Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

24 dic 2018

Hasta enterrarlos en el mar: contra la movida madrileña y la Transición

 
 

Un nuevo libro denuncia el lado oscuro de la "movida".

Joaquín Sabina, en 1987.
Joaquín Sabina, en 1987.
Fue la gran pirueta de 2014. Víctor Lenore, periodista que cubría el territorio del indie musical, hacía fe pública de su arrepentimiento con Indies, hipsters y gafapastas. 
Un libro meditado que, confesaría posteriormente en alguna entrevista, no le ayudó en términos profesionales: en el país donde Dostoievski situó a su Gran Inquisidor, en general no gustan los apóstatas.
La posterior trayectoria periodística de Lenore ha sido trepidante, con reivindicaciones de Camela, Laura Pausini, o Isabel Pantoja. Uno aguardaba con curiosidad su nuevo libro, de título contundente: 
Los espectros de la Movida. Por qué odiar los años 80 (Akal). Déjenme decirles que es más y menos de lo que esperábamos.
 Menos ya que, visto su escaso texto, uno esperaba un pamphlet agresivo, al estilo francés. 
Y no. Pertenece a un subgénero ya trillado: el dosier para un juicio sumario contra la Movida, seguido por la sentencia y su ejecución. Lenore ha rastrillado todas esas anécdotas que producen sonrojo más los arreglos de cuentas y los renuncios.
 Nada escapa a sus púas: hasta añade fragmentos de ficciones de Francisco Umbral, Víctor Coyote o Juan Madrid.
Hay demasiadas citas y pocos filtros.
 Se recogen denuncias de artistas amargados que, como mínima precaución, deberían haber sido puestas en cuarentena. 
Se celebran programas televisivos sin cuestionar su nepotismo. Para tratarse de un movimiento inicialmente musical, el proceso de escucha de Lenore no parece muy profundo: Aute es reconvenido por Qué me dices, cantautor de las narices, supuesta muestra “de crueldad insólita” con los cantautores, sin comprender que el propio Luis Eduardo ironizaba sobre su imagen pública (y la de sus colegas). 
Aspirando a la caza mayor, denuncia Ring, ring, ring, de Sabina, como “la canción más rancia del pop español”, sin advertir que es un ejercicio de estilo, basado en madrileñizar el Like a Rolling Stone, de Dylan.
 Claro que no podemos esperar mucha finezza de alguien que describe el cancionero de Joaquín como “la apoteosis del yuppismo”. 
 Seguramente, tal caracterización hasta complacería a Sabina, que superó los años ochenta sabiéndose marginado por la modernidad. 

Sugería que Por qué odiar los años ochenta es más que un alegato contra la movida. 
No, también pretende desmontar la Santa Transición, pulsión irresistible entre los que alcanzaron la mayoría de edad cuando la principal amenaza a la convivencia eran los Bárbaros del Norte. Unos asesinos implacables que eran jaleados por muchos de los grupos del llamado rock radical vasco, movimiento aquí piropeado ya que “ha envejecido mucho mejor que el pop de la capital”.
Esta mezcla de observaciones ad hominem y pinceladas gruesas esconde cierta “nostalgia del odio”, ansia de revanchismo. 
Lenore lamenta incluso que los demócratas de 1978 no elaboraran “listas negras de intelectuales fascistas”, como asegura que ocurrió tras la Revolución de los Claveles portuguesa:
 “allí se marginó culturalmente a quien había legitimado el régimen militar, mientras aquí se prefirió cubrir todo de purpurina, poniendo los medios públicos a los pies de una pandilla de jóvenes pintados de colores”.
 Uno debería recordar que el 25 de abril fue un golpe militar rápido, incruento, exitoso.
 Justo lo contrario al que se inició el 18 de julio. 
Antes de convocar a una nueva guerra civil, conviene estudiar el resultado de la anterior, la correlación de fuerzas, los peligros de la intransigencia.

 

 

La factura económica de la soledad.................... Miguel Ángel García Vega

El aislamiento se hace fuerte en las sociedades occidentales con un coste económico creciente para las arcas públicas.

La soledad aumenta un 31% el riesgo de morir.
La soledad aumenta un 31% el riesgo de morir.
Las sociedades modernas viven una pandemia de aislamiento.
 Más gente que nunca vive sola y envejece sola.
 Las políticas neoliberales han sido brasas sobre el fuego.
 Los trabajos son cada vez más precarios y, cuando el empleo desaparece es más fácil quedarse aislado.
 Una inercia que adquiere velocidad con el declive de las asociaciones civiles, las agrupaciones de vecinos o los sindicatos. “El sistema capitalista promueve las actitudes individualistas, lo que prende la hostilidad entre las personas. 

Una sociedad más moderna y sociable sería aquella que fomenta las relaciones cooperativas en vez de las competitivas como fuerza de progreso”, reflexiona Carlos Martín, director del Gabinete Económico de Comisiones Obreras.
Porque el precio que hay que pagar a Caronte resulta muy alto. Primero cuesta la salud.
 La soledad tiene el mismo efecto que fumar 15 cigarrillos al día y aumenta, según la Universidad de Stanford, un 31% el riesgo de morir. 
Es el detonante de enfermedades como la hipertensión, la demencia, los ataques cardiacos o la depresión.
 Después llega el pago de la moneda de plata.
 La New Economics Foundation estima que el coste en Reino Unido del aislamiento de las personas en edad laboral es de 2.500 millones de libras (2.800 millones de euros) al año.
  Después llega el pago de la moneda de plata. 
La New Economics Foundation estima que el coste en Reino Unido del aislamiento de las personas en edad laboral es de 2.500 millones de libras (2.800 millones de euros) al año.
 A largo plazo, prevé la London School of Economics (LSE), los mayores de 55 años con soledad crónica costarán 6.000 libras anuales por persona a los servicios de salud y a las instituciones locales.
 La pandemia recorre los meridianos del planeta y urgen las respuestas.
 “En algunas sociedades, y cada vez más en Reino Unido, la conexión entre los adultos mayores y los jóvenes resulta menos intensa”, advierte David McDaid, profesor de la LSE.
 Y añade: “Lo más importante es el contacto. La habilidad de tener una conversación enriquecedora regularmente con otras personas”.

La primera ministra británica, Theresa May, incluía a comienzos de año dentro del Ministerio de Deportes y Sociedad Civil un gabinete dedicado a la soledad.
 Tiene un presupuesto de 20 millones de libras para afrontar un problema que acorrala a 1,3 millones de adultos británicos.
 La consultora Forrester Research ha estudiado esta sombra.
 Se ha fijado en “los menos aptos para el futuro”. 
Son quienes contribuyen en menor medida al trabajo y expresan mayores sentimientos negativos hacia sus compañeros. 
Viven en los arrabales del aislamiento. 
“El 50% de la población es la mitad de productiva de lo que podría serlo si fuera ‘apta para el futuro’.
 Si tomamos esta medida literalmente, vemos que se pierde el 25% de toda la productividad porque esa mitad no alcanza su potencial”, observa James McQuivey, analista de la firma.

Impacto sobre la salud

Sin embargo, a pesar de que es difícil trazar la econometría del desamparo, la Universidad de Stanford y la AARP, el poderoso lobby que reúne a los estadounidenses de más edad, han seguido su pista. 
De los 30 millones de mayores incluidos en el Medicare (el seguro público sanitario de EE UU), unos 4 millones están socialmente aislados. 
“Estas personas son propensas a tener peor salud.
 Sufren hipertensión, síntomas precoces de demencia, mayor riesgo de enfermedades del corazón, gripe. 
 Esto supone al Medicare unos gastos sanitarios extra de al menos 6.700 millones de dólares anuales”, calcula Lisa Marsh, presidenta de la fundación AARP.

El problema es un escalofrío. “La soledad nos está matando”, afirmó con angustia el senador republicano Ben Sasse.
 Ha cerrado los ojos y ha visto pasar miles de túmulos de tierra. Corresponden a los 45.000 estadounidenses que este año se suicidarán y a los 70.000 que morirán por sobredosis de drogas. Este dolor se ensaña con las personas con menos recursos.
 La brecha del aislamiento — sostiene un trabajo de septiembre de la AARP— es 13 puntos superior en quienes ganan menos de 40.000 dólares al año frente a los que ingresan más de esa cantidad. El desafío surge inmenso porque detrás del álgebra hay vidas reales.
 “Para paliar la pobreza que produce la soledad deberíamos actuar en el entorno personal (familia, amigos, vecinos) de quienes se sienten solos y a la vez reducir el coste de sus gastos básicos como la alimentación o el mantenimiento de la vivienda”, recomienda Paco Abad, fundador de la consultora Empresa & Sociedad.
La envejecida sociedad japonesa se ha convertido, según la OCDE, en el país más solitario del mundo. 
Hace unos meses, un semanario nipón titulaba en su portada: “4.000 muertes en soledad a la semana”. 
Es el retrato de una alarma nacional y también la consecuencia de un viaje que el país empezó en los años sesenta. 
La obsesión por el crecimiento y, más tarde, una dolorosa estanflación que afectó, sobre todo, a la generación anterior ha deshilvanado familias y comunidades. 
Y ahora se ven atrapados en una encrucijada demográfica. Vivirán más tiempo, pero nacen pocos niños.
 La soledad extrema de los ancianos resulta tan habitual que a su alrededor ha crecido una nueva industria que se dedica a limpiar los apartamentos donde son encontrados sus restos en descomposición. “Es tremendo porque la forma en la que mueres dice mucho de cómo has vivido”, defiende Laura Ferrándiz, una octogenaria que vive sola en el centro de Madrid. 
La fotografía es dura pero real.
 “Las consecuencias sociales del aislamiento son enormes. Necesitamos cambiar la forma en la que interconectamos entre nosotros y centrarnos en construir comunidad.
 Necesitamos conectar”, alerta Marissa King, profesora en la escuela de negocios de la Universidad de Yale. 
“Por cada dólar gastado en prevenir la soledad se podrían ahorrar tres”, estima.
Esas cifras que cuentan para EE UU no existen en España.
 Falta un trabajo como el de la New Economics Foundation que revele la factura de la soledad. Sin embargo, el aislamiento deja sus huellas.
 “Los grupos más afectados son los mayores, las personas sin hogar, quienes están en situación de pobreza, los parados y los inmigrantes”, desgrana Juan Carlos Alcaide, profesor de Esic. “Además, cada vez hay más gente que vive sola. 
Un 25,4% de los hogares en España está formado por un único individuo”
Hablamos de 4,7 millones de personas. Crece el desarraigo y Caronte se cobra su tributo en la salud. 
El coste de las enfermedades mentales, según OCDE, supone el 4,2% de la riqueza del país. Más de 48.000 millones de euros. 
Esta cifra tan alta sería inimaginable sin la alargada sombra de la soledad. 


Un nuevo tipo de consumidor

En la radiografía del consumo en España se revela el silencio.
 Un 25% de los hogares tiene un único miembro. 
Representan el 16% del gasto total que los españoles dedican a llenar la despensa con productos de gran consumo.
 Y cada año destinan más dinero.
 Fue el tipo de hogar donde más creció (un 5,9%) el año pasado el desembolso en esta clase de artículos.
 Pero ¿qué imagen revelan los rayos X? “Compran tres veces por semana y prefieren lugares cercanos, tiendas de surtidos cortos y especialistas”, relata Carmen Ana Lorenzo, experta del Panel de Consumidores de la consultora Nielsen.
 Son personas que se reflejan mucho en el espejo. 
“Estos hogares se preocupan más por ellos (tratamiento facial, maquillaje, cuidados corporales) y por sus mascotas, e incluso hay mayor espacio para los caprichos (chocolates, frutos secos, dulces de Navidad)”, sostiene Lorenzo. 
Un consumidor que escucha sus propios ecos.

 

Lady Di compraba revistas eróticas para sus hijos

Paul Burrell, que fue su mayordomo personal, ha revelado que la princesa de Gales le enviaba a comprar este tipo de publicaciones para que sus hijos normalizaran su relación con el sexo y las mujeres.

 

Diana de Gales con sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique en un parque de atracciones en 1990.
Diana de Gales con sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique en un parque de atracciones en 1990. GtresOnline
 
La princesa Diana de Gales sigue generando noticias dos décadas después de su muerte porque cualquier detalle nuevo que se sepa de quién recibió el apodo de princesa del pueblo y reina de corazones sigue siendo noticia.
El goteo de anécdotas que guardan quienes vivieron cerca de la princesa continúa y los poseedores de estos pequeños secretos eligen el momento para ir dosificando las anécdotas que ellos vivieron en primera persona. 
En esta ocasión la nueva revelación parte del testimonio de Paul Burrell, quien fue mayordomo personal de la princesa. En el documental Serving the Royals: Inside the Firm (A servicio de la Familia Real: dentro de 'La Firma'), que se puede ver en Amazon Prime, Burrell afirma:
 "Diana me solía pedir que comprara revistas eróticas para sus hijos". 
Según manifiesta el mayordomo de Lady Di, que ya llevó aire fresco a la casa real británica en otros muchos aspectos, pretendía con este práctica que sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique, supieran como eran físicamente las mujeres. 
"Ella pensaba que era bueno que sus hijos vieran a otras damas", ha dicho Burrell.
Los hijos de la princesa de Gales tenían 15 y 12 años respectivamente cuando ella falleció en el coche en el que viajaba junto a Dodi Al al Fayed perseguidos por paparazis por las calles de París.
 Según su hablador mayordomo, ella quería que Guillermo y Enrique normalizaran y aprendieran sobre sexo desde una edad temprana y no se quedasen aislados en estos temas por su condición de nietos de la reina de Inglaterra. "Lady Di quería que sus hijos crecieran con una visión positiva del sexo opuesto, motivo por el que normalmente me encargaba ir al quiosco de prensa a realizar este tipo de compras".

Una nueva revelación que apoya la fama de que la princesa Diana tenía una mentalidad abierta y moderna que aplicaba con especial rigor a la hora de educar a sus hijos e intentar que fuesen jóvenes normales, similiares a otros de su edad a pesar de las peculiares condiciones que exigía su condición de descendencia del heredero del trono británico.
"Para mí y para Guillermo, ella fue simplemente la mejor madre, que aportaba aire fresco a todo lo que hacía", resumió el príncipe Enrique en un programa emitido con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de la princesa.

 
 

Hollywood no deja morir el mito macabro de Sharon Tate

Una subasta, tres películas y un libro de fotografía devuelven a la actualidad a la actriz que murió hace casi medio siglo en uno de los más cruentos asesinatos de Hollywood

Hollywood no deja morir el mito macabro de Sharon Tate
El próximo mes de enero Sharon Tate cumpliría 76 años pero el próximo mes de agosto pero hace casi cinco décadas la actriz murió víctima de uno de los asesinatos más cruentos que recuerda Hollywood.
 Y como ocurre con personajes convertidos en mito, a Tate no la dejan morir del todo.
 Así lo demuestran las tres películas, el libro y la subasta sus enseres de más personales que llegan para avivar la llama de esa estrella que Steve McQueen describió como la mujer más bella que jamás había conocido.
 Polanski no estaba con ella aquella noche.
 Tampoco Bruce Lee o Steve McQueen, de quienes años más tarde se supo que por distintas circunstancias faltaron en el último momento a aquella pequeña reunión de amigos a la que estaban invitados y que acabó en un baño de sangre. 
 Tate también había animado a ir a su casa de Benedict Canyon, donde ocurrieron los hechos, al fotógrafo británico Terry O’Neill al que acababa de conocer en Londres en una sesión fotográfica. Cansado a causa de un largo vuelo tampoco pudo ir y ese detalle salvó su vida y le ha servido ahora de inspiración para el libro de fotografías Terry O’Neill: Rare and Unseen.
 En él, el fotógrafo –que actualmente tiene 80 años– muestra imágenes, algunas inéditas, que tomó a la actriz a lo largo de su breve carrera. 
 Muchas de ellas captadas pocos días antes de su muerte.
Era esposa del realizador Roman Polanski cuando falleció un 9 de agosto de 1969 asesinada por miembros de la secta de Charles Manson
. Murió junto a otros cuatro amigos y embarazada de ocho meses y medio en una fatídica noche que sacudió para siempre no solo su vida y la de Polanski sino también la del mundo la cultura y la sociedad estadounidense de la época.
El director Roman Polanski y su esposa, la actriz Sharon Tate durante un día de compras en King's Road (Londres).
El director Roman Polanski y su esposa, la actriz Sharon Tate durante un día de compras en King's Road (Londres). Getty Images
El libro también incluye fotografías de otras estrellas como Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor, Diana Ross, Elvis Presley, los Beatles o incluso la reina de Inglaterra.
 Pero como afirma el fotógrafo, el recuerdo de Tate es imborrable, alguien que puso rostro a la psicodelia de los años 60.
 O’Neill cita como ejemplo esa imagen en la que la actriz se está cubriendo los senos.
 Provocativa y a la vez virginal, el fotógrafo recuerda en su libro que la pose fue idea de Tate. 
“Yo no acostumbro a fotografiar desnudos pero dejo que quienes posan hagan lo que quieran”, recuerda ahora de aquella sesión.


Ese tipo de momentos son los que busca retratar Margot Robbie en su próxima película, Once Upon a Time in Hollywood (Érase una vez en Hollywood), el proyecto de Quentin Tarantino sobre este momento que convulsionó la meca del cine.
 La muerte de la actriz está contada a través de dos outsiders, papeles que interpretan Leonardo DiCaprio y Brad Pitt. 
La historia de dos vaqueros de la televisión que buscan cómo reciclarse en un Hollywood hippie.
 Pero las primeras imágenes que Robbie ha colgado en Instagram transformada en Sharon Tate devuelven la vida a la actriz de El valle de las muñecas.

La boda de Sharon Tate y Roman Polanski, celebrada el 20 de enero de 1968.
La boda de Sharon Tate y Roman Polanski, celebrada el 20 de enero de 1968. Getty Images
Es ella precisamente quien está detrás del tercer proyecto cinematográfico sobre la desaparecida actriz y que lleva por título su apellido: Tate. 
En este caso es Kate Bosworth quien se encarga de dar vida a la esposa de Polanski. 
Y es el marido de Bosworth, Michael Polish, quien dirige esta producción que ha jurado que “no explotará la muerte de Sharon Tate”.
 Sin embargo, al igual que las otras dos películas, Tate tiene previsto su estreno coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte de la actriz. 
Aunque según Debra, la película se centrará en el último día en la vida de su hermana en lugar de hacerlo en su muerte. 
“Kate quiere capturar el corazón, los sentimientos y el comportamiento de Sharon”, ha afirmado Debra Tate.
Si en Once Upon a Time in Hollywood la intérprete brutalmente asesinada es vecina de los protagonistas del filme, en The Haunting of Sharon Tate su presencia se deja sentir hasta en el título, y en este caso está protagoniza por Hilary Duff.
Debra Tate, hermana de Sharon y responsable de velar por su legado, se ha quejado de que la actriz era mucho más que una víctima.
 Debra está cansada de que el nombre de su hermana se recuerde por la sangre vertida en lugar de por su talento o su belleza,
 “Esta gente extrapola situaciones horrendas y las hace todavía más gráficas sin ninguna consideración para los afectados”, manifestó este año a la prensa.
Mientras Robbie, Duff y Borsworth compiten por ofrecer el retrato más realista de Sharon Tate, otra puja acercó a sus admiradores momentos más tangibles de la estrella.
 El pasado 17 de noviembre la casa de subastas Julien’s Auctions, de Beverly Hills, sacó a la venta algunas de las prendas de moda de la actriz que han estado en poder de su familia durante casi cinco décadas.
 El objeto que se vendió más caro –alrededor de 50.000 euros–fue el minifaldero vestido de seda color marfil con el que Sharon Tate se casó en 1968 con Roman Polanski. 
 Pero hubo otras piezas subastadas, desde gafas de sol a un antifaz para dormir e incluso las pestañas postizas que usó la intérprete.
Su hermana dijo entonces que lo hacía después de haber sufrido tres robos y haber podido recuperar los objetos gracias a la policía. Y que el empujón definitivo para tomar esta decisión ocurrió después de ser diagnosticada de cáncer de mama:
 “Decidí que era mucho mejor devolver la colección a las personas que amaran y apreciaran estas cosas tanto como yo”. 
De una forma u otra, lo que demuestran tantas películas y acciones que tienen a Sharon Tate como protagonista, es que la actriz sigue muy viva en la macabra memoria de Hollywood.