Me llaman de periódicos serios de Perú, y pregunto a los colegas con tono aburrido: “¿Queréis que os informe de Vargas Llosa, ese peruano universal?”.
Se enfadan: “¡Claro que no! ¡Queremos que nos hables de las tres
peruanas más importantes de España: Chabelita, Miriam y Mónica!”. Y
añaden –ojo al dato–: “Lo mismo le hemos preguntado a don Mario,
y nos ha dicho que conoce ‘Gran Hermano VIP’, y considera que es un
estudio impresionante del alma humana”. ¡Así se habla!
La hija de Rocío Jurado, tras el durísimo
golpe judicial en su lucha contra Antonio David, se ha alejado de la
única familia que tiene actualmente...
Rocío Carrasco
No ha sido su mejor año. Rocío Carrasco llegaba al final de 2018 con una de las peor noticias para su futuro. La causa que le enfrentaba a su ex, Antonio David Flores, ha sido archivada.. Niña mimosa maleducada vengativa, sin sueldo ni necesidades que no stén cubiertas, mala madre, absorvida por ese vago que es su marido....siempre fue así no quieran que sea de otra forma.
Revés judicial
La hija de Rocío Jurado veía como la
justicia le daba un nuevo varapalo al entender que no había fundamento
suficiente en su proceso por un supuesto delito de malos tratos
continuado. Un revés que Carrasco no esperaba.
Las Campos
Hasta ahora, Rocío Carrasco tan solo
había conseguido refugiarse en la que es su segunda familia, las Campos. Pero la hija de Rocío Jurado también ha optado por darles la espalda en
unas fechas tan señaladas.
El finalista de 'GH VIP' no dudó en pronunciarse a través de Rafa Mora tras conocerse la confirmación de su ruptura con Aurah...
'GH VIP'
Se conocían de antes pero el amor
surgió en Guadalix. Suso y Aurah protagonizaban la pareja oficial de 'GH
VIP' y saltaban todas las alarmas. ¿Podrían mantener lo suyo fuera de
la casa?
Aurah Ruiz
Muy afectada, era la propia Aurah la
que anunciaba el triste final de su romance durante su última
intervención en 'Sálvame'. "No sé qué ha pasado", se preguntaba
extrañada.
Un libro
muestra la faceta menos conocida de la viuda del sha de Persia después
de 38 años en el exilio y una vida trágica donde ha sufrido el suicidio
de dos de sus hijos.
Farah Diba, la viuda del sha Reza
“Mientras escribo esto, han pasado 38 años desde que
dejé Irán y mi vida como reina”.
Así comienza el prólogo escrito por
Farah Pahlavi (de soltera, Farah Diba) para Iran Modern: The Empress of Art,
un carísimo libro de gran formato (845 euros) editado por Assouline en
septiembre que documenta su faceta de coleccionista de arte.
El volumen
es una suerte de catálogo de la que está considerada la colección de
arte moderno occidental más importante fuera de Europa y Estados Unidos.
Valorada en unos 3.000 millones de euros y compuesta de alrededor de
200 obras de, entre otros, Picasso, Van Gogh, Bacon, Rothko, Monet, Renoir, Gauguin, Kandinsky, Miró, Magritte, Warhol o Pollock,
la antigua Shahbanou (“emperatriz”) la adquirió en los años 70 –cuando
Irán nadaba en dinero gracias al alza del precio del petróleo–, para
llenar las salas del Museo de Arte Contemporáneo que inauguró en Teherán
en 1977 y que fue una de sus grandes apuestas culturales.
El libro recoge relatos como el de la estancia de Andy Warhol
en Teherán en 1976 (durante la que se alimentó básicamente de caviar)
para hacerle un retrato a la glamurosa Farah. La serigrafía resultante,
que ilustra la portada de Iran Modern, acabaría siendo rajada con un cuchillo pocos años después, cuando la revolución islámica
liderada por Jomeini acabó con el sha depuesto y la monarquía abolida. La colección fue confinada en los sótanos del museo, y allí ha
languidecido desde entonces, sin salir de Irán y sin que el mundo fuera
consciente de su existencia excepto por una fugaz exposición celebrada
en 2015. Farah, sin embargo, no se ha olvidado de “sus”
obras. Hasta el punto de que cuando se enteró de que en 1994 el museo
había canjeado un De Kooning por un manuscrito persa del siglo XVI, les
llamó para protestar haciéndose pasar por una estudiante de arte.
Farah Diba era hija de un capitán del ejército imperial, y conoció al sha Mohammad Reza Pahlavi
en 1959 en París, donde ella, de 20 años, estudiaba Arquitectura, y él,
de 40, andaba a la búsqueda de su tercera esposa después de divorciarse
de la primera por haber tenido “solo” una hija y de repudiar a la
segunda por no poder concebir.
En un gesto inédito, en 1967 Farah
fue coronada emperatriz, y el sha fue aún más lejos al nombrarla
regente en caso de que él muriera antes de que el príncipe heredero
fuera mayor de edad.
La figura del sha fue tremendamente controvertida. La Revolución Blanca, su plan para modernizar Irán, logró importantes
reformas culturales y sociales en ámbitos como los derechos de la mujer
(lo que no le impidió declarar en una entrevista que “mujeres y hombres
pueden ser iguales ante la ley, pero no en capacidades”). Para otros, fue un gobernante autocrático que llegó
al poder tras un golpe ejecutado por la CIA, y que era odiado por la
brutalidad con la que su policía secreta, la Savak, reprimía a sus
opositores. "Mi marido realmente quería traer democracia, pero cuando la
gente no está educada ni alfabetizada, eso lleva tiempo”, declaró Farah
hace unas semanas en The Sydney Morning Herald.
Sin embargo, resulta evidente que las desigualdades económicas y de
clase auspiciadas por su régimen fueron el caldo de cultivo que alimentó
la revuelta.
Los historiadores apuntan especialmente a la polémica
celebración en 1971 del 2.500 aniversario del imperio persa; unos fastos
en Persépolis más allá de la opulencia (Lanvin diseño los uniformes,
Maxim's trajo desde París la comida, se importaron 50.000 pájaros de
Europa…) que costaron millones de dólares y agitaron aún más el
descontento popular.
En enero de 1979 esa bomba de relojería acabó
explotando y, ante la revolución inminente, el sha y la Shahbanou partieron rumbo a Egipto
para no volver. Además de títulos, riqueza y privilegios, al marcharse
dejaron en Irán casi todas sus posesiones personales, según ha afirmado
siempre Farah. Condenados a muerte in absentia, empezó para ellos un peregrinaje que los llevó a Marruecos, Bahamas, México, Panamá, Egipto de nuevo (donde el sha murió de linfoma en 1980) y, finalmente, Estados Unidos, donde vive Reza Ciro y Farah pasa largas temporadas cuando no está en París.
La colección de arte que la emperatriz no ha vuelto a ver simboliza un
tiempo y un lugar al que ni ella ni su hijo mayor han renunciado aún (de
hecho, Reza se autoproclamó sha en 1981).
Pero, sobre todo, no pierde de vista su país, y hace un año publicó un
comunicado en el que apoyaba las protestas contra el gobierno y
aseguraba que “la gente de Irán, como el mítico fénix, renacerá de sus
cenizas”.
Media vida en el exilio y el suicidio de dos de sus hijos
Farah Diba perdió a su padre con 9 años y a su
marido con 41, pero el futuro le reservaba dos golpes aún más
devastadores.
En 2001 su hija pequeña, Leila, se suicidó en un hotel de
Londres tras ingerir una mezcla de cocaína y barbitúricos; tenía solo 31
años.
Una década después, su hijo Alí Reza, que sufría depresión,
también se quitó la vida en su residencia de Boston, dejando una hija
póstuma.
En una entrevista reciente con el semanal alemán DerSpiegel,
la emperatriz apuntaba al exilio como posible detonante:
“La gente
gritaba en la calle cosas como '¡abajo el sah!', y nosotros nos
mudábamos de un sitio a otro.
De muy pequeños vieron tantas cosas
negativas en la televisión y los periódicos...”. En un reportaje en Interview
en 2014, un amigo de la familia lo resumía así:
“Los niños fueron
arrojados de sus jaulas de oro a la jungla, y no pudieron sobrevivir”.