Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

14 ene 2019

Flavita Banana

Pau Donés revela detalles de su enfermedad tras despedirse de la música

El líder de Jarabe de Palo se retira de manera indefinida para estar junto a su familia y disfrutar de ellos, especialmente de su hija.

Pau Donés ha hecho honor a su palabra y ha abandonado la música de manera indefinida, como ya había anunciado hace unos meses
El líder de Jarabe de Palo acaba de terminar su gira y no se retira por el cáncer que padece, sino para poder estar junto a su familia y disfrutar de todos ellos, especialmente de su hija.

Como despedida, ha elaborado un documental junto a Los 40 Principales que lleva por título Pau Donés: Más que una despedida.
 En los quince minutos que dura el vídeo, el cantante revela algunos detalles de su enfermedad y cómo esta ha afectado a su vida tanto personal como profesional.
"Cuando me pillaron el cáncer, estuve dos años por las operaciones sin hacer nada. Y subí al escenario en un Vive Latino, en México, en un festival de rock acojonante. 
Recuerdo que estaba con la quimio. Pesaba 64 kilos. Estaba débil de cojones. Esto lo digo porque es así.
 Me subí al escenario, me dieron la guitarra, me puse a tocar y a los cinco segundos lo vi clarísimo... 
Me dije: 'Tío, este es tu sitio. No vas a estar nunca en mejor sitio que este'. Y es verdad", confesó.
En la misma grabación, continúa revelando algunas anécdotas que ha vivido en estos años: "Cuando me diagnosticaron el cáncer, me llamaron cantidad de ex. Bueno, cantidad no. Una o dos.
 Y con todas un buen rollo de la hostia". 
Precisamente una de sus ex es la madre de su hija, de la que se separó hace ya 12 años pero con la que mantiene una excelente relación.

Emotivo mensaje de despedida

En el día de ayer y utilizando su canal de YouTube, el grupo lanzó un vídeo en el que aparecía Pau Donés despidiéndose de sus seguidores. 
"Como muchos ya sabéis este año vamos a parar.
 Han sido 20 años conectados a la música y quizá ha llegado el momento de hacer otras cositas", comenzaba diciendo.

Poco después expresaba: "Lo que viene por delante será, por lo menos, tan bueno como lo que han sido estos 20 años, pero no habrá escenario, música en directo, y eso, lo echaremos mucho de menos. Y sobre todo a vosotros, pero también deciros que volveremos, esto es una paradita. Es un adiós pero hasta luego. No sé cuándo ni cómo ni de qué manera, pero volveremos", concluía.


 

El diputado que quiso seducir a Mick Jagger.........Diego A. Manrique

Una de esas historias solo posibles en los años 60: el plan de convertir al cantante de los Stones en candidato laborista.


Marianne Faithfull y Mick Jagger, en una imagen de archivo.
Marianne Faithfull y Mick Jagger, en una imagen de archivo.

 

El pasado año, cerraba una institución del Soho londinense, The Gay Hussar, a pesar de la intervención de sus principales clientes: políticos y periodistas.
 Aunque el nombre se prestaba a chistes facilones, era un restaurante húngaro abierto desde 1953; su goulash no ganaba premios pero, por alguna razón, el lugar atrajo a la rama izquierdista del Partido Laborista.
 De hecho, algunos tories celebraron su victoria de 2010 –que convirtió al malhadado David Cameron en primer ministro- alquilando uno de sus salones para mejor humillar a los derrotados.
The Gay Hussar se merece igualmente una nota a pie de página en la historia del rock británico. 
Allí fue donde el diputado Tom Driberg (1905-1976) propuso a Mick Jagger presentarse como candidato laborista al Parlamento. Corría el año 1968 y el cantante se acababa de librar de cumplir una condena de tres meses en la prisión de Brixton por posesión de unas anfetaminas compradas en Italia.

Hasta entonces, todo había sido jiji jaja para Jagger: le aplaudían por burlarse de la moralidad burguesa. 
De repente, comprendió que aquellas provocaciones no salían gratis: querían hacérselo pagar.
 Él y sus compañeros renunciaron a la fantasía hippy, materializada en el álbum Their Satanic Majesties Request, y endurecieron su sonido.
 Como buena parte de sus colegas, asumieron que aquellos alardes publicitarios de ser “portavoces de la juventud” exigían tomar postura.
 Así, Jagger acudiría a una violenta manifestación contra la guerra de Vietnam, inspiración para Street Fighting Man, canción universalmente entendida como una convocatoria a tomar las calles, aunque la letra servía como eximente personal:
 “Pero qué puede hacer un pobre chico/ excepto cantar con una banda de rock ‘n’ roll/ ya que en el somnoliento Londres/ no hay lugar para un luchador callejero”.
Tom Driberg no iba a dejar que se escaqueara tan fácilmente.
 Se trataba del personaje más insólito de un Parlamento rico en excéntricos: un periodista que entró en Westminster como independiente y se hizo notar, por su radicalismo y sus frecuentes ausencias.
 Expulsado del Partido Comunista por denunciar el pacto Ribbentrop-Molótov, gravitó hacia los laboristas, de cuya Ejecutiva fue miembro durante 23 años.
Aún más prodigioso fue que lograra mantener su tren de vida: siempre estaba en números rojos con su banco. 
Por sus buenos modales y su sibaritismo, se le creía millonario. Aleister Crowley, el ocultista, le consideraba como un posible benefactor y le regaló manuscritos (alguno de ellos terminaría siendo adquirido por Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin y aprendiz de satanista).
 


El diputado que quiso seducir a Mick Jagger

Extremadamente religioso, Driberg era también un homosexual promiscuo. 
Practicante del cottaging –ligue en lavabos públicos- solo sus buenos contactos profesionales evitaron que terminara entre rejas. Inevitablemente, corrió el rumor de que trabajaba para el KGB.
 Fue el primer periodista occidental en viajar a Moscú para entrevistar a Guy Burgess, espía del Grupo de Cambridge que alegaba haber desertado para denunciar el servilismo del Gobierno británico ante Estados Unidos.
 Según The soul of indiscretion, la biografía que Francis Wheen escribió sobre Driberg, este solo comprendió que aquello no pasaba de juego de salón cuando fue a visitar a Marianne y esta, llorosa, le pidió dinero para comprar bebida. 
Quería emborracharse: Jagger tenía una nueva novia y estaba cortando los lazos con su vida anterior.
El plan de Driberg para Jagger no carecía de ingenio. 
Esperaba que su magnetismo se tradujera en una avalancha de votos tiernos, que alimentarían una corriente renovadora (Logos y Left Auxiliary eran los nombres barajados) capaz de evitar el apoltronamiento de los laboristas. 
 Durante meses, Mick estuvo deshojando la margarita.
 Su compañera de entonces, Marianne Faithfull, piensa que lo consideraba un juego.
 Un pasatiempo político:
 “O sea, Tom, que practicaremos la táctica trotskista del entrismo”. Un entretenimiento cruel: era muy consciente de su atracción sexual sobre Driberg.
 En esos años de ir contracorriente, eramos jóvenes teníamos ambiciones de libertad y felicidad, y luchàbamos contra ese infierno de buena conducta que nos imponían.
 Era el Mayo Francés, era la lucha contra el fascismo. 
Todas las tardes humeábamos una bandera americana en la puerta del Decanato....
Nos gustaban los Rollings, más Mike
Jagger, aunque éramos fanáticos de Pink Floid, Fran Zapa o Jetro Tull.
Tiempos convulsos, no creo como los de ahora que son tan de derechas....queríamos ser libres y lo conseguimos, aunque la Tran si ción fuera más larga de lo que pensábamos .

Muere Juan Cueto, uno de los grandes comunicadores del siglo XX

El periodista y escritor falleció en Madrid a los 76 años tras una larga enfermedad.

Juan Cueto Alas
Juan Cueto, en Madrid, el 17 de febrero de 2011.

Juan Cueto, uno de los más importantes comunicadores y escritores de la comunicación del siglo XX en España, murió esta mañana en Madrid a los 76 años, después de una larga enfermedad que lo tuvo fuera de ocupaciones en las que siempre fue líder del conocimiento y de la imaginación. 
Escribió para este periódico, creó Cuadernos del Norte, dirigió Canal + en España y trabajó para esa compañía de origen francés tanto en Italia como en Francia.
 Escribió libros, como Pasión catódica, en los que recogió sus agudas observaciones sobre el mundo de la televisión cuando, en España, esta no tenía teóricos de su ingenio.
En la casa de Cueto en Gijón había parabólicas y enciclopedias.
 Era la consecuencia de una inteligencia criada para inventar el futuro.
 Por así decirlo, Villa Ketty, aquella mansión rara que dejó un nazi y que él convirtió en el templo libertario en el que nacieron y se hicieron sus proyectos, era el Google de entonces. 
No le bastaban el Corominas o su acendrado conocimiento de la filosofía; quería más, y ese plus de la vida estaba fuera. 
El extranjero eran las antenas de su casa; por él venían, al tiempo que lo recibía Umberto Eco en Italia, por ejemplo, los aires contemporáneos que abrían Europa a fronteras que solo podían ser concebidas por los atrevimientos de la ciencia ficción.
Su mentalidad era audaz y moderna, ultramoderna incluso.
 Aun así, de la combinación de sus saberes y de sus actitudes nació una revista, Cuadernos del Norte, capaz de mezclar a jóvenes y maduros, a intelectuales de corbata y a intelectuales pordioseros, de todas las regiones del mundo, desde la Argentina de Borges al México de Octavio Paz o a la Francia de Jorge Semprún.
 Lo suyo fue combinar, combinarlo todo, y lo hizo desde esa geografía extraña que él convirtió en central en la vida de todos los que acudíamos en su ayuda para entender qué iba a pasar.
Villa Ketty fue la capital de nuestras búsquedas, y para él fue el centro de su regocijo de aprender y de enseñar a la vez.
 Allí nació Cuadernos del Norte (ahora saldrá en facsímil y estará disponible en versión digital) y allí nació, para el periódico asturiano que ayudó a fundar, Asturias Semanal, su columna más celebrada, La cueva del dinosaurio, que luego se trasladó a EL PAÍS. 
Esa última creación de su pluma sin tropiezos enseñó a toda España a leer la televisión.
   Sin tabúes, sin que su abrazo a la modernidad lo hiciera ininteligible, pedante o barroco, se sirvió de la famosa caja para esparcir opinión y sabiduría por todos los temas de actualidad.
 La consecuencia de esa sagacidad para ver más allá de lo que se ve (como aconsejaba Octavio Paz) fueron también sus columnas variables, que se publicaron en varias zonas del periódico.
 La solidez de su escritura venía de su cultura, de los libros que leyó con avidez sedienta, pero se basaba en la ligereza. 
 En la profunda ligereza, en el conocimiento de todas las artes, desde la música al arte del humor, a las que se enfrentó sin prejuicios.
Era también un conversador veloz, instruido para no tomarse en serio nada más que lo más desconocido o temido, así que estar con él, escucharle, era una lección de alegría, a la que acudíamos muchos en tiempos en que la solemnidad sudorosa de este mundo necesitaba a Mafalda y a Juan Cueto.
 De esa multitud de conocimientos y de actitudes con las que acudió a la vida fuera de Villa Ketty nació su pasión por crear instrumentos que dieran de sí un espejo de la inquietud práctica en la que convirtió su vida.

Entre esos instrumentos, Canal +. El Grupo Prisa le encargó la dirección de ese proyecto de televisión encerrada, que causó en un momento determinado los celos desquiciados del Gobierno de Aznar, que pudo llevar a la cárcel a Jesús Polanco, a Juan Luis Cebrián y a otros directivos de entonces.
 Cueto se manifestó como un creador que había sido un teórico; no perdió sus maneras libertarias de hacer y de decir y de presentarse, pero conjuntó alrededor a un equipo racionalista que lo ayudó a hacer de tierra, de madera, de piedra, de nubes, sus sueños. 
Introdujo cine insólito, fútbol con vistas, incluso fue el que trajo a las pantallas el sexo explícito, por lo cual no solo perdió la bula de los curas sino de los que se santiguaban escupiendo

 Luego se expandió él mismo a invenciones parecidas, en Italia, en Francia, en Alemania. 

Abarcó Europa, la quiso.

 Un día concibió con Jorge Semprún un documental que iba a ser titulado Las luces de Brindisi. 

 Él había escuchado a un muchacho albanés que quería entrar a Europa por esa frontera italiana.

 Rechazado como hubiera sido rechazado hoy, dijo ante las cámaras: “No importa, ya he visto las luces de Brindisi”.

 De esa materia hacía Cueto sus proyectos y sus sueños; siempre estaba recibiendo noticias que a la vez eran ideas, la tierra nublada de sus sueños.

Su contribución al periodismo es diversa, llena de sabiduría; y la vida de los que lo rodeamos le debe muchísimo.
 Él nos enseñó a dividir por dos la solemnidad, a creer que todo era posible si sabías hacerlo o decirlo; escribió algunos libros, casi todos recopilaciones de sus contribuciones insólitas a la inteligencia impresa.
 Había que arrancarle los libros con fuego, con fuego amigo, porque no nació para la vanidad ni para las mayúsculas. 
El último de sus libros, Yo nací con la infamia, lo publicó Anagrama, su editorial más habitual, después de muchos esfuerzos de Jordi Herralde para convencerlo de que se dejara editar.
 Para llegar a ese convencimiento al que se resistía hubo un almuerzo que él quiso que fuera en el mismo sitio, la Pondala, donde habían cenado los Rolling Stones cuando fueron a actuar a la ciudad de Gijón. 
Ya Juan no vivía en Villa Ketty.
Su hija Ana prosigue su pasión por la televisión, el ojo inteligente y variable de nuestra época.
 A él le emocionaba hablar de su nieto, que tiene quince años y la altura de un baloncestista. 
Fue un maestro, y en ese sentido el padre o el hermano de muchos que hemos sabido siempre que lo que aprendimos de lo que iba a ser el mundo se lo debemos a su inteligencia alegre y severa a la vez, la de un contemporáneo que no se dejó sobornar por la pereza intelectual ni por las oscuridades de la maldad humana. 
Fue, en fin, un hombre bueno en un país desquiciado que él, concretamente, hizo mucho más habitable. 
Gracias Juan por retratarlo tan bien......