El
mediático colaborador asegura pese a ello que no tiene problemas
económicos y que ha rechazado 30.000 euros a la semana por ir a
'Supervivientes'.
Kiko Matamoros, uno de los tertulianos más famosos de la televisión
que tan pronto habla de asuntos del corazón como de fútbol, ha
reconocido que tiene una importante deuda con Hacienda que asciende a
1.040.000 euros. Matamoros, que abandonó ¡Sálvame! hace unos
meses tras declararse cansado de tanta exposición mediática, regresó al
programa para, por teléfono, matizar una información que desde allí se
había dado. En ella se aseguraba que estaba a punto de perder su casa a
causa de sus impagos. "Es cierto que tengo una deuda con Hacienda,
pero no es de 1.400.000 euros, sino de 1.000.004 euros. Evidentemente
tenemos un problema las dos partes, porque yo quiero hacer frente a mis
obligaciones tributarias. Pero también Hacienda es la primera interesada
en cobrar". Según Matamoros, está negociando con Hacienda la cantidad a devolver: “Yo estoy intentando llegar a un acuerdo sobre una cantidad que a mí me
parece justa y razonable, porque hay conflictos en cuanto a la aplicación de determinados preceptos. Por tanto, si llegamos a un acuerdo esa deuda se verá sustancialmente
reducida. Ya son muchos años de intereses sobre cantidades que a mí me
parece que no se corresponden, y la bola ya es enorme”, ha continuado
aclarando."
Pese a ello Matamoros asegura que no tiene problemas económicos y asegura: "Si de verdad me hiciera falta el dinero, me hubiera ido a Supervivientes, que me daban 30.000 euros semanales". Y sobre su casa dijo: "Si necesitara dinero estaría ahí
trabajando, o donde sea. Mi casa no está en venta. Si quisiera venderla
la vendería. La casa la adquirimos hace 6 años y ahora el precio de
venta está en el doble. La diferencia es importante". Matamoros hace años que pasó a sentarse delante de la pantalla tras
haber ejercido como mánager de personajes tan famosos como Mar Flores,
que además fue su cuñada, y de Carmen Ordóñez. Su manera de trabajar le
ha creado muchos detractores.
La actriz habla por primera vez del futbolista y asegura que no quiere esconder su relación.
Paula Echevarría ya no se esconde. La actriz habla por primera vez de Miguel Torres y lo hace sin ocultar la sonrisa. “Miguel Torres es más guapo por dentro”, ha asegurado la intérprete a la revista Diez Minutos sobre el futbolista, con el que se ve desde hace varios meses. Lo que hasta ahora ha sido un secreto a voces parece confirmarse después de los últimos encuentros entre la actriz de Velvet y el jugador del Málaga. Si bien al principio se habían reunido en exclusivos hoteles de Madrid,
ahora la popular pareja ha encontrado un lugar más discreto y estable
para estas ocasiones. Este lunes ambos volvían a juntarse en el
apartamento que Torres tiene en el centro de la capital y, aunque cada
uno llegó por separado, ninguno se ha escondido ante los objetivos de
los fotógrafos. “No me tengo que esconder y si me pillan, pues me han
pillado. Porque si quiero que no nos pillen, te aseguro que me
escondería”, sentencia Echevarría a la publicación.
Unas declaraciones que la actriz realizaba el pasado 26 de
febrero, antes de este último encuentro, durante la gala de los
Fotogramas de Plata que tuvo lugar en la discoteca Joy Eslava de Madrid.
Según Diez Minutos el futbolista también ha comentado entre su círculo de amigos lo contento que está con su relación con la todavía esposa de David Bustamante.
Los rumores de una posible relación entre Miguel Torres (32) y Paula Echevarría (40) surgen a raíz de que la asturiana anunciara por fin el divorcio de
David Bustamante, después de casi un año separados. El jugador del
Málaga y la actriz se conocen desde hace ocho años, cuando participaron
en el videoclip del tema del cantante cántabro A contracorriente. Además, tienen varios amigos en común y han coincidido en varios eventos privados en los últimos meses.
Mientras que Bustamante sigue sin levantar cabeza y suspendiendo conciertos alegando enfermedad,
parece que Echevarría poco a poco vuelve a disfrutar de su vida laboral
y personal. Además de viajes y escapadas con amigas, la actriz va a
comenzar a grabar la segunda parte de la miniserie de Telecinco, Los nuestros 2, como ella misma adelantó en sus redes sociales. También está pendiente de estrenar la película Ola de crímenes en la que participó hace unos meses. La actriz fue la primera que dio pistas de que en su casa "pasaban cosas" en abril del año pasado y quien ha ido explicando el estado de su relación con Bustamante
hasta llegar al "no hay vuelta atrás" que anunció a finales del pasado
mes de enero. La intérprete también lleva la voz cantante en los
términos del acuerdo de divorcio. La pareja desde hace años tiene un
documento de separación de bienes, pero es la custodia de su hija Daniella, de 9 años,
quien enfrenta a la actriz y el cantante. En estos momentos parece que
ambos estarían dispuestos a compartir su custodia. También se ha llegado
a un acuerdo sobre la casa familiar en la que se ha quedado la
intérprete de Velvet y su hija. Echevarría se ha comprado una
parcela muy cerca de su actual residencia y se está construyendo una
casa modular para mudarse lo antes posible. Todo ello para que la niña
no cambie su entorno habitual. La casa es propiedad en un 60% de Bustamante y en un 40% de Echevarría, pero finalmente parece que se pondrá a la venta.
La actriz venezolana aparece con los pómulos y los labios más hinchados y confirma que se ha hecho algunos retoques estéticos.
A los 50 cara nueva. Eso es lo que al parecer ha pensado la actriz y presentadora mediática Ivonne Reyes que a punto de cumplir el medio siglo ha decidio hacerse un profundo retoque en la cara. “El
otro día se me ocurrió ir a un evento después de hacerme un cóctel de
vitaminas y carboxiterapia (infiltraciones para tensar la piel). Las
vitaminas te las pinchan en la cara y en el cuello y no te deja
moratones, pero es verdad que te hincha”, ha explicado Ivonne Reyes. Reyes, hasta ahora , se había hecho algunos retoques en su
cuerpo pero el que se acaba de hacer en la cara es el más evidente de
todos. Alejada del primer plano, sus últimas apariciones televisivas han
tenido que ver con su paso por Gran Hermano Vip y su eterna
polémica con el periodista Pepe Navarro con quien, según una sentencia
judicial, tuvo un hijo. Navarro, que no se sometió a las pruebas de
paternidad, lo niega. Hacía tiempo que no se veía a Ivonne Reyes en un acto
público hasta el pasado fin de semana que acudió a la fiesta de
cumpleaños del sevillano Juan Peña en una discoteca de Madrid. Allí
mostró su nueva cara. La técnica seguida por Ivonne Reyes se asemeja a la seguida por RenéeZellweger, que decidió recurrir a los retoques estéticos a finales de 2014 o a los que se hace regularmente Tom Cruise. También Uma Thurman se ha sumado a esta moda aunque a ella no le gusta hablar de ello.
Una novela
de Alonso Guerrero cuenta cómo la prensa le acosó y perdió su anonimato
con el anuncio de un compromiso que convirtió a una periodista en
princesa.
Han pasado más de 14 años desde aquel 1 de noviembre de 2003 en el que la Casa del Rey anunció el compromiso del heredero al trono, el príncipe Felipe, con Letizia Ortiz, periodista, plebeya y divorciada. El camino hasta conseguir el permiso real no debió ser fácil
para la pareja porque las monarquías han tardado en darse cuenta de que
las sociedades vuelan alrededor de sus costumbres ancestrales y el
cambio resulta inevitable y deseable. Con
el compromiso y la primera aparición oficial de la pareja, cinco días
después, en los jardines de La Zarzuela, ambos sonrientes y ella
creyendo que podría seguir siendo Letizia y decirle al futuro monarca
titular que la dejase hablar sin que le llovieran las críticas, también
surgieron los fantasmas del pasado. Porque todos tenemos un pasado pero
para algunos es casi obligado que se conozca lo menos posible. Y la
actual reina Letizia tenía uno, liberal, no declaradamente monárquica y
divorciada, es decir, con un exmarido real, con recuerdos reales,
fotografías reales y amigos reales que no convenía que se pusieran a
hablar indiscriminadamente en un momento delicado para la real
institución. Los medios de comunicación –algunos de ellos– tenían una presa a
conseguir: Alonso Guerrero, el exmarido de la futura reina de España, su
antiguo profesor de instituto, el hombre al que estuvo unida durante
años, con quien finalmente se casó y de quien se separó tras un año de
matrimonio. Cómo se consiguió neutralizar ese tiempo antes del
compromiso, es algo que permanece oculto, pero ahora cuando todo el
mundo había olvidado esa etapa, el exmarido, profesor de literatura y
escritor de escaso éxito, quiere exorcitar sus propios demonios y contar
su parte de la historia en un libro,El amor de Penny Robinson .
El protagonista se llama como él y su amor de juventud se desdobla en
dos personajes: Laura y Nené. Dos mujeres que se adivinan una: Nené, una
joven seductora e inquietante que le enamora; Laura, una ex que le
traiciona y a la que describe como alguien dispuesta a cualquier cosa
después de su divorcio. El gancho está servido porque resulta fácil
buscar, tras este desdoblamiento de personajes femeninos, rasgos que se
pueden atribuir a la reina Letizia.
El escritor se convierte en protagonista del libro –del que solo
circulan galeradas hasta que se publique el próximo 12 de marzo – y en
un tono pretencioso se centra en describir cómo vivió aquellos momentos,
cuando le “robaron su vida” mientras empezaba oficialmente la de otra
pareja. “Mi presente no les interesaba porque existía el riesgo de que
fuera yo quien lo contase. Mi futuro aún menos, pero el pasado era otra
cosa. Podían inventarlo, ensuciarlo o convertirlo en un despojo”, así se
expresa Guerrero en el libro sobre sí mismo.
En él convierte a la prensa en el pimpampum de sus quejas:
“Los periodistas son los únicos que aún ignoran que en este mundo no hay
exclusivas. Había luchado por convertirme en escritor y de la noche a
la mañana me vi convertido no en un tema, sino en un tópico”. Las
tertulianas de los programas del corazón tienen “cortes de cara que me
recordaban vagamente a la mula Francis. (…) Aquella notoriedad que ellas
mismas me adjudicaban no me parecía grande si no vacía. Me obligaba a
vivir junto a un teléfono, dentro de una casa asediada” Y los paparazis le parecen “empleados de la perrera, con la caña y el lazo colgándoles del cinturón”.
Víctima del acoso mediático, con su vida privada “arrebatada
de un zarpazo (…) por una fotografía tomada con un móvil por un
desconocido desde el otro lado del cristal de un escaparate”. Así se
sintió Alonso Guerrero, el protagonista de El amor de Penny Robinson,
que confiesa que cuando a lo largo de su vida había tenido que emplear
una contraseña, siempre había utilizado la misma: ¡Viva la república!
Pero además de sus quejas hay recuerdos de dos mujeres, de
dos etapas. Y en este punto no dice nada pero dejan que se adivinen
cosas. Habla de dos fotos de Laura desnuda tomadas por Alfonso, él
mismo: “La conocí en 1989. (…) Había sido yo quien tomó la instantánea,
aquel atardecer de verano, mientras ella dormía. Recordé́ haber buscado
el encuadre durante mucho rato y, al despertar, había puesto el
automático y me había fotografiado junto a ella, tan desnudo como ella. Pese a proceder con la frialdad de un artista, me pareció́ que después
de haber cruzado el Sistema Solar, la luz de la persiana rayaba su piel
como si supiera que no iba a tener mejor ocasión para pertenecer a este
mundo”. Y continúa: “Por aquel entonces estaba enamorado de su
bronceado, así que hice la foto. Las líneas bordeaban los hombros y
caían a la parte interna de los muslos como si la confundieran con un
tragaluz.
Sin embargo, no fue aquel cuerpo entre el sueño y la
vigilia lo que estimuló mi memoria, sino los pequeños objetos que el
azar había puesto en la fotografía: los cuadros sobre el cabecero, el
pequeño reloj abandonado en la mesilla y algunos de los libros que por
entonces me obsesionaban. Promesas incumplidas que el amor utiliza para
rodearse de eternidad”. Él de nuevo como centro y protagonista.
Y de Laura salta a Nené, a quien describe como una obsesión. Una mujer muy joven, quizá esa Letizia que conoció cuando ella solo
tenía 16 años: “Estuve a punto de renunciar a la posteridad, por eso
empecé́ a escribir mis memorias. Mirando mi vida, ella era un pequeño
margen, igual que yo, una promesa sin asideros que no deseaba que fueran
en su busca. La vi salir embutida en aquel gabán de cosaco debajo del
cual iba casi desnuda. Era bella como un diluvio, pero desapareció́ bajo
el sol de diciembre sin dejar rastro (...) Sin darme cuenta, había
llegado a obsesionarme con sus ojos y su boca. Ambos permanecían en mi
memoria por alguna razón. Quizá́ los había visto en una portada de
disco. Todas las mujeres que cantaban tenían esos ojos y bocas, aunque
cada una destilaba con ellos una mirada distinta, y daba besos tan
diferentes como sellos de lacre. Nené lo sabía, por eso quería la
fama”. Puede que el libro calme las heridas de un tiempo pasado, puede que sea
ficción o realidad, pero no hay duda de que volverá a reavivar el
interés dormido de "tertulianas con cara de mula Francis" y "paparazis
que parecen empleados de perrera". Que los lectores rebuscarán detalles
de los personajes ficticios que puedan atribuir a féminas reales y que
Alonso Guerrero tendrá que evaluar si el éxito efímero de sus fantasmas,
merecen la pena para alguien que parece presumir de no querer ser
famoso por con quien vivió años de pasado amoroso.