El Gobierno se prepara para asestar un nuevo golpe fiscal a las
compañías de telecomunicaciones, a las que va a multiplicar
prácticamente por 13 la tasa que les cobrará por las frecuencias que
albergarán el 5G o quinta generación de la telefonía móvil. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado de 2018 recoge un
incremento espectacular de la tasa anual que deben abonar las operadoras
por el uso del espectro de la banda de 3,4 a 3,8 gigahercios (GHz),
destinada a los servicios llamados a revolucionar la telefonía móvil. Además, tiene intención de rentabilizar al máximo también la subasta de
frecuencias.
Un anuncio del 5G en un pabellón del MWC18. YVES HERMANREUTERSHacienda quiere sacar tajada a la quinta generación de telefonía
móvil antes incluso de que eche a andar. Y lo quiere hacer por dos vías:
subastando al mejor postor las frecuencias y cobrando luego a precio de
oro el alquiler anual de las mismas a través de las tasas. Para
comenzar a operar el 5G, las compañías van a disponer de 400 megahercios
(MHz) inicialmente. El Gobierno subastará los 200 MHz que quedan libres
(entre los 3,6 y 3,8 GHz de esa banda), ya que otros 200 MHz (entre 3,4
y 3,6 GHz) ya se adjudicaron, y están en manos de Telefónica. Orange,
Eurona, Iberfibra y el Ministerio de Defensa, con 40 MHz cada uno. El Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital ha
diseñado una licitación de forma que los operadores —Telefónica, Orange,
Vodafone y MásMóvil— tengan que aumentar las pujas para asegurarse que
no se quedan sin frecuencias. El Gobierno quiere repetir el ejemplo
británico que acaba de conseguir casi 1.000 millones de euros en la
reciente subasta, de los que 600 millones los ha pagado Telefónica por
su filial O2. De confirmarse la propuesta recientemente sometida a consulta
pública, el concurso español fijará el límite en 120 MHz por compañía. Debido a las características técnicas del 5G, el mínimo de espectro en
esta banda para tener una red de muy buena calidad es 80 MHz, mientras
que con 100 MHz se pasaría a tener una de la máxima prestación técnica
permitida por la tecnología a día de hoy. Si Telefónica y Orange, que ya disponen de 40 MHZ cada uno, deciden
pujar por los otros 80 MHZ a los que tienen derecho, forzarían a otras
compañías sin espectro como Vodafone o MásMóvil a elevar
considerablemente la puja para no quedarse fuera. Este hecho ya sido
denunciado por la CNMC en el informe preceptivo que ha enviado al
Gobierno, y en el que para garantizar la competencia, el regulador se
inclina por fijar un límite de 100 MHz por operador.
El segundo pellizco
Pero el Ejecutivo no se conforma con la subasta, sino que quiere
asegurarse un buen pellizco anual de los operadores que obtengan las
frecuencias de la banda de 3,7 GHZ. Por eso, ha incluido en el proyecto
de Presupuestos un aumento desde los casi 17.000 euros que se paga
actualmente al año por cada megahercio (MHz) hasta los 217.000 euros. De
este modo, la recaudación anual solo por esas frecuencias ascendería a
más de 78 millones de euros, según informaron a EL PAÍS fuentes del
sector. La tasa por la reserva del espectro radioeléctrico se fija de acuerdo
a varios baremos. El más relevante son las expectativas de rentabilidad
por el uso de esas frecuencias. Actualmente parte de la banda de 3,5
GHz está siendo utilizada para prestar servicios de telecomunicaciones
con baja utilización y hasta finales de año no empezarán las pruebas del
5G sobre esa banda, no previéndose lanzamiento comercial hasta 2020.
El Ministerio de Energía quiere asegurarse esa importante recaudación
mucho antes de que arranque el 5G, y las operadoras puedan empezar a
rentabilizarlo. El Ministerio publicó en diciembre pasado el Plan
Nacional 5G, que prevé el inicio de las licitaciones de licencias en la
primera mitad de 2018, con el objetivo que empiece a haber despliegue comercial en 2020. No obstante, el grueso de los servicios se desplegarán en la banda de
los 700 MHz, ahora ocupada por la televisión digital terrestre, y cuya
tasa anual aún no está determinada. Las operadoras temen que cuando se
licite esta banda el Gobierno reproduzca otro rejonazo fiscal y
recaudatorio. Actualmente, los servicios de la telefonía móvil (3G y 4G) están
soportados en las bandas de frecuencias 800, 900 MHz, 1800 MHz, 2100 MHz
y 2600 MHz por las que anualmente los operadores pagan unos de 350
millones.
Las operadoras ya han avisado que cuanto mayor sea la voracidad
recaudatoria más dificultades tendrán para abordar las costosas
inversiones que precisa la nueva red de 5G.
Desde el éxito en 2011 con 'Levels', todo fue hacia arriba a máxima velocidad en la vida del DJ sueco.
El DJ sueco Avicii, en una imagen de archivo en Lisboa.GTRES | EPV
Tim Bergling, el joven sueco al que llevábamos años conociendo
artísticamente como Avicii, nos ha dejado. Murió este viernes lejos de
su ciudad natal con apenas veintiocho años de edad y justamente diez
después de que iniciase su carrera musical. Una década que empezó
modestamente, conquistando un puerto de montaña tras otro, hasta que el
éxito masivo llamó a su puerta en 2011 con ese rotundísimo sencillo que
era Levels, una canción de electrónica para todos los públicos,
adictiva y que sampleaba a la mismísima Etta James. A partir de ahí,
todo fue hacia arriba a máxima velocidad.
La electronic dance music (EDM) se convertía casi
en paralelo a su carrera en el movimiento musical de moda comercialmente
hablando y en uno de los negocios más grandes que la industria musical
hubiera visto nacer desde el declive del formato físico. Llegaban los
festivales masivos de electrónica (Ultra, Tomorrowland, los escenarios
de baile de Coachella o Lollapalooza...), los millones de visionados y
escuchas en streaming, las nuevas electronic pop stars
globales, etcétera. Y en medio de todo aquello, unos pocos nombres que
eran sinónimo de éxito asegurado, entre ellos el de un Avicii que no
hacía sino incrementar sus cifras con el que fuera su primer larga
duración, True (2013), el álbum que incluía los multimillonarios singles Wake Me Up y Hey Brother, sin lugar a dudas dos de sus mejores canciones. En los brazos del éxito no hay descanso para los débiles, así que las
giras interminables, la promoción o las obligaciones contractuales
empezaron a golpear poco a poco la salud del joven Bergling al tiempo
que el público le alababa en cada una de sus sesiones y respaldaba cada
una de sus nuevas canciones. Llegó el alcohol y con él las complicaciones, pero los flashes, las
colaboraciones de verdadero lujo (desde Rihanna a Coldplay, pasando por
Madonna) y los escenarios parecen maquillar todos los problemas. Por lo
menos hasta que, en 2015, se publica Stories, su segundo larga
duración, que no se recibe tan bien como al artista le hubiera gustado. Pese a que Avicii continúa muy arriba en cuestiones de éxito, en apenas
unos meses ya no es el artista con el que todo el mundo quiere colaborar
o hacerse la foto. Y obviamente, la salud no le acompaña. El estrés y
la presión marcando su día a día hasta que el jovencito rubio que años
atrás solamente quería hacernos bailar empieza a ser una de las primeras
víctimas de su generación. Cancelaciones sonadas, noticias poco
alentadoras sobre su estado de salud y finalmente la noticia de que
Avicii abandonará definitivamente el mundo de la música en marzo de 2016
con una sesión en Ibiza a modo de despedida.
El sueco se aísla del mundo durante aproximadamente un año para luego
anunciar su intención de publicar un tercer álbum que terminará siendo
en un EP de seis canciones que verá la luz en verano de 2017. El artista
recupera parte de su actividad y su nombre continúa teniendo mucho
tirón, pero sus canciones no marcan tanto la actualidad como antaño. Pasan los meses y, cuando nadie se lo esperaba, la representante del
artista informa de forma oficial que Avicii ha muerto en Mascate, la
capital de Omán. No se han dado a conocer las causas de su muerte, pero
todo apunta -incluso medios como Variety lo dan a entender- a
que sería una pancreatitis derivada de la ingesta excesiva y repetida de
alcohol. Quizás en breve se comunique de forma oficial de qué ha muerto
Avicii, pero tanto da, porque todos sabemos que, en realidad, el
artista ha sido la primera víctima de la voraz maquinaria del negocio
musical que durante los últimos años ha girado alrededor de ese
millonario género llamado EDM. O, siendo más románticos, digamos que
Avicii ha sido víctima de su propio talento. La pieza fundamental para entender los últimos años en la carrera del sueco está en el documental Avicii: True Stories,
dirigido por Levan Tsikurishvili y disponible en Netflix. Estrenada en
octubre de 2017, poco después del lanzamiento del último Ep del artista,
la película nos descubre la cara oculta, o por lo menos la más oscura,
del éxito de esa nueva generación de artistas electrónicos que han
formado parte del EDM. Mientras que apenas un año antes el también DJ superestrella Steve Aoki protagonizaba I'll Sleep When I'm Dead,
un documental que le mostraba como un artista hecho a sí mismo, capaz
de controlar su carrera y de paladear el éxito gracias a lo que había
aprendido de su padre y de sus años de militancia en la escena punk underground, Avicii: True Stories
nos descubría a un chico tímido y vulnerable que debe enfrentarse al
éxito y a las giras, intentando mantenerse lo más cuerdo posible, pero
incapaz de evitar caer víctima de la onda expansiva de su propio
talento. Ahí descubrimos a un Avicii agotado por los viajes
interminables, presionado por su mánager, incapaz de recuperar una salud
que se le escapa entre los dedos.
Está claro que el EDM ha permitido a artistas muy jóvenes despuntar
en el mundo de la electrónica comercial (recordemos también a Martin
Garrix, por poner solamente otro ejemplo cercano), pero también es
evidente que les ha puesto de la noche a la mañana en un mundo en el que
el negocio manda y no hay respiros posibles.
Quizás Tim Bergling haya sido la primera gran estrella de la electronic dance music
que pierde la batalla contra su propio éxito, pero casi con total
seguridad no será la última. La máquina continúa a pleno rendimiento y
con los pistones bombeando al máximo. El mundo va a toda velocidad y,
apenas unos meses después de la retirada de Avicii en 2016, ahí estaban
-por poner otro ejemplo- The Chainsmokers grabando junto con Coldplay y
ocupando ese puesto que ese jovencito chico rubio nacido en Estocolmo en
1989 había dejado vacante.