La primera noticia que tenemos de él
fue en esa carta de aquel mismo año, y la segunda, en un texto sobre una
exposición celebrada en Estados Unidos en 1939 escrito por la artista,
donde da cuenta de que ha pintado al rey. Y finalmente, pocos días
después de la muerte de Alfonso XIII en Roma el 28 de febrero de 1941,
ella habla en una entrevista sobre su relación con él, al que califica
como ‘un personaje muy simpático y locuaz”, detalla la comisaria. El
pequeño retrato (33×28 centímetros) nunca había sido expuesto hasta
ahora. Gioia Mori estima que, “más allá de su indudable interés
histórico”, la cotización de la pintura podría alcanzar hoy día el
millón de euros. Será sin duda uno de los ingredientes más atractivos de la exposición en el Palacio de Gaviria, que no incluirá el Autorretrato en el Bugatti verde,
la obra más popular de la artista. La pintó en 1929 por encargo del
semanario alemán Die Dame para su portada. El cuadro pertenece a una
familia de coleccionistas suizos. “Tienen tantos problemas de herencia
entre ellos que es imposible que lo presten”, lamenta la comisaria de la
muestra.Autorretrato en el Bugatti verde, de 1929, la obra más célebre de Tamara de Lempicka, propiedad de un coleccionista suizo.Es una pintura que simboliza toda la fuerza del pretendido mensaje feminista avant la lettre
atribuido por algunos expertos a la obra de Lempicka. Una mujer al
volante de su automóvil (aunque la artista no tenía un Bugatti, sino un
Renault, y no era verde, sino amarillo), decidida a la vez que etérea,
la mirada confiada a la par que serena, uno más de los personajes fríos y
metálicos que salieron de su paleta. La misma mujer que jugó en los
años veinte y treinta a hacer más o menos lo que le vino en gana; la
devoradora de hombres y de mujeres; la pintora amiga de Picasso,
Cocteau, Gide, Orson Welles, Tyrone Power, Greta Garbo y Dalí (con quien
compartió galerista, Julien Levy); la fiera nocturna que de vuelta a casa, ya de madrugada e incrustados
en su cuerpo y en su mente los efluvios de los sucesivos paraísos
artificiales, se ponía a pintar veloz, obsesivamente, en su estudio de
la Rue Méchain de París. Olvidando a sus sucesivos amantes y a sus
sucesivos maridos, olvidando a su hija Kizette —a quien, sin embargo,
retrató a menudo—, robándoles la pareja a las incautas mujeres que se le
pusieran por delante (como hizo con la bailarina española Nana de
Herrera, a quien le arrebató el amor del barón Kuffner, con quien
finalmente se casó), la amiga de aristócratas encerrados en su mundo y
de escritores fascistas, como Marinetti o Gabriele D’Annunzio, a quien
por cierto ridiculizó hasta la saciedad, dejándole con un palmo de
narices ante sus continuas aspiraciones carnales… “Vivo en los márgenes
de la sociedad, y las reglas de la sociedad normal no se pueden aplicar a
aquellos que viven en el límite”: eso sí que es todo un autorretratoTamara, piel, joyería, cigarro, del fotógrafo Joffé Monneret, de 1938.Joffé-Monneret / Tamara Art Heritage / Adagp / VegapTampoco estarán en Madrid los retratos de Tamara de Lempicka en manos de
coleccionistas famosos como Jack Nicholson o Madonna. “El caso de
Nicholson es complicado, porque está bastante enfermo, aunque prestó
varias obras para la última exposición en Roma. Madonna jamás ha
prestado una obra de Lempicka, con ella es imposible”, explica Mori. La
cantante es una de las grandes coleccionistas mundiales de la obra de
Lempicka; ha utilizado reproducciones de sus pinturas en sus vídeos y
en sus giras, y se ha inspirado en su estética a la hora de vestirse. Otro de los grandes coleccionistas de su obra en el ámbito mundial es el
magnate mexicano Carlos Slim, que ha prestado para la muestra madrileña
una decena de los lempickas que habitualmente se exhiben en el Museo Soumaya-Colección Slim de Ciudad de México. El resto de préstamos proceden de colecciones privadas de todo el mundo y de diversos museos europeos.
De arriba a abajo, La bella Rafaela, de 1927; L´écharpe bleue (La bufanda azul),; y la Bailarina rusa (1924-1925).
Gioia Mori no esconde su deseo de que la exposición de Madrid haga
renacer a la Lempicka-artista para dejar atrás al personaje mundano y al
icono pop por la vía de millones de pósteres vendidos por todo el mundo
con su imagen en el Bugatti verde. Fue una pintora inclasificable que
bebió de las fuentes del Renacimiento italiano, influida por Ingres y
por el cubismo sintético de su maestro André Lhote, una artista de estética personal e intransferible (estética de la
decadencia, podría decirse) que tuvo a sus pies lo mismo a cientos de
amantes que a los más importantes coleccionistas de los años veinte y
treinta, pero que, sin embargo, nunca interesó demasiado a los
responsables de los grandes museos, incluido el Pompidou de París, a
quien donó varias obras que no suelen exhibirse en la colección
permanente. Grandes del mundo de la moda como Krizia, Dolce &
Gabanna, Prada, Karl Lagerfeld, Gianni Versace o Elie Saab le hicieron
sendos homenajes en sus creaciones. Vivió en Moscú y en San Petersburgo, de donde huyó de la Revolución Rusa
con su esposo, Tadeusz Lempicki, y sucesivamente en Lausana,
Copenhague, Roma, París, La Habana, Beverly Hills, Nueva York, Boston y
Cuernavaca. Fue baronesa, se comió la vida, el arte fue para ella lo más
importante, no se puso reglas morales, fue una mujer ambigua llena de
luces y sombras, medio polaca y medio rusa, una estrella mundial en su
tiempo luego caída en el olvido y finalmente resucitada en la gran
exposición que el galerista Alain Blondel montó en París en 1973. Tamara
de Lempicka entre el oro y el fango. Puro exceso.Tamara de Lempicka y la modelo Cecilia Meyers, ante la obra Suzanne au bain. Beverly Hills, 1940.Tamara Art Heritage / ADAGP / VEGAP / Acme Newspictures (Collection Paddy)No me gustan esas mujeres que resucitan al mundo para ellas. todo es excesivo y no sé que interés puede tener su obra, no me gusta esteticamente, no me gusta tanto de tanto. Supongo que nunca tendré un cuadro de esas mujeres rompedoras....pero rompedoras junto a tanta ambiguedad y dinero. Reyes que posan para ella. no sé si nuestro Rey posaría para una pintora, no creo que Letizia le dejaría.....todo es una broma .y esta pintora no creo que se tomase a ella misma muy en serio.
He aquí un animal. He aquí su lengua, su pico, su nariz, su ojo, su
plumaje. He aquí un ejemplo de la diversidad biológica. Sin parecerse en
nada a usted o a mí, ¿cómo no reconocerse un poco en este pájaro? Me
tropecé con él (con su fotografía para ser exactos) en la mesa de una
cafetería de Madrid en la que alguien había abandonado un ejemplar de El País Semanal. Lo abrí al azar, mientras enfriaba el té verde, y caí en esta página
como el que se cae dentro de una novela absorbente desde el título. He
aquí un animal, me dije. Y el simple hecho de decírmelo actuó como un
acelerador químico. Mi vida entera se relativizó, mis problemas
perdieron importancia. Estaba haciendo tiempo para llevar a cabo una
gestión en el Ministerio de Hacienda, pero pensé: que le den a Hacienda. No puede uno meterse en un pasillo con ventanillas a los lados cuando
es consciente de la existencia de las águilas. Después de todo, ¿cuánto me duraría esa conciencia? ¿Una hora? ¿Dos?
¿Cuándo los afanes del día borrarían el impacto que este rostro había
ejercido en mi estado de ánimo? Veinticuatro horas como mucho. Tal es el
tiempo máximo que logro retener un sueño. Y esta ave parecía un sueño.
Arranqué disimuladamente la hoja, me bebí el té y pagué porque dispongo
de esas habilidades (la de arrancar hojas, la de tomar té y pagar) que,
comparadas con las del pájaro, me parecieron tristes. Así que mientras
me dirigía al metro tuve un ataque de melancolía que, ya en las entrañas
de la ciudad, se tradujo en una obsesión administrativa víctima de la
cual puse rumbo al Ministerio de Hacienda.
En efecto, hemos salido supuestamente de la crisis, el dinero corre, los
restaurantes están de nuevo a reventar y la alegría impera. Pero ¿a qué
coste?.
EL RECIENTE aniversario de la caída de Lehman Brothers,
que fue el chupinazo de la crisis económica, me ha dejado rumiando
pensamientos oscuros. En primer lugar, por el simple vértigo del tiempo:
pero cómo, ¿ya ha pasado una década? Recuerdo el miedo y el desconsuelo
de los primeros momentos, cuando la Gran Recesión nos iba devorando a
dentelladas, cuando el desempleo se disparaba, los negocios del barrio
iban cerrando uno tras otro y los desahucios eran un drama continuo. Y
recuerdo también que los expertos auguraban que tardaríamos de seis a
ocho años en salir y que no levantaríamos cabeza hasta 2016. Qué lejos
me parecía entonces 2016. Y qué penoso el camino. Pero ya hemos rebasado
esa fecha, ya forma parte de un pasado que se aleja rápidamente a
nuestras espaldas. El tiempo es un río atronador y tumultuoso que todo
lo arrastra. Y en este caso, además, es un río especialmente turbio, lleno de
detritus y de lodo y en el que flotan cadáveres hinchados. Porque sí, en
efecto, hemos salido supuestamente de la crisis, el dinero corre, los
restaurantes están de nuevo a reventar y la alegría impera. Pero ¿a qué
coste? España es el segundo país entre los 34 de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con más personas en edad de trabajar en riesgo de pobreza:
un 15,9%. Sólo nos supera Grecia y por muy poco: un 16%. Según una
encuesta del Instituto Nacional de Estadística, uno de cada cinco
españoles (21,6%) gana menos de 8.500 euros anuales y está en el filo de
la miseria. Yo lo que sé es que, en lo más álgido de la crisis, conocí
muchos hogares en los que se vivía en condiciones extremas, sin empleo y
ya sin paro, sufriendo cortes de gas, de luz o de agua por no poder
pagar las facturas. Pues bien, hoy sé de muchas personas con una
situación igual de penosa, pero teniendo trabajo. Es decir, ocupan
infraempleos con los que ganan quizá 400 o como mucho 600 euros al mes,
un salario de explotación que no evita que les sigan cortando la luz. ¿Se acuerdan de cuando los mileuristas se quejaban? Hoy parece un sueldo
principesco.
A veces me asalta la loca y envenenada sospecha de que esta crisis, la
mayor de los últimos 80 años, puede haber sido una herramienta del
capital para abaratar los costes laborales y aumentar las ganancias. Desde luego les ha servido para eso: el 1% de la población mundial
detenta hoy el 46% de la riqueza, 10 puntos más que en 2010. En concreto
en España, los salarios del 10% de empleados que menos cobran han bajado
sustancialmente, mientras que el 10% de los salarios más altos han
subido aún más (datos de un interesante reportaje de Nuño Rodrigo
Palacios en Cinco Días/EL PAÍS). Por no hablar del temor a que
la recesión pueda repetirse en cualquier momento. Sí, al parecer los
bancos están algo más controlados, pero los mismos canallas que nos
hundieron continúan ocupando las mismas poltronas, desde las que siguen
mandando y enriqueciéndose. La crisis nos ha dejado una sensación de
abuso y de impunidad. Y esto es lo peor, esto es lo más grave. ¿Qué ha sucedido en estos 10 años desde la caída de Lehman Brothers?
El auge de las demagogias ultraderechistas, de los neofascismos y
neonazismos, el creciente incendio antidemocrático. Verán, el partido de
Hitler se presentó por primera vez a las elecciones en Alemania en mayo
de 1924 y sacó un 6,5% de los votos. A partir de ahí no hizo más que
bajar en los sucesivos comicios, hasta llegar a un exiguo 2,6% en las
legislativas de 1928. Sin embargo, en las elecciones de septiembre de
1930, los nazis obtuvieron un alucinante 18,3% de los votos y se
convirtieron en el segundo partido del país. ¿Qué había ocurrido entre
ambas votaciones? La crisis de 1929, el crash, la Gran Depresión, una
inflación brutal que arrasó Alemania y que les obligó a pagar los
salarios todos los días a media jornada, para poder comprar comida antes
de que la moneda se devaluase (lo cuenta maravillosamente Solmssen en
su novela Una princesa en Berlín). Ocurrió, en fin, que la
sociedad se sintió estafada. La historia nos avisa, pero no escuchamos.
Ya digo que el río de este tiempo arrastra cadáveres.
Tras las amenazas del político italiano al autor de Gomorra, es
llamativo que el “colectivo” de intelectuales y escritores apenas haya
dicho palabra.
OPORTUNAMENTE, la revista Claves nos ha recordado algunas citas de uno de los mejores ensayistas del XIX, el inglés William Hazlitt: “El principio de la idolatría es siempre idéntico: necesidad de
encontrar algo venerable, sin saber qué es o por qué se lo admira…
Cuanto más innoble sea el objeto de culto, más esplendorosos serán sus
atributos. Cuanto mayor sea la mentira, mayor entusiasmo habrá al creer
en ella y mayor codicia al tragársela”. O he aquí esta otra: “Hay países
que adoran a las bestias más destructivas… Tal parece que las cosas más
repulsivas a la razón y al sentido común son las más veneradas por la
pasión y la fantasía”. Da la impresión de que Hazlitt esté hablando de los éxitos electorales de Trump,
Putin, Erdogan, Orbán, Kaczynski, Maduro, Duterte, Puigdemont y el
brutal e inminente Bolsonaro (si en el Brasil no lo remedian). También
del Vicepresidente y Ministro del Interior italiano Matteo Salvini,
entronizado por el “izquierdista” Movimiento 5 Estrellas.
Este individuo es abiertamente racista, zafio, chulesco, matón,
despreciativo, ignorante hasta el paroxismo, con muchos visos de ser
también deshonesto. La justicia de su país ha hallado a su partido, La
Lega separatista, culpable de un fraude de 49 millones de euros que,
procedentes de subvenciones electorales, el maestro y mentor de Salvini,
Bossi, utilizó para reformar una casa, adquirir coches de lujo e
incluso comprar una licenciatura en Albania (?) para su torpe hijo. Salvini procura abandonar a la muerte a los inmigrantes “esclavos” o
ilegales, en la medida de sus notables posibilidades. Ha propuesto un
censo de gitanos con vistas a expulsarlos (incluidos, quizá, los que son
tan italianos como él o más); es decir, por fortuna aún está bastantes
pasos por detrás de Hitler, que los gaseó junto con judíos y
homosexuales.
. Como además es asnal, quiere prohibir las vacunas obligatorias, ya
que, según él, nada menos que “diez de las catorce preceptivas son
inútiles y en muchos casos peligrosas, si no dañinas”. Pues bien, este
sujeto amigo de Bannon enfervoriza a buena parte de sus compatriotas (ya
avisaron con Berlusconi), haciendo deprimentemente actual la segunda
cita de Hazlitt, nacido en 1778 y muerto en 1830. Sorprendentemente (porque los “intelectuales” nos apuntamos a
cualquier causa que dé lustre), en torno a él se ha hecho el silencio
internacional. Incluso tras amenazar, grave y mezquinamente, al escritor
Roberto Saviano, uno de los pocos (que yo sepa, junto con Massimo Cacciari)
que ha alertado sobre su peligrosidad e idiotez profundas. Saviano
lleva doce años en el punto de mira de la Camorra por haberla ofendido y
expuesto en su célebre libro Gomorra. Desde entonces vive escondido y protegido por cinco carabinieri.
Como a Salvini no le gustan sus críticas, ya ha anunciado que “las
instituciones competentes valorarán si Saviano corre algún peligro,
porque me parece que pasa mucho tiempo en el extranjero. Valoraremos cómo se gasta el dinero de los italianos. Le mando un beso”. Un beso de Judas de manual, porque el Ministro del Interior de un país
de la UE, que debería combatir a las mafias y proteger a sus ciudadanos,
tiene que revisar si un escritor condenado a muerte por una de ellas
“corre algún peligro”; e ignora, en su incompetencia, que los sicarios
viajan a todas partes, incluido “el extranjero”. Amenaza a Saviano con
retirarle la protección porque “se gasta el dinero de los italianos”: la
propia Lega podría sufragar los escoltas con sus 49 millones
defraudados. Es decir, este Vicepresidente y Ministro está dispuesto a
facilitarles a unos criminales su tarea vengativa, y nadie lo ha
destituido tras semejantes declaraciones. Es como si un homólogo español
suyo, cuando Savater era blanco de ETA y se movía con guardaespaldas,
le hubiera advertido que se lo quitaría si se le ocurría criticar sus
políticas. No habría durado diez minutos más en el puesto, y eso que
nuestro país no se distingue por su decencia.
Es llamativo que el “colectivo” de intelectuales y escritores (es el
otro al que me referí el domingo pasado) apenas haya dicho palabra. Quizá recuerden cómo mis colegas se movilizan ante cualquier abuso o
injusticia: que si los saharauis, y los palestinos, y el Subcomandante
Marcos (hubo procesiones a visitarlo, con cámaras), y la fetua contra
Rushdie, y los ataques a Pamuk, y Saramago privado de su nacionalidad, y
“Je suis Charlie”,
y Assange y Snowden y cuanto esté en su memoria. Pocos han elevado la
voz ante esta intimidación-mordaza a Saviano, y desde luego no he visto
protestas ni manifiestos firmados en tropel por sus colegas y míos. Tal
vez es que Salvini, como los autoritarios acomplejados que no aguantan
ni una crítica, individualiza a los discrepantes y toma represalias. La
mínima o nula reacción de este “colectivo” me tienta a concluir con otra
cita de Hazlitt, que aún no suscribo del todo: “La vanidad del
hombre de letras es descomunal, mientras que su apego a la verdad es
francamente remoto… Sólo admitiría que algo está bien o mal en el mundo
si ha sido él quien lo detectó. Incluso…, por hacerse el interesante
(sobre todo si recibe un buen pago), está dispuesto a probar que las
mejores cosas del planeta son las peores, y las más detestables
ideales”.