PARECE LA GRAN VÍA un sábado por la tarde, pero es una granja de pollos
en la que los animales andan sueltos para que sean más felices, eso es
lo que he leído. Observados atentamente, dan la impresión de permanecer a
la espera de algo, ellos no saben qué, de ahí el grado de perplejidad
reinante. De uno u otro modo, a nadie se le escapa que el gallinero es una sala de espera. Si fumaran, muchos irían de acá para allá con un camel entre los dedos
para aplacar los nervios. Es cierto que no están estabulados, como en
aquellas granjas en las que la única actividad posible es la de sacarle
los ojos de un picotazo al vecino de jaula. Pero tampoco disponen de gran intimidad. Cada 12 pollos tocan a un
metro cuadrado: resulta inevitable, pues, que surjan roces y peleas. Los
más pusilánimes prefieren salirse del barullo del pasillo central y
observar la realidad desde las ventanas, entendiendo por ventanas las
estructuras metálicas de la derecha del espectador. El pollo es la proteína más barata de origen animal, de ahí su éxito.
Yo los compro en bandejas plastificadas de las que contienen dos
muslos. A veces me pregunto hacia dónde habrán ido la pechuga, las alas y
la cabeza. Por muy cosificados que se nos presenten, y dada la
información de que disponemos sobre su cría, resulta inevitable que el
acto de meterlos en el carrito vaya acompañado de un leve gesto de
contrición. Pero luego los tapas con las verduras, que proporcionan al
conjunto un aspecto muy saludable, y te olvidas de todo hasta que llegas
a casa y los congelas porque no sabes muy bien qué hacer con ellos.
El cadáver ha sido encontrado semienterrado en la arena por un bañista.
Policías, miembros de Cruz Roja y y bañistas en torno al cadáver de un joven hallado en la playa de la Malvarrosa, en Valencia.BIEL ALIÑOEFE
Un bañista ha encontrado este sábado el cadáver
de un joven de 20 años en la playa de la Malvarrosa, en Valencia. Un
amigo había llamado al teléfono de Emergencias 112 tras perderlo de
vista esta madrugada frente a la discoteca Akuarela, situada a pie de
playa. Hacia las 7.30 se ha iniciado un operativo de búsqueda por
tierra, mar y aire, en el que han participado miembros de Salvamento
Marítimo, la Policía Nacional y Cruz Roja. Pero finalmente ha sido un ciudadano quien lo ha encontrado semienterrado en la arena, ha indicado una portavoz de Cruz Roja. El hombre ha avisado a los socorristas, que le han practicado
infructuosamente maniobras de reanimación. En la playa ha ondeado este
sábado por la mañana la bandera roja.
"Siento que hay un cierto poder en las conversaciones de verano que te arrebatan el sueño".
Florentino Fernández, José Mota y Santiago Segura el 21 de junio en Madrid.Eduardo ParraGETTY
Mi amiga Huga me llevó a una prueba en el taller de unos jovencísimos
sastres que según ella me iban a encantar. “Llevan trajes con cortes
clásicos pero ellos van tatuados, con piercings”, fue su
argumento. El joven que nos atendió vestía un traje gris de solapas
enormes y puntiagudas, con cintura entallada y con un solo botón se
cerraba aquella americana tan escotada. Recordaba a Klaus Nomi. Los
pantalones se aferraban tanto a sus gemelos que hacían inviable el uso
de calcetines. Con aire de conocedor interrogué a aquel influencer
si el calibre del tobillo del pantalón era de 18 centímetros, que ya es
estrecho. “17”, me respondió el joven con una satisfecha sonrisa de 17
centímetros. Huga, sibilina, decidió comentarle que desde esta columna
mantengo una cuenta atrás: “Boris ha advertido que la ropa estrecha, el
pantalón pitillo, el legging, perderán pronto su hegemonía de
más de veinte años en la moda y no tendrán otro remedio que ceder ante
la ropa mas ancha. ¡Es lo que viene!”, sentenció sin pestañear. El
rostro del chico se desencajó, con el disgusto. Y lo vi claro: el varón
español va a plantar batalla a la ropa ancha y no permitirá el destierro
del pantalón pitillo. Ni permitirá que se desdibujen sus músculos bajo
una tela floja.
Cualquier pequeña cosa te
desvela. Esa noche en mi cabeza desfilaban no solo las decenas de
pantalones pitillo que he usado desde que Hedi Slimane los impusiera en su primera colección para Dior en el año 2000, sino también la convicción de que los millennials no han conocido otra cosa que pitillos y leggings.
Y esa diabólica mezcla de los dos: los jeggings.
Así de importante ha sido su presencia, una dictadura tan larga como el chavismo.
Karl Lagerfeld, vestido con pantalón pitillo, en el desfile de Alta Costura de Chanel celebrado el 4 de julio de 2017 en París.Stephane CardinaleGetty Images
Pero todo tiene un final y está cerca. En mi visita veraniega a una
Centroeuropa sin aire acondicionado he observado cómo avanza con soltura
la ropa no ceñida. Como ya he dicho, para algunos resulta preocupante:
cinturas desdibujadas, piernas amplias, tobillos de 34 centímetros de
anchura. Allí sentí esas miradas crueles que pasan a tu lado y te ven
con piernas atrapaditas en un pantaloncín trasnochado, como
advirtiéndote de que habrá una redada y quemarán todos tus pantalones
pitillos y leggings en público. Me desvelé recordando ese
rostro desencajado del joven sastre madrileño. España va a ser el ultimo
bastión. Los Pirineos contendrán ese avance europeo de la ropa holgada.
¡No pasarán! En Marbella,
jurásica y ajena a las modas que vienen y van, después de colaborar en
la Gala contra el cáncer asistí a otra revelación de estilo. Reyes
Hellín, la reconocida sombrerera
sevillana, planteaba una verdad incómoda: en España no gustan los
sombreros negros. Me quedé bastante sorprendido porque la verdad no
sabía que existiese una filosofía del sombrero negro y mucho menos que
sufriera la antipatía de nuestros ciudadanos. Pensé en el sombrero
cordobés. “Un sombrero negro es lo más”, sentenció Reyes, que llevaba
uno de paja caramelo con unos estrechísimos cinturones marrones que lo
recorrían como jeroglíficos. “Puedes combinarlo con una camisa verde
oliva o sumarlo a la clásica combinación damero”. Pero, insistió una de
las comensales, ¿por qué no gustan en España? “Es algo cultural”,
sentenció Reyes. Sentí que volvería a desvelarme. Algo cultural. Siento que hay un cierto poder en las conversaciones
de verano que te arrebatan el sueño. Ya en Madrid, el director de cine Santiago Segura me invitó a almorzar con José Mota y Florentino Fernández, que permanecen en la ciudad preparando el show
que harán juntos. Un almuerzo con genios del humor es el tipo de
invitación que puede garantizarte otra noche toledana pero acudí y de
inmediato me hicieron cómplice de sus desvelos: el Instagram de una
conocida locutora de radio y televisión la rejuvenece muchísimo.
“Niñata” dijeron. “¡Pero si tiene mi edad! ¿Para qué hace eso? Es un
filtro”, dije. “Imposible, ya no parece ella”, dijeron a coro,
reconociendo que estábamos ante un desvelo generacional. El verano me consume en desvelos. Ayer, recién llegado a Miami, me
desperté en mitad de la noche por un ruido atronador pero familiar. Era
el aire acondicionado, americano.
Forenses en una escena del crimen en España.toni ferragut
Las técnicas de análisis forense son increíblemente útiles para las
investigaciones criminales. Pero aunque pueden ayudar a revelar de quién
procede una muestra o cómo ha llegado a donde está, la capacidad de la
ciencia forense tiene una importante limitación, que tiene que ver con
el tiempo. ¿Cuándo falleció una persona o cuándo se depositó una mancha?
Responder a dichas preguntas es crucial, en especial para los abogados
de la defensa que intentan confirmar coartadas.
Por
suerte, la investigación arroja constantemente nuevos resultados. En
los últimos años, nuevos descubrimientos han hecho grandes aportaciones
al área del “análisis temporal forense”, algo que podría mejorar
enormemente nuestro conocimiento de lo que le ocurre a nuestro cuerpo después de morir. Una ley no oficial en el análisis forense es la de “considerar
siempre al menos una hipótesis alternativa”. Ahí es donde entra en juego
el aspecto temporal. Si en la escena de un crimen se encuentra una
mancha de sangre perteneciente a un sospechoso, parece una prueba muy
sólida contra él. Sin embargo, si dicho sospechoso o sospechosa declara
que estuvo previamente en la escena del crimen por razones legítimas y
que le sangró la nariz, la prueba quedaría efectivamente invalidada. Una parte clave al investigar un homicidio es descubrir con exactitud cuándo falleció la víctima. Desafortunadamente, el “intervalo post mortem”,
también conocido como cálculo de la hora de la muerte, es un campo
altamente subjetivo. En la actualidad se efectúa mediante técnicas
tradicionales, como medir la temperatura del cadáver y comprobar el
rigor mortis (la rigidez corporal). En el caso de intervalos cortos,
como horas, dichos cálculos pueden ser fiables, pero con el paso del
tiempo se vuelve más difícil. Esto se debe a que tanto factores internos
del cuerpo (su tamaño o la presencia de medicación) como el medio
ambiente externo (cálido, frío, húmedo) afectan a la forma de
descomponerse del cadáver.
Genes activos
Investigaciones recientes han demostrado que algunos genes se vuelven más activos después de la muerte,
produciendo transcripciones de ARN (pequeños genes que transportan
información del ADN para fabricar proteínas). Los científicos piensan
que este cambio en la producción de ARN podría ser un mecanismo de
reparación celular como respuesta a la caída de oxígeno en la sangre
(hipoxia) que se produce tras la muerte, y que desciende con el tiempo a
medida que la descomposición se impone. Si los investigadores pueden
demostrar que esto sigue un patrón predecible, sería de enorme utilidad
para calcular la hora de la muerte. En teoría, una vez hallado un
cadáver, sería posible tomar muestras de tejidos y analizarlas para
medir la cantidad de genes específicos del ARN.
Proteínas presentes en los músculos
Las proteínas son otro campo de investigación fascinante en lo que a la determinación post mortem
se refiere. Ya sabemos que las proteínas se descomponen tras la muerte;
así es como se pudre la carne. Pero lo que no se había descubierto
hasta hace muy poco era que dichas proteínas se descomponen de manera
predecible, unas con más rapidez que otras. Por ejemplo, una se
descompone por completo en cuestión de ocho horas y otra tarda 20 horas. Por consiguiente, si en un tejido se detecta la segunda proteína pero
no la primera, el intervalo post mortem sería de ocho a 20 horas. Por el
momento, la investigación solo se ha hecho en cerdos y será necesario
realizarla en humanos antes de aplicarla de manera fiable al análisis
forense.
Predicción de la edad de las manchas
La investigación sobre cómo predecir la edad de una mancha es escasa,
pero tiene un gran impacto en potencia, en especial en lo que se
refiere a casos de violación entre parejas que antes habían mantenido
relaciones consentidas. De modo que, de alegarse que la violación se
produjo en un momento determinado, el sospechoso podría afirmar que
cualquier prueba física obtenida, como semen, procede de una relación
sexual consentida anterior.
En la actualidad, los investigadores usan
“datos sobre persistencia del semen”, que muestran cuánto tiempo puede
permanecer el esperma en diferentes partes del cuerpo, para abordar
dichas cuestiones. Por ejemplo, no se encuentra una gran cantidad de
semen en la vagina transcurridas 28 horas. En consecuencia, esto puede
emplearse para saber si el incidente es reciente o se produjo hace
varios días. Sin embargo, esto solo es válido en determinadas situaciones y
mediante el uso de torundas, de modo que no puede aplicarse al semen
dejado en condones, ropa de cama o prendas de vestir. Los investigadores
están buscando formas de cuantificar la cantidad de material genético,
como por ejemplo las moléculas de ARN presentes en una mancha de fluido
corporal. Un estudio que comprobó la presencia de ARN mensajero y ARN
ribosómico durante un periodo de 150 días demostró que, efectivamente, cambian de manera predecible con el transcurso del tiempo.
Cuando hayamos identificado suficientes marcadores de este tipo, de los
cuales algunos se degradan con mayor rapidez que otros, deberíamos
poder calcular cuánto tiempo hace que se produjo una mancha.
Predicción de la edad
Otra área clave del análisis temporal forense es la predicción de la
edad. Hace referencia al cálculo de la edad de un fallecido o de un
sospechoso mediante tejidos o manchas de sangre hallados en la escena
del crimen, respectivamente. Estas técnicas sirven, además, para
verificar la declaración de algunas personas respecto a su edad, por
ejemplo, los menores solicitantes de asilo o refugiados. Esto puede ser
más difícil de lo que parece, porque todo el mundo crece, madura y
envejece a ritmos distintos, debido a factores genéticos y
medioambientales. Aunque hay algunas técnicas que pueden emplearse para
predecir la edad, estas se vuelven muy limitadas cuando la persona
alcanza la madurez. Por ejemplo, la odontología forense puede ser útil para calcular la edad de los niños. Un campo de investigación prometedor se basa en la “metilación del
ADN”, un mecanismo utilizado por las células para controlar la expresión
génica, es decir, si un gen se activa y desactiva, y cuándo . La
metilación del ADN está influida por el medio ambiente y en ella
participan compuestos denominados “grupos metilo”, que se añaden al ADN a
medida que la persona envejece. Los investigadores han demostrado que
la presencia de dichos compuestos puede utilizarse para calcular la edad
de un individuo, con un margen de 3,8 años
por encima o por debajo. Puede parecer un margen muy amplio, pero
representa una enorme mejora en nuestra capacidad de predecir la edad, y
sigue trabajándose mucho en el tema.
Edad de una herida
Determinar cuánto tiempo hace que se produjo una herida –tanto si la
persona está viva como si ha fallecido– es también difícil para los
investigadores forenses. En casos de malos tratos, por ejemplo, a menudo
no está claro si las lesiones se causaron a lo largo de un periodo de
tiempo o en un incidente puntual. La predicción de la edad de las
heridas puede empleare también para calcular la secuencia de lesiones
múltiples, algo especialmente importante en casos de asesinato. Aunque
por el momento dichas técnicas son de uso limitado en el análisis
forense, se están llevando a cabo investigaciones prometedoras sobre la
curación de lesiones –como la evolución de los hematomas a medida que curan– que tal vez mejoren pronto dicho análisis. Es de esperar que, en pocos años, los avances científicos más
recientes ayuden a impedir que alguien cometa un asesinato y salga
impune.
Graham Williams es jefe del departamento de Justicia Penal y Ciencia Forense de la Universidad de Staffordshire