Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

22 abr 2019

Los viejos vaqueros nunca mueren

La camisa de Steve McQueen, la cazadora de John Lennon, los pantalones de Debbie Harry. Los iconos rebeldes de la moda ‘denim’ resucitan en nombre de la sostenibilidad.

Paul Newman, con camisa y pantalón vaquero sobre un Cadillac en el rodaje de 'Hud, el más salvaje entre mil' en Texas en 1963.rn rn
Paul Newman, con camisa y pantalón vaquero sobre un Cadillac en el rodaje de 'Hud, el más salvaje entre mil' en Texas en 1963. Getty Images
La primavera del descontento ecológico se tiñe de azul índigo. Mientras los libros de estilo de la temporada conminan a vestir vaqueros como nunca (Balenciaga, Balmain, Dior, Celine e incluso la última colección de Karl Lagerfeld para Chanel lo ponderan en todas sus posibilidades y hasta por encima de ellas), Naciones Unidas volvía a alertar sobre las desastrosas consecuencias, medioambientales pero también sociales y económicas, de su producción a finales del pasado marzo. 
“Para confeccionar un solo par de jeans son necesarios alrededor de 7.500 litros de agua, el equivalente a lo que una persona puede beber en siete años”, refiere el último informe de la Conferencia de Comercio y Desarrollo del organismo, que considera la industria de la moda la segunda más contaminante del planeta.
En el proceso de teñido y lavado de la que es la prenda más vestida de la que haya noticia (1.000 millones de tejanos salen al año de las factorías textiles) está el quid de la cuestión.
 Y ya no es solo el ingente gasto energético y de agua, sino esa media tonelada de microfibras derivadas de su producción que acaba invariablemente en el mar.
 De ahí el actual compromiso entre los principales agentes que dominan el territorio vaquero —un mercado que, en 2025, alcanzará un valor de casi 10.000 millones de euros— por responder a la demanda social de sostenibilidad.

 La durabilidad del producto vaquero de moda es, en ese sentido, el mantra que repiten las marcas más concienciadas, en sintonía con la muy en boga tendencia del upcycling, esto es, el reciclaje creativo de las prendas. 

Un recurso por el que unos blue jeans pueden vivir para siempre, o casi.

 Wrangler dio buena cuenta de él durante la pasada semana de la moda londinense, en la que presentó su colaboración con la diseñadora de origen ucraniano Natasha Zinko: una colección cápsula que incluye cazadoras y pantalones de silueta sobretallada confeccionados a partir de viejas piezas de la marca.

Steve McQueen en una imagen del libro.
Steve McQueen en una imagen del libro.
“Repara, reutiliza y recicla.
 Pásaselos a alguien que quieras para que continúe la historia”, proclama Roian Atwood, director de sostenibilidad de Wrangler. 
Y sentencia: “Los iconos nunca mueren”. 
Atwood es el fichaje estrella de VF Corporation, el grupo textil estadounidense que también posee Lee, para su cruzada medioambiental desde que se uniera a la ONG global The Sustainabilty Consortium, en 2015.
 Los programas de reducción de lavado y química limpia y el desarrollo de innovaciones ecológicas como el teñido por espuma son algunos de sus logros.
 Pero ahora toca pulsar también la fibra emocional/sentimental.
 “La autenticidad nunca había sido tan importante como hoy, especialmente en estos tiempos de consumo acelerado y ropa desechable”, expone Sean Gormley, director creativo de Wrangler, interpelando al imaginario colectivo vaquero. 
“Nosotros tenemos una historia fantástica que ya dura más de 70 años y la fuerza de nuestros archivos se refleja en un producto que ama todo el mundo”.

 

El británico no se anda precisamente con rodeos a la hora de reclamar el legado de la marca, en la que ejerce de jefe de diseño desde 2014. 
No en vano, Wrangler puede presumir de ser la genuina etiqueta vaquera, concebida por y para los cowboys
El origen del denim es en realidad de extracción minera y californiana.
 Por resistencia y durabilidad, pronto pasó a formar parte del uniforme de trabajo obrero. 
 Pero no fue hasta 1947, con la aparición de aquel pantalón marcado con la referencia 11MWZ, cuando su uso se popularizó entre los ganaderos del medio Oeste estadounidense.
Confeccionado en Greensboro, Carolina del Norte, las características del modelo propuesto por Wrangler, con sus remaches romos para no dañar las sillas de montar, sus costuras planas que garantizaban cabalgar con comodidad, sus bolsillos más profundos para mayor seguridad de las pertenencias y sus siete trabillas para el cinturón lo convirtieron en el favorito de jinetes y profesionales del lazo.
 De ahí a que saltara a las pantallas de cine y los escenarios del naciente rock and roll, apenas fue necesario un trote.
 
En el proceso de teñido y lavado de la que es la prenda más vestida de la que haya noticia (1.000 millones de tejanos salen al año de las factorías textiles) está el quid de la cuestión. 
Y ya no es solo el ingente gasto energético y de agua, sino esa media tonelada de microfibras derivadas de su producción que acaba invariablemente en el mar. 
De ahí el actual compromiso entre los principales agentes que dominan el territorio vaquero —un mercado que, en 2025, alcanzará un valor de casi 10.000 millones de euros— por responder a la demanda social de sostenibilidad.
La durabilidad del producto vaquero de moda es, en ese sentido, el mantra que repiten las marcas más concienciadas, en sintonía con la muy en boga tendencia del upcycling, esto es, el reciclaje creativo de las prendas. 
Un recurso por el que unos blue jeans pueden vivir para siempre, o casi. Wrangler dio buena cuenta de él durante la pasada semana de la moda londinense, en la que presentó su colaboración con la diseñadora de origen ucraniano Natasha Zinko: una colección cápsula que incluye cazadoras y pantalones de silueta sobretallada confeccionados a partir de viejas piezas de la marca.
Steve McQueen en una imagen del libro.
Steve McQueen en una imagen del libro.

Debbie Harry, vocalista del grupo Blondie, en 1978. Rex/Shutterstock
Con la camisa 27MW a juego con su pantalón, Steve McQueen hizo de la marca un clásico instantáneo en 1952. El ejemplo del actor, luego proclamado rey del cool por esa elegancia/actitud natural con la que se enfrentaba a la moda, contagiaría a otras estrellas del calibre de Paul Newman, Montgomery Clift o Robert Redford
En la década de los sesenta, la contracultura juvenil terminó de hacerlos suyos vía ídolos musicales como John Lennon y Mick Jagger
Y a finales de los setenta, Debbie Harry, cantante de Blondie, dio por zanjada una conquista femenina que, a decir verdad, siempre fue pareja a la masculina. Para el caso, todos mimbres suficientes para forjar una leyenda que Wrangler vuelve a invocar, eso sí, con un actual y contundente giro sostenible.
Debbie Harry, vocalista del grupo Blondie, en 1978.

Carlos Sobera, triunfos y fracasos más allá de la pantalla

El teatro y los libros son su pasión, compró el teatro Reina Victoria de Madrid y sigue triunfando como presentador. A partir de esta semana se estrena en 'Supervivientes'.

El presentador y productor Carlos Sobera
El presentador y productor Carlos Sobera Cordon Press
Nació en Baracaldo (Vizcaya) y estudió Derecho, pero desde hace años es uno de los nuestros. 
De esos que se pasean por nuestros hogares como si fueran el suyo aunque ni siquiera nos conozcan; de los que si nos lo encontráramos por la calle nos extrañaría que no nos saludara después de lo mucho que nos vemos. 
El matiz es que Carlos Sobera de verdad no sabe quiénes somos aunque lleve años colándose en nuestras vidas con su imagen sonriente y su arqueo de ceja desde la pantalla del televisor.
La última vez volvió a sorprender a los espectadores que pudieran estar inquietos por la ausencia de Jorge Javier Vázquez al frente de la nueva edición de Supervivientes que comienza el día 25 de abril. Sobera que ejerce de Celestino de lujo en First Dates y de sabueso en Volverte a ver para facilitar encuentros lacrimógenos entre padres e hijos, novios arrepentidos o admiradores en busca de su estrella, hará triplete y presentará una gala coloquio en Cuatro sobre el programa de supervivencia que se emite en Telecinco, con el bombazo de que Isabel Pantoja será una de las concursantes que participará en el reality.
La noticia la comunicó él mismo en su cuenta de Instagram con un vídeo promocional y un texto tan sencillo como explícito: “He sentido la llamada”. 
La llamada de Paolo Vasile, el consejero delegado de Mediaset, de quien depende el contrato de cadena que el presentador tiene con la empresa de comunicación.
 Un contrato que le garantiza un fijo millonario anual pero que también supone que debe estar disponible para los proyectos que su empresa considere idóneos para él.

Sobera se une de esta forma a un triplete ganador, ya que Mediaset echa la casa por la ventana y dedicará al formato de Supervivientes –girando alrededor de la órbita de Isabel Pantoja– a cuatro de sus presentadores estrella: Jorge Javier Vázquez, que vuelve tras el ictus que le ha mantenido alejado de la pantalla durante algo más de un mes, Lara Álvarez y Jordi González. 
Lo que hará Sobera en este espacio de debate semanal aún no se sabe, pero lo que es seguro es que mantendrá su marca de serie: ese tono irónico, entre cercano y distante que tan popular le ha hecho entre los espectadores de televisión.
Carlos Sobera y su esposa Patricia Santamarina.
Carlos Sobera y su esposa Patricia Santamarina. Cordon Press
Pero el baracaldés, al que muchos creen bilbaíno porque fue allí donde estudió y comenzó su andadura profesional, es ante todo un prototipo de hombre inquieto y polifacético.
 Se licenció en Derecho por la Universidad de Deusto y fue profesor de Publicidad de la Universidad del País Vasco entre 1987 y 1997.
 En paralelo sus inquietudes teatrales le llevaron a crear en 1980 el grupo La Espuela durante su etapa de estudiante y a fundar el Aula de Teatro de la Universidad cuando ejerció como profesor.
 Y en televisión debutó en 1994 como guionista en un programa de la televisión autonómica vasca.
El gusanillo de la actuación estaba ahí y probó como presentador, como actor junto a Imanol Arias en la película Rigor Mortis y luego en series como Al salir de clase o Quítate tú para ponerme yo, las dos en Telecinco. 
Aunque esta etapa quede lejos en la memoria, muchos asiduos a la pequeña pantalla le recordarán en el concurso que la catapultó definitivamente a la fama ¿Quiere ser millonario?, donde las preguntas que le hacía al concursante que se atrevía a probar con el formato eran casi tan esperadas como los gestos inconfundibles que inmortalizó Carlos Sobera mientras esperaba las respuestas. 
En la televisión ha encontrado una buena y estable fuente de ingresos pero su amor por los libros y por el teatro, le han hecho embarcarse en diferentes aventuras empresariales con desiguales resultados.
En la actualidad mantiene activas dos productoras: Producciones Cinco y Acción y Arequipa Producciones. 
 En marzo de 2016 su pasión teatral le llevó a comprar un teatro, el Reina Victoria de Madrid, a un paso de la célebre Puerta del Sol. “Llevo mucho tiempo produciendo teatro.
 Tenía ganas de tener un teatro y poder programar. Y también de poder sacar mis funciones en mi propio escaparate”, dijo entonces a Vanitatis.
 Poco después de dos años hacía negocio vendiéndolo a Pescaderías Coruñesas en una operación que se escrituró en 9,4 millones de euros, según las liquidaciones del Registro de la Propiedad, cuando él lo había comprado por algo menos de siete millones de euros.
 El acuerdo incluye que el presentador continúa encargándose de la programación del teatro con su productora, cuyas oficinas se encuentran dentro del mismo edificio.
En lo que respecta a la parte más personal de su vida, Carlos Sobera lleva unido desde hace quince años a Patricia Santamarina, que es abogada.
 Ella forma parte de Arequipa Producciones y tiene con el presentador una hija, Natalia, que según su padre parece que se inclina como él por el mundo del espectáculo a pesar de ser todavía pequeña. 
 Para ambos es su segundo matrimonio.  Sobera estuvo casado con Elena Casado y Patricia Santamarina con Rody Aragón, que formó parte de los Payasos de la Tele. 
Junto a él Santamarina tuvo otra hija, Arianna, que en la actualidad tiene 21 años y a quien Sobera considera otra más de sus vástagos, ya que la conoció cuando solo tenía solo cinco años.
Precisamente la pasada semana el presentador desveló durante una entrevista en la cadena de televisión en la que trabaja que su mujer había sufrido un derrame cerebral en febrero y que tuvo que estar hospitalizada durante tres semanas. 
“Los primero días fueron preocupantes”, dijo Sobera, “pero afortunadamente está estupendamente”

Las más románticas y menos lucrativas le llevaron a crear dos empresas —4 Elementos Editorial y Librería Huatulco— ambas dedicadas a la venta de libros y material de papelería.
 Ninguna de ellas fue bien, como tampoco llegaron a buen fin Bonsai Producciones, con la que quería entrar en el mundo del entretenimiento infantil, ni Hirucamp Espectáculos SL, que creó junto a Pedro Larrañaga y otros socios para intentar hacerse con la gestión del Teatro Campos de Bilbao, un objetivo que finalmente desdeñaron.
 Patricia Santamarina fue dada de alta, aunque los facultativos que la trataron el el hospital Ramón y Cajal de Madrid continúan manteniendo bajo vigilancia el cavernona (malformación vascular) que provocó el derrame. 



 

“Me gustaría repetir como ministro de Ciencia”

  • El número 1 por Alicante reconoce que es un "papá raro" y admite que no sabe si se aburrirá en el escaño si le toca ir a la oposición.

    El icono del grupo de WhatsApp de los colaboradores de Pedro Duque (Madrid, 56 años), ministro de Ciencia, es la mítica portada de Tintín en el espacio.
     El nombre, Astroduque, como el alias de Twitter del titular de la cartera. 
    Hasta la corbata que ha elegido hoy el jefe está cuajadita de planetas.
     Difícil resistirse a las metáforas espaciales con el candidato que va de número 1 por Alicante, la provincia autoproclamada como "la millor terreta del mon" por sus nativos. 
    Duque, el ministro astronauta, ha estado a 450 kilómetros más arriba en vertical de donde nos encontramos.
     Fue en 1998, con el difunto John Glenn, leyenda de la NASA. Glenn era el más viejo de la misión. 
    Duque, el más joven. Ha llovido desde entonces. Y el mundo ha dado unas cuantas vueltas. 
    Pero Duque sabe que somos un accidente.
     O esa es la sensación que transmite.
    ¿Conoce Alicante. ¿Le hace una horchata en la Explanada?
    He pasado por allí y tendré que ir, por supuesto. 
    En Alicante me han acogido muy bien y nadie me ha echado en cara no ser de allí, porque ya estoy muy puesto en casi todas sus problemáticas.
    ¿Ha leído el libro 'Lo que hay que tener', de Tom Wolfe?
    ¿Cuál? Ah, sí, The Right Stuff
    No, ni he visto la película ni he leído el libro porque a John Glenn le da muchísima rabia ese libro, no le gustaba nada cómo está planteado el tema.
    Wolfe habla de lo que hay que tener para ser astronauta. A toro pasado, ¿cree que tenía lo que hay que tener para ser ministro?
    Bueno, valor sí que había que tener para meterse a la velocidad que tuvimos que decidir si entrar o no.
     Y bueno, luego se ha ido viendo si teníamos o no lo que hay que tener para hacer de ministros.
     Creo que nos hemos adaptado más o menos bien todos. 
    Y yo me encuentro bastante satisfecho de cómo lo he hecho.
    ¿Se le ha hecho corto?

    Sí.
     Pero no porque me haya gustado esto tanto o más que ser astronauta, sino porque había muchas cosas que hacer y no nos ha dado tiempo. 
    Se ponen legislaturas de cuatro años por algo.
    O sea, que le gustaría repetir.
    Sí, me gustaría mucho, porque he visto que se pueden hacer muchas cosas.
     Estoy muy orgulloso de lo que hemos conseguido, por lo tanto, querríamos continuar porque creemos que estamos haciendo un servicio positivo al país, no por otra cosa.
    ¿Y si le toca ir a la oposición? ¿Se le hará larga la legislatura?
    No tengo experiencia en saber cómo se me iba a hacer o no de larga. 
     No he trabajado nunca con el máximo honor de una democracia, que es ser elegido por el pueblo.
     Como ministro, me han entrado muchas ideas de leyes que hay que cambiar en España.
     Mucha regulación que hay que simplificar para llegar a acuerdos, por ejemplo.
     Si me toca banquillo, lo voy a aprovechar, pero no le puedo decir si me voy a encontrar a gusto o no, porque no lo sé.
    Esa sinceridad no abunda entre políticos. No ha cogido vicio.
    Bueno, es que acabo de llegar.
    Es la primera vez que hace campaña. ¿Eso se estudia?
    Hay que entender que lo que la gente está esperando es que uno le arregle sus problemas, y es totalmente legítimo. 
    Los que hemos estado en el Gobierno tenemos la dificultad añadida de que no vamos a proponer nada que no sea factible dentro de las estructuras de España y del tiempo que tenemos.
    ¿No va a vender motos?
    No tenemos más remedio que prometer solo las cosas que sabemos que vamos a poder hacer.
    ¿A qué tiene vértigo alguien que ha estado a 450 kilómetros de altura?
    Bueno, el vértigo lo da la fuerza de la gravedad.
     Entonces, si te asomas a una barandilla, también tienes un poquito de aprensión. Una vez que sabes que la barandilla es dura, empujas, compruebas la flexibilidad y luego ya te asomas. 
    Tengo vértigo de ingeniero.
    Hablaba de vértigo en la vida.
    Esto me ha dado bastante impresión. 
    Sobre todo la responsabilidad tan grande de estar en el Congreso intentando que se refrende una ley en la que tú crees. Estar ahí, en el sitio de la verdad, donde están todos los representantes del pueblo, impresiona.
    ¿Cómo han sido sus 10 meses en el Gobierno?
    Han sido frenéticos de actividad. 
    Un beber de la manguera de incendios, que dicen los americanos, porque he tenido que aprender cantidades de cosas relativas a cómo se hacen las cosas, qué se puede y qué no se puede hacer. 
    Y también ha sido un poco frustrante ver cómo en el Congreso no se habla tanto de la sustancia de los asuntos como de meterse con la gente de forma tan burda.
     Espero que en el próximo haya otra gente más normal, más dialogante, con más respeto y más sentido de la responsabilidad.
    Astrofísico, astronauta, ministro. ¿Cómo llevan sus tres hijos su currículo?
    Esto último de ministro ha sido otra vuelta de tuerca del papá raro. 
    A lo de no poder estar mucho con la familia ya están acostumbrados.


     

Por qué nos empeñamos en quedar con nuestros ex



¿Es buena idea? Una psicóloga y una sexóloga nos explican qué hay detrás de estos reencuentros cuando la relación ya ha terminado.

quedar con ex
El paso del tiempo terminada la relación es la clave para un reencuentro sin consecuencias negativas, aseguran las expertas. Foto: The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon)
“Me pregunto por qué se empeña mi generación en volver a mantener el contacto con noviazgos ya difuntos”, escribe el periodista cultural Víctor Parkas en Game Boy (Caballo de Troya). La idea de reencontrarnos con aquella persona con la que compartimos tiempo e intimidad está extendida. 
Plantearse por qué y tratar de averiguar cómo nos afecta por mera prevención son ideas más impopulares.
 Los estudios dicen que no suele funcionar: “Las amistades entre ex son de peor calidad y con menor probabilidad de éxito que las que mantenemos con personas con las que no hemos estado en una relación, así se refleja en un estudio de la Universidad de San Louis”, cuenta Lara García,
 psicóloga especializada en terapias de parejas del centro El Prado, a S Moda.
 Pero no hay más que revisar de un vistazo la propia biografía para, en muchos casos, toparse con una situación así. 
“¿Es para sentir que el tiempo tirado a la basura junto al otro no ha sido completamente en balde?”, plantea Parkas. 
“¿Para demostrar que nos equivocamos, sí, pero que no nos equivocamos del todo? (…) ¿Por qué esa demostración de flexibilidad patrocinada por Moleskine?”.

 

Los esfuerzos por mantener algo más que la cordialidad son la norma general, siempre y cuando las circunstancias, tanto de la antigua relación como su final, lo propicien. 
Como explica Lara García, entran en juego factores como “el tiempo juntos, el que ha pasado desde la separación hasta hoy, si se trataba de una relación tóxica o sana, si el final llegó cuando alguna de las dos personas aún conservaba sentimientos amorosos, si fue de forma traumática o simplemente porque no había ya nada especial entre los dos”.
En función de la tesitura, varían los porqués: 
“Puede haber más o menos ganas de ver a esa persona y podemos sentirnos más o menos obligados a quedar”, plantea la médica de familia y sexóloga Elena Requena . 
“En otras ocasiones podemos incluso tener ese deseo, de una forma un tanto melancólica, que ayuda a recordar los buenos momentos o confirma nuestra decisión entonces, a veces incluso de una forma un tanto egoísta, va de intentar provocar deseo en la otra persona aunque nosotros tengamos claro que no queremos volver con ella. 
Es complejo y depende mucho de nuestro historial”.
 Las razones para convocar una quedada después de un tiempo van desde “la intención de volver, al cotilleo (qué es de su vida, cómo le va sin mí), por el interés real en mantener una relación pura de amistad, para sentirnos menos solos, por control  o una especie de ‘trabajo de mantenimiento’, tenerle cerca por si cambio de opinión o no encuentro una relación mejor”, explica la psicóloga.

quedar con ex
Cómo acabó la relación también es clave a la hora de afrontar una posible amistad con la ex pareja.

Por qué nos empeñamos en quedar con nuestros ex

¿Es buena idea? Una psicóloga y una sexóloga nos explican qué hay detrás de estos reencuentros cuando la relación ya ha terminado.

quedar con ex
El paso del tiempo terminada la relación es la clave para un reencuentro sin consecuencias negativas, aseguran las expertas. Foto: The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon)
“Me pregunto por qué se empeña mi generación en volver a mantener el contacto con noviazgos ya difuntos”, escribe el periodista cultural Víctor Parkas en Game Boy (Caballo de Troya). La idea de reencontrarnos con aquella persona con la que compartimos tiempo e intimidad está extendida. Plantearse por qué y tratar de averiguar cómo nos afecta por mera prevención son ideas más impopulares. Los estudios dicen que no suele funcionar: “Las amistades entre ex son de peor calidad y con menor probabilidad de éxito que las que mantenemos con personas con las que no hemos estado en una relación, así se refleja en un estudio de la Universidad de San Louis”, cuenta Lara García, psicóloga especializada en terapias de parejas del centro El Prado, a S Moda. Pero no hay más que revisar de un vistazo la propia biografía para, en muchos casos, toparse con una situación así. “¿Es para sentir que el tiempo tirado a la basura junto al otro no ha sido completamente en balde?”, plantea Parkas. “¿Para demostrar que nos equivocamos, sí, pero que no nos equivocamos del todo? (…) ¿Por qué esa demostración de flexibilidad patrocinada por Moleskine?”.
Los esfuerzos por mantener algo más que la cordialidad son la norma general, siempre y cuando las circunstancias, tanto de la antigua relación como su final, lo propicien. Como explica Lara García, entran en juego factores como “el tiempo juntos, el que ha pasado desde la separación hasta hoy, si se trataba de una relación tóxica o sana, si el final llegó cuando alguna de las dos personas aún conservaba sentimientos amorosos, si fue de forma traumática o simplemente porque no había ya nada especial entre los dos”.
En función de la tesitura, varían los porqués: “Puede haber más o menos ganas de ver a esa persona y podemos sentirnos más o menos obligados a quedar”, plantea la médica de familia y sexóloga Elena Requena . “En otras ocasiones podemos incluso tener ese deseo, de una forma un tanto melancólica, que ayuda a recordar los buenos momentos o confirma nuestra decisión entonces, a veces incluso de una forma un tanto egoísta, va de intentar provocar deseo en la otra persona aunque nosotros tengamos claro que no queremos volver con ella. Es complejo y depende mucho de nuestro historial”. Las razones para convocar una quedada después de un tiempo van desde “la intención de volver, al cotilleo (qué es de su vida, cómo le va sin mí), por el interés real en mantener una relación pura de amistad, para sentirnos menos solos, por control  o una especie de ‘trabajo de mantenimiento’, tenerle cerca por si cambio de opinión o no encuentro una relación mejor”, explica la psicóloga.
quedar con ex
Cómo acabó la relación también es clave a la hora de afrontar una posible amistad con la ex pareja.

¿Qué esperamos en realidad cuando quedamos con un ex? Como señalan ambas expertas, la expectativas sobre el encuentro van ligadas en ocasiones a la fantasía sobre aquello que no salió bien. Por ejemplo, la esperanza de que haya cambiado de opinión respecto a algún motivo que fue determinante en la relación como tener hijos, vivir en determinada ciudad o casarse.
 Pensar que el reencuentro dará pie a una segunda vuelta o en casos en los que se tengan hijos o vivienda en común, aparece como telón de fondo el anhelo de volver a ser una familia. 
Como explica Lara García, claro que “existe la idea y la intención de mantener una amistad, pero la realidad es que esta solo puede darse cuando ambos miembros de la ex pareja ha superado el duelo post ruptura.
 Y más específicamente, solo considero que pueda ser verdaderamente posible una vez que ha pasado el tiempo y cuando las dos personas marcaron el final de mutuo acuerdo ya sin sentimientos de pareja”.
Cuando la cosa va más de lidiar con una atracción que permanece, la sexóloga Elena Requena apunta a que lo ideal es “ser consecuente, tener en mente por se acabó la relación y respetar a la otra persona -ya sea una ruptura consensuada o unilateral- y a nosotros mismos”, explica a S Moda.
 Si seguimos sintiendo deseo, debemos pensar acerca de por qué esto ocurre, y valorar realmente qué queremos de esa persona. En el caso de querer seguir con él o ella, dejarlo claro es la mejor opción”. 
Es normal que esto ocurra. Como cuenta Requena, “muchos tenemos una tendencia melancólica en la forma de vivirnos y vivir las relaciones.
 Esto tiene mucho que ver con esa idea de que ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’. Somos animalitos de costumbres,  nuestros ex son terreno conocido en el que nos sentimos cómodos y, si decidimos quedar o mantener una relación amistosa y cordial, significa que esto se da por ambas partes.
 A todos nos gusta sentirnos cómodos, queridos, entendidos y comprendidos con nuestra historia y nuestras peculiaridades. 
Todo esto se da con las personas con las que hemos compartido un periodo de nuestra vida”.
 Quedar o no quedar.
 Además de respetar el tiempo y el duelo en el que tanto García como Requena insisten -variable según las circunstancias de la ex pareja-, la sexóloga recomienda que “las dos partes estén en sintonía y, si es posible, hablen de ello con claridad, para evitar malentendidos o salir heridos”. 
“Tras ese periodo de detox y contacto cero, hay otra serie de situaciones que resultaría mejor evitar al encontrarse”, explica García.
 Lo primero, “mejor quedar para u café, en un lugar público y a pleno día que para una cena
 Evitar la noche y la ingesta de alcohol u otras sustancias para no distorsionar el encuentro. No hablar de lo bonito que era el pasado juntos.
 Y quedar solo si se tiene un motivo de fuerza mayor: decidir verse para devolver unas sábanas de Ikea es, sin duda, una excusa”, concluye la psicóloga.
Artículo actualizado el 22 abril, 2019 | 13:21 h

Pesadita la Psicologa....