Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 ene 2019

La vida plena de Javier Bardem a los 50............. Luis Alegre Saz

El actor ha logrado la admiración de De Niro y Pacino, a quienes veneraba de joven, y junto a Penélope Cruz ha obtenido el mayor de su éxitos: dos hijos.

Penélope Cruz y Javier Bardem en el Festival de Cannes, el pasado mayo.
Penélope Cruz y Javier Bardem en el Festival de Cannes, el pasado mayo. FilmMagic

 

Próxima parada, Marte: 60 años de carrera espacial

marte 
Dentro de 50 años, cuando hayamos colonizado Marte, o dentro de 500, cuando pongamos nuestra bota en Alpha Centauri, la NASA será recordada por los historiadores como las carabelas de Colón, o tal vez incluso como el primer Homo erectus que salió de África para aventurarse en las tierras incógnitas de medio planeta.
 Por el momento, la agencia espacial estadounidense ha cumplido 60 años en buena forma, y ha escrito una gesta de ingenios, descalabros y paradojas que habría seducido a los dramaturgos griegos. 
Vincent Fournier, el fotógrafo que viste de arte estas páginas, ha dedicado lo mejor de su tiempo y su talento a narrarlo gráficamente.
 Lo que sigue es una forma primitiva de contar lo mismo.
La primera paradoja sobre la NASA es que los soviéticos llegaron antes.
 No solo fueron los primeros en lanzar un satélite artificial (el Sputnik 1, en 1957), sino también en poner al primer ser humano en órbita, Yuri Gagarin, tres años después. 
En cuanto el Sputnik 1 empezó a dar vueltas a la Tierra, el líder soviético en la época, Nikita Jruschov, comenzó a vender aquello como una prueba de la superioridad del comunismo y de la indiscutible preponderancia científico-técnica de la Unión Soviética.
 Aquello tuvo seguramente un efecto anabolizante en la otra potencia de la Guerra Fría, porque solo un año después el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, fundó la Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio (NASA, en sus siglas inglesas).
  Fue su sucesor en la Casa Blanca, John Kennedy, quien se tomó en serio esa competición por el dominio del espacio exterior. 
Y eso ocurrió en 1961, justo después de que Gagarin completara con éxito su vuelo de ida y vuelta a la órbita terrestre, y de que Jruschov volviera a las andadas del alardeo y el autobombo. 
Kennedy pidió a sus asesores: “Encontrad un programa espacial que prometa unos resultados espectaculares y en el que podamos ganar”.
 Para variar, le faltó añadir. Los asesores identificaron enseguida el proyecto perfecto para satisfacer a su jefe: poner personas en la Luna.
 Kennedy no pudo llegar a verlo, pero las misiones Apollo lograron su sueño en 1969, cuando el astronauta Neil Armstrong plantó la bota en nuestro satélite y, en célebre expresión, dio aquel “pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad”.
 Este fue sin duda el clímax de la exploración espacial, por más que, desde el ángulo de la ciencia y la ingeniería, lo mejor estuviera aún por llegar. 
Y uno de los ejemplos es el telescopio espacial Hubble, también de la NASA, lanzado en 1990 y aún hoy en servicio tras un par de reparaciones en órbita.
En una de ellas se inspira la soberbia película Gravity, de Alfonso Cuarón, con Sandra Bullock y George Clooney.
La razón para mandar un telescopio al espacio es que los instrumentos terrestres trabajan lastrados por la distorsión que imprime la atmósfera a la luz que nos llega de los cuerpos celestes.
 Allí arriba, a 600 kilómetros de altitud, ese problema queda eliminado, y gracias a ello la resolución del Hubble es 10 veces mayor que la del mayor telescopio terrestre y detecta objetos con un brillo 50 veces menor.
 De ahí las asombrosas imágenes, que ya son un icono de nuestro tiempo, de las nebulosas planetarias y las más lejanas galaxias que hayamos visto nunca, tan lejanas que son una ventana al pasado remoto del cosmos.
 Los descubrimientos de esta obra maestra de la ingeniería civil han revolucionado por completo la astronomía. 
Esto es aún más hipnotizante que la llegada de Armstrong a la Luna, aunque también algo más difícil de transmitir al público.

Lo que, bien mirado, nos conduce a una segunda paradoja, porque Eisenhower, pese a su pasado militar, nunca creyó en esas bravatas del Kremlin y rechazó explícitamente entrar en una carrera espacial con los rusos.
Pese a la incertidumbre persistente de muchos intelectuales y casi todos los políticos —¿no deberíamos resolver los problemas de la Tierra antes de gastar ­recursos en mandar cohetes por ahí?—, hoy caben pocas dudas sobre la capacidad de aplicación práctica de la carrera espacial. 
 Los satélites, y en particular los situados en la órbita geoestacionaria (a 36.000 kilómetros de altitud, donde el satélite permanece siempre sobre el mismo punto de la Tierra), son un fundamento clave de las comunicaciones en que se basa nuestro mundo. 
Otro enjambre de 24 satélites es la base del sistema de posicionamiento global (GPS, en sus siglas inglesas) desarrollado por el Departamento de Defensa estadounidense, pero puesto al servicio del planeta por la Administración de Bill Clinton.
 Estas cosas ya no solo dependen de los Gobiernos, sino también de empresas privadas.
Johannes Kepler, Julio Verne, Isaac Asimov, Ray Bradbury, Arthur Clarke y Stanley Kubrick dedicaron buena parte de su talento a enseñarnos a viajar por el espacio.
 La realidad les viene dando la razón. Acabaremos allí. 
Texto de Javier Sampedro 
El fotógrafo francés Vincent Fournier ha dedicado un decenio (2007-2017) a documentar gráficamente la conquista del Espacio.
 Los observatorios astronómicos y centros espaciales más importantes del mundo le abrieron sus puertas. 
Los recuerdos de los programas Apollo y Sputnick así como los secretos de las futuras misiones a Marte quedaron libres ante su objetivo.
 Fournier fotografió localizaciones y proyectos confidenciales con una cuidada estética personal. Componiendo escenas que le permitieron revivir sus sueños de niño, su propia aventura espacial. 
El libro Space Utopia editado por Noeve & Rizzoli narra, en 115 imágenes, la historia de la carrera espacial desde sus inicios en 1960 hasta el proyecto de lanzadera SLS de la NASA que se espera que vaya al Planeta Rojo en los próximos 20 años.
 El proyecto de Fournier se presentará en el MET museum New York el próximo 19 de enero y servirá de homenaje al 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna que se conmemora en julio de este año.
Por Carmen Guri
Yo mandaría a Casado, a Rivera a Vox a Torra al simplón ese de Puigdemont, alguno de Podemos que metieron la pata cuando el lio de Catalunya. Jejejejejee
 

Lady Gaga: La ambición rubia asalta Hollywood


Lady Gaga, durante el estreno de 'Ha nacido una estrella' en el Festival de Cine de Toronto, el pasado septiembre.
Lady Gaga, durante el estreno de 'Ha nacido una estrella' en el Festival de Cine de Toronto, el pasado septiembre. AFP / Getty Images
 
Es una estrella con mayúsculas. 
Ha logrado todo en el mundo de la música. Ahora su reto es el Oscar como mejor actriz 
AUNQUE LOS padres de Lady Gaga le pusieron al nacer el nombre de Stefani Joanne Angelina Germanotta, bien podría llamarse María Magdalena. 
Hablar con ella es enfrentarse a un glamuroso paño de lágrimas. 
Icono de la música, la moda y la cultura popular de nuestro tiempo, vaya vestida de Armani o Valentino, bajo la coraza sofisticada de esta ganadora de seis premios Grammy hay una mirada de emoción.
Y han puesto a Lady Gaga en las quinielas para los Oscar. “¿Te imaginas? Lo rodamos en 42 días, y algo así como su llanto me habría puesto en un aprieto tremendo retrasándolo todo”, explica Cooper. 
“Ella no solo es una actriz increíble. Tiene sus emociones a flor de piel, y eso es lo que uno busca a la hora de trabajar”.
“No es solo una actriz increíble, tiene sus emociones a flor de piel”, dice Bradley Cooper
Bradley Cooper no solo es su fan número uno. Se ha convertido en el profesional de la industria que ha llevado a Lady Gaga hasta la gran pantalla.
 Y Hollywood le ha abierto las puertas. Su nombre corre entre los académicos con vistas a la gala de los Oscar del próximo 24 de febrero. “Los premios no acaban con tus inseguridades, pero son un momento de alegría y a la vez de humildad”, dijo esta neoyorquina de 32 años hace unos meses, a su paso por el Festival de Cine de Toronto (Canadá).
Su salto de la música al cine no deja de brindarle éxitos. Y en consonancia, lleva meses sin parar de llorar. 
Hasta Bradley Cooper, renacido como realizador, productor, guionista y compañero de reparto de Lady Gaga en Ha nacido una estrella, sonríe cuando recuerda los pucheros que se gasta su amiga. 
Menos mal, dice durante un encuentro en Los Ángeles (California, EE UU), que las lágrimas caen ahora y no lo hicieron durante el rodaje de una de las películas que han seducido a la crítica esta temporada. 
 Su Oscar se presiente desde que Ha nacido una estrella —cuarta interpretación de un clásico por el que han pasado Janet Gaynor, Judy Garland y Barbra Streisand— se estrenó el año pasado en el Festival de Venecia en mitad de una tormenta que no pudo acallar el estruendo de aplausos. “Bradley dirá lo que sea, pero para mí fue una señal divina”, asegura Lady Gaga. 
“Imagínate si hubiera llovido en la alfombra roja con el traje que llevaba. ¡Habría parecido la gallina Caponata! El cielo se portó bien con nosotros. Nos dio otra muestra de humildad”. Esa palabra, “humildad”, es la última que alguien asociaría a Lady Gaga.
 Atesora más de 77 millones de seguidores en Twitter y una fortuna de 280 millones de euros.
 Su amigo Elton John es el que mejor define a esta cantante reconvertida en actriz. 
“Es como mi hija bastarda”. 
El falso parentesco al que se refiere el cantante, que pidió a Lady Gaga convertirse en madrina de sus dos hijos, está centrado en el gusto por la sed de triunfo y el amor por la farándula.

Lady Gaga: La ambición rubia
asalta Hollywood
Wirelmage / Getty Images
 
 


Lady Gaga: La ambición rubia asalta Hollywood


Lady Gaga, durante el estreno de 'Ha nacido una estrella' en el Festival de Cine de Toronto, el pasado septiembre.
Lady Gaga, durante el estreno de 'Ha nacido una estrella' en el Festival de Cine de Toronto, el pasado septiembre. AFP / Getty Images

Es una estrella con mayúsculas. Ha logrado todo en el mundo de la música. Ahora su reto es el Oscar como mejor actriz


AUNQUE LOS padres de Lady Gaga le pusieron al nacer el nombre de Stefani Joanne Angelina Germanotta, bien podría llamarse María Magdalena. Hablar con ella es enfrentarse a un glamuroso paño de lágrimas. Icono de la música, la moda y la cultura popular de nuestro tiempo, vaya vestida de Armani o Valentino, bajo la coraza sofisticada de esta ganadora de seis premios Grammy hay una mirada de emoción.
Su salto de la música al cine no deja de brindarle éxitos. Y en consonancia, lleva meses sin parar de llorar. Hasta Bradley Cooper, renacido como realizador, productor, guionista y compañero de reparto de Lady Gaga en Ha nacido una estrella, sonríe cuando recuerda los pucheros que se gasta su amiga. Menos mal, dice durante un encuentro en Los Ángeles (California, EE UU), que las lágrimas caen ahora y no lo hicieron durante el rodaje de una de las películas que han seducido a la crítica esta temporada. Y han puesto a Lady Gaga en las quinielas para los Oscar. “¿Te imaginas? Lo rodamos en 42 días, y algo así como su llanto me habría puesto en un aprieto tremendo retrasándolo todo”, explica Cooper. “Ella no solo es una actriz increíble. Tiene sus emociones a flor de piel, y eso es lo que uno busca a la hora de trabajar”.

“No es solo una actriz increíble, tiene sus emociones a flor de piel”, dice Bradley Cooper
Bradley Cooper no solo es su fan número uno. Se ha convertido en el profesional de la industria que ha llevado a Lady Gaga hasta la gran pantalla. Y Hollywood le ha abierto las puertas. Su nombre corre entre los académicos con vistas a la gala de los Oscar del próximo 24 de febrero. “Los premios no acaban con tus inseguridades, pero son un momento de alegría y a la vez de humildad”, dijo esta neoyorquina de 32 años hace unos meses, a su paso por el Festival de Cine de Toronto (Canadá). Su Oscar se presiente desde que Ha nacido una estrella —cuarta interpretación de un clásico por el que han pasado Janet Gaynor, Judy Garland y Barbra Streisand— se estrenó el año pasado en el Festival de Venecia en mitad de una tormenta que no pudo acallar el estruendo de aplausos. “Bradley dirá lo que sea, pero para mí fue una señal divina”, asegura Lady Gaga. “Imagínate si hubiera llovido en la alfombra roja con el traje que llevaba. ¡Habría parecido la gallina Caponata! El cielo se portó bien con nosotros. Nos dio otra muestra de humildad”.
Esa palabra, “humildad”, es la última que alguien asociaría a Lady Gaga. Atesora más de 77 millones de seguidores en Twitter y una fortuna de 280 millones de euros. Su amigo Elton John es el que mejor define a esta cantante reconvertida en actriz. “Es como mi hija bastarda”. El falso parentesco al que se refiere el cantante, que pidió a Lady Gaga convertirse en madrina de sus dos hijos, está centrado en el gusto por la sed de triunfo y el amor por la farándula.


Lady Gaga: La ambición rubia
asalta Hollywood
Wirelmage / Getty Images

“Lo primero que pensé cuando coincidí por primera vez con ella fue: 
‘¡Dios nos pille confesados!”, recuerda Danny Trejo, el actor estadounidense de ascendencia mexicana.
 Fue en el rodaje de Machete Kills, al que la estrella acudió para contemplarlo. “No pude ser más idiota”, rectifica Trejo.
 “Ella me demostró que no hay que creer todo lo que se lee.
 Es alguien increíble, más profesional que nadie, una pequeña gran actriz que encima se cocina su propia comida”. 
La colección de cazuelas de Lady Gaga está hoy en casa de Trejo.
 Tuvimos que rodar una escena de prueba y hacer varios test, pero al final nos dieron luz verde. 
Y fuimos adelante”.
El estudio tenía poco que perder con el filme de debut de Bradley Cooper como director. 
El presupuesto, 31 millones de euros, es bajo para Hollywood.
 Pero la historia del cine está llena de oportunidades musicales fallidas. Desde Bowie hasta Taylor Swift, Britney Spears, Rihanna, Eminem o Madonna. 
Eso sí, Lady Gaga se desmarca de sus predecesores esbozando un discurso sobre cómo se preparó para ser actriz antes que cantante.
 “Lo que pasó es que la música me aceptó primero”. 
 Cuenta que estudió interpretación en el Instituto Lee Strasberg, “una derivación del método Stanislavski”. 
Y que cada uno de sus vídeos, de sus conciertos y sus interpretaciones en público tiene mucho de actuación.
 “Yo la llamo Lady”, dice la actriz Chlöe Sevigny, que trabajó con ella en la serie American Horror Story.
 “Es una figura icónica y puedes ver en sus vídeos musicales y sobre el escenario que se trata de alguien que controla, que sabe dónde están las luces y la cámara”.


Lady Gaga con Bradley Cooper, en un fotograma de la película 'Ha nacido una estrella'.
Lady Gaga con Bradley Cooper, en un fotograma de la película 'Ha nacido una estrella'. Warner Bros / Everett Collection

La aludida tampoco niega la dicotomía entre ambas disciplinas. 
 “Cuando canto libero una vibración que siento por todo el cuerpo. Todo en mí reverbera antes de dar salida a lo que llevo dentro. 
Cuando actúo, lo veo todo tan grande en la pantalla y desciendo hasta tal punto en mi interior… Es un lugar tan profundo que da miedo. Nada que ver con la adrenalina de un concierto. “Me gusta cocinar”, dice ella. 
Segunda generación de sicilianos y venecianos, heredera de las mejores tradiciones culinarias italianas, asegura que la conexión con



La aludida tampoco niega la dicotomía entre ambas disciplinas. 
 “Cuando canto libero una vibración que siento por todo el cuerpo. 
Todo en mí reverbera antes de dar salida a lo que llevo dentro. 
Cuando actúo, lo veo todo tan grande en la pantalla y desciendo hasta tal punto en mi interior… Es un lugar tan profundo que da miedo. Nada que ver con la adrenalina de un concierto. fue inmediata frente a un plato de pasta del día anterior. Cooper asiente. 
“Fue así, como ella lo cuenta. 
En cinco minutos supe que tenía que ser la protagonista de Ha nacido una estrella. ¿Te puedes creer que no la conocía? 
Pero escuché su versión de La vie en rose y me quedé prendado. 
Luego vi sus ojos.
 Supe que los dos teníamos herencia italiana. Fue mágico.
 La cosa se complicó cuando hablé con Warner Bros. 
Tuvimos que rodar una escena de prueba y hacer varios test, pero al final nos dieron luz verde.
 No puedo estar más agradecida por contar con un compañero de viaje como Bradley Cooper para guiarme en ese proceso”. 
Y se vuelve a secar las lágrimas.
Barbra Streisand interpretó el mismo papel hace más de cuatro décadas. 
Y considera a Lady Gaga como una estrella, pero sobre todo en el campo de la música. “Tiene un verdadero don, un gran talento. Es, en resumen, una gran cantante”. 
El veterano John Travolta, otro actor y cantante, admirador de las dos divas, asegura que propició el encuentro entre ambas en la casa de Streisand. “Me encantó ser el pegamento que unió a esas dos grandes intérpretes para que se profesaran su admiración. 
Hasta proporcioné el chef y la cena”.
 
Ante la pérdida de peso específico de muchas de las nuevas estrellas de Hollywood, la meca del cine parece abrir sus brazos al poder de fascinación que despierta alguien como Lady Gaga en el escenario.
 Ha ido enamorando a los gerifaltes de la industria. El realizador Ryan Murphy fue quien le dio la oportunidad de trabajar en la serie American Horror Story. “Pertenece a la antigua escuela. Me recuerda en su estilo a una Barbara Stanwyck.
 Y su piel refleja la luz como la de Marilyn Monroe.
 Eso además de ser la persona con más talento de todo el planeta”. 
El Sindicato de Actores ya se ha apresurado a seleccionar su trabajo en Ha nacido una estrella entre los mejores del año.
 “Haga lo que haga, tiene un gran talento”, dice el cineasta Robert Rodriguez.
 “Es alguien capaz de decir lo mismo una y otra vez y sonar con tal convicción que parece la primera ocasión: eso es ser buena”, recalcó el actor Jonah Hill ante el ataque de quienes proclamaron la “afectación” de la estrella a la hora de promocionar la película.
La próxima gala de los Oscar será la tercera en la vida de Lady Gaga. En 2015 fue la primera, cuando Scarlett Johansson la presentó como “única e inigualable” antes de que cantara una memorable versión del tema principal de Sonrisas y lágrimas. Su segunda aparición estelar en la alfombra roja fue como candidata a la mejor canción por Til It Happens To You, del documental The Hunting Ground.
 Las dos veces salió del teatro sin premio, y las dos veces acabó vomitado de lo nerviosa que se puso en el coche camino a la ceremonia. 
 Ella, siempre melodramática, dice que es algo que le pasa con frecuencia. Temas como Shallow, Always Remember Us This Way y I’ll Never Love Again, que ha coescrito e interpreta en Ha nacido una estrella, suenan ya como candidatos a los Grammy y a los Globos de Oro. 
Las dos versiones previas de esta película también defendieron el Oscar por canciones como The Man That Got Away (1954) y Evergreen (1976), que interpretaron Judy Garland y Barbra Streisand, respectivamente.  
 El crítico de cine británico Robbie Collins ha recordado en The Daily Telegraph que para cualquier cantante seguir los pasos de Judy Garland en su primera película sería una pesadilla. “Pero Gaga está a la altura”.
“La ambición es como el oxígeno que aviva el fuego, la única manera de seguir adelante”
Lady Gaga nunca ha escondido su ambición. 
“Es como el oxígeno que aviva el fuego. Sin ambición al principio de mi carrera nunca habría llegado donde estoy. 
El rechazo es continuo y tienes que estar motivada para seguir adelante”.
 Contó con el apoyo de su familia, que la recuerda como un prodigio musical que aprendió a tocar el piano con cuatro años. 
“Y si no quería practicar una hora, la otra opción era quedarme sentada dos delante del instrumento sin hacer nada. 
En mi casa eran algo estrictos. 
Mi padre me ponía con seis años Thunder Road, de Bruce Springsteen, mientras dábamos vueltas bailando con lágrimas en los ojos escuchando la canción.
 Crecí amando lo mismo la música que el cine
. Por eso es un honor haber participado en esta película. Siempre he creído que un artista puede cambiar de medio. 
Y que eso provoca una explosión de talento. Lo que no me acabo de creer es que sea mi caso”. Fuera del entorno familiar su vida se fue complicando. 
Hija de inmigrantes italianos en Estados Unidos, su look era muy diferente al de sus compañeras de clase. 
Ya fuera en el Convento del Sagrado Corazón, una escuela privada de Manhattan donde estudió piano, o en la Escuela de las Artes Tisch. “Mis facciones no tenían nada que ver con las de las jóvenes rubias de ojos azules y rostros simétricos que tenía por compañeras. 
Solo cuando crecí aprendí a apreciar mis rasgos, mi herencia”. 
Más adelante también tuvo que escuchar sugerencias indeseables, como la de aquel ejecutivo discográfico que le sugirió que se hiciera una rinoplastia antes de sacar al mercado su primer álbum. O que abusaran de ella.
 “Empecé en la música a los 19 años. 
Ante la pérdida de peso específico de muchas de las nuevas estrellas de Hollywood, la meca del cine parece abrir sus brazos al poder de fascinación que despierta alguien como Lady Gaga en el escenario.
 Ha ido enamorando a los gerifaltes de la industria. 
El realizador Ryan Murphy fue quien le dio la oportunidad de trabajar en la serie American Horror Story. “Pertenece a la antigua escuela. 
Me recuerda en su estilo a una Barbara Stanwyck. Y su piel refleja la luz como la de Marilyn Monroe. 
Eso además de ser la persona con más talento de todo el planeta”. 
El Sindicato de Actores ya se ha apresurado a seleccionar su trabajo en Ha nacido una estrella entre los mejores del año.
 “Haga lo que haga, tiene un gran talento”, dice el cineasta Robert Rodriguez.
 “Es alguien capaz de decir lo mismo una y otra vez y sonar con tal convicción que parece la primera ocasión: eso es ser buena”, recalcó el actor Jonah Hill ante el ataque de quienes proclamaron la “afectación” de la estrella a la hora de promocionar la película. 
La próxima gala de los Oscar será la tercera en la vida de Lady Gaga. 
En 2015 fue la primera, cuando Scarlett Johansson la presentó como “única e inigualable” antes de que cantara una memorable versión del tema principal de Sonrisas y lágrimas.
 Su segunda aparición estelar en la alfombra roja fue como candidata a la mejor canción por Til It Happens To You, del documental The Hunting Ground.
 Las dos veces salió del teatro sin premio, y las dos veces acabó vomitado de lo nerviosa que se puso en el coche camino a la ceremonia. 
Ella, siempre melodramática, dice que es algo que le pasa con frecuencia.
 Temas como Shallow, Always Remember Us This Way y I’ll Never Love Again, que ha coescrito e interpreta en Ha nacido una estrella, suenan ya como candidatos a los Grammy y a los Globos de Oro.
 Las dos versiones previas de esta película también defendieron el Oscar por canciones como The Man That Got Away (1954) y Evergreen (1976), que interpretaron Judy Garland y Barbra Streisand, respectivamente. 
El crítico de cine británico Robbie Collins ha recordado en The Daily Telegraph que para cualquier cantante seguir los pasos de Judy Garland en su primera película sería una pesadilla. “Pero Gaga está a la altura”.
 Lady Gaga nunca ha escondido su ambición. “Es como el oxígeno que aviva el fuego. 
Sin ambición al principio de mi carrera nunca habría llegado donde estoy. 
El rechazo es continuo y tienes que estar motivada para seguir adelante”.
 Contó con el apoyo de su familia, que la recuerda como un prodigio musical que aprendió a tocar el piano con cuatro años.
 “Y si no quería practicar una hora, la otra opción era quedarme sentada dos delante del instrumento sin hacer nada.
 En mi casa eran algo estrictos. Mi padre me ponía con seis años Thunder Road, de Bruce Springsteen, mientras dábamos vueltas bailando con lágrimas en los ojos escuchando la canción. Crecí amando lo mismo la música que el cine.
 Por eso es un honor haber participado en esta película. 
Siempre he creído que un artista puede cambiar de medio. 
Y que eso provoca una explosión de talento.
 Lo que no me acabo de creer es que sea mi caso”.
Fuera del entorno familiar su vida se fue complicando. Hija de inmigrantes italianos en Estados Unidos, su look era muy diferente al de sus compañeras de clase.
 Ya fuera en el Convento del Sagrado Corazón, una escuela privada de Manhattan donde estudió piano, o en la Escuela de las Artes Tisch. 
“Mis facciones no tenían nada que ver con las de las jóvenes rubias de ojos azules y rostros simétricos que tenía por compañeras.
 Solo cuando crecí aprendí a apreciar mis rasgos, mi herencia”. 
Más adelante también tuvo que escuchar sugerencias indeseables, como la de aquel ejecutivo discográfico que le sugirió que se hiciera una rinoplastia antes de sacar al mercado su primer álbum.
 O que abusaran de ella. “Empecé en la música a los 19 años. Los abusos eran la norma y no la excepción cuando pisabas un estudio de grabación”, dijo recientemente en una entrevista a The Hollywood Reporter.
 
Por eso siente su propia carrera como una vocación no solo artística, sino también humanitaria.
 Una forma de dar voz a quienes no la tienen. 
“Es muy consciente de su papel, de la plataforma que tiene y de cómo los jóvenes —las chicas en particular— se fijan en ella. 
Sabe el poder y la influencia con la que cuenta y quiere ser generosa con ello”, dice Chris Moukarbel, autor del documental Gaga: Five Foot Two.
 “Esa es parte de mi atracción hacia ella, que yo también soy uno de los raros. 
Y me atrae la luz que emana alguien como yo que además triunfa a la hora de hacer el bien”.
 Su activismo en el colectivo LGBT o desde su organización Born This Way contra el abuso llevan ya mucho camino andado cuando ya queda poco para saber si Hollywood termina de encumbrarla. “Es lo que me hace sentir que todo ha merecido la pena.
 Los altos y los bajos. Los errores, las caídas y los triunfos me han dado una carrera desde la que ayudar a más gente en el mundo”. 

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