Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

18 mar 2018

Eugenia Martínez de Irujo, de tal palo tal duquesa

Amiga de artistas más que de aristócratas, ha hecho un 'cameo' en la serie de Paco León y se casó vestida de Marilyn Monroe.

Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro.
Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro. GTRESONLINE

   

A punto de cumplir el medio siglo, Eugenia Martínez de Irujo, la hija menor de la duquesa de Alba, ha decidido dar el salto a la pantalla. 

La también duquesa, pero en este caso de Montoro, título que le regaló su madre, ha participado en la grabación de Arde Madrid, serie ideada por Paco León y su mujer, la guionista Anna Rodríguez Costa, que cuenta las aventuras de Ava Gardner en la capital. 

En este proyecto de Movistar+, la aristócrata interpreta a su propia madre. 

 Aparece en una escena en la que se recrea el bautizo de Antonio Flores, hijo de Lola Flores y Antonio González El Pescaílla, en el que estuvo Ava Gardner y otros muchos famosos de aquella época.

 La hija menor de la duquesa de Alba ha dicho sí, entre otras cosas, porque es amiga de Paco León como lo es de muchos otros artistas.

 A su grupo de íntimos pertenecen Fernando Tejero — con quien ahogó sus penas tras la muerte de su madre— y Pepón Nieto.

 Con Jose Coronado tuvo incluso una breve pero intensa relación. Entre sus íntimos también están Antonio Carmona y Mariola Orellana. Y es que Eugenia Martínez de Irujo se siente más cómoda con una pandilla de artistas que entre los aristócratas.

Mujer de pequeña estatura posee un gran carácter.

 Hay quien incluso la tacha de cabezota. Es tímida, pero a la vez amable. Con el tiempo ha logrado manejarse bien con la prensa.

 No vende su vida pero no se esconde. Incluso apoya causas como cuando en diciembre fue portada de Shangay para reiterar su compromiso con el colectivo gay.

A su madre, debido a su intensa vida social y a su interés por el arte, también se la relacionó con artistas y personalidades, desde Jackie Kennedy hasta Grace Kelly e Yves Saint Laurent. Una de sus grandes pasiones fue el flamenco y destacó por sus dotes para el baile teniendo como maestro, entre otros, a Antonio Ruiz Soler, Antonio El Bailarín, uno de sus grandes amigos.

 Solo tenía 17 años cuando conoció a un veinteañero Pepe Luis Vázquez.

 Cuando quiso tener con el torero algo más, el duque mandó a su hija a Londres. También conoció y admiró a Manolo Vázquez, Miguel Báez Litri, Manolo González, Antonio Ordóñez y José María Manzanares. 

A Eugenia Martínez de Irujo también le interesaron como a su madre los toreros.
 Fue novia de El Litri, pero contrajo matrimonio con Francisco Rivera Ordóñez con quien tuvo a su única hija Cayetana, de 18 años.
Hace tres meses, la duquesa de Montoro desveló en las redes sociales que se había vuelto a casar.
 Esta vez con Narcís Rebollo, el productor musical más importante de nuestro país y presidente desde 2015 de Universal Music para España y Portugal, compañía a la que está ligado desde 2010.
 El éxito de Alejandro Sanz, Antonio Orozco, David Bustamante, Pablo López, David Bisbal o Luis Fonsi está ligado al trabajo de Rebollo.
La boda esta vez no fue en la catedral de Sevilla como cuando se casó en 1998 con Rivera Ordóñez con Televisión Española retransmitiendo en directo el enlace, sino en una capilla en Las Vegas y con Bisbal como testigo.
 Ella, vestida de Marilyn Monroe y él, de Elvis Presley.
 Según sus mensajes, el enlace se celebró el 17 de noviembre tras acudir a los Grammys Latinos. 
Tres días después sus hermanos inauguraban en Sevilla el monumento erigido en memoria de su madre, coincidiendo con el tercer aniversario de su muerte. 
 Al ser preguntada por su ausencia, Eugenia Martínez de Irujo argumentó que no necesita gestos como esos para recordar a su madre.
 Un comentario que evidenció que tras la muerte de la aristócrata sus hijos llevan vidas dispares. Eugenia se relaciona con todos pero con quien más se deja ver es con Fernando.
 Con Cayetano, antes inseparable, no ha roto amarras pero no se entiende como antaño.
Lo que ahora está por ver es si Eugenia Martínez de Irujo y Narcís Rebollo se deciden a hacer oficial su unión en España. 
Pero ellos, según sus amigos, se sienten casados. Fue en un concierto organizado por Universal donde la pareja se conoció. Ella estaba soltera y él se acababa de separar de Anna Turrón, con quien tuvo dos hijos.
Los aristocráticos Alba están encantados con la relación de la más artista de la familia y también Tana, la hija de Eugenia.
 La joven ha acompañado a la pareja hace dos semanas a un viaje a Egipto. Una asignatura pendiente en la agenda de la duquesa de Montoro que, igual que su madre, adora viajar.
 De todo ello ha dado buena cuenta en sus redes sociales en la que es muy activa. Queda por saber qué hubiera hecho la duquesa de Alba con un Twitter.

Tamara Falcó desvela los secretos de los amores de su madre

La hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó habla de Julio Iglesias, Miguel Boyer y asegura que Mario Vargas Llosa es "una maravilla".

  

tamara falco
Tamara Falcó, durante la charla con Bertín Osborne.

Tamara Falcó, hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó, recibió el viernes en Villa Miraflores, la emblemática casa familiar de la reina de la prensa del corazón, a Bertín Osborne dentro del programa Mi casa es la tuya. 
Con una naturalidad pasmosa desgranó muchos de los secretos de una de las familias más mediáticas. 
Tamara, de 36 años, relató la vida sentimental de su madre desde su primer matrimonio con Julio Iglesias a su actual relación con Mario Vargas Llosa
 "Mario le hace mucho bien a mami. Ella era de ir en opulencia en opulencia y él le hace coger un taxi e ir al cine.
 Mario le hace vivir la vida".
Ella es la única de los cuatro hijos de Isabel Preysler que convive con Preysler y Vargas Llosa. 
"Me admira la disciplina de Mario.
 Es muy madrugador. Todos los días hace una hora de ejercicio, una especie de gimnasia oriental, luego se ducha y está escribiendo hasta la 1.
 Yo pensaba que vivir con un premio Nobel era un aburrimiento pero no.
 Como es escritor, le gusta hablar con todo el mundo, con el jardinero".
La hija de Isabel Preysler en el hall de la casa de su madre.
La hija de Isabel Preysler en el hall de la casa de su madre.
Tamara en ese tono de naturalidad sin filtros contó cómo Vargas Llosa un día preguntó si "tío Miguel", por Boyer, estaría contento desde el cielo de que él estuviera con su madre ahora. 
"Yo pensé con lo celoso que era, sacaría el bazoca". 
También desveló cómo se enteró de que su madre mantenía una relación con el Nobel.
 "A mami es muy difícil sacarla del camisón los sábados, pero un día dijo: 'niñas hoy viene a comer un amigo'. 
Y la vi con un pantalón negro ajustado y dije: aquí hay tomate. Se lo dije a Ana y no se lo creía".
La hija de Isabel Preysler desveló a qué se debe que llame tíos a los maridos de su madre. 
"Fue ella la que me dijo que lo hiciera.
 En Filipinas tío es alguien próximo a la familia.
 Llamé tío a Julio [Iglesias] y a Miguel [Boyer] pero a Mario no, ya soy suficientemente mayorcita".

Tamara, en el momento del almuerzo con sus invitados. 
 Tamara, en el momento del almuerzo con sus invitados.

Solo se puso seria cuando habló de la soledad que sintió cuando sus padres se separaron "eran muy diferentes". 
Ella tenía solo 3 años y de vivir con sus tres hermanos de madre y dos de padre - luego llegaron dos más- se quedó sola en casa.
 "Pero como era hija de padres separados me convertí en una consentida".

Tamara Falcó desveló que su madre se enamoró como "una loca" de Miguel Boyer. 
Sobre sus fuertes convicciones religiosas contó. 
 "Vivía con tío Miguel que era ministro socialista y ateo pero yo me fui al campo con mi padre con una Biblia y un rosario y tuve una llamada muy fuerte". 
Incluso pensó en meterse monja "si hay demonio pensé que era lo más seguro". También confirmó que lleva agua bendita que utiliza con frecuencia. 
Tiene una perra caniche a la que llama Jacinta por la pastorcita a la que se le apareció la Virgen.

A sus ocho hermanos, cuatro de madre y cuatro de padre los considera hermanos, no medio hermanos. "Enrique ha mutado desde que es padre, es increíble".
Boris Izaguirre, que introdujo la entrevista como amigo de la familia, definió a Tamara Falcó como una "persona envolvente y divertida". 
La entrevista fue tan surrealista que efectivamente resultó divertida. "Espero que mi madre no me mate cuando la vea", concluyó la protagonista de la noche.

"Estoy encantada con mi madre. Es un icono. Nos reímos mucho. No es de discutir es de implementar lo que ella dice", explica.

 

 

Aguas de marzo......................................... Boris Izaguirre...

Mientras los embalses vuelven a llenarse gracias a las lluvias, la gente discute sobre el lujo.

Givenchy con Audrey Hepburn en 1983.
Givenchy con Audrey Hepburn en 1983.
Mientras los embalses vuelven a llenarse con ese lujo líquido que es el agua, en lo seco la gente discute sobre el lujo. 
La asociación de empresarios Fortuny, que preside el Marqués de Griñón, agrónomo y padre de Tamara Falcó, aprovechó la alegría que le provocan estas aguas de marzo para abrir el grifo y regar el debate sobre los significados que la Real Academia Española otorga a la palabra “lujo”
 Según nuestro diccionario, el lujo es “abundancia de cosas no necesarias” o “demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo”.

Desde la escasa relación que he podido tener con el lujo —en plan cara a cara—, el último significado lo encuentro, cuanto menos, antipático y gruñón. 
El lujo no es un problema. El problema es la falta de recursos económicos que impide acceder a él.
 Por eso con el Plan Marshall, después de la Segunda Guerra Mundial, ya se empezó a hablar de la democratización del lujo.
 Y se llamó prêt à porter
Lujos hay muchos. Y para todos los gustos.
 Para Carlos Falcó, marqués de Griñón, el lujo es “una experiencia”. Y recuerda un momento junto a su hija Sandra con quien, “al aire libre en un día soleado del pasado diciembre”, cocinó una tortilla de patatas con el primer aceite de su cosecha. “Esto es un lujo y hay que mantener esa definición”, proclamó.
 Y así maridó el término con algo singular, con una emoción, con lo irrepetible. 

La suerte es poder hacer esa tortilla de patatas con un castillo detrás y una finca de 100 hectáreas de olivo delante.
 Otro lujo puede ser estirar hasta fin de mes los 700 euros de una pensión cocinando una tortilla con el aceite del marqués.
 Quizás yo sea demasiado caribeño para entender todo esto, pero sigo creyendo que el lujo es comprar cosas caras.
 A mí eso de la experiencia, de la emoción, del aire libre y la tortilla no lo veo tan lujoso.
 En cambio, lo del castillo y la finca, sí. De hecho, me encantaría comprarme un castillo. O dos.
 Y llenarlos de experiencias irrepetibles.

Otra experiencia irrepetible, y muy emocional, fue el estreno de Torrente hace 20 años.
 El tiempo también es un lujo. Igual que el éxito. Pero la celebración por este aniversario, como no, se ha visto un poquito embarrada por el rifirrafe entre el director del filme, Santiago Segura, y la actriz Neus Asensi, que participo en tres de las entregas de la saga.
 La pelea en sí es muy Torrente. Neus, que es un lujo de persona, se arrepiente de haber participado en la experiencia del rodaje de Torrente. 
Como consecuencia, Segura se dio el lujo de bloquearla de sus redes sociales.
 Puedo entender cualquier torrente emocional, pero yo no me pondría así. 
Neus estuvo estupenda en sus tres interpretaciones y Santiago consiguió avizorar muchas de las experiencias que hemos vivido en España por creernos menos Torrente de la cuenta.
A título personal, encuentro un lujo estar viajando por España en la promoción de mi nueva novela.
 Para mí, España es un lujo. Con sus tortillas, sus rifirrafes, y esa sensación de que todos los días pasa algo.
 A muchos les parecerá exagerado o una abundancia de cosas o palabras no necesarias, pero ahora que invierto mucho tiempo en Estados Unidos, valoro muchísimo lo entretenido que es vivir aquí. Mientras que en USA todo es más controlado y mecánico, en España cada cosa es una emoción y tiene significado.
 También conseguir ser quien quieres ser pese a todos los obstáculos, es un lujo.
 Por eso lamentamos la marcha en la misma semana de Stephen Hawking y Hubert de Givenchy, hombres que trabajaron la ciencia y el lujo. 
 Jamás me imaginé que Hawking, pese a la precariedad de su salud, fuera a morir pronto.
 Casi parecía que lo haría yo antes. Y en cierta manera pensaba lo mismo del sofisticado y encantador diseñador Givenchy.
 Su irrepetible experiencia profesional junto a Audrey Hepburn creó un estilo que unificaba belleza, sencillez y elegancia que sirvió para hacer más accesible la posibilidad de ser como Audrey.
 De rozar otro lujo: verte bien sin parecer exagerada o demasiado adornada. 
Hawking nos hizo sentir que poseíamos el lujo de comprender el universo. Y Givenchy nos dio ese pequeño traje de cóctel negro, que ofrece a las mujeres una armadura moderna con la que enfrentar muchas batallas, muchas aguas de marzo.

 

Boris Izaguirre: “Mi madre vio que era gay al minuto de nacer”

El escritor reivindica sus plumas en su nueva novela autobiográfica 'Tiempo de tormentas'.

 

¿Lo de puta? Defina “puta”.
Puta es una persona que sabe muy bien lo que tiene y cómo comercializarlo.
 Yo nací puta y moriré puta. Decidí aparcar mi don de puta natural y dedicarme a escribir, otra forma de prostitución.
Su madre tuvo claro al tenerle que le había nacido una vedette.
Mi madre vio que era gay al minuto de nacer. 
Y yo, al minuto y medio. He sido muy feliz teniendo eso claro, y mi madre, también.
Pero era usted un niño bien de la burguesía, no un desclasado.
Era un inclasificable, y eso es mucho peor. 
Nunca me lo propuse, pero he logrado alguna cosa.
 Unir varios medios de comunicación en mí mismo.
 Y desarmarizar a parte de la sociedad española, quitarle hierro a la homosexualidad. Y ahí sí soy clasificable.
Es una bandera gay andante.
Llegué en 1992, le devolví la visita a Colón.
 Con los años me he dado cuenta de que he retribuido el hecho de haber sido descubierto demostrando que el mariconeo es fantástico. Luego hay otras reivindicaciones serias que hacen maravillosamente otros, pero encendí la mecha.
 A los yanquis les impresiona mucho este dato.
En Crónicas marcianas le decían: 'Encima de sudaca, maricón'.
Y yo me reí y dije: con maricón basta, dos insultos es demasiado. Solo te das cuenta de que eres sudaca cuando llegas a España.
De joven se colaba en los cócteles. Hoy no hay cóctel sin Boris.
¡Hola! me llama si falla un invitado A, potente.
 Soy el relleno del cóctel. Mi generación estaba muy pendiente de las listas.
 Instagram acabó con eso y hoy todo el mundo es A. Un aburrimiento, porque hay todo un punto en ser B y C.
¿Se ve a un falsario a la legua?
Desde luego no soy un impostor. 
Soy la persona más real que conozco, y así me he ido de mal.
Perdone que discrepe.
Pues no, porque podría estar en muchos sitios y no lo estoy porque puedo comprender algunas cosas: no soy un gran pintor.
 Soy un pintor de brocha gorda y malo.
No canta, no baila: escribe.
Sí, es mi refugio y mi verdad. Aunque quemen los ejemplares que no se vendan, yo los escribí.
¿Cómo mira la realidad?
Con frivolidad.
 Es mi lupa. A través de lo frívolo sé construir un discurso más importante. Pero es mi ojo, no puedo vivir sin ella.
¿Cuál es el pasaporte global?
La voz.
 Es lo único que es auténtico: el sonido, lo que dices, las palabras que escoges. Eso te define, y yo, al menos, he logrado que mi voz sea reconocible por todos.
Tanto, como imitadores tiene.
Llevaba fatal que mi amigo Carlos Latre hiciera más publicidad que yo porque era más barato. 
Hasta que Rubén me dijo: ¿no ves que así estás en todas partes?
Algo así como el 'virus Boris'.
Sí, soy un virus. La vida es muy jodida. Me violaron a los 10 años, en el libro lo cuento por primera vez. 
Mi mamá decía que tenía que reponerme, ver la luz al final del túnel. Y descubrí que esa luz es mi personalidad, lo que yo soy ahora. 
Un virus bueno que pretende que todo el mundo sea divino.
Su madre le mandaba trazar círculos para paliar su dislexia. ¿Ha logrado por fin cerrarlos?
(Silencio). La he honrado, pero no hacía falta hacerle un panteón porque está muy viva. 
Fue de esas mujeres que en tiempos muy machistas lograron su independencia moral y cívica.
 Nació en una dictadura y murió en una dictadura: esa fue su gran amargura.