Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 abr 2019

La Fiscalía pide tres años de cárcel para Borja Thyssen por fraude fiscal

El representante del ministerio público le acusa de haber defraudado 336.417,89 euros.

Borja Thyssen y su mujer Blanca Cuesta en 2016.
Borja Thyssen y su mujer Blanca Cuesta en 2016.
La Fiscalía provincial de Madrid ha solicitado tres años de prisión y el pago de una multa de un millón de euros para Alejandro Borja Thyssen-Bornemisza Cervera y su mujer Blanca Cuesta Unkhoff por un delito de fraude fiscal. 
El representante del ministerio público acusa a la pareja de haber defraudado a Hacienda 336.417,89 euros del ejercicio fiscal del año 2010. 

El escrito de acusación se remonta a una operación realizada hace casi una década, en 2010.
 Entonces se realizó la transmisión de las participaciones sociales de la empresa Cas Capetó S.L., de la que era administradora única Blanca Cuesta Unkhoff, en virtud de tres escrituras públicas de compraventa otorgadas por cada uno de los tres partícipes en la mencionada sociedad.
 Estos eran Borja Thyssen-Bornemisza Cervera, titular del 50% de las participaciones, Blanca Cuesta Unkhoff, con un 40%, y la sociedad Caribean Breeze S.L., titular del 10%. 
Las transmisiones se hicieron en favor de otras tres sociedades holandesas: Princess Four BV, Hermosa Beach Holding BV y Martínez Investments BV.
La Fiscalía destaca que el activo de Cas Capetó S.L. estaba constituido por una casa en Ibiza, por el cual se desembolsaron 9.700.000 euros, ingresados en una cuenta bancaria a nombre de Borja Thyssen-Bornemisza
 De esa cifra, 4.197.345,63 euros se correspondían con la venta de las participaciones de las que era titular Thyssen-Bornemisza; 3.357.881,78 euros a la venta de las participaciones de las que era titular su mujer; y 839.463,85 euros a la venta de las participaciones de Caribean Breeze S.L. 
Los restantes 1.305.308,81 euros procedían de la cesión onerosa de un crédito del que manifestaba ser titular Borja Thyssen-Bornemisza frente a la sociedad Cas Capetó S.L.
Thyssen-Bornemisza y su mujer presentaron la declaración de la renta correspondiente al año 2010 en su modalidad de tributación conjunta, y declararon una ganancia patrimonial de 2.206.527,50 euros por la venta de las participaciones de Cas Capetó S.L. 
En realidad, la ganancia obtenida por el matrimonio ascendió a 3.792.564,92 euros, “ocultando por tanto a la Hacienda Pública la cantidad de 1.586.037,39 euros”, reza la nota de la Fiscalía, que señala que parte de esta cifra procede también de la venta de participaciones realizada a través de Caribean Breeze S. L. y que en realidad se trata de una operación “simulada”.
No es la primera vez que el millonario intenta esquivar el pago de impuestos y acaba teniendo problemas con Hacienda.
 Borja Thyssen (70% de las participaciones) y Blanca Cuesta (30%) eran titulares de Caribean Breeze S. L., de la cual también figuraban como administradores.
 Pese a ello, la Fiscalía destaca que no conste en ninguna base de datos la existencia de trabajadores u operaciones con terceros de la sociedad.
 Tampoco se encuentran depositadas las cuentas anuales de ningún ejercicio en el registro mercantil y o las declaraciones del impuesto sobre sociedades, que no se presentó salvo en el año 2005, tras el inicio de actuaciones inspectoras.
 Esta sociedad “inactiva” fue interpuesta por los acusados en el momento de la adquisición de las participaciones sociales de Cas Capetó S.L., según la Fiscalía.

 

Muere Rafael Sánchez Ferlosio, maestro singular de las letras españolas, a los 91 años

El autor de 'El Jarama' y 'Alfanhuí' y de una amplia y original obra ensayística ganó el Premio Cervantes en 2004.

Rafael Sanchez Ferlosio 
Rafael Sánchez Ferlosio, en 2002.

 

Rafael Sánchez Ferlosio ha muerto en Madrid a los 91 años.  
Poco amigo de hablar de sí mismo y de su obra, tituló La forja de un plumífero el que acaso sea su único texto autobiográfico. 
Ahí queda resumida su historia entera. 
“Plumífero: persona que tiene por oficio escribir”. No hizo otra cosa, y el resultado difícilmente tenga paragón en la literatura escrita en español en el último siglo. 
Llevaba siempre consigo unas pequeñas libretas donde apuntaba lo que se le iba ocurriendo.
 De ahí, de esas notas dispersas sobre sus lecturas y sobre sus observaciones y ocurrencias e ideas, fueron surgiendo sus novelas, sus ensayos, sus pecios.
 Trabajaba la escritura con la mayor dedicación y cariño, como quien cultiva una criatura viva, pero jamás quiso darse la menor importancia.
 Así que, pasado un tiempo, despotricaba de algunos de sus mayores logros literarios como si hubieran sido una gran equivocación. 
Le ocurrió con El Jarama, la novela con la que ganó el Premio Nadal en 1955, y que se convirtió en un clásico indiscutible. “En El Jarama está muy cuidado el lenguaje” comentó en una entrevista de 1986, “muy escuchada el habla popular, pero no tiene ni pies ni cabeza. No me gusta nada. 
Sería un libro que si lo hubiera escrito otro diría: ¡pero qué pelmazo!”.
Hijo del escritor y periodista Rafael Sánchez Mazas, nació en Roma el 4 de diciembre de 1927, cuando su padre vivía allí como corresponsal del diario Abc. 
Estudió en los jesuitas del colegio San José de Villafranca de los Barros (Badajoz).
 Recordando sus años como interno comentó alguna vez: “Los jesuitas nos decían que un niño puro puede condenarse si comete un acto impuro.
 Lo decían para que no nos tocáramos la pilila”. Quiso dedicarse a la arquitectura, pero pronto abandonó la carrera para cursar Filología semítica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid.
 Estuvo vinculado a la llamada generación de los cincuenta, y tuvo un trato muy estrecho con otros escritores como Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos y Carmen Martín Gaite, con la que se casó y con la que tuvo una hija, que moriría muy joven. 
Tras su separación vivió con Demetria Chamorro, que lo ha acompañado hasta el último minuto.
En 1951 publicó su primera pieza literaria, Industrias y andanzas de Alfanhuí. “Será que solo me quedo con el Alfanhuí”, dijo en una entrevista.
 “Yo vivía entonces en casa y se lo iba leyendo a mi padre y a mi madre conforme lo escribía.
 No me acuerdo qué edad tenía.
 Eran incondicionales de lo que escribía.Mi madre pagó la edición. Costó 13.000 pesetas, 1.500 ejemplares. Fue un negocio particular. Alfanhuí tuvo una crítica decisiva. Estaba en el copito, en el auge, y Camilo José Cela me hizo una crítica muy buena. Le gustó. Y eso le dio un empujón imponente”.
En vídeo, entrevista a Sánchez Ferlosio en diciembre de 2017, cunado cumplió 90 años.
Fueron sus lecturas de gramática, sobre todo de la obra de Karl Bühler, las que a finales de los cincuenta vendrían a cambiarlo todo.
 Su interés por el lenguaje lo arrastró hacia el ensayo, un género que ya no abandonaría más y en el que alcanzó acaso sus mayores logros.
 No tardó en convertirse en uno de los más lúcidos observadores de cuanto ha ocurrido en la historia y la política de España y de buena parte del mundo.
 Sus artículos, la mayoría de ellos publicados en EL PAÍS, son probablemente la mejor radiografía de las vicisitudes de este país en las últimas décadas.
Fue un obsesivo lector de periódicos. Su carta de presentación como ensayista fue Las semanas del jardín (1974) y, hace no mucho, Debate reunió en cuatro volúmenes indispensables toda su trabajo en este género: Altos estudios eclesiásticos; Gastos, disgustos y tiempo perdido; Babel contra Babel y Qwertyuiop. En Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, publicado en 1993, reunió por primera vez sus pecios —brillantes iluminaciones, frágiles piezas cargadas de belleza y lucidez— que luego, en Campo de retamas, seleccionaría de forma definitiva.

Ferlosio fue galardonado con el Premio Cervantes en 2004 en reconocimiento a “su espíritu libre y su trabajo como narrador y ensayista”.
 En 2009 recibió el premio Nacional de las Letras Españolas y en 2015 la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes.
 En Gog & gun, otro de sus ensayos, escribió: “El que patina va y viene como quiere, a la velocidad que quiere y todo el tiempo que quiere sin ir a parte alguna, pero, sobre todo, gozando corporalmente a cada instante durante el ejercicio”.
 Si hubiera que resumir cómo fue en realidad este plumífero, quizá esa imagen del hombre que patina sea la que más se ajuste a Ferlosio. 
Fue de un sitio a otro, y gozó permanentemente de su oficio, la escritura.
Hace pocos dias lo nombré con una amiga, me pasa que a veces hablo de alguien y muy pronto me entero que se murió.
Pero de Sánchez Ferlosio lo nombré por haber estado casado con Carmen Martín Gaite, a la que he leído y presenciado en una entrevista sobre un libro que había publicado. 
Muy risueña y con ganas de contarnos cosas con ese estilo tan suyo y su sombrerito tan gracioso y siempre con una sonrisa nos habló de su hija que murió y ella la cuidó sola hasta el instante muy triste cuando su muerte, ahí mencionó al padre Sánchez Ferlosio que las abandonó cuando más lo necesitaban, y lo dijo sin rencor nii amargura , fue generosa con ese hombre que huyó de la realidad que le tocaba pero yo que admiraba a ese escritor, se me cayó al suelo de golpe y le comentaba a mi amiga que si, muy buen escritor pero muy mal como padre y como hombre , las dejó en la estacada porque no supo enfrentarse al dolor.....Carmen lo hizo como mejor pudo y escribia mucho para poder soportar la muerte de su hija. Dicho por ella y solo de forma muy breve se le notó la tristeza.
 

31 mar 2019

Carolina de Mónaco recuerda a Karl Lagerfeld y respalda a su hija Carlota en el Baile de la Rosa

La tradicional cita se convierte este año en un homenaje al diseñador que organizaba junto a la princesa

El enigma Simenon sigue vivo.............. Juan Carlos Galindo

 
 
  • Muerto hace 30 años tras una vida de novela, creadores y expertos reivindican la mirada del prolífico y excesivo creador del comisario Maigret y la calidad de toda su obra.

    Georges Simenon en su despacho en 1961.
    Georges Simenon en su despacho en 1961. Getty Images
    Se le conoció como el hombre de las 10.000 mujeres y los 400 libros.
     Lo primero puede ser algo exagerado; lo segundo, no. Personaje excesivo de biografía imposible, Georges Simenon (Lieja, 1903- Lausana, 1989) dejó tras él una obra descomunal, un legado literario del que el comisario Jules Maigret es solo una parte y cuya mirada sigue ofreciendo claves sobre el ser humano de hoy.
     Con motivo de los 90 años de la primera aparición de Maigret en La maison de l’inquiétude, creadores y editores reivindican en el festival Quais du Polar de Lyon la figura de quien para el Nobel e íntimo amigo suyo André Gide era “el novelista más grande y más auténtico”.
    “Es seguramente uno de los pocos si no el único autor de literatura policial reconocido como gran autor literario. 
    Como grafómano que escribía todo el tiempo –no solo las historias de Maigret sino también las llamadas novelas duras, que son magníficas– constituye una especie de anomalía.
     Era un hombre que vivía para la escritura y su capacidad para escribir tanto y tan bien todo el tiempo le convierte en una especie de genio”, resume a EL PAÍS Stéfanie Delestré, editora de la Série Noire de Gallimard.



    Nacido en una familia belga pequeño burguesa, este hombre precoz en todo que a los 15 dejó el colegio, a los 16 ya trabaja como periodista y a los 27, antes de publicar el primer libro con su nombre, ya conoce el éxito masivo gracias a más de 150 relatos y novelas populares firmadas bajo seudónimos como George Sims o Jean Du Perry, encierra una gran paradoja. Famoso y millonario con gusto por la ostentación, su vida está construida bajo un plan preciso del que poco sabemos con certeza.
     La verdad no está en las entrevistas o en las memorias a las que se dedicó con profusión cuando dejó la ficción en 1972, sino en detalles, pistas y rasgos dispersados por su ficción.
    John Simenon, Johnny, el hijo nacido en EE UU, es quizás quien mejor representa esta mezcla entre la creación y la existencia. 
    “Mi relación con la obra de mi padre no es complicada, pero sí paradójica.
     Cuando empecé a leerlo sentía cierto malestar con algunos elementos que no eran biográficos pero que yo reconocía.
     Son características de los personajes porque las historias nunca eran biográficas, pero estaban ahí.
     Dejé de leerlo y cuando volví a los 35 redescubrí su obra de manera diferente; me di cuenta de cómo mi educación y mi juventud estuvieron marcadas por una ética y un espíritu que estaban en sus libros”. 
    Sus episodios más oscuros -–la relación con su madre y su hermano o su actitud durante la ocupación nazi de Francia– están también ahí, en trazos sutiles, para quien sepa rastrearlos. 

    A punto de ganar el Goncourt en 1937, Simenon también sonó con insistencia para el Nobel en 1961 pero su gran culminación literaria llegó con la publicación de parte de su obra en La Pléiade de Gallimard en 2003. 
    Precisamente con Gaston Gallimard Simenon demostró que no era un escritor cualquiera.
     Rompió con el editor que lo había llevado a la gloria para irse con otro desconocido con el que ganar más, una operación que redefinió la posición de los escritores en el negocio en aquel tiempo.
     Si hay un biógrafo que se ha acercado más a la figura real es Pierre Assouline, quien en dos pinceladas define al personaje y al autor. La primera, en el prólogo de la colección Tout Maigret, que acaba de salir en francés (Ómnibus): 
    “Su genialidad radica en que siempre habla del lector sin interpelar al lector”. 
    La segunda en su libro Simenon (Folio): “Durante demasiado tiempo ha sido presentado como un fenómeno conocido por su notoriedad mientras que él quería ser ante todo un novelista y nada más que eso porque no servía más que para eso”.