13 sept 2018
Oliver Hoare, el amante más discreto de Lady Di
Con la muerte del galerista salen a la luz detalles de la historia del hombre que mantuvo una relación con la princesa y fue amigo de Carlos de Inglaterra.
Solo con un exceso de sofisticación, elegancia y encanto puede salirse
indemne de un episodio tan rocambolesco como ser pillado desnudo tras
una maceta, en los jardines del palacio de Kensington, tras haber tenido supuestamente una noche de amor con la princesa Diana de Gales.
Oliver Hoare murió el pasado martes en Francia a los 73 años víctima
del cáncer.
Se llevó con él los secretos de una relación turbulenta y
obsesiva que mantuvo ocupados durante años a los tabloides británicos.
Galerista,
eminente experto en arte islámico, devoto del sufismo, viajero que
recorrió el mundo en busca de piezas inéditas, protegido en su juventud
por una princesa iraní, Hamoush Azodi-Bowler, que se lo llevó con ella a
Teherán cuando apenas tenía 20 años donde aprendió a leer árabe y
persa, Hoare será recordado como uno de los amantes más exquisitos de
Lady Di, capaz de mantener a la vez una relación amistosa y profunda con
el príncipe Carlos de Inglaterra.
Ambos se conocieron cuando Diana tenía 24 años, en una fiesta celebrada en el castillo de Windsor en 1985 con motivo de las carreras de caballos del hipódromo de Ascot.
Cuentan los testigos que la princesa se quedó impresionada de ese hombre moreno, bronceado, culto y con una simpatía natural que le sirvió hasta el final para moverse a sus anchas entre la aristocracia británica.
Educado en el elitista colegio de Eton, su trampolín hacia esas alturas, sin embargo, se lo proporcionó su mujer Diane, una rica heredera francesa con la que tuvo tres hijos y a la que permaneció unido hasta el final, a pesar de sus supuestas infidelidades.
Hoare, a diferencia de otros hombres que pasaron por la vida de Diana de Gales, siempre utilizó el desdén y la ironía para contestar a los múltiples rumores sobre su aventura extramarital.
Negó los detalles, pero no el fondo de la historia.
Solo con un exceso de sofisticación, elegancia y encanto puede
salirse indemne de un episodio tan rocambolesco como ser pillado desnudo
tras una maceta, en los jardines del palacio de Kensington, tras haber tenido supuestamente una noche de amor con la princesa Diana de Gales.
Oliver Hoare murió el pasado martes en Francia a los 73 años víctima
del cáncer. Se llevó con él los secretos de una relación turbulenta y
obsesiva que mantuvo ocupados durante años a los tabloides británicos.
Galerista, eminente experto en arte islámico, devoto del sufismo, viajero que recorrió el mundo en busca de piezas inéditas, protegido en su juventud por una princesa iraní, Hamoush Azodi-Bowler, que se lo llevó con ella a Teherán cuando apenas tenía 20 años donde aprendió a leer árabe y persa, Hoare será recordado como uno de los amantes más exquisitos de Lady Di, capaz de mantener a la vez una relación amistosa y profunda con el príncipe Carlos de Inglaterra.
Ambos se conocieron cuando Diana tenía 24 años, en una fiesta celebrada en el castillo de Windsor en 1985 con motivo de las carreras de caballos del hipódromo de Ascot. Cuentan los testigos que la princesa se quedó impresionada de ese hombre moreno, bronceado, culto y con una simpatía natural que le sirvió hasta el final para moverse a sus anchas entre la aristocracia británica. Educado en el elitista colegio de Eton, su trampolín hacia esas alturas, sin embargo, se lo proporcionó su mujer Diane, una rica heredera francesa con la que tuvo tres hijos y a la que permaneció unido hasta el final, a pesar de sus supuestas infidelidades.
Hoare, a diferencia de otros hombres que pasaron por la vida de Diana de Gales, siempre utilizó el desdén y la ironía para contestar a los múltiples rumores sobre su aventura extramarital. Negó los detalles, pero no el fondo de la historia.
Agobiada ya por una vida de ataduras y compromisos, Lady Di soñaba con abandonarlo todo y huir con un hombre 16 años mayor que ella.
Llegó a planear una ruptura simultanea de sus respectivos matrimonios con la que entonces era su cuñada, Sarah Ferguson, la duquesa de York.
Ambas utilizaban un nombre clave para referirse al galerista: Tregunter Road, la calle donde Hoare y su mujer residían en el lujoso barrio londinense de Chelsea.
Ambos se conocieron cuando Diana tenía 24 años, en una fiesta celebrada en el castillo de Windsor en 1985 con motivo de las carreras de caballos del hipódromo de Ascot.
Cuentan los testigos que la princesa se quedó impresionada de ese hombre moreno, bronceado, culto y con una simpatía natural que le sirvió hasta el final para moverse a sus anchas entre la aristocracia británica.
Educado en el elitista colegio de Eton, su trampolín hacia esas alturas, sin embargo, se lo proporcionó su mujer Diane, una rica heredera francesa con la que tuvo tres hijos y a la que permaneció unido hasta el final, a pesar de sus supuestas infidelidades.
Hoare, a diferencia de otros hombres que pasaron por la vida de Diana de Gales, siempre utilizó el desdén y la ironía para contestar a los múltiples rumores sobre su aventura extramarital.
Negó los detalles, pero no el fondo de la historia.
Galerista, eminente experto en arte islámico, devoto del sufismo, viajero que recorrió el mundo en busca de piezas inéditas, protegido en su juventud por una princesa iraní, Hamoush Azodi-Bowler, que se lo llevó con ella a Teherán cuando apenas tenía 20 años donde aprendió a leer árabe y persa, Hoare será recordado como uno de los amantes más exquisitos de Lady Di, capaz de mantener a la vez una relación amistosa y profunda con el príncipe Carlos de Inglaterra.
Ambos se conocieron cuando Diana tenía 24 años, en una fiesta celebrada en el castillo de Windsor en 1985 con motivo de las carreras de caballos del hipódromo de Ascot. Cuentan los testigos que la princesa se quedó impresionada de ese hombre moreno, bronceado, culto y con una simpatía natural que le sirvió hasta el final para moverse a sus anchas entre la aristocracia británica. Educado en el elitista colegio de Eton, su trampolín hacia esas alturas, sin embargo, se lo proporcionó su mujer Diane, una rica heredera francesa con la que tuvo tres hijos y a la que permaneció unido hasta el final, a pesar de sus supuestas infidelidades.
Hoare, a diferencia de otros hombres que pasaron por la vida de Diana de Gales, siempre utilizó el desdén y la ironía para contestar a los múltiples rumores sobre su aventura extramarital. Negó los detalles, pero no el fondo de la historia.
Agobiada ya por una vida de ataduras y compromisos, Lady Di soñaba con abandonarlo todo y huir con un hombre 16 años mayor que ella.
Llegó a planear una ruptura simultanea de sus respectivos matrimonios con la que entonces era su cuñada, Sarah Ferguson, la duquesa de York.
Ambas utilizaban un nombre clave para referirse al galerista: Tregunter Road, la calle donde Hoare y su mujer residían en el lujoso barrio londinense de Chelsea.
Hoare nunca tuvo intención de abandonar a su mujer, y el idilio terminó al poco tiempo, en contra de la voluntad de Diana.
El galerista llegó a recibir en su domicilio hasta 300 llamadas anónimas e inquietantes.
Sin mensajes. Solo silencio. La investigación policial rastreó las líneas telefónicas y el hilo llevó hasta algunos teléfonos móviles propiedad de Diana Spencer o a cabinas telefónicas cercanas al palacio de Kensington, su residencia oficial.
Hoare retiró la denuncia. Nunca quedó del todo claro. En la famosa entrevista televisiva con Martin Bashir, Diana admitió a regañadientes que al menos había llamado a Hoare media docena de veces.
El episodio dañó la reputación de la princesa, pero apenas rozó al galerista.
Tras la muerte de Diana de Gales, Hoare y el príncipe Carlos reanudaron su amistad.
Una muestra del peculiar modo con el que la clase alta británica sobrelleva los asuntos extramaritales, pero también la prueba del peculiar carácter de ambos hombres.
Carlos nunca entendió que Diana, a la que siempre miró por encima del hombro, pudiera haber despertado el interés de alguien tan culto y sofisticado.
Hoare fue hasta el final un defensor del príncipe de Inglaterra, incluso en sus momentos más delicados tras conocerse su relación con Camilla Parker-Bowles.
Una persona que tenía mucho que aportar al Reino Unido, con valores firmes y frecuentemente malentendido.
Lady Di nunca reconoció en público su relación con Oliver Hoare, a diferencia de las que mantuvo con otros hombres, como el oficial de caballería James Hewitt, el cirujano Hasnat Khan o el último, Dodi al Fayed, junto al que la princesa falleció el 31 de agosto de 1997 en un trágico accidente de coche en París.
El huracán Florence pone en situación de emergencia cinco Estados de EE UU
Está previsto que el fenómeno meteorológico impacte en la costa sureste el viernes con riesgo para la población.
A la víspera de su llegada a tierra, el "extremadamente peligroso" huracán Florence ha rebajado un escalón su fiereza −de categoría 3, a 2 sobre 5−,
pero mantiene todo su potencial destructivo en su avance hacia el
sureste de Estados Unidos.
Se prevé que el ciclón llegará entre la noche del jueves y la mañana del viernes, según el Centro Nacional de Huracanes (CNH), y los potenciales afectados ya están tomando las precauciones posibles. Cinco Estados —Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Virginia y Maryland, además de la capital del país, Washington DC— han declarado la situación de emergencia ante la llegada de Florence, que se espera que llegue con "marejadas ciclónicas y lluvias que pondrán en peligro la vida humana en amplias porciones de las Carolinas y otros Estados de la costa este", según el CNH.
Más de 10 millones de estadounidenses viven en zonas con alerta de huracán o tormentas tropicales.
En Charlotte, una ciudad al interior de la costa de Carolina del Norte, hacía un sol esplendido en la tarde del miércoles.
Se prevé que el ciclón llegará entre la noche del jueves y la mañana del viernes, según el Centro Nacional de Huracanes (CNH), y los potenciales afectados ya están tomando las precauciones posibles. Cinco Estados —Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Virginia y Maryland, además de la capital del país, Washington DC— han declarado la situación de emergencia ante la llegada de Florence, que se espera que llegue con "marejadas ciclónicas y lluvias que pondrán en peligro la vida humana en amplias porciones de las Carolinas y otros Estados de la costa este", según el CNH.
Más de 10 millones de estadounidenses viven en zonas con alerta de huracán o tormentas tropicales.
En Charlotte, una ciudad al interior de la costa de Carolina del Norte, hacía un sol esplendido en la tarde del miércoles.
Pero eso no es
garantía de nada para sus habitantes.
James Hubert, de setenta y pico,
recuerda que el desastroso huracán Hugo, que causó 34 muertes y
millonarias perdidas en ensembles en 1989, azotó la ciudad una soleada
mañana.
"Yo no sé qué esperar para de este huracán.
Dicen que impactará
en mayor medida en Charleston -ciudad costera-, pero lo mismo dijeron
con Hugo y finalmente fue peor aquí", narra Hubert, que no ha tomado más
precauciones que recoger los muebles de su patio. Broks Shellay, de 51,
ha sido más precavido.
El hombre ha vivido toda su vida en Carolina del
Norte así que dice estar acostumbrado a los huracanes.
Para este, ha
congelado alimentos, comprado medicinas y litros de agua extra.
"Estoy
ansioso por ver lo que se viene. Mi madre y mi hermana viven en la costa
y eso me preocupa, pero no quisieron venir aquí para protegerse",
lamenta.
Los expertos han advertido de que el ciclón amenaza
con generar "catastróficas inundaciones" cuando azote la costa sureste
del país. Pedro Colin, jardinero de 32 años, ha tenido que trabajar
horas extra para acabar un trabajo que le supondría días.
Su jefe teme que las lluvias puedan arruinar la labor a medio hacer. Colin, en su propia casa, ha llenado de tierra las zonas bajas de su patio y ha puesto concreto en huecos que pueden hacer que entre el agua.
"Soy mexicano y este es mi primer huracán así que me estoy preparando.
Compré agua, comida para siete días, llené el estanque de gasolina, ahora solo queda esperar", comenta.
El Servicio Meteorológico Nacional informó de que 5.25 millones de personas viven en áreas bajo advertencia o alerta de huracán y que otros 4.9 millones residen en zonas con alertadas de tormentas tropicales.
El presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que su Administración está "totalmente preparada" para responder a Florence.
El huracán bajó una categoría este miércoles hasta alcanzar la número tres y los vientos máximos descendieron de 205 kilómetros por hora a 185, pero mantiene su fortaleza, dimensión y organización de su ruta hacia tierra firme.
Las autoridades continúan haciendo un llamamiento a evacuar y tomar precauciones.
"¿Quieren que les pegue un tren o un camión de cemento?", preguntó Jeff Byard, de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, aludiendo a que hay que tomar medidas.
En Plaza Midwood, un residencial barrio de Charlotte, la preocupación mayor son los enormes árboles que decoran sus avenidas. Kelly, de 54 años, teme que los vientos y las lluvias torrenciales terminen por hacer caer los antiguos troncos.
Llegó a la ciudad justo después del huracán Hugo, por lo que esté será su primer gran ciclón.
En su casa, tienen baterías de emergencia por si se corta la luz y junto a su pareja han revisado todos los bordes de las ventanas y puertas.
A sus hijos, que estudian en Raleigh, una ciudad más al interior del Estado, les ha dicho que se queden el fin de semana allá. "Creo que es más seguro a que estén aquí", aseguró.
La peligrosa marejada ciclónica provocará que áreas que son normalmente secas cerca de la costa se inunden por un aumento del nivel del mar que podría alcanzar entre 2,7 y 4 metros de altura desde Cabo Fear a Cabo Lookout, con "olas grandes y destructivas", han resaltado los meteorólogos.
La acumulación total de lluvia que dejará este fenómeno meteorológico también se estima muy elevada, entre 50 y 76 centímetros.
Además de Florence, en el Atlántico está activo otro huracán, Helene, que perdió este miércoles intensidad y pasó a categoría 1 —al bajar sus vientos máximos sostenidos a 150 kilómetros por hora— en la escala de Saffir-Simpson, de un máximo de 5.
Helene se encontraba esta tarde a 1.405 kilómetros al oeste-noroeste de las islas de Cabo Verde, en la costa noroeste africana, y a 2.170 kilómetros al sur-suroeste de las islas Azores.
Los expertos vaticinan que Helene experimentará un "gradual debilitamiento" durante las próximas 48 horas y "se degradará a tormenta tropical el jueves".
Su jefe teme que las lluvias puedan arruinar la labor a medio hacer. Colin, en su propia casa, ha llenado de tierra las zonas bajas de su patio y ha puesto concreto en huecos que pueden hacer que entre el agua.
"Soy mexicano y este es mi primer huracán así que me estoy preparando.
Compré agua, comida para siete días, llené el estanque de gasolina, ahora solo queda esperar", comenta.
El Servicio Meteorológico Nacional informó de que 5.25 millones de personas viven en áreas bajo advertencia o alerta de huracán y que otros 4.9 millones residen en zonas con alertadas de tormentas tropicales.
El presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que su Administración está "totalmente preparada" para responder a Florence.
El huracán bajó una categoría este miércoles hasta alcanzar la número tres y los vientos máximos descendieron de 205 kilómetros por hora a 185, pero mantiene su fortaleza, dimensión y organización de su ruta hacia tierra firme.
Las autoridades continúan haciendo un llamamiento a evacuar y tomar precauciones.
"¿Quieren que les pegue un tren o un camión de cemento?", preguntó Jeff Byard, de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, aludiendo a que hay que tomar medidas.
En Plaza Midwood, un residencial barrio de Charlotte, la preocupación mayor son los enormes árboles que decoran sus avenidas. Kelly, de 54 años, teme que los vientos y las lluvias torrenciales terminen por hacer caer los antiguos troncos.
Llegó a la ciudad justo después del huracán Hugo, por lo que esté será su primer gran ciclón.
En su casa, tienen baterías de emergencia por si se corta la luz y junto a su pareja han revisado todos los bordes de las ventanas y puertas.
A sus hijos, que estudian en Raleigh, una ciudad más al interior del Estado, les ha dicho que se queden el fin de semana allá. "Creo que es más seguro a que estén aquí", aseguró.
La peligrosa marejada ciclónica provocará que áreas que son normalmente secas cerca de la costa se inunden por un aumento del nivel del mar que podría alcanzar entre 2,7 y 4 metros de altura desde Cabo Fear a Cabo Lookout, con "olas grandes y destructivas", han resaltado los meteorólogos.
La acumulación total de lluvia que dejará este fenómeno meteorológico también se estima muy elevada, entre 50 y 76 centímetros.
Además de Florence, en el Atlántico está activo otro huracán, Helene, que perdió este miércoles intensidad y pasó a categoría 1 —al bajar sus vientos máximos sostenidos a 150 kilómetros por hora— en la escala de Saffir-Simpson, de un máximo de 5.
Helene se encontraba esta tarde a 1.405 kilómetros al oeste-noroeste de las islas de Cabo Verde, en la costa noroeste africana, y a 2.170 kilómetros al sur-suroeste de las islas Azores.
Los expertos vaticinan que Helene experimentará un "gradual debilitamiento" durante las próximas 48 horas y "se degradará a tormenta tropical el jueves".
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