Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 ago 2018

Hallado muerto un joven de 20 años en la playa de la Malvarrosa de Valencia

El cadáver ha sido encontrado semienterrado en la arena por un bañista.

Joven muerto Malvarrosa
Policías, miembros de Cruz Roja y y bañistas en torno al cadáver de un joven hallado en la playa de la Malvarrosa, en Valencia. EFE
Un bañista ha encontrado este sábado el cadáver de un joven de 20 años en la playa de la Malvarrosa, en Valencia.
 Un amigo había llamado al teléfono de Emergencias 112 tras perderlo de vista esta madrugada frente a la discoteca Akuarela, situada a pie de playa.
Hacia las 7.30 se ha iniciado un operativo de búsqueda por tierra, mar y aire, en el que han participado miembros de Salvamento Marítimo, la Policía Nacional y Cruz Roja.
 Pero finalmente ha sido un ciudadano quien lo ha encontrado semienterrado en la arena, ha indicado una portavoz de Cruz Roja.
El hombre ha avisado a los socorristas, que le han practicado infructuosamente maniobras de reanimación. En la playa ha ondeado este sábado por la mañana la bandera roja.

 

Madrid, Miami, Marbella....................................... Boris Izaguirre....

"Siento que hay un cierto poder en las conversaciones de verano que te arrebatan el sueño".

Florentino Fernández, José Mota y Santiago Segura el 21 de junio en Madrid.
Florentino Fernández, José Mota y Santiago Segura el 21 de junio en Madrid. GETTY

 

Mi amiga Huga me llevó a una prueba en el taller de unos jovencísimos sastres que según ella me iban a encantar. 
“Llevan trajes con cortes clásicos pero ellos van tatuados, con piercings”, fue su argumento.
 El joven que nos atendió vestía un traje gris de solapas enormes y puntiagudas, con cintura entallada y con un solo botón se cerraba aquella americana tan escotada.
 Recordaba a Klaus Nomi.
 Los pantalones se aferraban tanto a sus gemelos que hacían inviable el uso de calcetines.
Con aire de conocedor interrogué a aquel influencer si el calibre del tobillo del pantalón era de 18 centímetros, que ya es estrecho.
 “17”, me respondió el joven con una satisfecha sonrisa de 17 centímetros.
 Huga, sibilina, decidió comentarle que desde esta columna mantengo una cuenta atrás:
 “Boris ha advertido que la ropa estrecha, el pantalón pitillo, el legging, perderán pronto su hegemonía de más de veinte años en la moda y no tendrán otro remedio que ceder ante la ropa mas ancha. ¡Es lo que viene!”, sentenció sin pestañear.
 El rostro del chico se desencajó, con el disgusto.
 Y lo vi claro: el varón español va a plantar batalla a la ropa ancha y no permitirá el destierro del pantalón pitillo.
 Ni permitirá que se desdibujen sus músculos bajo una tela floja.

 Me desvelé esa noche.

 En verano, si vuelves a la ciudad, hay desvelos. De todo tipo. Por conflictos de taxis, por masters que no te dejan en paz, por la acumulación de propaganda de la familia real reunida en una población costera pija. 

Cualquier pequeña cosa te desvela. Esa noche en mi cabeza desfilaban no solo las decenas de pantalones pitillo que he usado desde que Hedi Slimane los impusiera en su primera colección para Dior en el año 2000, sino también la convicción de que los millennials no han conocido otra cosa que pitillos y leggings.

 Y esa diabólica mezcla de los dos: los jeggings.

 Así de importante ha sido su presencia, una dictadura tan larga como el chavismo.

Karl Lagerfeld, vestido con pantalón pitillo, en el desfile de Alta Costura de Chanel celebrado el 4 de julio de 2017 en París.
Karl Lagerfeld, vestido con pantalón pitillo, en el desfile de Alta Costura de Chanel celebrado el 4 de julio de 2017 en París. Getty Images
Pero todo tiene un final y está cerca. 
En mi visita veraniega a una Centroeuropa sin aire acondicionado he observado cómo avanza con soltura la ropa no ceñida. 
Como ya he dicho, para algunos resulta preocupante: cinturas desdibujadas, piernas amplias, tobillos de 34 centímetros de anchura. 
Allí sentí esas miradas crueles que pasan a tu lado y te ven con piernas atrapaditas en un pantaloncín trasnochado, como advirtiéndote de que habrá una redada y quemarán todos tus pantalones pitillos y leggings en público. 
Me desvelé recordando ese rostro desencajado del joven sastre madrileño.
 España va a ser el ultimo bastión.
 Los Pirineos contendrán ese avance europeo de la ropa holgada. ¡No pasarán!
En Marbella, jurásica y ajena a las modas que vienen y van, después de colaborar en la Gala contra el cáncer asistí a otra revelación de estilo.
 Reyes Hellín, la reconocida sombrerera sevillana, planteaba una verdad incómoda: en España no gustan los sombreros negros.
 Me quedé bastante sorprendido porque la verdad no sabía que existiese una filosofía del sombrero negro y mucho menos que sufriera la antipatía de nuestros ciudadanos.
 Pensé en el sombrero cordobés. “Un sombrero negro es lo más”, sentenció Reyes, que llevaba uno de paja caramelo con unos estrechísimos cinturones marrones que lo recorrían como jeroglíficos.
 “Puedes combinarlo con una camisa verde oliva o sumarlo a la clásica combinación damero”.
 Pero, insistió una de las comensales, ¿por qué no gustan en España? “Es algo cultural”, sentenció Reyes. 
Sentí que volvería a desvelarme.
Algo cultural. Siento que hay un cierto poder en las conversaciones de verano que te arrebatan el sueño.
 Ya en Madrid, el director de cine Santiago Segura me invitó a almorzar con José Mota y Florentino Fernández, que permanecen en la ciudad preparando el show que harán juntos.
 Un almuerzo con genios del humor es el tipo de invitación que puede garantizarte otra noche toledana pero acudí y de inmediato me hicieron cómplice de sus desvelos: el Instagram de una conocida locutora de radio y televisión la rejuvenece muchísimo. “Niñata” dijeron. “¡Pero si tiene mi edad! ¿Para qué hace eso? Es un filtro”, dije.
 “Imposible, ya no parece ella”, dijeron a coro, reconociendo que estábamos ante un desvelo generacional.
 El verano me consume en desvelos. 
Ayer, recién llegado a Miami, me desperté en mitad de la noche por un ruido atronador pero familiar. Era el aire acondicionado, americano.

 

La ciencia que podría revolucionar la investigación de un crimen

En los últimos años, nuevos descubrimientos han hecho grandes aportaciones al área del "análisis temporal forense".

 
Forenses en una escena del crimen en España.
Forenses en una escena del crimen en España.
Las técnicas de análisis forense son increíblemente útiles para las investigaciones criminales.
 Pero aunque pueden ayudar a revelar de quién procede una muestra o cómo ha llegado a donde está, la capacidad de la ciencia forense tiene una importante limitación, que tiene que ver con el tiempo.
 ¿Cuándo falleció una persona o cuándo se depositó una mancha? Responder a dichas preguntas es crucial, en especial para los abogados de la defensa que intentan confirmar coartadas.


Por suerte, la investigación arroja constantemente nuevos resultados. 
En los últimos años, nuevos descubrimientos han hecho grandes aportaciones al área del “análisis temporal forense”, algo que podría mejorar enormemente nuestro conocimiento de lo que le ocurre a nuestro cuerpo después de morir.
Una ley no oficial en el análisis forense es la de “considerar siempre al menos una hipótesis alternativa”.
 Ahí es donde entra en juego el aspecto temporal. 
Si en la escena de un crimen se encuentra una mancha de sangre perteneciente a un sospechoso, parece una prueba muy sólida contra él.
 Sin embargo, si dicho sospechoso o sospechosa declara que estuvo previamente en la escena del crimen por razones legítimas y que le sangró la nariz, la prueba quedaría efectivamente invalidada.
Una parte clave al investigar un homicidio es descubrir con exactitud cuándo falleció la víctima.
 Desafortunadamente, el “intervalo post mortem”, también conocido como cálculo de la hora de la muerte, es un campo altamente subjetivo.
 En la actualidad se efectúa mediante técnicas tradicionales, como medir la temperatura del cadáver y comprobar el rigor mortis (la rigidez corporal). 
En el caso de intervalos cortos, como horas, dichos cálculos pueden ser fiables, pero con el paso del tiempo se vuelve más difícil.
 Esto se debe a que tanto factores internos del cuerpo (su tamaño o la presencia de medicación) como el medio ambiente externo (cálido, frío, húmedo) afectan a la forma de descomponerse del cadáver.

Genes activos

Investigaciones recientes han demostrado que algunos genes se vuelven más activos después de la muerte, produciendo transcripciones de ARN (pequeños genes que transportan información del ADN para fabricar proteínas).
 Los científicos piensan que este cambio en la producción de ARN podría ser un mecanismo de reparación celular como respuesta a la caída de oxígeno en la sangre (hipoxia) que se produce tras la muerte, y que desciende con el tiempo a medida que la descomposición se impone.
 Si los investigadores pueden demostrar que esto sigue un patrón predecible, sería de enorme utilidad para calcular la hora de la muerte.
 En teoría, una vez hallado un cadáver, sería posible tomar muestras de tejidos y analizarlas para medir la cantidad de genes específicos del ARN.

Proteínas presentes en los músculos

Las proteínas son otro campo de investigación fascinante en lo que a la determinación post mortem se refiere. 
Ya sabemos que las proteínas se descomponen tras la muerte; así es como se pudre la carne.
 Pero lo que no se había descubierto hasta hace muy poco era que dichas proteínas se descomponen de manera predecible, unas con más rapidez que otras.
 Por ejemplo, una se descompone por completo en cuestión de ocho horas y otra tarda 20 horas. 
 Por consiguiente, si en un tejido se detecta la segunda proteína pero no la primera, el intervalo post mortem sería de ocho a 20 horas.
 Por el momento, la investigación solo se ha hecho en cerdos y será necesario realizarla en humanos antes de aplicarla de manera fiable al análisis forense.

Predicción de la edad de las manchas

La investigación sobre cómo predecir la edad de una mancha es escasa, pero tiene un gran impacto en potencia, en especial en lo que se refiere a casos de violación entre parejas que antes habían mantenido relaciones consentidas. 
De modo que, de alegarse que la violación se produjo en un momento determinado, el sospechoso podría afirmar que cualquier prueba física obtenida, como semen, procede de una relación sexual consentida anterior.

 En la actualidad, los investigadores usan “datos sobre persistencia del semen”, que muestran cuánto tiempo puede permanecer el esperma en diferentes partes del cuerpo, para abordar dichas cuestiones. 
Por ejemplo, no se encuentra una gran cantidad de semen en la vagina transcurridas 28 horas.
 En consecuencia, esto puede emplearse para saber si el incidente es reciente o se produjo hace varios días.
Sin embargo, esto solo es válido en determinadas situaciones y mediante el uso de torundas, de modo que no puede aplicarse al semen dejado en condones, ropa de cama o prendas de vestir.
 Los investigadores están buscando formas de cuantificar la cantidad de material genético, como por ejemplo las moléculas de ARN presentes en una mancha de fluido corporal. Un estudio que comprobó la presencia de ARN mensajero y ARN ribosómico durante un periodo de 150 días demostró que, efectivamente, cambian de manera predecible con el transcurso del tiempo. Cuando hayamos identificado suficientes marcadores de este tipo, de los cuales algunos se degradan con mayor rapidez que otros, deberíamos poder calcular cuánto tiempo hace que se produjo una mancha.

Predicción de la edad

Otra área clave del análisis temporal forense es la predicción de la edad. Hace referencia al cálculo de la edad de un fallecido o de un sospechoso mediante tejidos o manchas de sangre hallados en la escena del crimen, respectivamente. 
Estas técnicas sirven, además, para verificar la declaración de algunas personas respecto a su edad, por ejemplo, los menores solicitantes de asilo o refugiados. 
Esto puede ser más difícil de lo que parece, porque todo el mundo crece, madura y envejece a ritmos distintos, debido a factores genéticos y medioambientales. 
Aunque hay algunas técnicas que pueden emplearse para predecir la edad, estas se vuelven muy limitadas cuando la persona alcanza la madurez. 
Por ejemplo, la odontología forense puede ser útil para calcular la edad de los niños.
Un campo de investigación prometedor se basa en la “metilación del ADN”, un mecanismo utilizado por las células para controlar la expresión génica, es decir, si un gen se activa y desactiva, y cuándo
. La metilación del ADN está influida por el medio ambiente y en ella participan compuestos denominados “grupos metilo”, que se añaden al ADN a medida que la persona envejece.
 Los investigadores han demostrado que la presencia de dichos compuestos puede utilizarse para calcular la edad de un individuo, con un margen de 3,8 años por encima o por debajo. 
Puede parecer un margen muy amplio, pero representa una enorme mejora en nuestra capacidad de predecir la edad, y sigue trabajándose mucho en el tema.

Edad de una herida

Determinar cuánto tiempo hace que se produjo una herida –tanto si la persona está viva como si ha fallecido– es también difícil para los investigadores forenses.
 En casos de malos tratos, por ejemplo, a menudo no está claro si las lesiones se causaron a lo largo de un periodo de tiempo o en un incidente puntual.
 La predicción de la edad de las heridas puede empleare también para calcular la secuencia de lesiones múltiples, algo especialmente importante en casos de asesinato.
 Aunque por el momento dichas técnicas son de uso limitado en el análisis forense, se están llevando a cabo investigaciones prometedoras sobre la curación de lesiones –como la evolución de los hematomas a medida que curan– que tal vez mejoren pronto dicho análisis.
Es de esperar que, en pocos años, los avances científicos más recientes ayuden a impedir que alguien cometa un asesinato y salga impune.
Graham Williams es jefe del departamento de Justicia Penal y Ciencia Forense de la Universidad de Staffordshire




 






 

‘In My Life’ la compuso Lennon y no McCartney, según las matemáticas

Dos científicos desarrollan un modelo con el que dilucidan, tras décadas de discusión entre 'fans', el autor del célebre tema de The Beatles.

 

Paul McCartney (izqda.) y John Lennon, en una fotografía durante la grabación de 'Hey Bulldog' en los estudios Abbey Road de Londres.
Paul McCartney (izqda.) y John Lennon, en una fotografía durante la grabación de 'Hey Bulldog' en los estudios Abbey Road de Londres. Associated Press
¿Quién escribió la célebre canción In My Life? ¿John Lennon o Paul McCartney? Esta pregunta, que no solo enfrentó a los dos líderes de The Beatles, sino también a sus fans, por fin tiene una respuesta... matemática.
 "Hay un 98% de probabilidad de que haya sido compuesta por Lennon”, ha asegurado a este periódico Jason Brown, matemático y profesor en la Universidad de Dalhousie, en Halifax (Canadá), que se define a sí mismo como "un inmenso admirador" de la banda de Liverpool.
 Brown conoció hace cuatro años a Mark Glickman, profesor de Estadística en Harvard y,  como él, fanático de los Beatles y entonces intuyó que, juntando sus experiencias y su pasión común por los números y la música conseguirían lo que, hasta ahora, asegura, nadie se había atrevido a hacer: crear un modelo estadístico capaz de determinar la autoría de cualquier canción.

"Nos pareció importante determinar quién de los dos compuso realmente la canción y, más aún, tratándose de un grupo como los Beatles", explica Brown.

 Si bien, Lennon y McCartney solían firmar juntos la mayoría de las canciones de la banda —a excepción de las compuestas por George Harrison y Ringo Starr— sin diferenciar jamás quién de los dos había escrito la letra, o compuesto la melodía, el tema In My life, grabado en los estudios de Abbey Road en octubre de 1965, ha sido una de las pocas composiciones del grupo (junto a Eleanor Rigby) cuya autoría fue discutida por ambos tras la separación de la banda el 10 de abril de 1970. 

Paul McCartney sostenía ser el autor de la melodía de la canción, cuya letra, escrita por Lennon era, según su biógrafo y amigo, Pete Shotton, una referencia clara a la muerte con tan solo 21 años del primer bajista de los Beatles y excompañero de piso de Lennon, Stuart Sutcliffe, víctima de una hemorragia cerebral en 1962.

Lennon nunca aceptó la versión de McCartney. 

Incluso llegó a afirmar en una de las últimas entrevistas, concedida a la revista Playboy antes de su asesinato, en 1980, que el bajista le ayudó solamente con el middle 8 (parte de la canción que une una estrofa con otra) en este tema del álbum Rubber Soul, reconocible por el solo de piano barroco que introdujo el quinto Beatle, el productor George Martin. Para resolver este enigma, Brown y Glickman han adaptado a la canción la estilometría, técnica que permite determinar quién es el autor de un texto a través del análisis estadístico con el que se identifican las características de la escritura de cada persona.

Los matemáticos analizaron durante seis meses y "a mano" 70 canciones de los Beatles, compuestas entre 1962 y 1966 (desde el álbum Please Please Me a Revolver) basándose en cinco criterios: las notas utilizadas, las secuencias de dos notas, los acordes, las secuencias de dos acordes y los contornos melódicos (cuando las notas suben o bajan); a los que se sumaron más de otras 140 subcategorías.
El modelo, que según Brown “tiene un 80% de fiabilidad”, no tiene vocación a limitarse a este experimento, presentado durante una conferencia en Vancouver (Canadá) el mes pasado.
 “Se trata de una herramienta fundamental y, más aún, con el paso del tiempo, que es cuando la memoria se borra”, asegura el matemático, que ya en 2004 publicó un estudio en el que aseguraba haber resuelto el enigma que rodeaba el primer acorde de la canción A Hard Day´s Night (Jason I. Brown, Mathematics, Physics and A Hard Day's Night). 
 Brown está convencido de que, además de determinar la autoría de cualquier composición, el modelo desarrollado también permitirá detallas “el peculiar sello de cada autor”. 
El siguiente reto de estos dos matemáticos es demostrar científicamente, utilizando este método, la importancia de la influencia de Bob Dylan en la obra de los Beatles.