La musa de La Movida cumple 40 años de carrera y estrena en Madrid 'El amor está en el aire' con su marido Mario Vaquerizo.
Los milenios pasan, Alaska permanece.
No es una virtuosa cantando ni bailando, pero sí alguien capaz de trascender las modas al haber inventado su nombre y su espacio, y mantenerlo 40 años.
La entrevista transcurre en el hotel Emperador, en la madrileña Gran Vía, escenario de su boda con Mario Vaquerizo, transmitida en un reality de éxito entre la chavalería millenial.
Mientras charlamos, un grupo de adolescentes la acribilla a fotos desde la calle a través de la cristalera. La historia de su vida.
Mis hijas me encargan que les salude a Mario. ¿Desde cuándo la llaman la mujer de Vaquerizo?
Los amigos, desde el principio, porque saben que me divierte profundamente.
Y ahora para muchas niñas soy la mujer de Mario, y la hija de América, mi señora madre, sí.
No me importa, porque no dejo de ser yo y yo sé lo que soy.
Mi ego puede soportarlo.
¿Cómo es vivir con Él?
Lo que todos piensan: divertido.
A veces demasiado para una hija única como yo, que necesita su espacio.
Pero sobre todo es fácil, porque se levanta y se acuesta de buen humor, y yo detesto a la gente eternamente enojada.
En su casa, el desmaquillante debe de ponérseles en un pico. ¿Cómo es Alaska a cara lavada?
Un huevo duro, que decía Boy George.
No tengo facciones, ni cejas ni pestañas. Me produzco, me manipulo, me invento como quiero que se me vea.
Y ahí solo vale tu criterio. Si hay una señora de 80 años que presume de no haberse hecho nada y lavarse con jabón Lagarto, pues felicidades, amiga.
A ver si logro preguntarle algo nuevo en sus 41 años de entrevistas. ¿Qué tal los triglicéridos?
Pues fíjate que no estoy segura, ni de los triglicéridos, ni si de me lo han preguntado.
A lo mejor sí, para alguna revista médica.
¿Le han llamado ya vieja?
Empecé con 14 años y me decían que no podía vestirme como me vestía, y ahora estoy a punto de oír lo mismo por vestir como visto a los 54.
Supongo que aún no se atreven: esperarán a los 60.
Distinga entre viejo y 'vintage'.
La diferencia es el precio, y el tonto que lo dice en la revista.
Todo es antiguo, o viejo y tiene valor.
Se ha pasado usted un poco de los 5 minutos de fama de Warhol.
Pues sí, y más para ser su hija.
Eso no lo buscas tú. Pero Warhol sí que es moderno, está más vigente que nunca.
Lo que estamos viviendo hoy es puro Warhol.
Mira que le gusta un charco.
Ya no.
Era divertido, pero he concluido que mi opinión no importa, y paso de mojarme cuando todo es causa de inquisición.
Es un momento fatal para opinar,
¿Y para qué es bueno?
Pues, igual este es un buen momento para mirar hacia adentro.
“Alaska, introvertida”: eso sí que es un oxímoron.
Al revés, “Alaska, extrovertida” sí lo es.
También me ocurrió con 16 años.
Pedro [Almodóvar] siempre dice 'que lo cuente Alaska, que como no salió ni bebió, se acuerda de todo'. Y es cierto.
“Ya no quiero dramas en mi vida”, canta. ¿Los quiso antes?
De pequeña era más dramática, más de letra de ranchera o bolero para mi vida.
Hasta que dije basta. Ahora mi vida, de ser algo, sería una comedia de Berlanga, riéndome de todo, hasta de lo que no tiene ninguna gracia.
¿Hay amor en el aire? Venga...
Mis amigos ya no encuentran jóvenes en las saunas o los pubs porque ahora quedan por Tinder o Grindr o Meetic.
Pero al final, el amor está en el aire: en las ondas, en las feromonas, en el aliento.
¿Y qué hay del sexo virtual?
No comprendo el sexo virtual.
¿Follar por WhatsApp? Pues igual es más higiénico, pero no le veo el sentido.
Es como cuando estás a dieta y te pasas el día viendo fotos de comida. Prefiero comérmela.
Donde esté la carne...
O el hueso.
Tengo la manga japonesa: muy ancha. Eso también lo da la edad. De joven solo me gustaba David Bowie, pero luego vi a Conan y John Goodman y me gustan los mazaos y los gorditos.
Mejor, porque Bowies hay pocos.
¿Se jubilará de ser Alaska?
Mi logro es haber hecho de lo que yo pensaba que era y quería ser, lo que soy, poder vivir de eso y mantenerlo.
¿Cómo me voy a jubilar de Alaska? Alaska c'est moi.