Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

21 abr 2019

Qué orgullosos los veo...................................Rosa Montero.

La democracia consiste en intentar domesticar al monstruo que nos habita, pero hay gente que parece haberse puesto de acuerdo en cultivarlo.
DIRÉ, PARAFRASEANDO a Martin Luther King, que en los últimos tiempos tengo una pesadilla. 
Una intuición de peligro.
 Hace poco leí en EL PAÍS una interesante entrevista de Gil Alessi con un fiscal militar de la dictadura brasileña, ese tiempo de plomo que comenzó hace medio siglo y que trajo la cosecha habitual de torturados, asesinados y desaparecidos, aunque ahora Bolsonaro sostenga que fue una revuelta necesaria para impedir una dictadura comunista. 
El fiscal en cuestión, Durval de Araújo, fue al parecer uno de los peores tiburones: según testigos, ayudó a encubrir centenares de torturas y muertes. 
En la entrevista, en fin, este hombre feroz proclamaba con orgullo: “No me arrepiento de nada, presté servicios relevantes al país”.
Araújo, todo hay que decirlo, tiene 99 años.
 A esa edad ya no hay filtros mentales, me parece: pueden soltar cualquier barbaridad.
 Aun así, su ufanía al hablar del cruento pasado ha hecho sonar un timbre en mi cabeza.
Porque él estará mayor y descontrolado, pero tendrá familia. 
Hijos y nietos que, en otros tiempos, le hubieran aconsejado no recibir a un periodista.
 Ahora, en cambio, imagino a todo el cónclave familiar sacando pecho en torno al anciano.
 Vanagloriándose de la antigua violencia alentados por el extremismo de Bolsonaro. 
Lo veo a mi alrededor. Conocidos y familiares de amigos que de golpe y porrazo se exacerbotan, un genial palabro inventado por el escritor Julio Llamazares.
 Quiero decir que de la noche a la mañana parecen haberse convertido en gremlins muy mojados, ansiosos de soltar sonoros bufidos.
 El otro día iba en un Car2Go, esos pequeños vehículos eléctricos de alquiler.
 Estaba en una esquina intentando incorporarme a una estrecha calle llena de coches, porque el semáforo apenas dejaba pasar tres o cuatro antes de cerrarse.
 Arrimé el hocico al auto que quedaba a mi altura, a la espera de que la luz cambiara a verde, y entonces un todoterreno enorme y novísimo aceleró corriendo y se pegó al coche para impedir mi paso. 

El conductor quedó frente a mí; enarqué las cejas con gesto de fastidiada incredulidad, porque las normas no escritas de educación viaria aconsejan alternar el paso de los vehículos, y entonces sucedió: el tipo enloqueció. 
Empezó a vociferar y a agitar los puños en el aire, mientras, a su lado, una mujer de su mismo pelaje se volcaba sobre él desde el asiento contiguo para acercarse a la ventanilla y sumar sus bramidos. 
Teníamos los cristales subidos y yo escuchaba música, así que no los oí. 
Pero les observé pasmada, agitándose como dementes en el encierro de su caro habitáculo, desenfrenados y desencajados, hasta que cambió el semáforo y arrancaron.
 El siguiente conductor, como es natural, me dejó pasar. 
Entonces, y sólo entonces, salí de mi asombro y empecé a tener miedo de esos energúmenos. 
De su delirante agresividad, de su primitiva explosión de inquina. Y todo por no esperar el microsegundo de la incorporación de mi diminuto vehículo a la fila. 
Era una pareja en la cuarentena, con esa pinta un tanto repulida que tópicamente asociamos a la derecha. 
Claro que también podrían ser de cualquier otra ideología, salvo quizá podemitas, a quienes hay que reconocer que son pertinaces en sus vestimentas.
 No sé, quizá me equivoque, pero tuve la intuición, casi el convencimiento, de que pertenecían a la nueva camada de la derecha radical, sobre todo por el perfecto trabajo conyugal de equipo, la familia unida hasta en el furor babeante.
 Y pensando en esto tuve aún más miedo, un temor apenado ante los pequeños pero abundantes signos de crispación que veo a mi alrededor (no sólo de ellos, desde luego: también hay especímenes rabiosos en el independentismo y otros extremismos).
 La democracia consiste en intentar domesticar al monstruo que nos habita, pero hay gente que parece haberse puesto de acuerdo en cultivar al bicho.
 En mimarlo, alimentarlo y sacarlo a pasear con fatua ostentación. Es como si, de repente, se les estuviera incendiando la cabeza y empezaran a inventarse no sé qué históricos agravios, qué venganzas. 
Y se vanagloriaran no de la convivencia, sino de la violencia.
 No de los valores de la civilidad, sino del enfrentamiento.
 Qué orgullosos los veo de su odio. 



Ardua tarea................................................Javier Marías.

Hace decenios que muchos votamos lo que juzgamos el mal menor entre un abanico de males muy malos.
 Esta vez cuesta especial trabajo identificar ese mal menor.




ES PARADÓJICO que a muchos votantes les haya ocurrido lo contrario de lo esperable, al disponer de más opciones. 
Lo normal habría sido que la aparición de nuevos partidos en los últimos años nos hubiera hecho sentir más desahogados: ya no nos vemos abocados a un Gobierno del PSOE o del PP en cuasi solitario, o con el hoy añejo apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos para cualquiera de los dos, que nunca tuvieron empacho en hacer concesiones de las que ahora abominarían (si las hiciera el rival, claro está). 
Yo he sido siempre un defensor del voto: con guantes, con la nariz tapada o como lo quieran llamar. 
 Abstenerse o depositar una papeleta en blanco me han parecido pobres alternativas: nadie computa eso (o, si se molesta alguien, nada importa), y al final otros deciden por uno. 
Inhibirse en política es a mi juicio la peor solución, o al menos la más pusilánime, y todavía lo creo así.
 Y sin embargo, ante las elecciones del próximo domingo mi temor al arrepentimiento es mayor que nunca, y uno sobrelleva mal arrepentirse gravemente.
Lo llamativo del caso es que son los posibles socios de Gobierno de unos u otros los que me causan más aprensión o repelús. 
La actual camada de políticos es espantosa en mi opinión. Mediocres, engreídos, miopes, falaces, locoides, insustanciales y cínicos, con alguna rarísima excepción.
 Quién nos iba a decir que en el PP echaríamos de menos a Rajoy (¡Rajoy!) y a Soraya Sáenz, que al lado de Casado y Teodoro Egea se antojan personas modestas, respetuosas y de mediana inteligencia.
 Quién que en el PSOE veríamos a Rubalcaba como a un Tocqueville o a un Adam Smith en comparación con sus dirigentes de hoy (y el peor no es ni siquiera Pedro Sánchez: miren hacia abajo, por favor).
 Quién que el inepto y destructivo Artur Mas (culpable primordial del desastre catalán) iba a resultarnos articulado y hábil si escuchamos a Puigdemont, Torra o la taimada Laura Borràs; o que Carod Rovira nos parecería más honesto que el melifluo Junqueras o el falsario vocacional Rufián… 
Lo más asombroso de la situación es que, si uno se pone en la piel de los líderes (no es fácil, pero para eso sirve la imaginación), no da crédito a que todos sean tan torpes, no cesen de equivocarse y de meter la pata, y lancen reiteradas lluvias de piedras contra sus propios 
tejados. 
No es sólo que anuncien alianzas con quienes más los perjudican ante buena parte del electorado: el PSOE abraza a Podemos (un partido cuyo fin transparente es laminar las instituciones, desde la Constitución hasta la democracia representativa, la única medio digna del nombre) y no se zafa de los secesionistas totalitarios ni de los herederos políticos de ETA. 
El PP se deja contagiar por los neo o paleofranquistas de Vox y cuenta sin disimulo con ellos, lo cual espeluzna y ahuyenta a muchísimos votantes tradicionales suyos, gente conservadora y moderada.
 Ciudadanos, que podría haber crecido si se hubiera mantenido en una posición liberal, se funde anticipadamente con este PP polvoriento, chulesco y contaminado, perdiendo incontables votos de centro o incluso de centroizquierda.
 Podemos se desmembra y muestra un rostro cada vez más desencajado, fiándolo todo a la figura autoritaria que más lo daña, la cual aumenta día a día sus dosis de majadería y malas artes: no por nada Abascal y esa figura —ésta desde hace años— son los dirigentes peor valorados en las encuestas de opinión.
 En cuanto a Vox, que se beneficia de su novedad y de la corriente suicida que ha llevado al poder a Trump, Bolsonaro, Duterte, Maduro, Orbán, Salvini y a los veteranísimos Netanyahu y Erdogan, se saca de la manga pistolas para todo el mundo, obviando que España es uno de los países con más bajos índices de criminalidad, y poniéndonos los pelos de punta a la mayoría: imagínense a los cabestros que abundan con armas de fuego. 
Por caridad. Es notorio, asimismo, el ojo infalible de los partidos para colocar en los puestos señeros de sus listas a gente contraproducente, de antipatía antológica como Carmen Calvo, Cayetana Álvarez de Toledo, Ortega Smith, Rufián, Ione Belarra, Borràs o Iglesias.
 O bien a personajes a los que más les valdría no abrir la boca, como el pobre Suárez Illana, De Quinto, Adriana Lastra, Noelia Vera, Egea y tantos otros: cada vez que sueltan unas frases en público, privan de millares de votos a sus respectivos partidos. Bueno, eso creo yo, y me puedo equivocar. 
Pero si esos partidos ni siquiera saben velar por sus propios intereses y beneficio, uno se pregunta cómo podrían hacerlo por los del conjunto del país. 
Todos, por sus socios o por sus idearios (y esta palabra ya es mucho atribuirles), encierran un peligro ilimitado.
 Hace decenios que muchos votamos lo que juzgamos el mal menor entre un abanico de males muy malos.
 Esta vez cuesta especial trabajo identificar ese mal menor. 
En lo que a mí respecta, he de conseguirlo de aquí a una semana, porque no voy a votar en blanco ni a abstenerme, eso lo sé. 
Les deseo suerte en la ardua tarea.
 Un gran número de electores la vamos a necesitar.


Dejar%20de%20meter%20la%20pata%20sin%20cesar

20 abr 2019

Cayetano Rivera carga contra un partido político

“Además de ignorantes sois muy irresponsables”.

 

El torero, muy molesto con lo que ha visto en Twitter.

GTRES
Cayetano Rivera Ordóñez.
El torero Cayetano Rivera Ordóñez ha cargado duramente este viernes desde su cuenta de Twitter contra la formación animalista PACMA, a la que ha acusado de ser “ignorantes” y “muy irresponsables”. 
Rivera ha reaccionado así tras ver este tuit del partido animalista, en el que la candidata de esta formación al Congreso, Laura Duarte, aparece alimentando a lo que parece un toro. 
En dicho mensaje, PACMA critica la “valentía torera” de la que hablan los toreros. 
Además, la formación asegura que animales como Marius, el toro al que acaricia Duarte, interactúan “pacíficamente” con las personas. 
Cayetano Rivera ha puesto en duda que se tratase de un toro en su crítica a este partido, en la que invitaba a Duarte a “acariciar a un toro bravo, no castrado”. ”¡Eso es un buey!”, ha añadido.
Un tuit en el que ha calificado de “ignorantes” y “muy irresponsables” a los dirigentes de PACMA por hacer “pensar a la gente que puede acariciar a un toro bravo”. 
 

 

La competencia de Zara se vende en Carrefour




Tex, marca textil del supermercado, superó en número de compradores a firmas especializadas en moda en 2018. Las marcas de ropa de Lidl o Alcampo también se llevan una suculenta porción de esta creciente dinánica de consumo.

La competencia de Zara se vende en Carrefour
En España, hay más gente comprando ropa en Carrefour que en grandes cadenas especializadas como Bershka. Foto: Tex / Carrefour
 
Mientras la prensa especializada señala a Uniqlo como una de las pocas firmas que podría poner en jaque a Zara (en parte porque su fundador, Tadashi Yanai, ha afirmado en más de una ocasión que planea desbancar a la marca española para 2020), su principal rival en nuestro país es bastante más inesperado. 
Tex, marca textil de Carrefour, pisa los talones al gigante de Inditex al registrar solo 700.000 compradores menos en 2018. Según un estudio publicado por Kantar Worldpanel y Modaes.es, en España hay más gente comprando ropa en Carrefour que en grandes cadenas especializadas en moda y tendencias como, por ejemplo, C&A, Stradivarius o Bershka.

El análisis, que mide el número de compradores de cada marca durante el año pasado, concluye que las preferidas por los españoles fueron Primark (más de 10 millones de consumidores), seguida por El Corte Inglés (9,9), Decathlon (9,36) y, en cuarto lugar, Zara (8,2). 
El quinto puesto de la lista es para Carrefour con 7,5 millones de compradores, Lidl se cuela en el top ten por encima de grandes cadenas low cost y Alcampo cierra el ranking en el puesto número 15.
 Estos datos, que contabilizan el número pero no la cantidad de veces que cada uno compra en las distintas marcas, vienen a confirmar lo que ya se había desprendido de estudios anteriores: cada vez son más los que aprovechan la visita al supermercado para renovar el armario.
 Según datos de 2017, casi la mitad de las españolas acuden a este canal para comprar artículos de moda.
 
Mientras la prensa especializada señala a Uniqlo como una de las pocas firmas que podría poner en jaque a Zara (en parte porque su fundador, Tadashi Yanai, ha afirmado en más de una ocasión que planea desbancar a la marca española para 2020), su principal rival en nuestro país es bastante más inesperado. Tex, marca textil de Carrefour, pisa los talones al gigante de Inditex al registrar solo 700.000 compradores menos en 2018. Según un estudio publicado por Kantar Worldpanel y Modaes.es, en España hay más gente comprando ropa en Carrefour que en grandes cadenas especializadas en moda y tendencias como, por ejemplo, C&A, Stradivarius o Bershka.
El análisis, que mide el número de compradores de cada marca durante el año pasado, concluye que las preferidas por los españoles fueron Primark (más de 10 millones de consumidores), seguida por El Corte Inglés (9,9), Decathlon (9,36) y, en cuarto lugar, Zara (8,2). El quinto puesto de la lista es para Carrefour con 7,5 millones de compradores, Lidl se cuela en el top ten por encima de grandes cadenas low cost y Alcampo cierra el ranking en el puesto número 15. Estos datos, que contabilizan el número pero no la cantidad de veces que cada uno compra en las distintas marcas, vienen a confirmar lo que ya se había desprendido de estudios anteriores: cada vez son más los que aprovechan la visita al supermercado para renovar el armario. Según datos de 2017, casi la mitad de las españolas acuden a este canal para comprar artículos de moda.
 
La web de Carrefour tiene un apartado reservado a la moda en el que pueden encontrarse looks con un punto de tendencia. Foto: Tex / Carrefour
 
La falta de tiempo o el deseo de no invertir demasiado en ropa son dos de los motivos que explican el auge de esta práctica.
 Tex (Carrefour), Esmara (Lidl) o In Extenso (Alcampo) lideran en España el negocio textil de los supermercados y suponen una amenaza para cadenas low cost especializadas en moda. 
Hasta Pablo Iglesias, líder de Podemos, confesó hace unos años que compraba su ropa en el súper.
 Basta con darse un paseo por los pasillos de estas marcas para apreciar cierto cambio respecto a lo que ofrecían hace unos años. 
A pesar de no contar con grandes producciones ni campañas protagonizadas por cotizadas modelos es posible encontrar prendas con un punto de tendencia. Atrás quedaron las marcas textiles de supermercado limitadas a ofrecer pijamas, calcetines o ropa interior.
 Ahora su oferta de básicos se renueva con algunas prendas y accesorios que combinan diseño con precios competitivos.
 Eso sí, tampoco esperen encontrar el último grito de las pasarelas.
Tex, firma de Carrefour, por ejemplo, lanzó en 2016 una tienda online en la que es fácil encontrar vestidos midi, capazos, sandalias tipo Birkenstock o bolsos de red; todo como mandan las tendencias de esta temporada.
 La oferta no es comparable a la de marcas como Zara ni en número de opciones ni en diseño o imagen (aunque incluso cuentan con una guía de tendencias de la temporada), pero sus precios son inferiores. 
 El coste medio de los vestidos es de 15 euros, se pueden comprar sandalias por 10 y bolsos a partir de 7.
 Llama la atención que en muchos de los productos se indica que han sido diseñados en España (de la producción no dicen nada) e incluso tienen un apartado de ropa sostenible siguiendo las demandas de la industria de la moda. 

El catálogo incluye, además, ropa de hombre, de niños y bebés y uniformes escolares.

 Una oferta en la que abastecer a toda la familia con envíos gratis a partir de 50 euros y devolución gratuita en el hipermercado (así sus clientes pueden deshacerse de ese pantalón que no era de tu talla y, de paso, abastecer el frigorífico para los próximos días).


Mientras la prensa especializada señala a Uniqlo como una de las pocas firmas que podría poner en jaque a Zara (en parte porque su fundador, Tadashi Yanai, ha afirmado en más de una ocasión que planea desbancar a la marca española para 2020), su principal rival en nuestro país es bastante más inesperado. Tex, marca textil de Carrefour, pisa los talones al gigante de Inditex al registrar solo 700.000 compradores menos en 2018. Según un estudio publicado por Kantar Worldpanel y Modaes.es, en España hay más gente comprando ropa en Carrefour que en grandes cadenas especializadas en moda y tendencias como, por ejemplo, C&A, Stradivarius o Bershka.
El análisis, que mide el número de compradores de cada marca durante el año pasado, concluye que las preferidas por los españoles fueron Primark (más de 10 millones de consumidores), seguida por El Corte Inglés (9,9), Decathlon (9,36) y, en cuarto lugar, Zara (8,2). El quinto puesto de la lista es para Carrefour con 7,5 millones de compradores, Lidl se cuela en el top ten por encima de grandes cadenas low cost y Alcampo cierra el ranking en el puesto número 15. Estos datos, que contabilizan el número pero no la cantidad de veces que cada uno compra en las distintas marcas, vienen a confirmar lo que ya se había desprendido de estudios anteriores: cada vez son más los que aprovechan la visita al supermercado para renovar el armario. Según datos de 2017, casi la mitad de las españolas acuden a este canal para comprar artículos de moda.
La web de Carrefour tiene un apartado reservado a la moda en el que pueden encontrarse looks con un punto de tendencia. Foto: Tex / Carrefour

 
El caso de Esmara, marca de ropa de Lidl lanzada en 2016, resulta aún más llamativo.
 A pesar de no contar con un comercio electrónico propio (los productos de moda se venden como una categoría más dentro de la web del supermercado) ha logrado marcar tendencia en Instagram realizando colaboraciones con influencers de todo el mundo y fichando a celebrities como la modelo y presentadora alemana Heidi Klum o la actriz española Dafne Fernández como embajadoras de marca. En las navidades de 2017, por ejemplo, lanzaron un abrigo peludo por 25 euros que se convirtió en una plaga en las redes sociales y se agotó rápidamente. Una prenda cuyo diseño no tenía nada que envidiar a los de la competencia low cost que podían encontrarse en el mercado ese invierno.
 Aunque la prenda se convirtió en el protagonista de aquella colaboración con Heidi Klum, la colección incluía piezas festivas –desde los 7 euros– mucho más apetecibles que los básicos de algodón que pueden comprarse a día de hoy en su web. ¿El motivo?
 La marca funciona por colecciones cápsula de edición limitada que se lanzan cada cierto tiempo y desaparecen una vez se agotan. 
Si son capaces de crear colas de horas con su versión del robot de cocina, ¿por qué no iban a generar el mismo deseo con prendas inspiradas en Meghan Markle por menos de 10 euros?
 
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