Ellas, que la utilizan como herramienta de trabajo, reflexionan sobre su poder transformador.
Àngels Barceló.
Periodista, lleva más de 10 años al frente del programa Hora 25, de la
Cadena Ser, al que llegó tras una larga etapa en informativos
televisivos.
Foto: Gianfranco Tripodo
“Hasta hace poco, expresiones y términos como trabjao doméstico, ‘mansplaining‘
o sonoridad no estaban en nuestro vocabulario.
Estamos nombrando
nuestra experiencia”.
Lo dice la escritora, ensayista y editora Laura Freixas,
que se ha pasado toda una vida pensando acerca de la presencia de las
mujeres en la cultura, desentrañando las herramientas del patriarcado
para silenciar nuestra voz y alzando la suya para hablar de sus
vivencias.
«El tema no es que queramos tener nuestra parte del pastel de
la cultura, es que si no lo tenemos nuestras experiencias seguirán
siendo silenciadas y por lo tanto no tendrán importancia.
Llamar por su
nombre al trabajo doméstico que no sea fruto de una manifestación de
amor lo politiza y lo problematiza inmediatamente».
Las voces de las mujeres comienzan a ser audibles, emiten discursos
políticos, relatos de ficción, denuncias, canciones, alegatos.
Seis
mujeres que, como Freixas, usan la palabra para expresarse
artísticamente, cambiar el mundo, trabajar, ayudar a formarse una
opinión o denunciar la injusticia, reflexionan sobre el estado de
nuestra voz, cómo la estamos usando hoy y el modo en que estamos
cambiando incluso el lenguaje para visibilizar nuestra experiencia.
La
de la mitad del mundo se incorpora al gran discurso, poco a poco, por
fin.
Laura
Casielles.Poeta y periodista. Autora, entre otros, de Breve historia de
algunas cosas (2017) y Las señales que hacemos en los mapas (2014). A
la derecha, Julieta Valero.
Poeta y coordinadora de la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Autorade Que concierne (2016) y Autoría (2010). Foto: Gianfranco Tripodo
La poeta Julieta Valero recuerda haber
tenido una fuerte relación con el lenguaje desde que era una niña, una
relación sinestésica, las palabras olían, sabían, tenían el poder de
colocarla en diferentes lugares y a la palabra decidió dedicar su vida.
En sus escritos habla de maternidad, política, justicia, memoria
histórica, desarraigo, guerra.
Ella no cree que exista una manera de
usarlas propia de las mujeres.
«Creo que la complejidad de los
individuos, que incluye su género pero lo trasciende, hace que eso sea
reduccionista.
Lo que sí es cierto es que a las mujeres nos han educado
para expresar lo personal e íntimo, a los hombres para inhibirlo.
Eso es
una tragedia para todos».
Para liberarnos de los casilleros de los roles de género, que también
afectan a cómo se entiende lo que decimos, está el feminismo, claro.
Para Valero es un movimiento inapelable, la revolución más importante de
la humanidad y considera que el papel del lenguaje aquí es capital.
«Si
no somos autocríticos con nuestra manera de expresarnos, si no
empezamos a dejar de considerar lo neutro positivo masculino y lo
lateralizado femenino no cambiaremos nada».
Soleil.Mitad femenina del dúo elec trónico Reiko, formado en Londres junto a Igor, creadores del hit Spinning Over You. Foto: Gianfranco Tripodo
Lo que quiere modificar Soleil, la mitad femenina del grupo Reiko, responsable del hit Spinning Over You,
es cómo se ve y se entiende la música electrónica y lo quiere hacer con
su voz, cantando y hablando de su trabajo.
Su voz, comparada con la de
las divas de la canción francesa, dice que es lo que más la define, casi
una extremidad más, su manera de comunicarse con el mundo y expresarse.
«Tenemos que sacarlo todo en canciones, libros, películas… Lo que me
gustaría aportar a este discurso general es respeto por el trabajo y la
creatividad que acompaña a la música electrónica, no por ser algo lúdico
es frívolo».
Ella tiene raza creativa, su abuela era hija de Muñoz Seca
y cree que los referentes, más si están dentro de casa, importan todo.
«Mi abuela inventaba villancicos para nosotros, escribía, tuvo la
oportunidad de expandirse creativamente en un momento en el que no era
lo normal y la recuerdo con admiración».
Los números cantan.
Son mayoría en las formaciones
académicas culturales (alrededor de un 65% y un 58% dependiendo del
nivel de estudios), pero minoría en las actividades que se derivan de
estos estudios (un 39%, según los últimos datos del Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte de 2014).
Las cifras en las reales
academias y en los premios literarios son raquíticas.
Respecto al cine,
no hay más que recordar los discursos de la última gala de los Goya: más
mujeres.
Laura Freixas explica que durante una etapa que le duró
años, a través de la asociación Clásicas y Modernas, se dedicó a
«contar mujeres»: un 7% en libros de texto, ninguna en este certamen de
poesía, una en aquel congreso, cero en esta antología y esta otra…
«Ahora estoy más en entender qué es lo que nos dificulta el acceso a la
creación cultural y plantear qué aportan que no estaba.
Esto me ha
abierto las puertas a un corpus cultural desconocido.
No se trata de
añadir nombres, el punto de vista que aportamos es distinto.
Con los
años me he dado cuenta de que los datos son el síntoma, el problema es
que el imaginario cultural se ha creado alrededor de los hombres, de sus
experiencias y valores.
Se nos presenta al artista como un genio
creador, el que domina el discurso, para el que la familia es secundaria
o inexistente y eso es completamente contradictorio con los valores que
la sociedad asigna a las mujeres.
Las que quieran ser creadoras de
cultura van a entrar en una contradicción entre el rol de artista y el
rol de mujer y entre lo que son sus experiencias y lo que la cultura
considera experiencias relevantes».
La solución al dilema es seguir, no
callar, no dar un paso atrás y engrosar las filas de las que relatan el
mundo.
Después de todo las mujeres son mayoría en el consumo de palabra,
al menos escrita.
Laura Freixas. Autora de ficción, ensayos, diarios y opinión. También es cofundadora de la asociación Clásicas y Modernas. Foto: Gianfranco Tripodo
LECTORAS Y GRANDES AUTORAS
El lector tipo en España es una lectora.
«A menudo, cuando
en la editorial hablamos de un lector imaginario, ese lector es una
mujer», dice Ofelia Grande, legendaria editora y directora de Siruela.
Ella es la portadora de un gran altavoz para la palabra en forma de
editorial y lo usa a conciencia de manera natural; no hace falta forzar
cuotas porque, afirma, la calidad abunda. Repasa el último catálogo
apasionadamente: «Fred Vargas es la reina indiscutible de la novela
negra.
La biografía de Clarice Lispector es imprescindible.
Hemos
editado El mundo resplandeciente, considerada la primera novela de
ciencia ficción escrita por Margaret Cavendish en el siglo XVII.
Nuestro
libro más leído del último año es el ensayo Imperiofobia de María
Elvira Roca. Tawni O’Dell me gusta mucho…».
El repaso de autoras de
diversos géneros con calidad literaria y éxito de ventas no cesa.
Grande
dice que no solo somos las que más leemos según todas las estadísticas
del gremio, también somos muchas en las editoriales; más, es verdad, en
los puestos que tienen que ver con los contenidos y menos en los de toma
de decisiones.
Sorpresa.
Ofelia. GrandeEditora y directora de Siruela. Foto: Gianfranco Tripodo
A veces coinciden lo cuantitativo y lo cualitativo.
Cada noche, cuando Àngels Barceló habla en el programa Hora 25 de la Ser,
que dirige, más de un millón de personas escuchan. Cuando su hija se
quejaba de los exámenes, ella le decía «yo me examino todos los días».
La periodista dice que se «pelea» con las palabras para no caer en
lugares comunes, pero sobre todo por la aplastante conciencia de su
responsabilidad, le va la credibilidad en ser precisa.
«En la radio
tienes que contarlo todo, imágenes, sentimientos. Cuando se declaró la
independencia de Cataluña, yo estaba en el Parlament e hice
algo que no hago nunca: contar mis emociones. El procés ha sido
complicado y estresante de narrar porque soy catalana, soy periodista,
me afecta emocionalmente, intento buscar los grises».
Es consciente de que el suyo es un caso excepcional, que no siempre los
mayores altavoces emiten las voces más relevantes. «No entiendo el
fenómeno influencer.
Me preocupa la influencia en la sociedad de
personas que no sé qué formación y qué vivencias tienen».
Afirma estar
enfadada con los periódicos que miden la relevancia de las noticias por
el número de clics:
«La responsabilidad de los periodistas es trabajar
para formar un estado de opinión bien informado».
Incluidas las
vivencias silenciadas hasta hace no mucho tiempo. «Hace poco, hablando
de maltrato, entró en directo una periodista como tú y como yo a la que
su novio tiró de un coche en marcha. Es importante que conozcamos este
tipo de historias».
Paula Ortiz. Directora, guionista y productora, autora de De tu ventana a la mía y La novia, nominada a 12 Goyas en 2016.
Foto: Gianfranco Tripodo.
Los relatos personales hacen política, lo llevamos oyendo y repitiendo
desde los 60, pero no acaba de calar.
Ese es también el lema de Laura Casielles.
La poeta vive inmersa en la palabra como un líquido amniótico como
periodista, poeta y política.
Está al frente del Instituto 25M para la
Democracia y ha ocupado varios puestos de responsabilidad relacionados
con la comunicación y el análisis de medios en Podemos.
«En política,
hemos sido nosotras las que hemos metido la esfera privada en la
pública.
Parece que estuviéramos irrumpiendo e interrumpiendo con algo
menor y es radicalmente lo contrario.
Las cuestiones que afectan a
nuestra vida personal son profundamente políticas, deben ser habladas».
Conoce los cambios en el lenguaje cotidiano de los que hablaba Freixas.
«Cuando no hablábamos, oíamos hablar o leíamos sobrelo que nos pasaba,
lo situábamos en el campo del error propio. Cuando la vivencia tiene un
nombre, como ha sucedido con el #MeToo y muchas hablan de lo mismo, estas situaciones se sitúan donde pertenecen, en lo estructural» .