Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 mar 2018

Puigdemont, detenido en Alemania tras entrar en coche desde Dinamarca

El expresidente ha sido interceptado en la frontera tras activarse la orden de detención europea contra él.

El expresidente catalán Carles Puigdemont antes de pronunciar una conferencia en la Universidad de Helsinki, el pasado día 23. Atlas-Quality


El coche de Puigdemont, un Renault Espace con matrícula belga, fue avistado por los agentes alemanes de la Policía Criminal de Schlewsig en la localidad de Jagel. 
El expresidente iba acompañado de otras cuatro personas, cuyas identidades no han sido facilitadas.
Los servicios de inteligencia españoles han seguido todo el periplo de Puigdemont desde el viernes hasta esta mañana y han resaltado "la excelente colaboración" de las autoridades alemanas en este tema, según fuentes policiales. 
 

Fuentes de la Seguridad de Estado aseguran que Puigdemont ha estado bajo control durante su salida de Finlandia y que en un primer momento se barajó su arresto en Dinamarca.
 Sin embargo, se descartó el hacerlo al tener el convencimiento de que el expresidente iba a seguir su periplo por tierra en Alemania. Este país es considerado por España uno de los Estados de la UE con el que existen mejores relaciones de colaboración policial
Según ha informado Jaume Alonso-Cuevillas el expresidente de la Generalitat permanece retenido por la policía de Alemania, a la espera de que se practiquen las "comprobaciones" oportunas en relación con la orden de detención que tiene pendiente. 
 El Gobierno acaba de recibir la confirmación oficial por parte de las autoridades alemanas del arresto de Carles Puigdemont, informa Anabel Díez.
El letrado ha explicado a través de su cuenta de Twitter que el trato dispensado por los agentes alemanes ha sido "correcto en todo momento" y que su cliente aún se encuentra en comisaría. "El presidente se dirigía a Bélgica para ponerse, como siempre, a disposición de la justicia belga", añade. 

Según Alonso-Cuevillas, la defensa de Puigdemont -que tiene otro abogado que lo representa ante la justicia belga- está poniéndose en contacto con abogados alemanes para organizar la asistencia jurídica del expresidente catalán de cara a la orden de detención a la que se enfrenta.
El expresidente de la Generalitat volvía a su residencia en la localidad belga de Waterloo en vehículo desde Finlandia, país al que había viajado para impartir una conferencia en la universidad de Helsinki y donde le sorprendió la euroorden que el juez activó el pasado viernes para detenerlo a él y a los exconsellers que se marcharon de España.
Puigdemont había viajado a Finlandia este fin de semana para mantener contactos con varios diputados y dar una conferencia en la universidad de Helsinki.
 Sus anfitriones en el país nórdico aseguran que Puigdemont adelantó su regreso el viernes, poco después de que el juez Pablo Llarena enviara a Finlandia la orden internacional de detención. Desde entonces, se desconocía su paradero.
A lo largo del día de ayer, las autoridades finlandesas estuvieron buscando sin éxito a Carles Puigdemont, por lo que vigilaron todos los puertos y aeropuertos del país, tras recibir la euroorden dictada por Pablo Llarena.
El Código Penal alemán contempla penas que van desde los diez años de prisión a la cadena perpetua para cualquiera que emprenda "por la fuerza o por la amenaza de la fuerza (..) socavar la existencia continuada de la República Federal" o "modificar el orden constitucional basado basado en la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania.
El mismo texto legal contempla penas de entre uno y diez años de cárcel para los "casos menos graves", según el artículo 81 de la norma penal germana, informa Fernando J. Pérez.
 A efectos de entrega se cumple así uno de los requisitos, cual es que el delito por el que se reclama la detención y entrega esté contemplado en la norma penal del país en el que se encuentra el reclamado.
Fuentes de seguridad del Estado recuerdan que Alemania, junto a Francia, Italia y Portugal, es uno de los países con los que existe una cooperación judicial más activa, informa Óscar López Fonseca.
 Alemania detuvo en 2015 a 1.635 personas en cumplimiento de órdenes de detención y entrega europeas.
 El resultado fue la entrega efectiva de 1.283 detenidos, en un plazo de entre 15 días (si el reo consiente la extradición) y 47 días (las recurridas) de media.


 

La revolución de los tejidos.......................... Carlos Primo

Gabardinas de Herno de los años setenta.
Oficios artesanos centenarios conviven con los más recientes ingenios de laboratorio. En la nueva moda masculina, tecnología y tradición han conseguido labrarse un hueco sin excluirse. 
En esta industria, cada material esconde un relato propio.Gabardinas de Herno de los años setenta.

En una época que ha consagrado la tendencia unisex y las prendas sin género, la moda masculina marca distancias con la femenina gracias a su forma de entender los tejidos y los materiales.
 Si a mediados de los noventa el gurú Alan Flusser afirmaba que la sastrería era el vivo reflejo de la continuidad y la autoridad, hoy la cuestión de la durabilidad sigue siendo un caballo de batalla para firmas, diseñadores y artesanos.
 En la moda para hombre, tradicionalmente estable, el qué —los tejidos— ha sido siempre tan importante como el cómo —la forma y el corte—. 
Y la ansiada calidad se refleja de distintas maneras. Por un lado, en prendas técnicas destinadas a perdurar. 
Por otro, en la conservación y renovación de procesos textiles ancestrales.
El archipiélago escocés de las Hébridas Exteriores acoge una de las industrias artesanales más singulares del mundo. 
Cada mañana, en varias de sus islas, cuatro centenares de hombres y mujeres se sientan ante unos telares manuales situados en sus hogares y urden durante horas metros y metros de tweed, un tejido de lana esponjoso y multicolor.
 En eso, esta forma de trabajar no difiere de las decenas de talleres artesanos que producen textiles de lujo a lo largo y ancho del planeta. 
 Sin embargo, el proceso de elaboración del Harris Tweed es el único que cuenta con una ley propia desde 1993. 
“Fue una decisión visionaria”, asegura Lorna Macaulay, directora ejecutiva de la Autoridad del Harris Tweed, el organismo que regula la aplicación de esta peculiar norma. 
“En aquella época el mercado del tweed estaba creciendo y había cuestiones que solucionar”, explica en alusión a las falsificaciones y la confusión acerca de la autenticidad de este tejido centenario. “Es posible que sus impulsores previeran los cambios que iba a experimentar el mercado textil, la irrupción de la industria asiática y el papel de las nuevas tecnologías, y en ese sentido fue algo valiente”. 
Desde hace 25 años, la entidad que dirige Macaulay es la única autorizada para otorgar el sello de calidad que se imprime en cada metro de Harris Tweed.
 “Se trata de un material muy especial, y gracias a la ley sabemos que nunca podrán llevárselo a otro lugar”. 
Aquí la lana se tiñe antes del hilado, por lo que una misma hebra acaba teniendo varios tonos. 
El resultado es un tejido artesanal, resistente y, por lo tanto, costoso. 
En 1966, en la cumbre de su popularidad, llegaron a exportar 7,6 millones de metros. “Ahora estamos en 1,6 millones, y no creo que vayamos a aspirar a ser otra vez una industria de 7”. 


Chaqueta y pantalón de la última colección de Stone Island.
Chaqueta y pantalón de la última colección de Stone Island.
El tweed, uno de los ingredientes imprescindibles para entender la indumentaria masculina clásica, se consolidó a mediados del XIX, cuando Lady Dunmore, una aristócrata entusiasta, decidió impulsar la industria local.
 Actualmente, su estabilidad depende de las tendencias, y hay razones históricas para ello.
 Con la evolución de la sastrería moderna, el desarrollo de nuevos tejidos más resistentes, sofisticados y lujosos es un valor diferencial de la moda masculina.
También es un modo de aportar innovación y originalidad a patrones, cortes y tipos de prenda que habitualmente varían menos que sus homólogos femeninos.
En Pitti Uomo, la feria de moda masculina que se celebra dos veces al año en Florencia, las distancias cortas le ganan la partida a la espectacularidad de los desfiles. 
Muchas de las 1.244 firmas que participaron en la edición del pasado enero fiaban al tacto el éxito de sus productos. 
Los responsables de cada marca invitaban a tocar las prendas, a sopesar la consistencia de los tejidos, a admirar la sutileza de los materiales y a descubrir sus historias.
 En un tiempo en que gran parte de la ropa que compramos viaja por todo el mundo antes de llegar a nuestras manos, garantizar la trazabilidad de cada material se ha convertido en una obsesión para quienes aspiran a cambiar las reglas del juego.
 
Los visitantes llegan a la última edición de la feria florentina Pitti Uomo, el pasado enero.
Los visitantes llegan a la última edición de la feria florentina Pitti Uomo, el pasado enero.
Ejemplo paradigmático es el de Ermenegildo Zegna, firma de lujo global que nació en 1910 como un taller de tejidos. 
El telar de la casa, el mismo que inauguró el fundador en Trivero, un pueblo de los Alpes italianos, sigue siendo hoy el principal motivo de orgullo de una compañía que presume de contar con una estructura vertical.
 Eso significa que tanto la granja donde se crían los animales como las tiendas pertenecen a la empresa. 
Y que, por tanto, pueden responder de todo lo que sucede durante el proceso.
 Si el tweed escocés se elabora con lana de merino, los tejidos de Zegna presumen de italianidad experimentando con fibras más ligeras y flexibles, como lana extrafina de Australia, mohair sudafricano, cachemir de Mongolia, alpaca de Bolivia y vicuña, que Zegna obtiene gracias a su colaboración con el International Vicuña Consortium, que regula la utilización de esta fibra tan difícil de obtener bajo la supervisión del Gobierno peruano. 
A finales de los ochenta la vicuña llegó a estar en peligro de extinción, pero hoy existen más de 150.000 ejemplares en Perú, y Zegna financia la construcción de pozos y sistemas hídricos que garanticen la supervivencia de ganaderos y animales durante el gélido invierno andino.
 La firma ha incluido en su estrategia de comunicación información exhaustiva acerca del proceso de producción.
 Incluso hablan de los cardos con que sus empleados cepillan el tejido para limpiarlo antes de darlo por terminado.
 
Un cliente toca un tejido en uno de los estands de la feria.
Un cliente toca un tejido en uno de los estands de la feria.
Con estos mimbres, el mercado de la moda masculina ha sabido desarrollar códigos propios y también un tipo de erudición única en la industria.
 En cientos de foros especializados, los aficionados a la sastrería debaten sobre proveedores, materias primas, acabados e innovaciones.
 Las camiserías actualizan sus catálogos porque cada vez más clientes acuden en busca de tejidos específicos —como el algodón Sea Island, de gran calidad debido a la longitud de sus fibras— o reclamando referencias de productores como Supima, una firma norteamericana cuyo algodón cuenta con clientes como Brooks Brothers.
La batalla de los tejidos en la moda para hombre se libra hoy en el campo de lo artesanal, pero también en el de la tecnología.
 Según datos del informe más reciente de Euratex, el 38% de las exportaciones globales del sector textil europeo en 2016 correspondieron a tejidos técnicos, que antaño eran patrimonio exclusivo de la ropa deportiva. 
El italiano Enzo Fusco, responsable de la expansión comercial de la compañía bostoniana Blauer, especializada inicialmente en uniformes para los cuerpos de seguridad, presenta cada año innovaciones que van desde unos plumíferos cuyo relleno se obtiene reciclando edredones nórdicos hasta prendas aislantes inspiradas en la indumentaria militar.
 “Podríamos usar el cachemir, pero no sería algo propio de nuestra filosofía”, explica. 


Un taller de Herno.
Un taller de Herno.
Para muchos de los empresarios que están transformando la industria, la innovación puede ser tan seductora como la tradición. La japonesa Uniqlo ha forjado buena parte de su fama gracias a sus plumíferos sintéticos ultraligeros y asequibles.
 Stone Island, fundada en 1982, analiza uniformes y ropa de trabajo para crear chaquetas técnicas con materiales futuristas. Por ejemplo, monofilamento de nailon, tejidos termosensibles que cambian de color con las variaciones de temperatura o revestimientos de acero inoxidable como los que se emplean para proteger los sistemas informáticos de las aeronaves. 
Con la imaginación al servicio de la tecnología —y viceversa—, la casa italiana Herno ha sabido convertir cada uno de sus lanzamientos en un alarde de técnica.
“Los hombres fueron los primeros en aproximarse a las prendas técnicas de exterior y a pedir resultados muy exigentes”, explican fuentes de la firma.
 “Probablemente al principio estuvieran más atentos al factor funcional, pero pronto empezaron a demandar prendas no solo adaptadas al deporte, sino también a la vida urbana”. 
De esa inquietud han surgido algunos logros recientes de la empresa, como una chaqueta bómber cuyo nombre, 5 Denier, hace referencia al peso de su fibra de nailon, la más fina del mundo para prendas de exterior. 
 En la última edición de Pitti Uomo, Herno presumía de su colección Laminar, creada en colaboración con Gore-Tex, que ha conducido al desarrollo del primer plumífero totalmente impermeable y sin costuras tradicionales. 
También de chaquetas futuristas que, a distancia, parecen elaboradas en piel, pero de cerca revelan un tejido de membrana aislante. 

Hoy la casa factura ropa que ha sustituido los logos visibles por soluciones técnicas: prendas cortadas con láser, termoselladas, vulcanizadas o cosidas con ultrasonidos, tejidos que repelen el agua y diseños minimalistas.
 En un mundo en el que se producen 2.000 millones de kilos de lana de oveja, pero solo 5 millones de kilos de cachemir, el lujo sostenible consiste en cuidar cada etapa de la producción artesanal, pero también en elevar la tecnología —y el reciclaje— a la categoría de arte.
 Por eso no extraña que cada vez más firmas incluyan en sus prendas, a modo de etiqueta, informaciones que detallan el origen y la razón de ser de cada tejido.
. La moda masculina ha aprendido a seducir a base de didáctica y ha convertido a sus clientes en consumidores activos atentos a las cifras, los tecnicismos y las historias, consolidando su papel como gran fábrica de relatos global.
 

 

A ver si le dejan crecer................................Juan José Millás.......


A ver si le dejan crecer

A ver si le dejan crecer
Juan José Millás  
EL MUNDO ES uno de esos lugares a los que hay que acostumbrarse.
 No se llega al mundo como el que llega a casa por la noche, después de una dura jornada de trabajo. 
No se entra en la realidad como en la cocina propia, donde a uno le reconfortan los olores de las verduras o de las especias que utiliza para el estofado.
 El mundo, digámoslo rápido, no es un lugar familiar, sino un espacio extraño, incluso hostil al que, con suerte y habilidad, y si no nos destruye él antes, acabamos conquistando. Significa que no somos de aquí.
 Pero si no somos de aquí, ¿de dónde? Fíjense en la foto.
 Aparecen en ella tres adultos que, evidentemente, por sus gestos, ya se han acostumbrado al mundo. 
Actúan con la naturalidad con la que se movería en la cárcel un preso veterano, en la montaña un alpinista, o en la central nuclear un ingeniero. 
Nada les extraña, y eso que pertenecen a un equipo sanitario de la Media Luna Roja. 
Quiere decirse que se pasan la vida sofocando hemorragias, cosiendo y descosiendo cuerpos, extrayendo balas, vendando cabezas. Ahora se encuentran atendiendo a un par de críos durante la evacuación de enfermos de Guta Oriental, en Siria.
Pero a lo que íbamos.
 Observen la expresión del niño sentado en el centro en la imagen. Si se fijan, no está asustado, sino extrañado, como si acabara de aterrizar en Marte. ¿Qué lugar es este?, parece preguntarse. 
No ese lugar concreto, sino el mundo en general. ¿Qué lugar es el mundo? Crecerá, si no le alcanza antes una bomba, y acabará acostumbrándose o fingiendo que se acostumbra.
 Es lo que tarde o temprano hacemos todos. 

El mayor misterio de la humanidad ...................Rosa Montero..

Un rosario de hallazgos en los últimos 20 años nos ha obligado a cambiar las egocéntricas teorías que sobre los neandertales manejamos durante siglos.
 
Tengo en mi despacho la foto de la cabeza de un hombre de unos 40 años. 
Su cráneo rasurado está teñido con un pigmento rojo y luce un bonito tocado de plumas de ave. 
Dos largas espinas decorativas le atraviesan elegantemente las orejas.
 Una raya de pintura negra desciende por la mitad de su frente y cubre el puente de su gran nariz.
 Sus ojos son suspicaces y orgullosos, y de su rostro perfectamente afeitado emana una impresión de fuerza y de poder. 
Podría ser cualquier gran jefe indio de las praderas americanas. Pero no.
 Es la reconstrucción de un cráneo de neandertal a la luz de las nuevas evidencias científicas.
Durante siglos, con el pomposo egocentrismo que nos caracteriza, hemos visualizado a esos otros Homos, los neandertales, como bestias hirsutas, feas como demonios y patizambas; muy parecidos, en suma, a como imaginamos ahora a los ogros, a los yetis y a todas esas criaturas legendarias que en realidad no son sino la huella mítica del recuerdo real de aquellos primos. 
Hasta hace muy poco creíamos que esos brutos no sabían hablar y no nos extrañaba que se hubieran extinguido de un plumazo cuando nosotros, lampiños, inteligentes y bien plantados, salimos con paso alegre de África camino de la gloria.
 Pero en los últimos 20 años una cascada de descubrimientos nos ha ido hundiendo el ego en la miseria. 

Hoy sabemos que hablaban y que tenían nuestra misma capacidad craneal, la misma inteligencia.
 Durante cierto tiempo intentamos atrincherarnos en la estética: sostuvimos que habíamos sido nosotros, los cromañones, quienes empezamos a fabricar adornos.
 Me encantó esa teoría; era emocionante que los sapiens nos hubiéramos salvado de la extinción gracias a necesitar esa cosa tan inútil que es la belleza.
 Pero la alegría duró poco; enseguida se encontraron collares de conchas en los asentamientos de nuestros primos.
 Estaban tan heridos por la belleza como nosotros.
Se sabe que hemos coincidido con los neandertales, que nos emparentamos y tuvimos sexo e hijos.
 Entre el 1% y el 4% de nuestros genes (salvo en los subsaharianos) proceden de ellos.
  Como no todos hemos heredado los mismos rasgos, sumando a unos y otros conservamos entre un 20% y un 30% de genes neandertales.
 Su herencia nos predispone, entre otras cosas, a la depresión y a las adicciones.
 Yo, que fumé durante 20 años tres paquetes de tabaco al día, debo de tener una abuela neandertal de armas tomar.
 Ha habido otras especies humanas, como el Homo denisovano o el de Flores, pero los neandertales han sido los más importantes, porque duraron más de 200.000 años (una proeza: recordemos que la escritura y nuestra historia empezaron hace solo 6.000 años).
 Ahora acaba de hacerse un descubrimiento colosal: una nueva datación en las pinturas rupestres de tres cuevas españolas han demostrado que fueron hechas por neandertales hará 65.000 años. Son las obras de arte más antiguas del planeta, y no son nuestras. Sí, nos parecíamos mucho.
 Y se extinguieron. Ah, qué inquietud. 
Si nada nos diferencia, podríamos extinguirnos nosotros también.
El enigma de la desaparición de los neandertales se está convirtiendo en el mayor misterio de la humanidad. 
Apunta Yuval Noah Harari en su brillante ensayo Sapiens que fue la capacidad de crear ficción lo que nos hizo triunfar como especie. Una preciosa explicación aunque, la verdad, no me la creo: me imagino muy bien a mi abuela neandertal contándoles historias a sus nietos en la hoguera.
 A mí me convence más una profesora norteamericana, Pat Shipman, que hace un par de años expuso una teoría que me deslumbró. 
Verán, los neandertales eran más robustos que nosotros y necesitaban más cantidad de alimentos.
 Cuando se extinguieron estábamos en plena glaciación; no solo escaseaba la comida, sino que de repente habían aparecido unos extranjeros que hacían algo muy raro: se aliaban con los lobos para cazar.
 Humanos y perros formamos un equipo depredador de formidable eficacia, tanta que la fórmula sigue vigente. 
Probablemente fuimos una especie de arma letal por carambola: 

acaparamos la comida y los matamos de hambre. Así que ni más listos, ni más artistas, ni más sofisticados: nos salvaron los perros. Somos poca cosa. 
Y desagradecidos.