Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 abr 2018

Qué hacer si tienes VIH y lo has contado en Grindr........ Sara Rosati

Expertos en derecho y organizaciones civiles aconsejan a los usuarios de la app de citas acerca de la publicación de datos serológicos.

Dos hombres miran la pantalla de un móvil. En vídeo: Varios expertos analizan el caso de Grindr.

La noticia de este lunes de que la app de citas gays Grindr ha compartido datos de VIH de sus usuarios con dos compañías externas ha ocasionado una gran preocupación entre sus clientes. No es buen momento para las tecnológicas. 
El consejero delegado y fundador de Facebook, Mark Zukergerg, ha reconocido este jueves que la filtración de datos de la red social afectó a 87 millones de usuarios. 
La falta de protección de datos preocupa a los usuarios y a las organizaciones civiles y los lleva a preguntarse qué información deberían evitar compartir en redes sociales.
"Yo tengo VIH y lo cuento.
 Pero la información serológica es clave y no debe ser desvelada, salvo que tú quieras", afirma Emilio de Benito, periodista y miembro de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS).
 Grindr afirmó en un comunicado publicado en su web que no ha compartido los datos de sus usuarios con anunciantes, sino con dos empresas externas, Apptimize y Localytics.
"Las normas de privacidad de la aplicación tienen una letra muy pequeña", afirma el presidente de la Coordinadora Estatal de VIH y SIDA (CESIDA), Toni Poveda.
 Se refiere a que Grindr avisa a sus usuarios de que utilizará sus datos para mejorar su interfaz, pero no queda claro que esos datos se comparten con terceros.
"El principio de minimización del dato especifica que la empresa solo puede recabar datos que sean estrictamente necesarios para cumplir con el fin de la aplicación", dice Natalia Martos, abogada experta en nuevas tecnologías de Llorca-Pérez. 
Según la abogada, no está justificado que Grindr solicite el estatus de VIH de sus usuarios, ya que es una red social de citas. 
De Benito explica que algunos hombres gays comparten este dato para saber "qué tipo de prácticas pueden tener". 
Además, el periodista apunta a una tendencia, la de salir del armario del VIH, por la que gente como él da el paso de hacer público su estado serológico para quitarle el estigma a esta enfermedad. 
"Están vulnerando la intimidad de los usuarios", denuncia Poveda. Y dice que en CESIDA temen las consecuencias que una posible filtración de estos datos pueda tener para las personas con VIH. "Hay gobiernos homófobos que pueden tomar represalias", alerta. A lo que De Benito añade:
 "El dato de tener VIH puede ser clave a la hora de conseguir una hipoteca o un trabajo". 
 
Si esto hubiera sucedido después del 25 de mayo de 2018, las consecuencias para Grindr habrían sido nefastas. 
En esa fecha es cuando entra en vigor el Reglamento Europeo de Protección de Datos, por el que las empresas de todo el mundo deben aplicarlo si sus usuarios son ciudadanos europeos. 
"La sanción podría haber sido de 20 millones de euros o el 4% de su facturación anual, la mayor de las cantidades", explica la abogada. 
Este mismo jueves, Grindr ha publicado un vídeo en el que su vicepresidente de Impacto Social, Jack Harrison-Quintana, se disculpa en nombre de la empresa por "toda la angustia causada en las últimas 48 horas".
 Harrison-Quintana explica por qué decidieron compartir datos con terceros.
 "Son empresas de nuestra total confianza que nos ayudan a desarrollar nuevas funciones", afirma. 
Y anuncia que, a partir de ahora, el dato del estatus de VIH de sus usuarios se aislará del resto y no se compartirá con sus socios de confianza. 
"Hace unos años, compartí fotos de mis sobrinos en Facebook.
 Más adelante entendí que no era buena idea y hoy en día no lo hago.
 Es lo mismo que pasa con los datos que compartimos en las redes", explica Poveda.
 Y De Benito sentencia: "Si hay algo que no quieras que se sepa, simplemente no lo compartas". 


 

Cristina Cifuentes y su máster, últimas noticias en directo

Javier Ramos, rector de la Universidad Rey Juan Carlos I, asegura que no consta el acta del trabajo de fin de máster de Cifuentes ni tampoco que lo haya defendido.

El Rector de la Universidad Rey Juan Carlos, Javier Ramos, ha asegurado este viernes que no consta el acta del máster de Cifuentes en el servicio de posgrado de la Universidad ni que haya defendido su trabajo de fin de máster.

 "Durante estas investigaciones se constata que no consta el acta en el servicio de posgrado pese a que su archivo en el mismo sea obligatoria.

 Tampoco ha sido remitida la memoria del TFM ni se puede confirmar que la defensa del mismo haya tenido lugar", ha asegurado en una rueda de prensa que se está desarrollando. Esta comparecencia sin preguntas llega en una mañana en la que el director del máster, Enrique Álvarez, ha asegurado en una entrevista en Onda Cero que "reconstruyó" el acta del trabajo de la presidenta de la Comunidad de Madrid por orden del rector.

 La Fiscalía abrió diligencias de investigación penal ayer por las presuntas irregularidades detectadas en la obtención del máster de Cifuentes tras la denuncia de asociaciones de estudiantes.

 La propia Universidad ha informado a la Fiscalía de que la supuesta presidenta del tribunal que evaluó el trabajo de Cifuentes no reconoce el acta del tribunal y asegura que no la firmó. 

 Cifuentes, que ya ha llegado a Sevilla para asistir al Comité Nacional del PP, ha emplazado a los medios de comunicación a las 15.30.

 El PSOE ya ha presentado la moción de censura contra ella.

5 abr 2018

La presidenta del tribunal de Cifuentes dice que ella no firmó el acta del máster

Edith Wharton, vida y fantasmas de una escritora sin cadenas

 

Páginas de Espuma publica los primeros 43 cuentos de la gran señora neoyorquina.

 

Edith Wharton, en Nueva York en 1884.
Edith Wharton, en Nueva York en 1884.
Edith Wharton fue contemporánea de Virginia Woolf y de muchas otras escritoras a las que no les faltaron lectores y que vivieron una época apasionante como mujeres.
 Cabalgaron la velocidad del siglo XIX al despedirse y los fogonazos con los que se desperezó el XX.
  De las faldas y refajos a los pantalones; de la bicicleta al avión; las sufragistas, los divorcios... 
Un mundo que prestaba todos sus cambios para destacar como pioneras. 
Wharton (1862-1937), tres veces candidata al Nobel, fue la primera mujer que consiguió un Pulitzer, con La edad de la inocencia, y también la primera con un doctorado honoris causa por la Universidad de Yale. 
A pesar de todo, nada ha impedido que perdure en la historia como la pupila de su amigo Henry James, cuando la valía de ambos solo puede dirimirse en el terreno de los gustos literarios.
Páginas de Espuma publica ahora el primer volumen de sus Cuentos Completos (el siguiente saldrá el año que viene), los que van de 1891 a 1908, una oportunidad de acercarse a ese otro género que también cultivó la autora de Ethan Frome y La casa de la alegría.
 Wharton también llega la primera a esta colección de cuentistas donde solo había, hasta ahora, autores masculinos.
A las libertades conquistadas, la neoyorquina sumó el descaro con el que llegaban al viejo continente los enriquecidos estadounidenses entonces.
 Mientras la sangre azul europea se resistía a abandonar sus escayolados protocolos de terratenientes, Wharton se paseaba en su coche, amaba por igual a hombres y mujeres, conseguía su divorcio, ganaba dinero a porfía con sus novelas y se adentraba como reportera por los frentes de la primera Guerra Mundial a lomos de una moto.
 Sin límites. Y todo eso sin apearse de su condición de gran señora. Conservadora en su ideología, se manifestó contraria a las sufragistas y antifeminista, pero pocas lo fueron tanto como ella. “Era la contradicción en estado puro, una loca suelta”, se ríe la escritora Clara Obligado, que ha prologado el volumen.
 “Lo mismo se carcajeaba de la maternidad o del matrimonio que se aliaba con los hombres.
 Era de derechas, pero su literatura es profundamente progresista. Escribe de criadas, de clases medias, tenía una visión social muy amplia.
 No juzgaba, pero exponía los privilegios de los de su clase. Escribía para entenderse a sí misma”.

Decoración interior

Obligado destaca entre esas contradicciones que lo mismo escribía de asuntos peliagudos en aquellos tiempos que se daba a aficiones propias de las señoras de postín, “la decoración interior, los perritos, la moda”.
 Eso, explica la escritora, le fraguó una imagen de elegancia apolillada que debe revisarse porque su valía intelectual y sus relatos “no necesitan defensa”. 
Eran los años de los fantasmas, aires góticos en la temática literaria que a las mujeres les venían muy bien para exponer sus propios miedos, su espiritualidad. 
Wharton desarrolló una gran sensibilidad hacia lo misterioso y oculto de la existencia.
El volumen ha sido traducido por un equipo de traductores que trabajan en coherencia: Maite Fernández Estañán, Eva Gallud, Juan Carlos García y Emma Cotro. Para esta última, Wharton es “fácil de leer y difícil de traducir: alta literatura”.
Viajera incansable (España, Italia, Marruecos), Wharton instaló su residencia en Francia, donde murió en 1937.
 Su apasionante biografía no ensombrece una literatura que siempre contó con la mirada crítica de su institutriz, Anna Catherine Bahlmann, quien, como dice Obligado, la corrigió desde pequeña la miopía con la que miraban los de su clase. 

Páginas de Espuma publica ahora el primer volumen de sus Cuentos Completos (el siguiente saldrá el año que viene), los que van de 1891 a 1908, una oportunidad de acercarse a ese otro género que también cultivó la autora de Ethan Frome y La casa de la alegría
Wharton también llega la primera a esta colección de cuentistas donde solo había, hasta ahora, autores masculinos.
A las libertades conquistadas, la neoyorquina sumó el descaro con el que llegaban al viejo continente los enriquecidos estadounidenses entonces.
 Mientras la sangre azul europea se resistía a abandonar sus escayolados protocolos de terratenientes, Wharton se paseaba en su coche, amaba por igual a hombres y mujeres, conseguía su divorcio, ganaba dinero a porfía con sus novelas y se adentraba como reportera por los frentes de la primera Guerra Mundial a lomos de una moto.
 Sin límites.
 Y todo eso sin apearse de su condición de gran señora. Conservadora en su ideología, se manifestó contraria a las sufragistas y antifeminista, pero pocas lo fueron tanto como ella. “Era la contradicción en estado puro, una loca suelta”, se ríe la escritora Clara Obligado, que ha prologado el volumen.
 “Lo mismo se carcajeaba de la maternidad o del matrimonio que se aliaba con los hombres.
 Era de derechas, pero su literatura es profundamente progresista. Escribe de criadas, de clases medias, tenía una visión social muy amplia. 
No juzgaba, pero exponía los privilegios de los de su clase.
 Escribía para entenderse a sí misma”.
 

Decoración interior

Obligado destaca entre esas contradicciones que lo mismo escribía de asuntos peliagudos en aquellos tiempos que se daba a aficiones propias de las señoras de postín,
 “la decoración interior, los perritos, la moda”. 
Eso, explica la escritora, le fraguó una imagen de elegancia apolillada que debe revisarse porque su valía intelectual y sus relatos “no necesitan defensa”.
 Eran los años de los fantasmas, aires góticos en la temática literaria que a las mujeres les venían muy bien para exponer sus propios miedos, su espiritualidad. 
Wharton desarrolló una gran sensibilidad hacia lo misterioso y oculto de la existencia.
El volumen ha sido traducido por un equipo de traductores que trabajan en coherencia: 
Maite Fernández Estañán, Eva Gallud, Juan Carlos García y Emma Cotro. Para esta última, Wharton es “fácil de leer y difícil de traducir: alta literatura”.
Viajera incansable (España, Italia, Marruecos), Wharton instaló su residencia en Francia, donde murió en 1937.
 Su apasionante biografía no ensombrece una literatura que siempre contó con la mirada crítica de su institutriz, Anna Catherine Bahlmann, quien, como dice Obligado, la corrigió desde pequeña la miopía con la que miraban los de su clase.