El 24 de agosto de 1924 la Compañía Telefónica Nacional de España comenzó a operar con 91.737 abonados.
El 24 de agosto de 1924 la Compañía Telefónica Nacional de España comenzaba a operar con 91.737 abonados. Este reportaje, publicado en Cinco Días el 9 de julio de 2013, recorre la historia del uso del teléfono en España, que ha pasado de ser un artículo de lujo a un acompañante cotidiano:
La Compañía Peninsular de Teléfonos, la Compañía Madrileña de Teléfonos, la Sociedad General de Teléfonos, la Sociedad Telefónica Vasco-Montañesa... abrieron la vía para el despegue del uso del teléfono en España.
Un servicio que pasó a tener la consideración de estratégico en 1924 con la creación de la Compañía Telefónica Nacional de España, que absorbió a buena parte de ellas.
En sus primeros tiempos, Telefónica estuvo bajo el control de la estadounidense ITT.
Y uno de sus primeros objetivos estratégicos fue la instalación de 400.000 teléfonos en España.
Entre los primeros terminales estuvo el llamado Microplastón. Según explica el profesor Ángel Calvo en su libro Historia de Telefónica, ITT garantizó una ilimitada disponibilidad de material y equipos por sus privilegiadas posiciones en el sector a través de International Standard Electric.
En 1926, se creó en Madrid Standard Eléctrica, responsable durante años de la fabricación de numerosos equipos para España.
En este proceso, Telefónica aceleró la automatización, instalándo los sistemas de alta frecuencia de la alemana Telefunken.
En agosto de 1926, el Rey Alfonso XIII y el Príncipe de Asturias inauguraron la central automática de Pereda en Santander.
En 1928 se realizó la primera comunicación entre España y América.
La inauguración oficial del servicio telefónico entre España y Estados Unidos se produjo con una conversación entre el Rey Alfonso XIII y el presidente norteamericano Calvin Coolidge.
Ese mismo año se estableció la primera conversación telefónica con Buenos Aires, y posteriormente con Montevideo.
La proeza estuvo acompañada de un proceso de mejora en las infraestructuras.
Y es que, por ejemplo, el circuito Madrid-Buenos Aires-Montevideo tenía una longitud de 9.800 kilómetros y era la primera realización exclusiva y genuina hispanoamericana.
El mundo del teléfono vivió una época de sacudida por la Guerra Civil
y la posguerra que frenó su crecimiento.
Tras unos años complicados, Telefónica retomó el camino de crecimiento, y en 1953 llegó al millón de teléfonos instalados.
Una cifra sólo alcanzada por 11 países. En la década de los sesenta, el teléfono empieza a dejar de ser un artículo de lujo y su instalación comienza a generalizarse.
En esos años, el teléfono estrella es el modelo Heraldo, fabricado en varios colores tanto de sobremesa como de pared. Estaba diseñado para su conexión a sistemas automáticos o manuales de batería central y podía ir dotado de regulación automática de transmisión.
A finales de los sesenta aparece el modelo Góndola que convive con el Heraldo durante unos años, y que se hace muy popular en los hogares españoles en las siguientes dos décadas por su innovador diseño.
Técnicamente no es más que un teléfono Heraldo comprimido, pues es más pequeño y compacto que sus predecesores, aunque tiene la particularidad de tener el dial en el auricular.
En los últimos tiempos se ha convertido en un objeto de culto por sus colores pop y su diseño moderno, combinado con su dial de rueda, que le dan un aspecto muy vintage.
El modelo Teide, fue uno de los primeros teléfonos totalmente electrónicos y de marcación por teclado, llegó a los hogares a finales de los setenta.
Tenía un timbre de doble campana y su marcación es por pulsos decádicos.
Probablemente fue el modelo más implantado por la compañía en la década de los ochenta.
En los noventa, y de la mano de Alberto Corazón, llegó el Domo. Un terminal fijo muy popular y barato.
La mayoría de los abonados han tenido o tienen alguna de sus versiones.
Quizá fue uno de los últimos terminales de diseño atractivo en la telefonía fija, antes de que esa atención se trasladara al móvil.
La Compañía Peninsular de Teléfonos, la Compañía Madrileña de Teléfonos, la Sociedad General de Teléfonos, la Sociedad Telefónica Vasco-Montañesa... abrieron la vía para el despegue del uso del teléfono en España.
Un servicio que pasó a tener la consideración de estratégico en 1924 con la creación de la Compañía Telefónica Nacional de España, que absorbió a buena parte de ellas.
En sus primeros tiempos, Telefónica estuvo bajo el control de la estadounidense ITT.
Y uno de sus primeros objetivos estratégicos fue la instalación de 400.000 teléfonos en España.
Entre los primeros terminales estuvo el llamado Microplastón. Según explica el profesor Ángel Calvo en su libro Historia de Telefónica, ITT garantizó una ilimitada disponibilidad de material y equipos por sus privilegiadas posiciones en el sector a través de International Standard Electric.
En 1926, se creó en Madrid Standard Eléctrica, responsable durante años de la fabricación de numerosos equipos para España.
En este proceso, Telefónica aceleró la automatización, instalándo los sistemas de alta frecuencia de la alemana Telefunken.
En agosto de 1926, el Rey Alfonso XIII y el Príncipe de Asturias inauguraron la central automática de Pereda en Santander.
En 1928 se realizó la primera comunicación entre España y América.
La inauguración oficial del servicio telefónico entre España y Estados Unidos se produjo con una conversación entre el Rey Alfonso XIII y el presidente norteamericano Calvin Coolidge.
Ese mismo año se estableció la primera conversación telefónica con Buenos Aires, y posteriormente con Montevideo.
La proeza estuvo acompañada de un proceso de mejora en las infraestructuras.
Y es que, por ejemplo, el circuito Madrid-Buenos Aires-Montevideo tenía una longitud de 9.800 kilómetros y era la primera realización exclusiva y genuina hispanoamericana.
Tras unos años complicados, Telefónica retomó el camino de crecimiento, y en 1953 llegó al millón de teléfonos instalados.
Una cifra sólo alcanzada por 11 países. En la década de los sesenta, el teléfono empieza a dejar de ser un artículo de lujo y su instalación comienza a generalizarse.
En esos años, el teléfono estrella es el modelo Heraldo, fabricado en varios colores tanto de sobremesa como de pared. Estaba diseñado para su conexión a sistemas automáticos o manuales de batería central y podía ir dotado de regulación automática de transmisión.
A finales de los sesenta aparece el modelo Góndola que convive con el Heraldo durante unos años, y que se hace muy popular en los hogares españoles en las siguientes dos décadas por su innovador diseño.
Técnicamente no es más que un teléfono Heraldo comprimido, pues es más pequeño y compacto que sus predecesores, aunque tiene la particularidad de tener el dial en el auricular.
En los últimos tiempos se ha convertido en un objeto de culto por sus colores pop y su diseño moderno, combinado con su dial de rueda, que le dan un aspecto muy vintage.
El modelo Teide, fue uno de los primeros teléfonos totalmente electrónicos y de marcación por teclado, llegó a los hogares a finales de los setenta.
Tenía un timbre de doble campana y su marcación es por pulsos decádicos.
Probablemente fue el modelo más implantado por la compañía en la década de los ochenta.
En los noventa, y de la mano de Alberto Corazón, llegó el Domo. Un terminal fijo muy popular y barato.
La mayoría de los abonados han tenido o tienen alguna de sus versiones.
Quizá fue uno de los últimos terminales de diseño atractivo en la telefonía fija, antes de que esa atención se trasladara al móvil.