Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 jun 2018

La mala vida de Johnny Depp se refleja en su deteriorado aspecto

El actor posa con unas fans y muestra una imagen muy deteriorada. “Soy un idiota y me he envenenado durante años”, ha admitido.

Johnny Depp en Berlín (Alemania) el 3 de junio de 2018.
Johnny Depp en Berlín (Alemania) el 3 de junio de 2018. GTRESONLINE

Unas inocentes fotografías de Johnny Depp posando con fans durante la gira con su grupo de rock The Hollywood Vampires han hecho saltar las alarmas.
 ¿Qué le pasa a Johnny Depp? La pregunta que corre en las redes no hace referencia ni a su trabajo como actor o músico, ni a sus recientes problemas legales o económicos. 
Ni tan siquiera a las pataletas con las que destruyó más de una habitación de hotel a lo largo de los años o a sus historias amorosas. Sus fans han expresado su preocupación ante el aspecto tan desmejorado de la estrella, pálido, sin gota de maquillaje.
En las imágenes se le ve muchísimo más delgado que en su criticado paso por la saga de Animales Fantásticos.
 Pero este aspecto no acabó con la ilusión de una de las fans que posó junto al actor que etiquetó la foto en Instagram diciendo que Johnny Depp “se ve tan bien”. 
Pero las redes estallaron en comentarios ya que el ídolo que posa a su lado es un pobre reflejo del que fue considerado dos veces el hombre más sexy del mundo.
 En el mejor de los casos Depp, 54 años, recuerda a uno de los vampiros que dan nombre a su grupo musical.
 Las teorías de este drástico cambio en su fisonomía son muchas. Una es que se está preparando para unos de sus papeles con look icónico como el que creó para Piratas del Caribe. 
 O un simple cambio cosmético sin maquillaje y sin su famosa línea en los ojos.
 De hecho, a su paso por un museo de Moscú en la misma gira, Depp presentaba mejor aspecto maquillado. 
Pero la constante vida de excesos, drogas y alcohol muchas veces confesada a lo largo de su carrera por él mismo ha hecho que sus fans se teman lo peor.
 “Mi héroe parece enfermo”, tuiteó un seguidor. “Parece que le han quitado la vida”, añadió otro.
 Los hubo más drásticos como el que preguntó en red entre aspavientos y exabruptos eso de “¿Es este Johnny Depp?”
Depp, en Berlín en junio de 2018.
Depp, en Berlín en junio de 2018. GTRESONLINE

 Entre los próximos estrenos del actor de Eduardo Manotijeras está la película Richard Says Goodbye donde Depp interpreta a un profesor aquejado de una enfermedad terminal.

 Una trama que podría justificar su apariencia de no ser porque el actor acabó ese rodaje hace casi un año. 

De ahí que las informaciones que circulan sobre su actual aspecto prefieran centrarse en su afición a la bebida y a las drogas.

 El propio intérprete dijo en una ocasión eso de “soy un idiota y me he envenenado durante años”, una supuesta adicción que en un momento de su carrera parecía controlada pero que en los últimos años parece haber resurgido.

Ataques

El pasado noviembre, durante la gira promocional de Asesinato en el Oriente Express, se presentó en varias ocasiones borracho. 
Y hace tan solo un mes protagonizó uno de esos ataques violentos que han marcado su carrera cuando intentó agredir a uno de los trabajadores del set de City of Lies, otra de sus próximas películas. Además, están sus numerosos problemas legales, que no solo han puesto en evidencia sus caprichos y la dudosa economía de alguien que fue durante años uno de los actores mejor pagados de Hollywood.
Se habla de un Depp involucrado en actividades ilícitas con drogas y enamorado del alcohol.
 Una de las denuncias la presentaron dos de sus guardias de seguridad por impago.
 En ella también le acusan de obligarles a hacer trabajos que no les correspondían como limpiar rastros de droga de su rostro.
 La sustancia no es identificada en la denuncia aunque su exesposa Amber Heard le describió en una ocasión como un “cocainómano violento”.
Los dos guardas de seguridad también argumentan en su denuncia que tuvieron que conducir vehículos conteniendo sustancias ilegales y armas, y que el ambiente en su lugar de trabajo cambió drásticamente una vez que el último matrimonio de Depp comenzó a desintegrarse. 
La segunda denuncia la presentó el propio actor contra sus exadministradores, a quienes reclama 20 millones de euros y acusa de malas prácticas profesionales. 

 

Equilibrio y sensibilidad: así es ser una persona altamente sensible

Entre un 15% y un 20% de la población comparte este rasgo.

 
Antonio Alcón dio hace unos años con un artículo sobre las personas altamente sensibles con el que se sintió identificado y que le llevó a investigar más sobre el asunto.
 Estas personas perciben y gestionan más información, lo que las lleva a vivir los estímulos de forma más intensa.
Esto tiene ventajas: las PAS son conscientes de detalles muy sutiles en su entorno.
 También son reflexivas, intuitivas, creativas, empáticas y cuidadosas.
 Pero este rasgo, como cualquier otro, también tiene sus inconvenientes: estas personas pueden ser muy cautas y demasiado volcadas en su interior. 
A veces se sienten desbordadas y exhaustas por la sobreactivación que resulta, por ejemplo, de estar con mucha gente o en ambientes muy ruidosos.
Un rasgo normal (y frecuente)
Aunque la etiqueta suene extraña, ser altamente sensible no es ningún trastorno.
 Y es más habitual de lo que parece.
 Como escribe Elaine Aron en El don de la sensibilidad, se trata de algo normal, “un rasgo básicamente neutro”. 
Entre el 15% y el 20% de la población es altamente sensible, en diferentes grados, y otro 22%, moderadamente sensible. (Si quieres una orientación acerca de si estás o no en este grupo, puedes probar con este test de la propia Aron).
Aron fue la psicóloga que puso nombre a este rasgo y quien lo popularizó gracias a otro libro suyo, The Highly Sensitive Person, publicado en 1996.
 (Por cierto, su marido es Arthur Aron, también psicólogo y autor del experimento de las 36 preguntas para enamorarse).
Aunque a menudo se asocia este rasgo con otros como la introversión y la timidez, Manuela Pérez, presidenta de la Asociación Española de Profesionales de la Alta Sensibilidad, apunta que “tienen similitudes, pero son diferentes entre sí”, hasta el punto de que un 30% de las PAS son extrovertidas.
Una de las cosas que sí comparten estos tres rasgos es que se tienden a ver de forma negativa en nuestra sociedad, como si se tratara de defectos.
 Se valora a la gente extrovertida, sociable y despreocupada, lo cual está muy bien, pero no se ve con tan buenos ojos a quien se muestra más sensible o necesita tiempo a solas, actitudes que a menudo se ven como si se tuvieran que “curar”.
Como escribe Aron, “existe esa presión para hacer lo que hacen todos, para ser normales, guardar las apariencias, hacer amigos, satisfacer las expectativas de todos…”, que se nota especialmente en la adolescencia y juventud.
Alcón explica que ha sentido esa presión a menudo, ya que vivimos en una cultura “muy extrovertida.
 Somos de calle y de exponernos”.
 Esto no es nada malo, pero hace que los PAS tengan la sensación de “ir a contracorriente porque no te gusta lo que le gusta a todo el mundo y parece que la cultura no te acepta”. 
En resumen, “no consigues encajar por mucho que lo intentes”.
Conocer los límites
Todo esto no quita que los PAS deban aprender sobre sí mismos “y aplicar técnicas o procesos que nos ayuden a una mejor adaptación al entorno o bien a sacar lo mejor de este rasgo.
 Algunas tienen que ver con la reformulación de creencias y otras con el autocuidado, gestión de límites o la comunicación”, comenta Pérez.
Es decir, del mismo modo que una persona muy sociable también ha de aprender a estar sola, una PAS tiene que buscar el punto medio entre forzarse demasiado hacia afuera, (asumiendo muchas responsabilidades, por ejemplo) y mantenerse demasiado hacia adentro. 
Es decir, a veces tiene a sobreprotegerse, “cuando en realidad lo que anhela es estar fuera, en el mundo”, como escribe Aron. 
La psicóloga añade que “quizá lo más difícil de todo sea decidir hasta dónde protegerse, hasta dónde forzarse”, sin dejar de valorar un rasgo que “ofrece muchas cosas de las que carecen los demás”.
Por ejemplo, Alcón cuenta que hay sábados que le apetece quedarse en casa con un libro y otros en los que va con sus amigos, pero conociendo sus límites: 
“A lo mejor llego un poco más tarde y me voy antes”, cuenta. “Se trata de encontrar el equilibrio” y favorecer “un entorno de confort en el que puedes ser tú mismo”.
Otra opción que Alcón tiene es verse también con otros PAS. A principios de febrero de 2015 organizó la Asociación de Alta Sensibilidad de Madrid, con el objetivo de conocer a más personas sensibles.
 Hizo una convocatoria en la página MeetUp para un primer café y creía “que se apuntarían tres o cuatro.
 Se apuntaron 40. No sabía dónde meter a tanta gente”.
Con este grupo, explica, se han creado “espacios de encuentro”. Hacen desde cafés temáticos a picnics y excursiones, que también convocan a través de su grupo de Facebook que cuenta con más de 2.000 miembros.
 Intentan reunirse en espacios tranquilos, “que nos permita escucharnos” y, sobre todo, compartir sus experiencias.
 No solo como PAS, claro: 
“Tenemos vivencias y formas de ser muy diferentes”. Por eso también hay grupos específicos para familias, personas LGTB+, mayores de 50 años… 
Ya llevan más de 100 encuentros. 
“Quedamos por lo que nos une y compartimos lo que nos diferencia”.




Gracias a este proceso de búsqueda de información, Alcón, jerezano de 38 años que vive en Madrid, sintió “serenidad -cuenta a Verne por teléfono-. Entendía por qué me pasaban muchas cosas y aprendí a gestionarlas”.

 

50 AÑOS DE LA MUERTE DE ROBERT KENNEDY

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El hombre que tomó la foto histórica de Robert F. Kennedy agonizando recuerda la noche que acabó con las esperanzas de la izquierda de Estados Unidos en 1968.

Boris Yaro muestra la foto que le hizo a Kennedy agonizando, la semana pasada en su casa de Los Ángeles.
Durante meses, tan solo unas decenas de personas supieron realmente lo que le había pasado a John F. Kennedy
Apenas los que estaban delante cuando le reventaron la cabeza. Solo un pequeño grupo de colaboradores vio morir a Martin Luther King de un disparo lejano, cinco años después. 
Hay un par de fotos de King en el suelo. 
Pero en el asesinato del senador Robert Kennedy, el 5 de junio de 1968, en el tercer gran magnicidio de los años 60 en Estados Unidos, hubo cientos de testigos, televisión en directo y decenas de fotógrafos
. Boris Yaro era uno de ellos, y uno de los tres que estaban delante de Kennedy en el momento de su muerte.
 La fotografía que tomó es parte de la historia de Estados Unidos y su relato, un viaje a la noche que enterró el idealismo del 68 norteamericano.
 Los aniversarios no son agradables para Yaro. 
Tiene 80 años y sufre las secuelas de un ictus.
 Asegura que nunca le ha gustado mucho hablar de aquella noche en la que ni siquiera tenía que estar allí. 
Junto a una reproducción enmarcada de aquella foto, habla con dificultad en su casa del norte de Los Ángeles. 
El martes 4 de junio de 1968 se celebraban las primarias demócratas de California, en las que Kennedy debía ganar a lo grande para poder disputar la nominación a presidente.
 En solo tres meses, había montado una campaña a la izquierda del ala tradicionalista del partido, hablando a los pobres, a las minorías y a los jóvenes que clamaban contra Vietnam, una guerra del presidente demócrata Lyndon Johnson que se iba a llevar por delante al partido. 
Esa noche, en el hotel Ambassador de Los Ángeles, sus seguidores se preparaban para una fiesta.
La jornada electoral había terminado.
 Yaro llamó a la redacción de Los Angeles Times y le dijeron que se fuera a casa.
 “Hoy ya no vas a meter nada en el periódico”, le dijeron. 
Eran las 9 de la noche, el primer cierre era a las 10 y ya solo quedaban por hacer historias secundarias.
 Él vivía en la Universidad del Sur de California, no lejos del hotel Ambassador. 
 Decidió acercarse a la fiesta de Kennedy para hacer fotos. “Para mí”. 
Aspiraba a llevarse una foto de recuerdo del discurso de victoria.


Pero poco a poco revela que hay cosas que no se olvidan nunca.
Cuando el resultado estuvo claro, justo después de medianoche, Kennedy bajó de su habitación al salón donde le esperaban. 
Entró por la cocina. Yaro estaba sentado sobre un frigorífico junto a un amigo del Pasadena Star News llamado Richard Drew. Kennedy pasó rodeado de gente. 
Yaro tenía la cámara en los ojos y no lo vio. “Y de pronto Richard me dice: ‘Boris, te lo has perdido”.
 Kennedy había pasado por delante de ellos y se había quedado sin foto.
Después, el senador dio el discurso de victoria en un podio del salón de fiestas.
 Había ganado en California y se iba a presentar en la convención de Chicago dispuesto a voltear la convención demócrata. 
 Cuando bajó, volvió a la cocina por donde había venido. 
Yaro, que estaba delante del atril, fue tras él y llegó a tiempo de ponerse delante al entrar en la despensa. 
En ese momento, Kennedy se paró a saludar a trabajadores. Había decenas de personas a su alrededor. “La gente que estaba en la zona de la despensa quería darle la mano, así que se paró”.
 De pronto, “el ruido”. “¿Pero qué es esto? ¿Petardos?”.
 Yaro todavía se agita interpretando el momento.

Juan Romero, que hoy tiene 67 años, con la foto de Boris Yaro en la que aparece sujetando la cabeza de Kennedy.
Juan Romero, que hoy tiene 67 años, con la foto de Boris Yaro en la que aparece sujetando la cabeza de Kennedy. AP
Sirhan Sirhan, un inmigrante palestino de 24 años, disparó ocho tiros de un revólver Iver-Johnson calibre 22. 
Cuatro disparos impactaron en Kennedy. 
Otras cuatro personas fueron heridas.
 La investigación determinó que Sirhan era una especie de débil mental, obsesionado con matar a Kennedy y con el apoyo de Estados Unidos a Israel, de donde su familia había huido como refugiados (Sirhan cumple cadena perpetua en una cárcel de California y asegura que no recuerda nada de aquella noche).

“Me di cuenta de que alguien le estaba disparando cuando vi la pistola.
 Él levantó las manos para protegerse”. 
La gente se apartó y en cierto modo dejó un pasillo para Sirhan, que se iba acercando mientras disparaba, según lo reinterpreta hoy Yaro.
 Los primeros disparos los hizo desde unos tres metros y el último a menos de un metro del senador.
 Para entonces, Kennedy estaba ya cayendo, con las manos protegiéndose la cabeza.“Sirhan disparó hacia abajo”, gesticula Yaro, como si hubiera sido un tiro de remate.
La gente se echó sobre Sirhan en ese momento.
 Lo estamparon contra una mesa y la pistola cayó de su mano, delante de Yaro.
 Asegura que la agarró. “El mango estaba caliente, de haberla llevado en la mano mucho tiempo”. 
Dice que entonces se la quitó de la mano el jugador de fútbol americano Rosey Grier, que estaba allí como seguridad de los Kennedy. 
 “No lo vi venir, estaba mirando el revólver y pensando qué iba a hacer con él”.
 Grier contó después que él desarmó a Sirhan.
 Yaro se reafirma en su versión.

“En ese momento, Kennedy empezó a caer al suelo lentamente. La gente gritaba. 
Yo intenté abstraerme del ruido y concentrarme en la foto. Me acerqué con la cámara”. 
Era una Nikon F con un objetivo gran angular de 24 milímetros. La película era Kodak Tri-X en blanco y negro, de sensibilidad 400, forzada a 650.
 Debía ser suficiente para confiar en la luz del salón de fiestas y dejarse en flash en el coche. 
“Quería luz natural. En los sesenta eso era muy importante”.
Hizo tres fotos en las que se ve a Kennedy de cuerpo entero en el suelo, con un chico al lado vestido con el uniforme del hotel. Después se acercó e hizo otras tres de la cara de Kennedy.
 El chico que aparece en la foto se llama Juan Romero.
 Tenía 17 años.
 Era un inmigrante mexicano que trabajaba de chico de los recados del hotel Ambassador. 
Sujetó la cabeza del senador con su mano derecha y trató de ponerle un rosario en la mano.
 Antes de perder el conocimiento, Kennedy le preguntó: “¿Están todos bien?”.
Yaro estaba a centímetros de esta escena cuando notó que le tiraban de la manga.
 “Una señora me agarró del brazo y empezó a decir: ‘¡No haga fotos!’.
 Me cabreé y le dije: ‘¡Maldita sea, señora, esto es historia!’. 
Me quedé asombrado”. 
Salió de allí porque tenía que buscar un teléfono y porque la señora gritando le dejó intranquilo. 
Había estado en muchos tiroteos de la policía y no quería que empezaran a requisar cámaras.
Llegó a la sala de prensa, donde los teléfonos no funcionaban. 
No había operadoras al otro lado. 
Finalmente, de camino al aparcamiento vio una cabina y desde allí llamó a la redacción central de Los Angeles Times.
 Contestó al teléfono Bill Thomas, jefe de local.
- Han disparado a Kennedy.
- Lo sabemos. Le han dado en la pierna.
- No, no. Le sale sangre de los oídos. Tengo fotos.
- Ven inmediatamente.

“No recuerdo haber parado en ningún semáforo”. 
En la sede del periódico, subió al tercer piso y le entregó el rollo a un fotógrafo del laboratorio llamado Bill Murphy, que salió del laboratorio sujetando copias de las dos versiones, una en cada mano.
 Luego, Yaro habló con un reportero para contarle lo que había visto. 
“Entonces me metí en el cuarto oscuro del laboratorio y me eché a llorar”.
 Se fue a casa a las tres y media de la mañana.

En medio siglo no ha contactado con ninguno de los otros testigos o supervivientes de aquella noche. 
“He intentado alejarme de aquello. No es agradable”. 
Esa mañana, Yaro había votado por Kennedy en las primarias demócratas. 
Por la noche, presenció su ejecución a bocajarro. 
Todavía se incomoda y suelta un insulto cuando se le menciona a Richard Nixon, que acabaría ganando aquellas elecciones y del que también tiene una foto en la pared de su casa, una especie de museo de las noticias del sur de California.
El pasado domingo, en Los Angeles Times, Juan Romero contaba que él acabó de hablar con la policía a las 6:30 de la mañana del 5 de junio.
 Volvió a su casa en autobús, aún con las manos manchadas de la sangre que le salía a Kennedy por el oído derecho, perfectamente visible en la fotografía de Yaro.
 Una señora delante de él estaba leyendo el periódico, le reconoció y le preguntó si él era el de la foto.
 “Esa es la primera vez que vi la foto. Y nunca quise volver a verla”.



 

Carmen Calvo será la única vicepresidenta y llevará la cartera de Igualdad

Será uno de los dos nombramientos clave del nuevo Ejecutivo, junto con Josep Borrell para la cartera de Exteriores.


 

La secretaria de Igualdad del PSOE Carmen Calvo, en una rueda de prensa en abril. En vídeo, perfil de Calvo.
Pedro Sánchez ha querido dar varias señales políticas de gran calado con los dos nombramientos que serán clave en su nuevo Ejecutivo: la cartera de Exteriores, que asumirá Josep Borrell, y la vicepresidencia única con competencia en Igualdad, que corresponderá a Carmen Calvo.
 Con el exministro catalán envía un mensaje de firmeza contra el secesionismo catalán, y con la exministra andaluza otorga el máximo relieve al feminismo al hacer depender por primera vez en democracia Igualdad de la vicepresidencia.
 José Luis Ábalos, posible portavoz, y Margarita Robles serán puntales del Gobierno socialista.

Pedro Sánchez quiere pesos pesados en su Gobierno y por eso incluirá a Carmen Calvo como vicepresidenta y a Borrell como titular de Exteriores.

Calvo, doctora en Derecho Constitucional, será la única vicepresidenta del Ejecutivo de Sánchez.
 El presidente socialista concede por primera vez en democracia la competencia en Igualdad a la vicepresidenta, que asumirá también la cartera de Presidencia y de Relaciones con las Cortes, según consideran con máxima probabilidad fuentes socialistas.
 Sánchez confió en Calvo la responsabilidad de negociar con el Gobierno del PP el contenido de la intervención del artículo 155 en Cataluña, y desde entonces, por su solvencia, la exministra ha ido ganando ascendencia para el secretario general del PSOE, hasta el punto de elegirla como su número dos.
Calvo fue ministra con José Luis Rodríguez Zapatero y vicepresidenta del Congreso, lo que le otorga un conocimiento especial tanto del Ejecutivo como del Legislativo, además de ser experta constitucionalista. 
Al otorgarle la cartera de Igualdad, Sánchez da la máxima relevancia a la perspectiva de género en su acción política. 
Además, igual que la vicepresidenta saliente, Soraya Sáenz de Santamaría, que llevaba la cartera de Administración Territorial, tendrá para sí la responsabilidad de las relaciones con Las Cortes. Borrell, veterano político catalán, ha estado muy cerca de Sánchez desde que reanudó la carrera por la secretaría general del PSOE después de su dimisión tras la lucha fratricida de los socialistas en 2015. 
Borrell también estuvo con él cuando compitió en elecciones primarias por la secretaría general del PSOE y, junto a otros, le ayudó a presentar un proyecto político para España.
 Ahora Sánchez, que ha llegado a la presidencia del Gobierno tras sacar adelante una moción de censura para sustituir al conservador Mariano Rajoy, le ha pedido al político catalán que sea su ministro de Exteriores.
 La oferta le cogió en Italia, donde pasaba unos días de asueto, y ayer dio el sí al jefe del Ejecutivo.
Así, volverá a ser ministro después de haberlo sido de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente con Felipe González entre 1991 y 1996.
 Antes había sido secretario de Estado de Hacienda, cargo que ocupó durante ocho años.
 Entre 2004 y 2007 fue presidente del Parlamento Europeo.

Ahora será el rostro y la voz exterior del Gobierno de Sánchez, si bien en los últimos tiempos ha sobresalido por plantar cara al independentismo catalán desde diferentes planos
Por un lado, con publicaciones en las que demostraba que el Estado no maltrataba económicamente a Cataluña, y desde tribunas públicas, para defender la legalidad constitucional y el derecho de los catalanes no independentistas, como él, a defender ser españoles y catalanes sin sentirse discriminados.
Con este nombramiento, Sánchez pretende que la representación de España en el ámbito internacional sea del máximo nivel, pero también dejará sin muchos argumentos al PP y a Ciudadanos cuando extienden la tesis de que Sánchez ha establecido pactos secretos con los independentistas a cambio del apoyo en su moción de censura.

Lastra, portavoz

No estarán en el Gobierno todos los dirigentes relevantes que acompañan a Pedro Sánchez porque algunos de ellos se quedarán en el partido y en el grupo parlamentario. 
Pero sí se reserva un espacio muy especial para el secretario de Organización, José Luis Ábalos, señalan las fuentes cercanas al presidente.
 Ábalos entrará en el Ejecutivo en una cartera relevante sin perder su responsabilidad como secretario de Organización, y podría asumir la tarea de portavoz del nuevo Gobierno. 
 Mientras, la vicesecretaria general, Adriana Lastra, queda fuera del Gobierno pero será la nueva portavoz parlamentaria del PSOE. Ahora era portavoz adjunta.
A pesar de que el área de Justicia es la especialidad de la actual portavoz parlamentaria, Margarita Robles, las fuentes consultadas la sitúan como ministra del Interior.
 Esta juez fue secretaria de Estado de Interior en uno de los Gobiernos de Felipe González cuando Juan Alberto Belloch, también juez y exalcalde de Zaragoza, ostentaba los ministerios de Justicia e Interior.

Sánchez tendrá un Gobierno de 15 ministerios, dos más que los actuales, porque volverá a crear el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Medio Ambiente como carteras independientes.
Las áreas de Economía y Hacienda están siendo especialmente cuidadas por Sánchez, aunque hay alguna duda de que se mantengan juntas.
 Este lunes casi todas las carteras tenían ya titular, según fuentes del Gobierno, y ahora se trabaja en las decenas de segundos y terceros niveles que tienen que ocupar cargos tras los ministros, pero también en otros organismos del Estado.
 El entorno del presidente asegura que Sánchez busca esencialmente la capacitación técnica y política de los que serán altos cargos de la Administración socialista.

No será un tema menor la Sostenibilidad y el Medio Ambiente que ocupará Teresa Ribera, una de las máximas expertas del país en esta materia, y junto a ella ocupará un cargo de alta responsabilidad el asturiano Hugo Morán, igualmente especialista en esta cuestión. El doctor en Medicina Rafael Bengoa, que fue consejero de Sanidad del Gobierno vasco con Patxi López, también puede tener entrada en el Gobierno. Y los nombres de la diputada catalana Meritxell Batet y la diputada gallega Pilar Cancela suenan fuerte para formar parte del Ejecutivo socialista.