Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

19 abr 2018

Muere el doctor Luis Montes, abanderado de la muerte digna

El médico fue perseguido por el PP de Madrid por las sedaciones en el Hospital Severo Ochoa de Leganés.

Luis Montes presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente, en una imagen de 2010.
El doctor Luis Montes (Salamanca, 1949), presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), acusado y posteriormente absuelto, en 2007, de causar la muerte mediante sedaciones terminales irregulares a 400 enfermos del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), ha fallecido este jueves a los 69 años, según ha confirmado fuentes de la asociación.
La muerte se ha producido de forma inesperada cuando se desplazaba a un acto vinculado con la asociación, en la que se había volcado durante los últimos años.
Montes, cuya especialización era la de anestesista aunque en Leganés ejercía de jefe del servicio de urgencias, acabó siendo la cabeza visible de un grupo de facultativos del que también formaban parte el ginecólogo Javier Martínez Salmeán, el internista Frutos del Nogal y el otorrino Carlos Barra, entre otros.
 Todos ellos coparon cargos de responsabilidad en el Severo Ochoa y el Hospital de Móstoles tras una larga trayectoria en el sur de la Comunidad de Madrid, donde lucharon por imprimir a la práctica de la medicina un marcado carácter progresista y de servicio público.
Un ejemplo es su firme oposición a intentos privatizadores de la sanidad de los Gobiernos del PP. Otro, que se remonta a los años 80, fue su apuesta porque fueran los hospitales públicos los que asumieran la realización de abortos, práctica entonces no siempre accesible para quien la necesitaba y siempre relegada a clínicas privadas.
 Desde los pasillos de urgencias de Leganés, Montes decidió en sus últimos años en ejercicio poner fin a lo que, en sus propias palabras, era una de “las grandes cuentas pendientes de la sanidad pública: la muerte digna”.
 “La gente sufría y agonizaba durante horas y días sin otra razón que los prejuicios y la ineptitud de muchos facultativos”, solía afirmar.

Esta actitud disgustó a algunos médicos del Severo Ochoa y a los sectores más conservadores del PP madrileño, lo que acabó provocando uno de los mayores escándalos ocurridos en la sanidad pública española durante las últimas décadas.
 Tras recibir una denuncia anónima, y sin contar con informe o prueba alguna que sustentara la gravedad de las acusaciones, el entonces consejero de Sanidad de Madrid, Manuel Lamela (PP), purgó a Montes y sus aliados en el Severo Ochoa y puso en marcha una auténtica cacería de brujas contra los facultativos, a los que llegó a acusar implícitamente de decenas de muertes por sedaciones ilegales.
Lamela, en todo momento apoyado por la presidenta regional Esperanza Aguirre, hizo todo lo posible para sustentar las acusaciones.
 Creó comisiones para que elaboraran informes ad hoc, juego al que se prestaron algunas de las más destacadas figuras médicas de la Comunidad de Madrid. 
Y adoptó cuanta decisión administrativa fue necesaria para lograr que ni Montes, ni su equipo ni quienes salieron en su defensa volvieran a ocupar cargo de responsabilidad alguno.

Pero si Lamela logró en su embestida el apoyo de algunos de los sectores médicos más conservadores —y el silencio cómplice de la entonces presidenta del Colegio de Médicos, Juliana Fariña—, el consejero fracasó rotundamente cuando fue la justicia la que examinó el caso. 
En junio de 2007, el juez instructor archivó el caso con una decisión que tenía algo de salomónica. 
Por una parte, libraba a Montes y su equipo de toda responsabilidad penal, pero admitía que en cuatro sedaciones se habían producido irregularidades.
Esto dejó insatisfecho a Montes, que recurrió el caso hasta que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid desmontó punto por punto las acusaciones de Lamela y eximió a Montes de cualquier mala práctica.
Empezó entonces otro largo proceso judicial, esta vez sin éxito para Montes y 39 de sus colaboradores, para exigir que fueran resarcidos por los daños morales y económicos sufridos. 
Pero para Montes, según sus palabras, lo peor que hizo Lamela fue hacer que "la gente muera peor".
 Desde 2009 el doctor era presidente federal de DMD, desde donde defendía la despenalización de la eutanasia, el acceso universal a los cuidados paliativos y a la sedación.
 Montes ponía en el centro de su trabajo el derecho a la autonomía, la libertad individual y la voluntad del paciente.
 La militancia de Montes se remonta a los tiempos de la oposición al franquismo, donde se volcó en el trabajo comunitario en los barrios de chabolas que abundaban en el norte del actual distrito de Tetuan.

 

 

Serrat: “Las redes sociales no son tan importantes como ellas se creen”

 

El artista comienza este domingo su gira ‘Mediterráneo de capo’ con 100 actuaciones entre España y Europa y América.

Joan Manuel Serrat, en la entrada al garaje de un hotel en la calle Prado.
Dice Joan Manuel Serrat que la marea mental del 68 desembocó para él en Mediterráneo.
 No sólo en la canción que acabarían tarareando tres generaciones de hispanohablantes. 
En todo un disco impregnado de brisas libertarias, salitre con la carcoma de un pasado del que la mayoría deseaba huir lejos de pueblos y fantasmas más negros que blancos, o emociones que brotaban al toparse de sorpresa con pequeñas cosas por los cajones. 
Hoy, para muchos, ese espíritu es una resaca que se empeñan en desmitificar y quitar importancia. 
Pero para el músico, aquellos aires, cambiaron un montón de mentalidades para bien.
 Y por tanto, con 74 años cumplidos, desea rememorarlo en compañía de sus fieles a lo largo de una gira monumental: cerca de 100 conciertos entre España, Europa y América.
Comienza este domingo en Roquetas de Mar (Almería).
 Ha titulado el tour Mediterráneo da capo
 Piensa cantar ese repertorio, aparecido en 1971 con diez canciones que cambiaron la música popular en español para siempre.
 De arriba a abajo.
 Desde la que da título al disco a joyas como Aquellas pequeñas cosas, Pueblo Blanco, Barquito de papel, La mujer que yo quiero, Vagabundear, Tío Alberto,
 Qué va a ser de ti, Vencidos,
 Lucía
Lleva seis músicos acompañándolo bajo la mano batuta del gran Ricard Miralles al piano.
 Para no desentonar, tiene la vergüenza torera de ensayar a diario guitarra en mano lo que sa sabe de memoria. 
“Debo estar a la altura.
 Para esto repito lo que decía Arthur Rubinstein.
 Él tocaba el piano como los ángeles. 
Yo la guitarra con el culo, pero, en fin.
 Contaba que cuando no practicaba un día lo notaba él. Si se apartaba tres días, lo acusaban los más cercanos. 
Y si lo dejaba una semana, el público.
 Así que no me queda otro remedio que ensayar para desentonar lo menos posible”.
Lo comenta en una escala madrileña previa a la gira. Inquieto porque está a punto de ser abuelo por cuarta vez:
 “Ese papel es muy fácil. Basta con dejarse llevar.
 Alegrías para los abuelos… Los disgustos, para los padres”. 
Así todo, sale relajado y un tanto por encima del barullo político. Aunque pendiente de la que hay montada a varios niveles.
Tema Cifuentes: “¿Quién creó esa universidad, la Rey Juan Carlos? El PP, ¿no? ¿Por qué lo hizo?
 Para modelar individuos a su imagen y semejanza. Tienen profesores y alumnos estupendos ahí, ojo. 
Una vez queda claro que no ha asistido al máster, ¿a qué esperar para irse?
 ¿A qué el tocino quede más salao y más seco? De todas formas, ella hace lo que ha decidido su presidente, que la apoya. ¿Cómo? Como suele él abordar las cosas.
 Sin hacer nada. Y ella, pues haciendo lo que hacen siempre”. 

El día de la marmota en el frente madrileño. 
Como ocurre con el procés… “Estamos en lo visto. Y no salimos. Tendrían que pasar varias cosas para resolver el embrollo.
 Que el juez deje en libertad a los presos o que entre los diputados soberanistas designen a uno sin cargas judiciales. De todas formas, antes del 22 de mayo pasará algo porque la distancia de los independentistas es muy corta y corren riesgo de perder si se repiten elecciones”.

Entre el tira y afloja, habrá que ir entendiéndose.
 A poder ser, con quienes están presos en la calle, dice Serrat: “Yo siempre he creído que en estos casos deben ingresar en prisión aquellos que tienen delitos probados.
 Es muy duro el castigo que supone estar ya seis meses separado de tu familia. Me parece injusto y políticamente torpe”.

Pero la temperatura no baja. Otra cosa es el hartazgo. Él ha sufrido los calentones en sus carnes por los ataques radicales de lo más cafre y echado al monte del soberanismo. 
Hasta fascista lo llaman. Toma ya. A Serrat, que hizo corear a Antonio Machado y a Miguel Hernández con Franco todavía en el despacho.
 Que padeció exilio por protestar contra los fusilamientos del proceso de Burgos o censura y boicot por querer cantar en catalán... “A mí me afecta eso lo mismo que cuando insultan a un árbitro. 
Si les doliera, responderían. ¿Qué es un fascista? Aquel que desprecia al resto de quienes no piensan como él. 
Yo he defendido siempre con vehemencia el derecho que tiene cualquiera a expresarse aunque no crea lo que yo”.
Pero en esta época de hogueras a saldo en las redes sociales, parece que vale todo. 
“Yo no he enviado un twit en mi vida.
 Tengo mucho trabajo. Y me queda tanto por leer. 
No puedo perder el tiempo. 
De todas formas hay que decir que las redes no son tan importantes como ellas se creen. 
Y dicho esto, tampoco quiero crear la sensación de que no me gustan. 
Me parecen bien siempre que no acaben desembocando en una especie de pensamiento único o cuando se utilizan de manera grosera. 
 Pero las veo muy útiles como plataforma de información y diálogo”.
Para correr la voz, por ejemplo, de que este artista símbolo vuelve a la carretera. 
Lo hace ansioso y templado. Entusiasta y expectante. 
Feliz y asombrado. Con unas canciones concebidas hace 47 años como si hubieran nacido ayer.
 Muy útiles. Tremendamente vigentes. “Salieron de una manera natural, implicadas en aquel tiempo.
 Vivíamos un cambio de espíritu y de visión. No sólo en España y París.
 En Praga, en México, en Argentina. 
Aquella efervescencia resultó muy beneficiosa para la liberación sexual, para la igualdad de las mujeres. 
Algunos lo viven ahora como una derrota y se quejan de que para ellos fue una revuelta de niños bien”.
Pero en muchos aspectos, mejor aquello que muchas involuciones presentes. 
“Son cosa del maligno, ya sabes a lo que me refiero… Eso que provoca personajes como Trump, estados de ánimo. Él maligno no cesa. Trabaja cada día.
 No podemos relajarnos y dejar que lo conquistado desaparezca. Los logros no se conservan solos. Yo sé que cuesta mantenerlos. Pero los debemos defender”.

 

 

La tragedia del vuelo de Southwest saca a relucir el temple de su capitana, una antigua piloto de combate

Con nervios de acero, la piloto Tammie Jo Shults procedió a un aterrizaje de emergencia en Filadelfia que le valió el aplauso de los pasajeros

  • La capitana del accidentado vuelo de Southwest, Tammie Jo Shults, frente al avión de combate F/A-18A en 1992. En vídeo, la llamada de emergencia de la copiloto.
    El vuelo Southwest 1380 del pasado martes pasará la historia como una calamidad.
     A 9.000 metros de altura, estalló su motor izquierdo, se rompió una ventana y la pasajera Jennifer Riordan encontró la muerte tras ser casi succionada al exterior.
     Todo fue mal y todo podría haber ido aún peor si no fuera por una mujer que demostró un temple de acero: la capitana Tammie Jo Shults, de 56 años. 
    Sin perder los nervios, la piloto estabilizó la nave y procedió a un aterrizaje de emergencia en Filadelfia que le valió el aplauso de los pasajeros y la admiración de los estadounidenses.
    La capitana Tammie Jo Shults en la actualidad.
    La capitana Tammie Jo Shults en la actualidad. AP
    La sangre fría de Shults, que se ha aireado en las grabaciones con la torre de control, tiene explicación.
     En los ochenta y noventa, fue piloto de combate.
     Y pese a que nunca pudo entrar en operaciones de guerra por las restricciones legales que entonces sufrían las mujeres, Shults se distinguió como instructora de vuelo, capitana de todo tipo de aeronaves militares y pionera en el manejo de los terribles y supersónicos F/A 18 Hornet.
    Enamorada desde la adolescencia de la aviación, durante 10 años sirvió a la Armada hasta que el 31 de marzo de 1993, con el grado de comandante, colgó el uniforme y empezó una nueva vida.
     Justo una semana después, el presidente Bill Clinton dio inicio a los trámites para permitir la participación de mujeres en combates.
    La piloto Tammie Jo Schults y miembros de la tripulación en la cabina.
    La piloto Tammie Jo Schults y miembros de la tripulación en la cabina. REUTERS
    Su paso por el ejército fue recogido en el libro Madres de vuelo militar, de Linda Maloney. 
    Aparte de este destello, la capitana Shults ha llevado todos estos años una existencia alejada de los focos. 
    Madre de dos hijos y casada con otro antiguo piloto de combate, se dedicó al aviación civil.
     A comandar las tranquilas aeronaves de la compañía Southwest.
    Nada especial hasta que el pasado martes, por causas que aún se desconocen, el motor izquierdo de su Boeing 737-700 estalló cuando se dirigía de Nueva York a Dallas. 
    A bordo iban 143 pasajeros y 5 tripulantes.
     Tras la explosión, las esquirlas rompieron una ventanilla, despresurizaron la cabina y dejaron en estado crítico a una viajera.
    Un escenario de escalofrío ante el que Shults echó mano de su experiencia militar y actuó con impecable serenidad.
     Comunicó con detalle su situación a la torre de control­ –su escueto “hemos perdido parte del avión” se ha vuelto viral– y procedió al aterrizaje de emergencia sin un motor y con un boquete en la cabina. Muchos pasajeros empezaron a rezar.
    “Tuvo nervios de acero. Fue maravillosa, la aplaudo”, contó a los medios estadounidenses el pasajero Alfred Tumlinson. “Eres una verdadera heroína. Gracias por tu valentía y guía en una situación tan traumática”, escribió en Facebook la viajera Diana McBride, en un tono que recordaba al que se empleó en 2009 con Sully Sullenberger, que amerizó un Airbus-320 sobre el Río Hudson.
    Después del aterrizaje, la herida fue trasladada al hospital, donde murió como consecuencia de los traumatismos sufridos en cabeza, cuello y torso.
     La capitana Shults no ha efectuado declaraciones.

 

Karl Lagerfeld: “Si no quieres que te bajen los pantalones no te hagas modelo”

El diseñador dice estar harto del #MeToo y varias feministas, como Rose McGowan, piden como respuesta boicotear la firma Chanel.

Karl Lagerfel en la semana de la moda de París de 2016. Karl Lagerfel en la semana de la moda de París de 2016. gtresonlin

No es la primera vez que Karl Lagerfeld crea polémica con sus frases de diseñador genial: llamó gorda a la cantante Adele: “Pero tiene un rostro bonito y una voz divina”, añadió. 
Despachó a Inés de la Fressange, musa durante años de Chanel con un “le deseo toda la suerte del mundo, hasta el punto de no tener que verla nunca más ni oír hablar de ella". 
Y tampoco tuvo reparo en afirmar que odia “a la gente desagradable y fea.
 Lo más feo son los hombres bajitos”.

Ahora, Karl Lagerfeldha vuelto a elevar la temperatura afirmando que “ha tenido suficiente sobre el movimiento #MeToo” y que “está harto de eso”, en una entrevista concedida a la revista francesa Numéro Magazine
 Todo ello mientras continúan conociéndose casos de acoso en la industria de la moda y la sensibilidad sobre este asunto se encuentra en uno de sus momentos más álgidos.
 No contento con esta afirmación, el director creativo de Chanel, Fendi y la marca bautizada con su propio nombre, argumenta su hastío afirmando que lo que más le impresiona “de todo esto son las estrellas que han tardado 20 años en recordar lo que sucedió. Por no mencionar el hecho de que no hay testigos de cargo”. 
Y aunque admite que no soporta a Harvey Weinstein porque “no es exactamente lo que podría llamarse un hombre de palabra”; defiende con fervor a Karl Templar, estilista y director creativo de la revista Interview, quien el pasado mes de febrero se enfrentó a sus propias denuncias de acoso sexual.

 “En cuanto a las acusaciones contra el pobre Karl Templar”, ha dicho Lagerfeld, “no creo una sola palabra.
 Una chica se quejó de que intentó bajarle los pantalones y fue excomulgado de inmediato de una profesión que hasta entonces lo había venerado. 
¡Si no quieres que te bajen los pantalones, no seas modelo! Únete a un convento de monjas, siempre habrá allí un lugar para ti. ¡Incluso están reclutando!”
No contento con esta afirmación, el director creativo de Chanel, Fendi y la marca bautizada con su propio nombre, argumenta su hastío afirmando que lo que más le impresiona “de todo esto son las estrellas que han tardado 20 años en recordar lo que sucedió. Por no mencionar el hecho de que no hay testigos de cargo”.
 Y aunque admite que no soporta a Harvey Weinstein porque “no es exactamente lo que podría llamarse un hombre de palabra”; defiende con fervor a Karl Templar, estilista y director creativo de la revista Interview, quien el pasado mes de febrero se enfrentó a sus propias denuncias de acoso sexual.
 “En cuanto a las acusaciones contra el pobre Karl Templar”, ha dicho Lagerfeld, “no creo una sola palabra. 
Una chica se quejó de que intentó bajarle los pantalones y fue excomulgado de inmediato de una profesión que hasta entonces lo había venerado. 
¡Si no quieres que te bajen los pantalones, no seas modelo! Únete a un convento de monjas, siempre habrá allí un lugar para ti. 
¡Incluso están reclutando!” 

Rose McGowan en el festival de cine de Tribeca.
Rose McGowan en el festival de cine de Tribeca. Gtresonline
Las reacciones no se han hecho esperar. La modelo estadounidense Chrissy Teigen tuiteó: “Seguramente existe un punto intermedio, Karl”, en clara referencia a las poco afortunadas palabras del diseñador de origen alemán.
 Pero otras voces han sido mucho más contundentes. La actriz Whitney Cummings publicó el siguiente tuit: “Karl Lagerfeld está harto del #MeToo.
 Bueno, yo estoy harta de ricos viejos con colas de caballo blancas que ganan dinero con las inseguridades de las mujeres”. 
Y la actriz Rose McGowan, una de las impulsoras del movimiento #MeToo y también de las primeras en hablar públicamente la perversa conducta sexual en Hollywood, publicó en su cuenta de esta misma red social una fotografía suya junto a una monja acompañada del siguiente texto: 
“Karl, tu crueldad es agotadora. Has hecho mucho dinero con la inseguridad de las mujeres, es hora de dejar de aprovecharte del sentimiento de culpa de las víctimas”.
 Comentarios que cerraba con el hashtag #BoycottChanel, con el que llamaba a no consumir productos de la marca de moda francesa diseñada por Lagerferld.