Los activistas se instalaron en una casa flotante en el mar y Tailandia les acusa de intentar fundar un pequeño Estado secesionista.
El hastío de vivir en un mundo capitalista —o directamente el hastío de vivir— llevó a la tailandesa Nadia Summergirl
y al estadounidense Chad Elwartowski a tomar medidas un tanto
drásticas.
En su día inversores en bitcoins, la pareja decidió poner tierra y mar de por medio e instalarse en una suerte de plataforma a 25 kilómetros de las costas de Phuket (Tailandia), oficialmente en aguas internacionales, para dejar de estar sujetos a las caprichosas leyes del mercado.
Pero si su objetivo era no responder ante ningún Gobierno, las autoridades tailandesas no lo vieron así. El 13 de abril, semanas después de comenzar su aventura, un navío de la Marina se personó en su casa flotante, que ligeramente elevada y con forma hexagonal se asemejaba a una pequeña plataforma petrolífera, acusándoles de pretender fundar un Estado secesionista.
Una micronación, alegaron, que podía tener “repercusiones negativas” en la costa tailandesa, aunque se encontrara fuera de sus aguas territoriales (que se extienden a una distancia máxima de 22 kilómetros, o 12 millas náuticas, desde el litoral).
Y un crimen que Tailandia castiga con pena de muerte o cadena perpetua.
Tal vez advertidos de la incómoda visita, la pareja ya se había marchado de su efímero hogar cuando llegó el navío.
“Nunca tuvimos malas intenciones”, aseguró después Elwartowski, de 46 años, en su cuenta de Facebook.
“Es ridículo. Hemos vivido en un barco flotante durante unas pocas semanas y ahora Tailandia nos quiere muertos”, remachó.
Lo cierto es que la idea de vivir en medio del océano no fue precisamente de Elwartowski y su pareja, cuyo nombre tailandés es Supranee Thepdet.
Ambos se convirtieron en los primeros voluntarios del Instituto Seasteading, una ONG cofundada por Patri Friedman, nieto del Nobel Milton Friedman, que promueve la creación de ciudades flotantes en aguas internacionales para solucionar problemas como la superpoblación, el aumento del nivel del mar y la mala gobernanza.
“Nadia y yo no diseñamos, construimos ni pagamos la plataforma. Somos fans entusiastas del proyecto y fuimos lo suficientemente afortunados como para ser los primeros en vivir allí”, añadió Elwartowski en sus redes, en las que ambos habían anunciado su plan desde hacía meses.
Ese anuncio alertó a la Marina tailandesa. “La pareja declaró su autonomía por encima de cualquier jurisdicción o país, incluyendo Tailandia”, dijo el almirante Vithanarat Kochaseni, citado por Sky News.
“Tales actos deterioran la independencia de Tailandia”.
Según el diario Bangkok Post, la policía tailandesa ha iniciado una investigación con el fin de acusarles de violar el artículo 119 del Código Penal, que prohíbe cualquier iniciativa que divida al país, lo someta a la soberanía de un Estado extranjero o deteriore su independencia.
No obstante, la Fiscalía aún debe pronunciarse. De momento, las autoridades tailandesas han cancelado el visado de Elwartowski y retiraron la plataforma del mar el 21 de abril. “
Si se queda ahí o no, no me importa. Estoy más preocupado porque Nadia esté lejos de su familia y de su país. Su hijo está inquieto. Espero que puedan reunirse pronto”, subrayó el estadounidense, asegurando que ambos están a salvo, aunque en paradero desconocido.
Por su parte, el cofundador del Instituto Seastand afirmó en un comunicado “estar impactado y triste por las noticias que señalan que esta pareja ha sido acusada de traición simplemente porque nadie había hecho el papeleo pertinente.
Es como culpar a alguien de un delito capital por no registrar su coche”, añadió.
Pese a los problemas posteriores, Elwartowski no parece arrepentirse de su hazaña. “Fui libre por un momento. Probablemente, la persona más libre del mundo. Fue glorioso”, proclamó en Facebook.
En su día inversores en bitcoins, la pareja decidió poner tierra y mar de por medio e instalarse en una suerte de plataforma a 25 kilómetros de las costas de Phuket (Tailandia), oficialmente en aguas internacionales, para dejar de estar sujetos a las caprichosas leyes del mercado.
Pero si su objetivo era no responder ante ningún Gobierno, las autoridades tailandesas no lo vieron así. El 13 de abril, semanas después de comenzar su aventura, un navío de la Marina se personó en su casa flotante, que ligeramente elevada y con forma hexagonal se asemejaba a una pequeña plataforma petrolífera, acusándoles de pretender fundar un Estado secesionista.
Una micronación, alegaron, que podía tener “repercusiones negativas” en la costa tailandesa, aunque se encontrara fuera de sus aguas territoriales (que se extienden a una distancia máxima de 22 kilómetros, o 12 millas náuticas, desde el litoral).
Y un crimen que Tailandia castiga con pena de muerte o cadena perpetua.
Tal vez advertidos de la incómoda visita, la pareja ya se había marchado de su efímero hogar cuando llegó el navío.
“Nunca tuvimos malas intenciones”, aseguró después Elwartowski, de 46 años, en su cuenta de Facebook.
“Es ridículo. Hemos vivido en un barco flotante durante unas pocas semanas y ahora Tailandia nos quiere muertos”, remachó.
Lo cierto es que la idea de vivir en medio del océano no fue precisamente de Elwartowski y su pareja, cuyo nombre tailandés es Supranee Thepdet.
Ambos se convirtieron en los primeros voluntarios del Instituto Seasteading, una ONG cofundada por Patri Friedman, nieto del Nobel Milton Friedman, que promueve la creación de ciudades flotantes en aguas internacionales para solucionar problemas como la superpoblación, el aumento del nivel del mar y la mala gobernanza.
“Nadia y yo no diseñamos, construimos ni pagamos la plataforma. Somos fans entusiastas del proyecto y fuimos lo suficientemente afortunados como para ser los primeros en vivir allí”, añadió Elwartowski en sus redes, en las que ambos habían anunciado su plan desde hacía meses.
Ese anuncio alertó a la Marina tailandesa. “La pareja declaró su autonomía por encima de cualquier jurisdicción o país, incluyendo Tailandia”, dijo el almirante Vithanarat Kochaseni, citado por Sky News.
“Tales actos deterioran la independencia de Tailandia”.
Según el diario Bangkok Post, la policía tailandesa ha iniciado una investigación con el fin de acusarles de violar el artículo 119 del Código Penal, que prohíbe cualquier iniciativa que divida al país, lo someta a la soberanía de un Estado extranjero o deteriore su independencia.
No obstante, la Fiscalía aún debe pronunciarse. De momento, las autoridades tailandesas han cancelado el visado de Elwartowski y retiraron la plataforma del mar el 21 de abril. “
Si se queda ahí o no, no me importa. Estoy más preocupado porque Nadia esté lejos de su familia y de su país. Su hijo está inquieto. Espero que puedan reunirse pronto”, subrayó el estadounidense, asegurando que ambos están a salvo, aunque en paradero desconocido.
Por su parte, el cofundador del Instituto Seastand afirmó en un comunicado “estar impactado y triste por las noticias que señalan que esta pareja ha sido acusada de traición simplemente porque nadie había hecho el papeleo pertinente.
Es como culpar a alguien de un delito capital por no registrar su coche”, añadió.
Pese a los problemas posteriores, Elwartowski no parece arrepentirse de su hazaña. “Fui libre por un momento. Probablemente, la persona más libre del mundo. Fue glorioso”, proclamó en Facebook.