Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

28 oct 2018

Lluvia de críticas a Jorge Javier Vázquez

Lluvia de críticas a Jorge Javier Vázquez y 'Sábado Deluxe' por lo que se ha visto en pantalla.

El presentador de 'Sálvame' intentó que Isa Pantoja se sintiera como en casa, pero...

Jorge Javier Vázquez entrevistó este sábado a Chabelita, la hija de Isabel Pantoja, en Sábado Deluxe (Telecinco)
El programa intentó recrear Cantora, la finca en la que vive la tonadillera, en tono de humor, sin embargo la jugada le salió mal. Las redes criticaron duramente al programa y al presentador por utilizar cabezas de toro (independientemente de que fueran o no reales), a pesar de que Jorge Javier ha confesado muchas veces que es antitaurino.
El presentador dio la bienvenida a Isa Pantoja, la primera expulsada de GH VIP, en una cama, justo debajo de una de las cabezas, e incluso hizo un amago de chiste: "Uy, una cama y unos cuernos".
Ambos bromearon con la escena y rieron, pero en redes se vivió de una forma muy distinta.

 

 

La lección de Carmen...................................... Elvira Lindo

No pensó que aparentar sobriedad la convirtiera en alguien respetable.

Carmen Alborch, ministra de Cultura en el Gobierno del PSOE entre 1993 y 1996.
Carmen Alborch, ministra de Cultura en el Gobierno del PSOE entre 1993 y 1996. Europa Press
Entra Rodrigo Rato en la cárcel. 
Siempre impresiona el camino de un hombre hasta la reclusión. Debe de tratarse de uno de los trayectos más solitarios en la vida de una persona.
 Más cuando aún deben resonar en su memoria los ecos de todas las palabras celebratorias que durante tantos años se le dedicaron. Encarnaba al hombre duro, algo borde, impaciente, pero que a su vez ofrecía una imagen de solvencia a la derecha española. Recuerdo incluso cómo algún columnista no alineado con la derecha reclamaba una España en la que hubiera más señores serios como Rato y menos chicas tontilocas como Bibiana Aído. 
En aquel momento, el ser un señor con empaque servía para determinar su valor
. Aún no nos hemos deshecho de esa prejuiciosa y singular vara de medir.

En el arte de la política deben combinarse la ambición, la sagacidad, la inteligencia, pero con irritante frecuencia olvidamos reclamar en quien la ejerce la más difícil de las virtudes, la de hacer el menor daño posible y además evitar que lo hagan otros. 
Han pasado los años y ya podemos calibrar quiénes fueron realmente dañinos para el buen ejercicio democrático y quiénes, por su apariencia, género, juventud o todo a la vez recibieron críticas burdas y arbitrarias.
Pienso en esto de las apariencias mientras veo el rostro de Carmen Alborch en los periódicos esta semana.
 Sin duda, su presencia ilumina las portadas e iluminaba la sala en la que estuviera, tenía el poder de refrescar un ambiente, aunque este fuera tan cerrado como el del Congreso de los Diputados. Carmen parece, vista desde hoy, un milagro.
 La melena salvaje y rojiza, la elegante extravagancia en el vestir, la voz melosa y amable, la sonrisa tan justamente reseñada que se convirtió en el toque que la distinguía. 
Qué pena que no hayan cuajado sus formas, porque sus formas eran el fiel reflejo del buen corazón que hacía uso de ellas.
 Hay que tener mucho talento para presentarse ante la vida pública con una sonrisa y para comportarse tal cual ella era, demostrando que era compatible ser ministra con el amor a la vida, a las artes, al callejeo, a la ropa estilosa, al necesario hedonismo y al sentido del humor.
 La sonrisa y la dulzura parecen estar penalizadas hoy en el ambiente que se ha generado en la vida parlamentaria, porque lo chocante ha quedado reducido a la grosería de turno, a la burla, al show.
  Y nosotros, a menudo, nos convertimos en publicistas de la majadería.
 Llevó Alborch el sabor de la calle al Congreso. 
Se arregló para acudir a un consejo de ministros con los colores que brotaban de su espíritu, con el mismo primor que muchas mujeres dedicamos a presentarnos ante los demás. 
No pensó que aparentar sobriedad la convirtiera en alguien respetable, ni creyó que la elegancia fuera incompatible con ser de izquierdas; jamás enmascaró sus ganas de disfrutar de la vida para parecer más solidaria o comprometida.
 Supo demostrar que el carácter no es negociable, y esta para mí es su lección más sobresaliente. Las mujeres, sobre todo, no debiéramos dejar escapar el ejemplo: no hay que aceptar un neopuritanismo que nos obligue a impostar la voz, a falsear la indumentaria, a reprimir la extravagancia o a esconder la sonrisa. El tiempo dirá el legado que cada uno dejó.
 De qué nos sirvió la arrogancia de Rato y en qué medida nos cambió la sonrisa de Carmen Alborch.

 

Mabel Lozano: “El putero no compra sexo, sino dominio y sumisión”




La directora denuncia el infierno de la trata en su documental 'El proxeneta' y sale "del armario de la menopausia" y el tabú del sexo femenino después de los 50.

Ametralla más que habla y con munición gruesa. 
Además del consabido “todos y todas”, Mabel Lozano gasta un verbo torrencial e inclusivo hasta en los exabruptos.
 Así, está “hasta los cojones” de una larga serie de cosas y califica de “coñazo” otra no menos extensa. 
Nos vemos en la sala donde, en nada, se estrena El proxeneta, su documental sobre las mafias de la prostitución en España, y la señora directora tiene grandes expectativas al respecto. 
“Si de aquí no sale una ley contra la trata, es que no hay voluntad política”, clama. 
Sus hijos, mellizos, chica y chico de 17 años, andan por la trastienda entre políticos, policías, prostitutas y periodistas que han venido a ver la enésima incursión de su madre en un mundo tan sórdido como, probablemente, confortable es el suyo.
Qué ganas tiene de complicarse la vida teniéndola resuelta.
 Adoro los charcos desde niña.

Más que los charcos, el barro.
El lodo, sí.
 Pero en el lodo es donde se descubre lo que se quiere mantener oculto, y hay que arremangarse de vez en cuando.
Pero lo suyo casi parece una misión, una cruzada personal.
No, eso suena evangélico.
 Lo hago porque me sale de las tripas. 
Ese es el error, confundir esto con un asunto de moralidad. Me llaman feminazi y católica.
 Bien: feminazi, quizá; católica, cero. Esto no va de moralidad, va de derechos humanos. La trata es delito.
Y si le digo que quiero ser prostituta libremente. ¿Qué me dice?

 

Que lo seas, que te des de alta y cotices para ayudar a pagar el colegio de mis hijos. 
Que te pongas en la calle y veas cuánto tarda alguien en pedirte dinero. 
Casi todas las putas son mujeres prostituidas y explotadas. Si eres libre, mayor de edad, y no tienes proxeneta, puedes hacer lo que quieras, no estamos hablando de eso.
Hay hasta taxis con licencia patrocinados por prostíbulos.

Y fiestas patronales.
 Una vez, en una radio, me pusieron una publicidad de un puticlub. Pensé que era para comentarla, pero no, era quien financiaba el programa. 
La prostitución está tan normalizada que ni nos damos cuenta.
El “invitar a putas” sale hasta en los sumarios de corrupción.
En los burdeles se cierran negocios, se acaba una noche de fiesta, se celebra que alguien se casa enamorado y, además, se explotan y compran y venden mujeres
. Los machirulos lo saben y se tapan y se jalean unos a otros.
 Hay una especie de “machirulidad”, una hermandad de machirulos al respecto.
 La revolución pendiente es que los no puteros salgan de esa cobardía y denuncien y señalen al resto de la manada.
 Qué siente por el proxeneta confeso y convicto que le contó su vida y delitos con pelos y señales?
No le juzgo, ya lo hizo la justicia. 
Pienso que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Somos hasta amigos. Él ha sido valiente. Él ha roto un código. 
El de la delincuencia. Él se juega el tipo al señalar a jueces, abogados, políticos, testaferros. Yo, no. Yo no soy delincuente, soy cineasta.
Y, antes, modelo y actriz.
Jaja. Cuando lee u oye eso, mi hijo me dice: 
"Pero, mamá, qué vergüenza que aún digan que eres modelo, con lo vieja que eres".
La famosa invisibilidad de las mujeres de 50. ¿La padece?
Estoy en ello, pero ya me visibilizo yo sola.
 Tengo la menopausia, y soy abolicionista de la prostitución y soy del Atleti. 
No sé de qué más armarios puedo salir. Todo lo que tiene que ver con la sexualidad de las mujeres se convierte en tabú.
 A muchas les da pudor hablar porque nos han enseñado que eso significa que, al ser mayor, ya no puedes procrear, follar, etcétera, y somos como ciudadanas de tercera. Se supone que somos seres asexuales.
 Pues no, hacemos de todo, señores.
Y le gustan los señores, sospecho.
Pero ¡cómo! Amo a los hombres. Lo que no me gusta es el machismo, el patriarcado hegemónico, que es contra lo que lucho. Y para eso también les necesitamos a ellos con nosotras.


¡Qué rico! Los hijos nos ponen en nuestro sitio. ¿Cuál es el suyo?
Soy directora de cine social.
 Pero tendré 320 años y seguirán con lo de modelo y actriz. Y mi hijo se seguirá muriendo de vergüenza.
Contó en público este verano que se hizo un “rejuvenecimiento vaginal”. ¿Me lo recomienda? Jaja. 
Sí, es un láser que tonifica y evita otros problemas como la incontinencia. Lo he dicho porque no me importa normalizar el tema. El pelo envejece, la piel envejece, la vagina, también.
 Son cosas que nos pasan a las mujeres.

 

Una duda........................................ Juan José Millás

Una dudaJuan José Millás 

OCULTA EN EL interior del marco había una trituradora que se activaba desde afuera con un mando a distancia semejante, suponemos, al que abre o cierra la puerta del coche y del garaje.
 El mando a distancia es uno de los inventos más inverosímiles de la humanidad, pues rompe el vínculo físico entre el usuario y la máquina. 
 De súbito, ya no era preciso moverse del sofá para encender o apagar la tele.
 Podías hacerlo a través de unas ondas invisibles, lo que proporcionaba una experiencia de poder cercana a la de la telequinesia, donde los objetos se mueven sin causa física aparente. De ahí a cambiar de canal con el pensamiento había un solo paso que aún no hemos dado, pero estamos en ello.
 Entre tanto, el mando a distancia se popularizó y se diversificó: lo mismo servía para hacer estallar una bomba que para programar las horas de encendido de la calefacción.
Lo que ven en la foto es un cuadro de Banksy que acababa de ser adjudicado por un millón y pico de euros en una subasta
 Apenas un segundo después de que el martillero sancionara la venta con un golpe de maza, se escuchó en la sala un pitido electrónico y la obra de arte comenzó a deslizarse hacia el exterior del marco atravesando un juego de cuchillas invisibles que la trituraba al tiempo de caer.
 Daba la impresión de que hubiera decidido suicidarse al escuchar la cifra alcanzada.
 Significa que lo que se vendía no era un cuadro, sino una performance o, si ustedes lo prefieren, una acción de carácter artístico, realizada en vivo y en directo, que nos hizo dudar de la calidad de la obra y de la de los compradores.