De ahí a Piero hay una distancia que solo un periodista puede achicar, nunca un músico.
Ni la melodía ni las armonías ni el arreglo de Chica de ayer son de inspiración latina".
Es más, cuando Antonio Vega le enseñó la canción Chica de ayer, Bautista recordó el tema Do you believe in magic?, del grupo de pop estadounidense The Lovin’ Spoonful, a cuya grabación asistió en 1965: "En cierta manera, me inspiré en él para los arreglos del tema de Nacha Pop", reconoce.
De esta forma, Bautista sugirió al grupo que aceleraran la velocidad de la canción, que en principio era una lenta balada, logrando así el tempo y el sonido definitivos.
Pese a todo, una década después de su descubrimiento, el razonable parecido sigue flotando en la memoria colectiva, y no deja de colear, tanto en foros y webs como en reportajes, programas de radio y televisión e incluso en libros.
Ahí está, sin ir más lejos, Espectros de la Movida. Por qué odiar los años 80 (Ediciones Akal, 2018), donde el crítico musical Víctor Lenore pone Chica de ayer como símbolo del gran timo de la Movida: "Ni siquiera la obra cumbre de la época supuso un derroche de originalidad".
Esa chica de ayer que nos gusta tanto................. Antonio Jiménez Barca
Una canción de amor intimista que Antonio Vega escribió en la mili se convirtió, con los años, por esos azares de la vida y del pop, en todo un símbolo de una época.
1991, Chica de ayer fue elegida la mejor canción de la
década de los ochenta por un grupo de productores, músicos, críticos y
vendedores de discos en una encuesta reproducida en el libro Solo se vive una vez: esplendor y ruina de la movida madrileña,
de José Luis Gallero Masnou.
Es uno de los incontables reconocimientos de esta canción, considerada, desde entonces, una suerte de himno de una época.
La he escuchado millones de veces y no sé por qué me gusta tanto.
Es uno de los incontables reconocimientos de esta canción, considerada, desde entonces, una suerte de himno de una época.
La he escuchado millones de veces y no sé por qué me gusta tanto.
- 1991, Chica de ayer fue elegida la mejor canción de la década de los ochenta por un grupo de productores, músicos, críticos y vendedores de discos en una encuesta reproducida en el libro Solo se vive una vez: esplendor y ruina de la movida madrileña, de José Luis Gallero Masnou.
- Es uno de los incontables reconocimientos de esta canción, considerada, desde entonces, una suerte de himno de una época.
Años después, se supo que la chica que inspiró el tema se llamaba Matildela, que había nacido en Bilbao, que tenía 17 años cuando conoció a Antonio en una fiesta y que había trabajado de diseñadora de moda hasta que murió, a los 54 años.
Todo demostrado. Pero no verdadero. Porque la Chica de ayer es otra, claro: una mujer sin biografía real que sigue jugando con las flores de un jardín.
El título es muy bueno. De eso no hay duda. Pero un título bueno no basta.
Destila una tristeza adolescente sin motivo, una melancolía que viene de alguna parte sin localizar.
Pero esto no deja de ser también palabrería de articulista doblado en crítico literario de urgencia.
En su versión más canónica, la canción arranca con un bajo que camina solo durante dos compases hasta que se le suma un arpegio de acústica que da paso después al riff eléctrico y a la batería.
Un esquema clásico de pop.
Todo esto tampoco dice mucho, me parece. La produjo Teddy Bautista, que la calificó de “perfecta” en el libro 201 discos para engancharse al pop-rock español, de Fernando Neira y Tito Lesende. Es perfecta, sí, pero ¿por qué?
Es mejor rendirse.
O hacerlo al revés: no explicar la canción, sino explicarnos a nosotros a través de ella.
No sabemos por qué nos gusta, pero es revelador que una generación haya elegido como marca de toda una época una canción de amor que cuenta una historia sin final entre un tipo confundido que no sabe muy bien qué hacer y una chica rubia y triste que tampoco.
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