Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 may 2019

Muere Pitita Ridruejo a los 88 años

Protagonista de una intensa vida social en las últimas décadas del siglo XX, estaba retirada en su casa palacio de Madrid desde que falleció su marido, el exembajador Mike Stilianopoulos.

Pitita Ridruejo, en una imagen de 1988. En vídeo, así era Pitita Ridruejo.

Esperanza Ridruejo, más conocida como Pitita Ridruejo ha fallecido la mañana de este lunes en su domicilio de Madrid a los 88 años de edad según ha informado su familia, que también ha indicado que será enterrada este martes en Soria, donde nació el 17 de diciembre de 1930. 
La aristócrata, que se convirtió en una de las grandes damas de la sociedad española durante décadas, estudió en el colegio de la Asunción de Madrid y posteriormente cursó Literatura inglesa en Belmont, Gran Bretaña, y en la Universidad de Ginebra. 
Contrajo matrimonio con el diplomático filipino de ascendencia griega Mike Stilianopoulos el 24 de junio de 1957, y los padrinos de su boda fueron los condes de Barcelona, padres de Juan Carlos I. El matrimonio, que permaneció unido hasta la muerte de Stilianopoulos en noviembre de 2016, vivió durante varios años en Filipinas y después regresaron a España en 1959. 
 Pitita y Stilianopoulos tuvieron tres hijos Ana que nació en 1964, Carlos, en 1966 y Claudia en 1973. 

Pitita Ridruejo adoptó la nacionalidad de su marido pero siempre ha estado unida a España.
 En 1973 su marido fue nombrado embajador de Filipinas en España y durante esa etapa llegaron a acompañar a los entonces príncipes, Juan Carlos y Sofía, durante su viaje por Filipinas. Enamorada del arte en todas sus facetas, experimentó con muchas de ellas.
 Comenzó a pintar cuando el trabajo de su marido la llevó a Roma en 1967 y durante esa época consiguió que su producción protagonizara varias exposiciones en la capital italiana.
 También hizo sus pinitos en el mundo de la televisión y protagonizó dos películas para la televisión alemana en 1970.
 Llegó a estar en contacto con el director italiano Federico Fellini, quien en 1971 le hizo una pruebas para poder participar en uno de sus proyectos, aunque un nuevo traslado de su marido la obligó a abandonar la idea.
Durante su etapa en Londres desarrolló una intensa actividad social y entró en contacto con el mundo de la moda, al mismo tiempo que comenzaba a interesarse por las filosofías orientales y se metió de lleno a estudiar parapsicología, historia de las religiones y filosofías orientales.  
En 1983 el matrimonio Stilianopoulos decidió abandonar la carrera diplomática e instalarse definitivamente en España. 
Desde entonces vivieron a caballo entre Madrid y Marbella y la pareja, pero especialmente ella, era una de las figuras claves de los miembros de la jet-set de la época, protagonistas de las crónicas sociales y personajes que nunca faltaban en las fiestas más sonadas de aquellos años, cuando la localidad andaluza reunía a lo más granado de la sociedad internacional durante el verano.
 Pitita Ridruejo, era una mujer discreta y elegante, que recibió numerosos premios como el Premio Paride, el del diario Pueblo y varios del periódico ABC, según apunta la agencia EFE. 
Pero también fue muy conocida a finales de los años ochenta cuando habló abiertamente de que tenía apariciones marianas. Precisamente su veneración a la Virgen la llevó a estudiar en profundidad sus apariciones por todo el mundo y presumía de haber visitado "todos los lugares en los que se ha visto a la Virgen. 
Sus conocimientos sobre el tema la llevó a ofrecer conferencias por todo el mundo y ha escribir el libro La Virgen María y sus apariciones
 Toda la actividad que caracterizó su vida quedó totalmente reducida cuando falleció su marido:
 "Para mí lo era absolutamente todo, mi media mitad, mi todo, el hombre más importante de mi vida", dijo después de su muerte.
 Le despidió con mantilla y de riguroso luto y después se refugió en su casa palacio del centro de Madrid donde ha fallecido esta misma mañana.

 

Tripulantes y pasajeros apuntan que un rayo alcanzó el avión siniestrado en Moscú

 

Los investigadores no descartan ninguna hipótesis: desde la mala preparación del personal hasta el clima.

El Sukhoi Superjet 100 siniestrado el domingo en el principal aeropuerto de Moscú.
El impacto de un rayo en el avión fue lo que pudo causar la tragedia que este domingo costó la vida al menos a 41 personas en Moscú.
 Cuando todavía está en marcha la investigación oficial del accidente, la tripulación y los pasajeros afirman que un rayo alcanzó la aeronave minutos después del despegue.
 El capitán, Denis Evdokimov, ha asegurado que ese impacto dañó el sistema y las comunicaciones y forzó a volver a Sheremétevo, el principal aeropuerto de la capital rusa
 Allí, tras el aterrizaje de emergencia, el Sukhoi Superjet 100 que iba de Moscú a Murmansk (situado en el extremo noroccidental del país) se incendió.
 Llevaba los dos tanques llenos de combustible, según fuentes de la investigación.
El comité creado para determinar las causas del accidente del vuelo Su-1492 de la compañía rusa Aeroflot no descarta ninguna hipótesis: mala preparación de la tripulación, los controladores y los inspectores técnicos; las condiciones meteorológicas y razones técnicas.
 El ministro de Transporte de Rusia, Yevgeny Dietrich, ha informado este lunes de que se han recuperado los cuerpos de los 41 fallecidos.
 También las dos cajas negras de la aeronave. Nueve personas siguen hospitalizadas, algunas en estado muy grave.

Las autoridades han abierto una investigación penal por incumplimiento de la normativa de seguridad con consecuencia de muerte para dos o más personas. 
El organismo supervisor del transporte (Rostransnadzor) ha anunciado también una inspección extraordinaria a la aerolínea Aeroflot.
Denis Evdokimov informó a los medios rusos que el Sukhoi Superjet 100 tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia después de perder parte del equipo del avión por el impacto de un rayo. "Debido a los rayos, perdimos el contacto de radio y pasamos por un pilotaje mínimo (...) Es decir, sin un ordenador como de costumbre, de manera directa", aseguró el piloto en al diario ruso Komsomolskaya Pravda.

"Logramos restablecer el enlace a través de la frecuencia de emergencia, pero fue corto y funcionó solo de manera intermitente. Pudimos decir algunas palabras y luego el contacto desapareció", agregó el capitán, que reconoció que la aeronave se incendió debido a que llevaba los tanques llenos en el brusco aterrizaje.
Los aviones pueden atraer rayos, especialmente en el despegue y cuando atraviesan zonas de tormenta, pero es raro que estos causen daños físicos significativos en el aparato y no suelen afectar a la seguridad del vuelo, según la Organización Internacional de Aviación Civil.
La auxiliar de vuelo Tatyana Kasatkina también habla del impacto de un rayo.
 "Despegamos y entramos en las nubes.
 Había granizo. Escuchamos un ruido y vimos un destello, como eléctrico.
 Todo sucedió muy rápido", ha declarado a la cadena de Rossiya 24.
 Dmitri Khlebushkin, uno de los pasajeros que viajaba en la aeronave ha contado que vio "un destello de luz blanca" durante el vuelo.

Evacuación con maletas

Tras el aterrizaje, los pasajeros fueron evacuados a través de un tobogán en la parte delantera de la aeronave.
 En las imágenes de los vídeos grabados por otros viajeros desde la pista y desde las cristaleras del aeropuerto se ve a personas saltando mientras enormes columnas salen de la parte trasera del avión, devorada por el fuego.
 Un vídeo grabado en el interior de la cabina muestra las llamas fuera del avión, junto al ala y se escuchan los gritos de pánico de los pasajeros.

"La evacuación comenzó tan pronto como el avión se detuvo. Empujé a los pasajeros por el tobogán inflable", ha relatado la auxiliar de vuelo Kasatkina, que ha explicado que pese a las instrucciones, muchos pasajeros saltaron de sus asientos y se dirigieron a la salida tras el aterrizaje forzoso, "aunque el avión se estaba moviendo a gran velocidad", dijo.
 Entre los fallecidos hay otro auxiliar de vuelo.
 Sus compañeros aseguran que murió por inhalación de humo tratando de sacar a más pasajeros.
Fuentes de la investigación y algunos viajeros han contado a los medios rusos que el afán de muchos pasajeros de querer acarrear consigo durante la evacuación sus pertenencias pudo ralentizar el proceso y dificultarlo. 
En los vídeos emitidos por las televisiones rusas se ve a algunos de ellos corriendo por la pista con mochilas o hasta alguna maleta. Según los datos de aviación, se tardó 55 segundos en evacuar el avión.

Este no es el primer accidente con muertos de un Sukhoi Superjet 100. 
 Desde que comenzó a volar en 2008, este es el segundo accidente mortal que involucra a esta clase de aeronave, de acuerdo con la base de datos Aviation Safety Network.
 Además, el avión —el primero civil diseñado en Rusia tras la caída de la Unión Soviética— ha tenido otros dos accidentes con heridos. Este lunes, el ministerio de Transporte de Rusia ha afirmado que no ve el motivo para suspender los vuelos de esta aeronave.

 

Isabel Pantoja: auge, caída y fango de la última folclórica

Hay toda una generación de espectadores televisivos que cree saber quién es. Pero, en realidad, no tiene la menor idea de su dimensión cultural.

isabel pantoja
Isabel Pantoja lo tenía todo para ser un icono pop como han acabado siendo sus coetáneos, pero hoy existe lejos de la idolatría que despiertan ellos entre los modernos, los progres y el pueblo llano. En la imagen, la tonadillera tras una actuación en Barcelona en 2010. Foto: Getty

 

Ella sabía lo que el público quería y estaba dispuesta a dárselo, con intereses: aquel fue un concierto llorado en el que la cantante entraba y salía de personaje difuminando la barrera entre luto real y luto teatral. 
Ricardo Cantalapiedra comparó el nuevo repertorio de Pantoja con los relicarios de Quintero, León y Quiroga que “rezumaban sangre, tragedia y llanto, el peligro que puede tener esta nueva etapa es que se la llegue a confundir con la imagen patética de Juana La Loca gritando por los caminos sus amores con un muerto”.

Lo que quería confesar la cantante era que estaba “algo cansada de llevar esta estrella que pesa tanto”. Pues cómo de cansada debe de estar ahora.
 Marinero de luces fusionaba el melodrama barroco de la copla con los arreglos ochenteros de la canción ligera y funcionaba como una terapia psicológica, una confesión católica y una exclusiva al Hola.

En diez canciones, Pantoja recorría las fases del duelo: del delirio alucinógeno de Pensando en ti, en la que el difunto se le aparecía (“te miro, me sonríes y después te vas”), a la abnegación de ser viuda eterna en Era mi vida él (“que nadie me repita la palabra amor/ volver a ser feliz es imposible/ murieron tantas cosas esa tarde que no me queda nada por vivir”, además de referencias a su vigor sexual: “un día fui volcán entre sus brazos”) y finalmente al final feliz con Mi pequeño del alma
Esta canción presentó en sociedad a Paquirrín, que con menos de dos años acompañaba a su madre mientras ella le prometía un voto de castidad: “Serán tus besos los únicos besos del mundo”. Marinero de luces vendió un millón de ejemplares, una cifra que en aquella época solo alcanzaba Julio Iglesias, porque todos los españoles quisieron llevarse a casa un souvenir de la tragedia.
Cantalapiedra aseguraba que Pantoja parecía “el sueño de algún poeta sentimental”, pero también era una fantasía para las masas: aquella España fascinada con las telenovelas venezolanas encontró su propio culebrón patrio.
 La cantante después repetiría el éxito virando hacia el pop con composiciones de Perales (Se me enamora el alma) o Juan Gabriel (Así fue).
 Y cuando debutó como actriz en Yo soy esa en 1990, la Reina Sofía envió a su hija Cristina al estreno para perpetuar la imagen campechana de la familia real e investir a Pantoja como la tonadillera favorita de la corte.

“La película es todo un monumento kitsch a la canción española, concebida además para el goce y disfrute morboso de ver a la viuda de España vestida de nuevo de novia y en brazos de un galán [José Coronado]” escribió Elsa Fernández-Santos, “La noche del estreno parecía una de esas antiguas que hoy vemos con nostalgia del NO-DO de los años 40 y 50”.  
Yo soy esa recaudó 650 millones de pesetas, que al cambio y ajustando a inflación es una recaudación similar a la de Spiderman: Homecoming.
A cientos de kilómetros de aquel cine de la Gran Vía en el que Isabel Pantoja recreaba la España de posguerra estaba la nueva España, la que miraba al futuro de la Expo, de los Juegos Olímpicos y del ladrillazo en las costas mediterráneas.
 La España que le iba a quitar el acento a Yo soy esa.
 En 1991, un año después del estreno de aquella película y mientras Martes y 13 (que habían hecho giras en espectáculos de variedades con Pantoja en los 70) ridiculizaban la amistad de Pantoja con Encarna Sánchez, Jesús Gil conseguía la mayoría absoluta en el ayuntamiento de Marbella. 
Isabel Pantoja no lo sabía, pero en ese momento su legado artístico quedó condenado.
Isabel Pantoja lo tenía todo para ser un icono pop como han acabado siendo sus coetáneos (Jurado, Raphael, Iglesias), pero hoy existe lejos de la idolatría (irónica, quizá, pero apasionada) que despiertan ellos entre los modernos, los progres y el pueblo llano. El icono pop requiere trascendencia cultural, algo de lo que Pantoja va sobrada, pero también simpatía colectiva.
 Y eso es algo que ella nunca despertó, al apostar todas las fichas de su relación con el público a la lástima y la compasión, pero jamás al carisma que desbordaba Rocío Jurado, por ejemplo.
La cultura pop exige además un peaje de misterio: el artista siempre debe estar por encima de la persona. 
Y no hay nada más mundano, más ordinario y más vulgar, por muchos motivos que tuviera para reaccionar así, que ver a la Pantoja forcejear con un paparazi gritando:
 “No me vas a grabar más, esta es mi casa” (refiriéndose a Cantora, la finca que heredó de Paquirri y que hace las veces de Graceland para nosotros y Manderlay para ella).

O pasearse con su novio corrupto con una sonrisa furiosa exclamando: 
 “Dientes, Julián, dientes, que es lo que les jode”.
 O asediada por miles de personas que una vez más le gritaban “¡guapa!” pero también “ladrona”, “sinvergüenza” y “choriza” al salir del juzgado condenada a dos años por blanqueo de capitales. 

De nuevo, Pantoja estaba en el centro de las pasiones del pueblo, pero ahora como chivo expiatorio: la masa demandó un sacrificio humano ante la corrupción y el sistema le entregó a uno de sus ídolos.
 Que Pantoja o Iñaki Urdangarín, esposo de la espectadora de honor en aquel fastuoso estreno en la Gran Vía, entrasen en la cárcel representó la moraleja que la sociedad española necesitaba.
Isabel Pantoja le había jurado a España que no volvería a enamorarse. 
 Y allí estaba, subida a una calesa con otro hombre. Un hombre casado. 
Ella se obstinó en proteger su derecho a la intimidad, quizá con una soberbia desproporcionada (¿acaso todo en ella no ha sido siempre desproporcionado?), sin ser consciente de que su intimidad nunca le perteneció: ella misma se la había entregado al pueblo en aquel concierto televisado.

Cuando llamó a Chabelita mientras esta concursaba en GH Vip el septiembre pasado, le recordó que “soy tu madre, la que se muere por ti”.
 Cuando no le dejaba ver a su nieto, Pantoja le contó a Ana Rosa Quintana que su madre Ana (la madre de la artista definitiva) tenía “las pestañas blancas de tanto llorar”.
 Isabel Pantoja no puede tener sentido de la ironía porque vive su vida en términos de copla.
 Y hubo una época en la que eso garantizaba los aplausos del público, pero hoy solo sirve para hacer televisión. 
El 46,7 % de la audiencia sintonizó Telecinco para verla saltar al mar la semana pasada.
 ¿Será una mala idea participar en Supervivientes, teniendo en cuenta que mostrar su personalidad es lo que ha hundido su leyenda? Solo hay una forma de averiguarlo. 
Y nadie va a querer perdérselo.

Macarena García : “Aún me cuesta sentirme del todo libre”

La musa de 'La llamada' estrena 'A pesar de todo', una historia de reconciliación entre hermanas y confiesa sus inseguridades recién cumplidos los 31 años.




El vídeo, Macarena García, actriz.

 Muchas gracias, pero es que yo no soy tan consciente de que eso suceda. 

Aún se me hace raro salir en la tele como entrevistada.

 Me siento una trabajadora más. Es verdad que desde hace tiempo siento mucho cariño por parte de gente muy joven, incluso niños. 

Creo que el mensaje de tolerancia y respeto que ha querido contar mi hermano Javi y el grupo de amigos con el que he tenido la suerte de trabajar en La llamada ha calado entre ellos. Nos ven como una familia, y lo somos.