Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

28 abr 2019

‘Il sindaco’ Maragall............................... Daniel Verdú

Al entonces ex alcalde de Barcelona le recuerdan en Roma en 1997 curioso y dulce, pero capaz de bajar de un taxi para ordenar el tráfico.

Pasqual Maragall y Diana Garrigosa, en Roma, en diciembre de 1997.
Pasqual Maragall y Diana Garrigosa, en Roma, en diciembre de 1997.
Los caprichos arqueológicos del mercado inmobiliario romano -cada periodo tiene los suyos desde hace más de 2.700 años, no crean- quisieron que un enamorado del Mediterráneo como Pasqual Maragall acabase viviendo donde comenzaba la Via Aurelia. 
Justo ahí, en la via Titta Scarpa número 2, junto a la isla que forma el Tíber a la altura del Trastevere, pasó un año de su vida con su esposa Diana y su hijo Guim.
 Su rastro, los recuerdos del periodo que cimentó su salto hacia la Generalitat, permanecen entre las callejuelas del centro, en el papel amarillo manchado de aceite de las frituras de sesos y alcachofas de la hostaria Dar Buttero.
 También en las lecturas de aquellos días, desde Semprún a Thomas Mann pasando por Edgar Morin, y en el dietario que publicó en La Vanguardia anticipando ideas que vendrían. 
Pero, sobre todo, es fácil reavivar su recuerdo en la admiración que despertaba en la socialdemocracia italiana, fascinada entonces con su obra en Barcelona y puesta en pie a su llegada.
Maragall aterrizó en Roma en septiembre de 1997, poco después de la Diada de aquel año. 
Pasó también un breve tiempo en un hotel en el Aventino, justo donde la Via Marmorata abre las puertas del Testaccio. 
 Luego vivió un tiempo en un ático prestado en la Villa Borghese, un espectáculo con vistas a los jardines del Príncipe por encima de las posibilidades estéticas de casi cualquiera. 
Él había llegado con un Ford Escort familiar plateado que conservó años después –“el romano” lo llamaba- y con el que recorrió todo el Lazio con su familia. 
En aquellos días explotaba el furor los telefonini en la calle -ningún país se dio un golpe en la cabeza tan fuerte con el asunto- y el Inter de Milán acababa de birlarle a Ronaldo al Barça. 
Sucedió cuando las gradas del calcio todavía hacían más ruido que las de la política en Italia, donde un discreto Romano Prodi inhalaba los últimos vapores de finezza que quedaban en el Palazzo Chigi.
Roma, en pleno prejubileo, soñaba todavía con ser una estrella en una moderna constelación europea desde que había ayudado a fundar. 
 Francesco Rutelli, valor en alza de la socialdemocracia, la dirigía desde lo alto del Campidoglio, justo donde se había firmado el Tratado 40 años atrás.
 Una ciudad entonces en plena efervescencia cultural y urbana, convertida en una pesadilla ingobernable años más tarde (aunque los atascos fueran los mismos, como el propio Maragall sufrió e intentó poner orden él mismo bajándose de un taxi camino a Fimuicino).
 Pero el coche obliga en Roma.
 Y los miércoles conducía pacientemente también a través de la Via Ostiense para llegar a sus clases en la Universidad Roma-Tre: un curso creado especialmente para Maragall que llamaron Europa Prossima.
 El 10 de diciembre, el día que se estrenó como professore, le escuchaban en la primera fila las principales ramas de L’Ulivo, el artefacto electoral que había echado a rodar año antes.
 No se lo perdieron el filósofo y entonces alcalde de Venecia, Massimo Cacciari, o el propio Prodi, que según contaba en la crónica de aquel día Enric González, tuvo que hacer equilibrismos vaticanos para ensalzar al mismo tiempo a su amigo Jordi Pujol y al propio Maragall.
 También estuvo, por supuesto, Rutelli, tan incapaz entonces como hoy de ocultar su admiración por “Pasqual”. “Es el alcalde contemporáneo más grande de Europa. 
Así le presenté una vez en un mitin y se quedó de piedra.
 Era una mezcla entre intelectual y administrador, algo rarísimo en la política.
 En Barcelona fue capaz de implicar la energía de la liberación del franquismo en un proyecto colectivo.
 No era un líder arrogante, era el jefe de un equipo”, señala Rutelli al teléfono. 
Diez años después, recibió la llamada de su amigo hablándole de Eisenhower, esa manera que tenía Maragall de ironizar con su enfermedad, y sobre cómo pensaba combatirla.
Jordi Pujol había ya consumido la mitad de su penúltima legislatura y Maragall, que ese año le mandó una felicitación navideña desde la sede de la Prensa Extranjera con un grupo periodistas gamberros y el propio Romano Prodi, repetía a todo el mundo que no tenía intención de probar suerte al otro lado de la Plaza de Sant Jaume. Roma era solo un balón de oxígeno, una cámara hiperbárica tras 15 años al frente de la alcaldía de Barcelona. 
Hasta que le visitó Felipe González para convencerle de lo contrario, según él mismo explicó en un mitin en L’Hospitalet en 2006 junto al expresidente del Gobierno.
 Enric Juliana, entonces corresponsal en Roma de La Vanguardia, comió y charló algunas veces con él durante aquel curso. “Es difícil saber qué pensaba.
 Pero buscaba verificar realmente si quería dar el paso. 
Y aquello pasaba por ver si se lo pedían y con qué argumentos. Comprobar si se creaba un cierto deseo de que fuera candidato. Entendió que la mejor manera era desaparecer un tiempo”.
El camino, al fin y al cabo, parecía lógico.
 Sus amigos en los ayuntamientos de Italia también habían dado pasos.
 Las ciudades eran entonces el mejor esquema para regenerar la política nacional, justo lo que intenta hoy de nuevo tímidamente Italia. Walter Veltroni, que sucedería tres años después a Rutelli, se convertiría en secretario general del nuevo artefacto socialdemócrata en el país una década después.
 “Nos vimos muchas veces, en Roma y en España.
 Siempre me han impresionado dos cosas que no son frecuentes en nosotros: la curiosidad y la dulzura. 
Siempre me pareció que tenía esa doble característica que, en el fondo, es hija de la misma mirada hacia la vida.
 Él era curioso por todo lo nuevo: cultural, social, político.
 Per también muy acogedor, sin esa violencia de las certezas que lamentablemente nos asfixian hoy. 
 Era un hombre más atravesado por las dudas que por las certidumbres”.
Una manera proyectar el mundo en las antípodas de la que recorre Europa, como recuerda su amigo Cacciari con cierta amargura. “Demostró unas ideas muy claras sobre la exigencia de un verdadero federalismo, especialmente a nivel europeo. 
Un pensamiento que compartíamos los alcaldes de los años 90 que ha sido traicionado en todas partes. 
Fuimos machacados por las pulsiones secesionistas y los centralismos burocráticos a la madrileña y a la romana.
 La última vez que le vi, hace unos diez años estaba completamente desconsolado por el naufragio de nuestras ideas, que ha traído el desastre a nuestros países, también en la Unión Europea. 
Fueron derrotadas y se impuso lo que vemos hoy, empezando en Roma”.
 Una anécdota, y eso aquí siempre consuela, si uno piensa que tras 28 siglos esta ciudad todavía funciona.

 

A pedradas contra su padre y su asesino

Los hombres que marcaban a las mujeres

 
 

La policía descabeza en Málaga una violenta organización de gánsteres polacos dedicados a la trata de blancas.

trata de mujeres
Imagen cedida por la policía en la que se lee en polaco: "Entregada a mi maestro y mi hermano", con la firma de Lazek en el empeine.
Los hermanos Barwick, Leszek (26 años) y Aleksander (31) son unos gánsteres tan conocidos en Estepona (Málaga) como en Gdynia (Polonia), de donde provienen. 
En la Costa del Sol por sus escarceos con el tráfico de marihuana y hachís; y en su país de origen por ser los cabecillas de una organización criminal polaca dedicada al tráfico de mujeres y la prostitución en varios países de Europa: 
“Marcaban a sus mujeres como si fueran ganado”, asegura un agente polaco de la oficina central de investigación policial polaca (Centralne Biuro Sledcze Policji). “Propiedad de Pawel”, “Esclava del sr. Olek”, “Fiel a Leszek”, puede leerse en grandes tatuajes sobre sus piernas.
Leszel y Aleksander fueron detenidos el pasado 12 de marzo en Mijas (Málaga), junto a su “hombre de confianza y responsable del área de prostitución”, Mateusz A.W. (alias Pimpas), por agentes de los Grupos de Respuesta Especializada contra el Crimen Organizado (Greco) de la Brigada Central de Crimen Organizado, perteneciente a la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado (Udyco)  Central y por agentes de Udyco-Costa del Sol.
Residentes en la ciudad de Gdansk, puerto y capital de la región polaca de Pomerania, al norte del país, funcionaban como una secta: 
 “Captaban a las mujeres en discotecas, pubs y gimnasios de ciudades limítrofes, principalmente Gdynia y Sopot”, señalan fuentes policiales polacas. 
“Buscaban mujeres jóvenes con problemas económicos, las seducían con un trato amable e invitándolas a copas, después las convencían de que podían prestarles dinero si lo necesitaban o les pagaban una operación de aumento de pecho o una cirugía plástica. Una vez endeudadas, las convertían en sus esclavas y las obligaban a saldar su deuda prestando servicios sexuales”, relata el investigador polaco. 
“Y no dudaban en hacer alarde de su violencia ante la más mínima resistencia”, señala.
Del mismo modo, y con similares técnicas de seducción, montaban “redes de protección”, es decir, captaban a hombres jóvenes en gimnasios y los convertían en obligados protectores de negocios, cuyos dueños se veían obligados a pagar una tasa por una supuesta protección nunca pedida, al más puro estilo de la mafia.
“Las autoridades polacas consideran a los detenidos muy activos en crimen especializado y violento, como eliminación de la competencia o protección de otros delincuentes empleando la violencia, siempre armados con cuchillos, machetes, hachas y bates”, señala un informe policial al que ha tenido acceso EL PAÍS. Otro informe de Europol señala, no obstante, que el tercero de los hermanos, Pawel Barwick (39 años), se encuentra aún en busca y captura con una orden internacional de detención, aunque el padre de los tres, y abogado de la organización, está ahora también en prisión en Polonia.
“El arresto de los principales jefes de este grupo supone un gran golpe para el crimen organizado polaco”, señala el investigador polaco que ha colaborado con los agentes españoles.
A los hermanos Leszek y Aleksander les sorprendieron con Pimpas en una vivienda de una urbanización de Mijas. 
Controlaban una nave industrial con 2.533 plantas de marihuana en Casares y les fueron incautados 220 kilos de hachís que, según las mismas fuentes, iban a distribuir a Europa.
 La investigación sobre su actividad había comenzado seis meses antes cuando los agentes de los Greco tuvieron conocimiento de sus “negocios” en Estepona.
 Enseguida, miembros de Udyco-Estepona les identificaron porque “les habían seguido la pista antes”.

Un prostíbulo incendiado

El cruce de sus datos con los ficheros de Europol puso en alerta a la policía polaca, que les seguía los pasos por una acusación de asesinato, además de por tráfico de drogas, trata con fines de explotación sexual y blanqueo de capitales:
 “En enero de 2017 prendieron fuego a un prostíbulo en Aalborg (Dinamarca) con una prostituta dentro, que murió abrasada junto con uno de los autores del incendio”, relatan fuentes de la investigación.
 “Aquello fue su manera de imponerse a otros clanes de la zona tras huir de Polonia”, aseguran fuentes policiales.
La organización “criminal y armada” funciona desde 2009, esta formada por decenas de personas y ha prostituido a numerosas mujeres en su red de prostíbulos del norte de Polonia, ampliada a otros países europeos. 
 Ahora pretendían asentarse en la Costa del Sol.


 

 

Luis Rojas Marcos: “Hay que decir más ‘cuéntame’, ‘perdona’ y ‘te quiero”




El veterano psiquiatra confiesa que habla mucho solo y recomienda seguir su ejemplo para mantenerse cuerdo.

Luis Rojas Marcos, psiquiatra.
Son las siete de una gélida tarde de primavera.
 Este señor que aparenta una década menos de sus 75 años lleva todo el día hablando de su libro y, con la excusa de que esta es su última entrevista y me ve llegar destemplada, me arrastra al bar del hotel Palace de Madrid para invitarme a un café y, de paso, regalarse un “cubalibre como está mandado" como premio de fin de jornada.
 Se lo sirve, solícito, su camarero, un profesional que, a base de atenderle en sus cuatro o cinco visitas anuales a España desde Nueva York, donde reside desde hace medio siglo, se ha convertido en un amigo. 
Barman y psiquiatra. 
Difícil encontrar dos oficios donde se escuche más al otro. Estoy de suerte.
Si “somos como hablamos”, ¿cómo es usted, doctor?
Hablador. 
Me hablo mucho a mí mismo, a veces en voz alta, a veces en voz baja, pero me ayuda a gestionarme, a animarme, a ponerme límites. Hablarme es fundamental en mi día a día. Todos deberíamos hablar más solos.
¿No era eso cosa de locos?
Ese es el problema.
 Se ha estigmatizado. Los niños, desde los 2 o 3 años, se hablan a sí mismos, se animan, se acunan, se consuelan.
 Luego, nos da vergüenza, porque se identifica a la persona que habla sola con el enfermo que oye voces. 
Nos reprimimos, y es un gran error.
 Igual que nos enseñan a hablar, y a pedir las cosas por favor, deberían enseñarnos a hablar con nosotros mismos.
Hoy se ve a mucha gente hablando sola, pero al móvil.
Si están hablando con alguien, bien. Lo malo de la tecnología es cuando interfiere en tu capacidad de hablarte a ti mismo, o hablar con los demás, o tener relaciones reales: es un problema muy serio.
Canarias va a hacer obligatoria la educación emocional en los colegios. ¿Qué le parece la idea?

Una maravilla. 
Ponerle palabras a lo que sientes. Hablar. Si tienes ganas de llorar, saber que eso se llama estar triste.
 Si tienes ganas de insultar a alguien, es estar enfadado. 
Es una educación muy útil para la vida y la salud de los niños, que luego serán adultos.
Le van a quitar el trabajo.
Has dado en el clavo. 
Pero no hacerlo sería antihumano. Esa sería una buena causa, buscar otro trabajo, con la satisfacción de haber podido ayudar al grupo.

O sea, que "charlatán" para usted no es ningún insulto.
Si te lo dicen como insulto, tendrán que explicártelo, porque, en general, las personas parlanchinas tienen mucha suerte de serlo.
¿Por qué?
Las personas extrovertidas, que hablan más, que conectan con los demás, están más satisfechas de su vida en general.
 La razón es sencilla: al conectar con los demás, tenemos relaciones afectivas, nos ayudamos, compartimos y nos apoyamos en situaciones difíciles, y también nos quejamos y pedimos ayuda si la necesitamos...
¿Las mujeres hablamos más o es una puyita de los hombres?
La mayoría de los estudios demuestran que las mujeres hablan de promedio 15.000 palabras más que los hombres.
 Y eso es porque tienen la parte del cerebro que controla el lenguaje más desarrollada.
 Y porque los padres les hablan más a las hijas que a los hijos, sobre todo de temas emocionales.
 Estoy convencido de que las mujeres viven más porque hablan más. Y las españolas, más.
Pero se nos dice que calladitas estamos más monas. ¿Cuándo hay que morderse la lengua?
Cuando vayamos a desbarrar. Cuando sabemos que lo que diremos va a crear un conflicto o a herir a alguien, mejor callarse.
¿Merece la pena insultar?
No. El insulto ataca la autoestima, la identidad y el valor de la persona.
 No aporta nada. Las palabras no se las lleva el viento.
Lleva medio siglo escuchando penas. ¿Son siempre las mismas?
Lo que nos pasa, lo que oigo en consulta es básicamente lo mismo. O miedo, o tristeza, o angustia, o necesidad de que nos orienten en un momento de la vida.
¿Y tenemos remedio?
Muchos, para empezar, hablar, contar lo que nos pasa.
 Hablar es fundamental para entender lo que nos pasa y pedir ayuda.
¿Qué palabras hay en su botiquín?
Para mí la palabra más importante, profesional y personalmente, es “cuéntame”, pero para eso, tienes que estar dispuesto a escuchar, y eso no siempre sucede.
 Otra es “perdona”: pedir perdón es fundamental, porque sin perdón no hay futuro en la vida.
¿Y si no perdonas?
Enfermas. El perdón es fundamental para sobrevivir. Para reinventarse.
 La víctima perpetua es una persona muy limitada por su herida abierta. El duelo no se puede eternizar. Pasar más de tres años de víctima no es saludable. 
Te encierra en el papel de traumatizado. 
Evita abrir otro capítulo de tu vida con ilusión, esperanza y creatividad.
¿El dolor nos alcanza a todos?
Sin excepción. Pérdidas, traumas, divorcios. Según los epidemiólogos tocamos a dos adversidades serias por persona y vida. Unos tienen 4; otros, 1. Pero las horas bajas nos llegan a todos.
En lo de las palabras mágicas se ha olvidado de “te quiero”.
Decir te quiero es fantástico, sobre todo si es verdad y tienes a alguien a quién decírselo. Lo decimos, pero lo decimos por dentro. Y es bueno verbalizarlo.
 Pero no solo al otro, sino a nosotros mismos. Decirte: “mira, Luis, te quiero mucho” es muy útil, sé que no se nos enseña de pequeños, pero yo lo recomiendo.
O sea, que se ama usted.

Sí. Mucho, además. Gracias.