El
príncipe Enrique habla en la radio sobre cómo han sido sus primeras
fiestas junto a su prometida y asegura que aún no saben si van a invitar
a los Obama a su boda.
Durante
su comparecencia en la emisora británica BBC Radio 4, donde ha
participado este miércoles como editor invitado, no solo ha
entrevistado, también él ha tenido que contestar a preguntas. Y es que
su próximo matrimonio ha despertado mucho interés tanto en la sociedad
británica como en los medios de todo el mundo, donde la pareja es
noticia prácticamente todos los días. Así que no es de extrañar que las
primeras fiestas navideñas de Markle, que ha acudido tanto al palacio de Buckingham como a la residencia de la soberana británica en Sandringham, sea uno de los temas que más curiosidad desata en estas fechas. Preguntado, en tono distendido, cómo le había resultado a su novia la
experiencia de conocer a la "familia política", Enrique respondió que
había sido "fantástico" y añadió que Markle se lo había pasado
"realmente bien". Preguntado por la presentadora Sarah Montague sobre
cómo es una Navidad real, comentó que él y su pareja se habían
alojado esos días junto con su hermano, Guillermo, y su cuñada, Kate, en
la residencia de Anmer Hall, en Norfolk, cercana a la propiedad de
Sandringham de Isabel II. "Hemos disfrutado mucho quedándonos con mi
hermano y con mi cuñada y jugando con los niños [el príncipe Jorge y la
princesa Carlota, hijos de los duques de Cambridge]. Ha sido una Navidad
fantástica", contó.
También ha tenido que enseñarle algunas de sus tradiciones a
la actriz estadounidense: "Piensa que tenemos una de las familias más
grandes que conozco y cada familia es compleja. Pero ella ha estado
absolutamente maravillosa. Supongo que es la familia que ella nunca
tuvo", observó sobre su prometida. Los novios fueron fotografiados en actitud relajada
y sonriente de camino a la iglesia de Santa Magdalena, donde asistieron
el pasado día 25 al tradicional servicio religioso navideño capitaneado
por la reina Isabel y el duque de Edimburgo. Además de la entrevista, quien es el quinto en la línea de sucesión al
trono británico ha ejercido como periodista ha y entrevistado, entre
otros, al expresidente estadounidense Barack Obama,
con quien habló de diversos asuntos de interés social como la salud
mental o las Fuerzas Armadas. Así que este miércoles ha habido bromas
sobre si Barack Obama, amigo desde hace años del príncipe, ha sido invitado al enlace real, a lo que Enrique de Inglaterra contestó: "No lo sé, ni siquiera hemos enviado invitaciones o la lista de
invitados, quién sabe si estará invitado o no, no voy a estropear la
sorpresa".
El periódico The Sun no ha tardado en asegurar que
si la pareja invita a los Obama, antes que Donald Trump, actual
presidente de EE UU, conozca a la reina Isabel II, seguramente
"reaccionará muy mal". Tanto así, que son varios los medios de
comunicación británicos que informan de que muchos consejeros del
Gobierno de Theresa May le han recomendado que no invite a los Obama,
por miedo a la posible reacción del mandatario estadounidense. El matrimonio de Markle y Enrique, que se celebrará el 19 de mayo en el castillo de Windsor,
no es una fiesta de Estado, lo que significa que no habrá demasiados
dignatarios extranjeros o jefes de Estado, como sí los hubo en la boda
de Guillermo y Kate, en 2011 —aunque en aquella ocasión Obama, que era
presidente de EE UU en aquel entonces, no fue invitado—. Así que si
Enrique se abstiene de invitar a Trump, tampoco se estaría saltando el
protocolo.
“Enrique
es extraordinariamente feliz”, asegura en la portada de una revista
Isabel Preysler sobre la reciente paternidad del cantante y Anna
Kournikova.
Enrique Iglesias y Anna Kournikouva
no anunciaron que iban a ser padres. Cuando nacieron sus mellizos
Nicholas y Lucy el pasado 16 de diciembre, la pareja tampoco fue quien hizo pública la noticia. El cantante y la tenista llevan 16 años de una discreta relación
en la que raras son las veces que se les ha fotografiado juntos. Pero
que ellos no hablen de su vida, parece que no es impedimento para que lo
haga la madre del artista, Isabel Preysler. “Enrique es
extraordinariamente feliz en estos momentos”, asegura Preysler en la
portada de la revista de cabecera de su familia, la misma que
recientemente ha protagonizado dos veces su hija Ana Boyer y su boda con el tenista Fernando Verdasco. Varios medios estadounidenses aseguran que Enrique Iglesias, de 42 años,
y Anna Kournikova, de 32, han construido un muro de cinco metros de
alto alrededor de la lujosa mansión en la que viven en Miami con tal de
proteger la intimidad de los recién nacidos de las miradas de los
curiosos y los objetivos de los paparazis. Una construcción que empezó
el pasado verano, cuando la tenista se encontraba en el segundo
trimestre del embarazo, y en la que el portal TMZ asegura que se han gastado medio millón de euros. e euros.
En la entrevista con la revista ¡Hola!, Isabel Preyser
explica que el motivo por el que no quisieron hacerlo público y optaron
por mantener el embarazo en secreto fue porque “son muy celosos de su
intimidad”. “Todos respetamos lo que quieren unos y lo que quieren otros
[en la familia]. Enrique es muy celoso y muy reservado con su vida y él
ha querido que sea así y todo lo respetamos, empezando por mí la
primera. Anna y Enrique desean llevar sus vidas con discreción”. Por eso
prefiere no responder sobre cómo se enteró de que iba a ser abuela por
partida doble, ni aunque se lo esté preguntando la publicación en la que
su familia cuenta y muestra los acontecimientos más importantes de sus vidas. Un juego en el que nunca ha querido participar Enrique Iglesias y que
antes de su paternidad se rumoreó que fue el motivo por el que no acudió
a la boda de su hermana. Es más, aunque Isabel Preysler y sus hijos
suelen pasar las Navidades juntos, no hay testimonios gráficos de ellos,
como tampoco hay ninguna fotografía reciente de ella posando con su
hijo Enrique Iglesias. Preysler desvela también que la extenista rusa ha vivido un embarazo
“absolutamente normal y no ha tenido que guardar reposo en ningún
momento”. Tampoco cree que Kournikova se haya estado escondiendo durante
estos nueve meses y prueba de ello son las imágenes que ha ido
publicando en su cuenta de Instagram. “No ha necesitado esconderse, lleva una vida muy normal y muy casera. Se ha limitado a vivir su día a día, con Enrique, la familia y amigos”,
asegura la reina de la prensa del corazón en la entrevista en la que
también habla de la reciente boda de su hija pequeña en la isla caribeña
de Mustique o de su posible matrimonio con el Nobel Mario Vargas Llosa, algo que asegura que no entra en sus planes.
La obsesión de un mecánico por una niña de 13 años sembró de muerte el pueblo albaceteño de El Salobral.
—Qué pasa? —Ya te enterarás. Rifle en mano, Juan Carlos Alfaro
se encontró por las calles de El Salobral al menos con dos vecinos a
los que saludó. Uno iba a pie y otro volvía en bicicleta desde la
huerta. Tenía 39 años y acababa de asesinar a una niña de 13 a la que
decía amar.
En su huida, no disparó a todo al que halló en su camino. Solo a dos
personas más: el marido de la abuela de la niña, que resultó herido, y a
otro vecino del pueblo, que falleció en el acto.
Las razones para este
último crimen se las llevó a la tumba, pero su obsesión enfermiza por la
chiquilla venía de lejos.
Fue, según parece, una masacre planeada.
Quería acabar con todos los que se oponían a lo que él consideraba amor.
Era el principio del fin de una historia que comenzó hace años, en unas casas de campo situadas enfrente del pueblo, camino a los cerros cercanos a El Salobral.
Cándida Aparicio y Antonio Alfaro tienen allí unas casetas. A
su hijo Juan Carlos le gustaba pasar largas temporadas en su terreno. Se sentía bien al aire libre. Paseaba, salía con los perros, hacía
ejercicio… En una de las casas montó un gimnasio con bicis, sacos de
boxeo, pesas, tabla de artes marciales y todo tipo de aparatos. Pero,
sobre todo, hacía prácticas de tiro casi a diario. Tenía muchas dianas,
armas, y una gran puntería. También le gustaba la caza. Dicen en el
pueblo que si veía una perdiz, no importa cual fuera la distancia, la
abatía seguro. Era amigo de Agustín Delicado, otro vecino de El Salobral. Eran más o menos de la misma edad. Juan Carlos, el Fraguel, tenía 39
años; Agustín, el Pepsicolo, 40. Uno era mecánico; el otro, camionero.
Los dos estaban en paro. Juan Carlos iba cada tarde a las tres y media,
después de comer, a tomar café al Port Dry, el bar de uno de los
hermanos de Agustín. En el cerro, era vecino de otro de ellos, al que
saludaba cada mañana mientras hacía sus prácticas de tiro. Las dos
familias se conocían de toda la vida y ellos parecían llevarse bien. Agustín fue la segunda víctima mortal de Juan Carlos el sábado 20 de
octubre. Falleció abatido a tiros en la puerta de su casa. Juan Carlos
había lanzado una ráfaga de al menos 15 disparos en dirección a su
portal en el momento en el que Agustín salía a fumarse un cigarro. Antes, había disparado con una pistola a Almudena, la niña de 13 años
con la que estaba obsesionado. Las dos víctimas murieron en el acto. Después de matar a la chiquilla, llamó a Emergencias y confesó el
crimen. En su huida hacia los maizales, se encontró también con el
abuelastro de Almudena, que iba en coche, muy nervioso porque ya había
visto el cuerpo sin vida de su nieta. Le disparó e hirió en el hombro. Después, y tras llamar a un par de personas —uno de ellos pasó
directamente el teléfono a los agentes de la Guardia Civil—, se escondió
en el campo durante un día y medio.
“Oímos como una traca muy fuerte”, recuerda Pilar de la
trágica tarde. “Pensé que eran petardos. Mi marido salió a mirar. ‘¡Que
han matado a la Almudena!’, ‘¡Pilar, que han matado a la Almudena!’, me
dijo al volver. Para nosotros era como una nieta. Esa misma mañana había
venido a saludarme y a darme un beso. Era muy cariñosa”. A pocos metros de allí, en el Port Dry, Pepe, el hermano de
Agustín, celebraba el cumpleaños de uno de sus hijos en el bar. Había
siete u ocho chavales; entre ellos, la hija de Agustín, de 11 años, y
alguna amiga de Almudena. Oyeron también la descarga. “Cuando salí, vi
fuego al fondo de la calle”, relata Pepe. “Me pareció que era en el
portal de mis padres. Salí corriendo y me encontré con mi hermano en el
suelo. Muerto. Él vivía allí con mis padres y mi hermana. A su hija, que
entre semana está con su madre en Albacete, no se lo dijimos hasta el
día siguiente”. “Yo me quedé en el bar con los críos”, dice su mujer.
“La Guardia Civil entró y dijo que se cerrara todo. Apagamos las luces y
nos escondimos”. El miedo y el desconcierto se apoderaron durante horas de El Salobral. La historia de Juan Carlos y Almudena empezó a correr como la pólvora. Todos pensaban que los siguientes podrían ser la madre y la abuela de la
niña. Otro chico, Mariano, a quien Juan Carlos había preguntado esos
días en tono amenazante que por qué Almudena se había subido a su coche,
se escondió aterrorizado en la panadería. No salió hasta dos días
después. Pensaba que podía ser el próximo en la venganza asesina de Juan
Carlos.
El lunes, seis horas después de que la Guardia Civil lo
encontrara en la caseta de campo de sus padres, esa que tanto le
gustaba, Juan Carlos se pegó un tiro. Salió de la casa, caminó en línea
recta con una pistola en la sien, y disparó. Eran poco más de las tres
de la tarde. A la misma hora en la que el sacerdote Pascual Guerrero
estaba oficiando un funeral de cuerpo presente para despedir a Almudena,
Juan Carlos se suicidaba en el lugar en el que había empezado su
obsesiva y extraña relación con una niña 26 años menor que él. Almudena tenía un padre biológico que nunca se hizo cargo de
ella. Su madre, Adela, mantuvo durante casi ocho años una relación con
otro chico del pueblo, José Andrés, que acogió y quiso a la pequeña como
si fuera su hija. La familia de José Andrés tenía una casa en el cerro,
al lado de los terrenos de los Alfaro, e iban allí muy a menudo. A
Almudena le encantaban los perros y la naturaleza. Pasear. Allí estaba
tranquila. Y allí empezó a tratar a su vecino Juan Carlos.
El helicóptero médico que trasladó a Alfaro de la parcela donde se quitó la vida.CRISTÓBAL MANUEL
La madre de Almudena, Adela, se separó de José Andrés. Pero
la niña siguió viendo a quien ya consideraba su padre, y a sus abuelos,
Pilar y Andrés. Continuó yendo al cerro y viendo a Juan Carlos. Al
principio empezaron a compartir aficiones. A escuchar música, rock y
heavy metal, a hablar, a dar paseos. Almudena, una niña cariñosa pero
solitaria, tenía 11 años cuando empezó a pasar más tiempo con él. Fraguel, 37. Quienes los trataban dicen que en ese momento no había
relación amorosa entre ellos; que esta comenzó muy poco a poco y que
empezaron su especie de “noviazgo” hace poco menos de un año. Nadie
tiene muy claro hasta dónde llegó, física y sexualmente, ese vínculo.
La relación entre ambos se fue estrechando hasta convertirse
en algo que nadie entendía. Ya no se veían solo en el cerro, sino
también en el pueblo. Ella iba a su casa a escuchar música y paseaba a
veces con él por El Salobral, aunque nunca cogidos de la mano ni
agarrados, según coinciden varios vecinos. De hecho, muchos en el pueblo
desconocían que hubiera nada entre el Fraguel y la niña y no se
enteraron hasta la noche del doble crimen. “¿Cómo podía pretender tener una novia de 13 años?”, se
preguntan ahora en El Salobral. Él se enfrentó a quienes, como Agustín
Delicado el verano pasado y otros conocidos, le recriminaron alguna vez
lo que ellos entendían como una obsesión inaceptable. Agustín le dijo
que fueran juntos a conocer a mujeres hechas y derechas. Juan Carlos en
enfadó. Decía que esperaría a que Almudena fuera mayor; que la amaba. Algunos atribuyen el crimen de Agustín a estas críticas. Otros, a que
Juan Carlos pensaba que un sobrino de él, José, estaba tonteando con la
niña. Hay distintas teorías, pero todos reconocen que son conjeturas. El
móvil de este asesinato es aún muy confuso. Decían que los dos “querían estar juntos” y que él estaba “loco por ella”.
Juan Carlos, un chico muy inteligente, según los vecinos, se
encerraba en casa algunas temporadas, pero salía. Hace un par de años
se fue a Canadá para buscar trabajo como mecánico, aunque acabó
volviendo. Sus dos hermanos —solo su hermana vive fuera de El Salobral,
con su pareja— apenas pisan la calle. Al mayor, Antonio, hay quien no lo
había visto salir de casa desde hace más de 20 de años. “Desde que sus
compañeros de quinta se fueron a hacer la mili”, dice un vecino. “Juan
Carlos tenía sus cosas, era un chico muy nervioso, pero estaba más
integrado en el pueblo, aunque iba con una pandilla bastante
conflictiva”. Estaba totalmente volcado en el tiro y la caza. Tenía tres licencias de armas: la E para armas de tiro deportivo y
escopetas de caza; la D para armas largas de caza mayor; y la F, para
armas cortas y largas con uso deportivo. Esta última le permitía tener
una pistola como la que compró en una armería de Albacete el jueves
anterior a cometer los asesinatos. Todo era legal. En total, según la
Guardia Civil, tenía tres o cuatro armas. Los vecinos aseguran que
además compraba en subastas otras antiguas e inutilizadas, de
coleccionista, y que algunas lograba arreglarlas. El conflicto entre Juan Carlos y la familia de Almudena
comenzó a crecer durante los últimos nueve meses hasta desembocar en
amenazas y denuncias mutuas. El entorno de Juan Carlos consideraba que
se estaban pasando y que no tenían derecho a presionarlo tanto si la
relación era “consentida”. El de la madre y la abuela no entendía que no
se dieran cuenta de la gravedad de la situación, y de que estaban ante
un abuso de un adulto de casi 40 años sobre una niña de 13. La niña decía que también lo quería. Su madre y su abuela
pensaban que le había sorbido el seso. Le quitaron el móvil, casi no la
dejaban salir de casa ni usar Internet. Ella escribía sobre su amor en
su muro de Facebook y le mandaba cartas a través de sus amigas. Él la
iba a buscar al instituto. Se la llevaba en moto al campo, al cerro… La madre asegura que lo denunció muchas veces. El capitán de
la Guardia Civil Juan Manuel Burgos dice que solo les consta una, de la
que dieron cuenta al juzgado y a la Fiscalía de Menores —nunca se
adoptó medida alguna—, y que en otra ocasión intervinieron de oficio por
una pelea entre Juan Carlos y la familia de Almudena. Había otra
denuncia ante la Policía Nacional. Almudena había terminado recientemente la relación, según
algunas de sus compañeras de instituto, que presenciaron insultos y
amenazas por parte de él. Los padres de Juan Carlos aseguran que fue él
quien cortó la historia, pero a la vez admiten que no podía soportar
siquiera que otro hombre la llevara en coche a algún sitio. Adela, José
Andrés, Francisca, su marido… todos los parientes de la niña habían
dicho a Juan Carlos, por las buenas y por las malas, que se alejara de
la chiquilla, y él pensaba que era culpa de ellos que ya no pudieran
verse. Temía, además, ser denunciado por abusos sexuales o violación por
ella o por su familia. Una amiga de la madre de Almudena dice que
últimamente tenían mucho miedo por lo que estaba pasando: pensaban que
podía matarlos a ellos o a la niña.
Juan Carlos compró el jueves una nueva pistola, y, sobre las
siete de la tarde del sábado, mató A Almudena. Acabó con la cortísima
vida de la que decía que era el amor de su vida. O estaba con él o no
estaría con nadie. Un crimen machista. La víctima número 38 de este año
según el recuento del Gobierno. La más joven.
En El Salobral los vecinos recuerdan accidentes, suicidios,
riñas…, pero ningún trauma tan profundo como el de ese fin de semana. El
doble crimen los ha sobrepasado. “A partir de ahora vamos a ser como
Puerto Hurraco ¿no?”, dice un vecino mientras toma una cerveza. “Ya
nadie nos va a conocer por las patatas, sino por los asesinatos”. Es un
pueblo agrícola dedicado fundamentalmente a la plantación de este
tubérculo y de cereal (maíz, trigo, cebada, alfalfa…). Un sitio muy
pequeño. Tanto, que no es ni pueblo. Es una pedanía de Albacete con unos
1.400 habitantes. Tiene un colegio, un estanco, una iglesia, tres
restaurantes, un hostal, tres supermercados, una gasolinera… servicios
básicos para una población diminuta. Todos se conocen. Y muchos son familia cercana o lejana.
“No hay que remover la mierda”, se escucha estos días. Los
vecinos piden tranquilidad para seguir viviendo. Muchos piensan que el
hecho de que el homicida se quitara la vida facilita las cosas. Si Juan
Carlos hubiera sido detenido, si hubiera ido a la cárcel, si los
familiares hubieran ido a verle… todo habría sido más complicado dentro
del pueblo. Pero, ahora, las tres familias han sufrido una tragedia. Una
madre y una abuela han perdido a su niña, Almudena; una hija de 11 años
ha perdido a su padre, Agustín; y un padre y una madre tendrán que
vivir con la carga de saber que su hijo acabó con la vida de dos
personas antes de suicidarse. “Para ellos no debe ser fácil tampoco”,
dicen Pepe y Desiderio, los dos hermanos de Agustín. Un primo de Pepe le ha pedido perdón. Era también primo de
Juan Carlos. “Me dijo que lo sentía mucho, que no entendía cómo un primo
suyo había cometido un crimen así”, relata Pepe. “Nos dimos un abrazo.
Qué vamos a hacer. Mañana hablaré con otro de mis primos, que sé que
está igual y que ni se atreve a venir. Hay que cerrar estas heridas”. La
madre de Juan Carlos, Cándida, es sobrina de un tío de los Delicado. “Somos familia”, dice Pepe. “Confió en que lo superemos, aunque entiendo
que para la familia de la niña será mucho más difícil”.
La madre de la chiquilla, Adela, estaba el jueves en su casa de El
Pasico. Su pareja pide a la periodista, por favor, que se marche. “Está
muy mal. No está en condiciones”. Habló el día del funeral y ahora trata
de encajar lo sucedido. Su exnovio, José Andrés, pone cervezas, con la
cara desencajada, en el merendero en el que trabaja. “¿Cómo estás?”, le
pregunta el sacerdote. “Peor que mal”, responde. En la calle La Luz,
donde murió Almudena, los chiquillos dejan flores y velas. Han hecho un
altar. “Nunca te olvidaremos”, le escriben. Han colocado una foto de
Almudena sonriendo sobre un caballo. Dice el alcalde, Ángel, que estos
días hay niños aún asustados que no pueden dormir solos.
La familia de Almudena creyó desde el principio que su
relación con Juan Carlos era patológica, enferma, desigual. Una historia
que no debía ser. Una aberración. La abuela de la niña, Francisca,
había tenido, además, una mala experiencia con su primer marido y padre
de sus hijos, al que conoció también siendo adolescente. La niña vivía
ahora con ella y con su marido. La madre, Adela, residía en El Pasico,
una aldea mínima entre El Salobral y Aguas Nuevas, junto a su nueva
pareja. Ni la madre ni la abuela pensaban permitir, de ninguna manera,
que la relación continuara. La familia de Juan Carlos pensaba también
que no era lo mejor para su hijo, pero no se opusieron con la misma
intensidad. Lo consideraban inevitable.
Harta estoy de las Campos y que vivan las tres de la sopa boba¿Por qué un especial en los mejores stios? ¿Por qué la Teresa va de Desayuno con diamantes? no va de cenicienta no, aunque las tres crean que tienen un Príncipe y su zapatito de cristal que es Telecinco les de dinerito ganso para comprar y seguir comprando, nunca las he visto que lean o vayan al teatro solo que vivieron en una falsa gloria pasada y quieren seguir....malo..... pero la gente las ve, o no?
Pullas,
naturalidad y sin censura, el éxito de María Teresa, Terelu y Carmen
Borrego, que abren las puertas de la casa familiar para grabar un
encuentro con la prensa...jo que plastas esaS señoras feas y dos gordas.
De izquierda a derecha, Carmen Borrego, María Teresa y Terelu Campos, en la casa familiar.Samuel de Roman
La excursión empieza en un punto de encuentro del centro de
Madrid, donde un autocar recoge a 22 periodistas de distintos medios con
la misión, entre profesional y curiosa, de asistir a un brindis
navideño en casa de María Teresa Campos. El motivo: un encuentro de la prensa con el trío español más mediático
formado por la popular periodista y presentadora y sus dos hijas, Carmen
Borrego y Terelu Campos. Ninguna consigna, solo una observación: la cita será grabada por La Fábrica de la Tele, productora de Las Campos, y se emitirá en Telecinco, esta noche a las 22 horas, para ir calentando motores hasta la llegada de la nueva entrega de su reality que comienza su andadura mañana con un especial navideño grabado en Nueva York. El
primer capítulo de esta serie se presentó el 18 de agosto de 2016 y
consiguió ser líder de audiencia con 2.361.000 espectadores que no se
despegaron de la pantalla del televisor en plena canícula. La próxima
temporada augura nuevas aventuras de esta televisiva familia a la que se ha bautizado como las Kardashian españolas, pero los argumentos se internacionalizan. Nueva York, Miami, Japón y Dubái serán sus próximos destinos, y algunos
ni ellas los conocen aún. La naturalidad es quizá la gran sorpresa de
este programa que uno cree perfectamente organizado y calculado. El
equipo tiene una idea, se prepara la grabación y al final ocurre lo más
inesperado porque las protagonistas no se ponen límites, nunca ven
previamente lo que se va a emitir, muchas veces no saben lo que ha hecho
o dicho las unas de las otras y llegan a sorprenderse tanto como los
espectadores con lo que se encuentran en pantalla.
De izquierda a derecha, Carmen Borrego, María Teresa y Terelu Campos, en la casa familiar.Samuel de Roman
La excursión empieza en un punto de encuentro del centro de
Madrid, donde un autocar recoge a 22 periodistas de distintos medios con
la misión, entre profesional y curiosa, de asistir a un brindis
navideño en casa de María Teresa Campos.
El motivo: un encuentro de la prensa con el trío español más mediático
formado por la popular periodista y presentadora y sus dos hijas, Carmen
Borrego y Terelu Campos. Ninguna consigna, solo una observación: la cita será grabada por La Fábrica de la Tele, productora de Las Campos, y se emitirá en Telecinco, esta noche a las 22 horas, para ir calentando motores hasta la llegada de la nueva entrega de su reality que comienza su andadura mañana con un especial navideño grabado en Nueva York.
El
primer capítulo de esta serie se presentó el 18 de agosto de 2016 y
consiguió ser líder de audiencia con 2.361.000 espectadores que no se
despegaron de la pantalla del televisor en plena canícula. La próxima
temporada augura nuevas aventuras de esta televisiva familia a la que se ha bautizado como las Kardashian españolas, pero los argumentos se internacionalizan.
Nueva York, Miami, Japón y Dubái serán sus próximos destinos, y algunos
ni ellas los conocen aún. La naturalidad es quizá la gran sorpresa de
este programa que uno cree perfectamente organizado y calculado. El
equipo tiene una idea, se prepara la grabación y al final ocurre lo más
inesperado porque las protagonistas no se ponen límites, nunca ven
previamente lo que se va a emitir, muchas veces no saben lo que ha hecho
o dicho las unas de las otras y llegan a sorprenderse tanto como los
espectadores con lo que se encuentran en pantalla.
María
Teresa Campos y su pareja, Edmundo Arrocet, llegan al edificio de la
DIputación de Málaga donde la periodista fue nombrada hija adoptiva de
la ciudad en septiembre.Cordon Press
“Si se hace un programa que se llama Las Campos,
tenemos que ser nosotras mismas”, explica María Teresa, “solo pasas
batería [funcionas] delante de una cámara si pones de verdad parte de
ti.
Por eso yo siempre me he sentido más comunicadora que presentadora”.
Terelu añade que no ver el capítulo antes de que se emita tiene de
bueno que se lleva la misma sorpresa y tiene la misma visión que pueda
recibir el espectador.
“La parte mala", dice, "es que no te da tiempo a
decir no pongas esto o lo otro”.
Y Carmen Borrego, más seria y reflexiva
que su madre y su hermana remata:
“Seríamos capaces de censurar
demasiadas cosas que el espectador quiere ver y eso no es bueno”.
La grabación que se está realizando en el salón de su casa da fe de la
nula intervención del equipo.
Entre ellas se cortan, se tiran pullas y
rematan frases.
Se nota que se conocen bien y son capaces de reñir sin
que llegue la sangre al río.
Después llegará el montaje, la música, la
magia que convierte el día a día de una familia famosa en un espectáculo
de televisión.
Y también surgirán los parabienes por las audiencias y
llegarán las críticas e incluso los insultos.
“No hace falta hacer un reality
ni irse a Nueva York para que te digan de todo”, afirma María Teresa
Campos, “pasa, hagas lo que hagas, en el momento que eres una persona
conocida.
Pero a veces son comentarios tan ofensivos que creo que habría
que legislar más.
No para cortar la libertad de la gente, si no para
limitar la libertad de inventar y sobre todo de insultar”.
María Teresa Campos caracterizada como la actriz Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes' para la grabación de su 'reality'.
Ante las risas que han provocado entre los periodistas
algunas de las escenas de un adelanto de diez minutos del primer
programa de la nueva temporada —proyección durante la cual las
protagonistas no están presentes—, resulta inevitable una pregunta: ¿No
temen que convertirse en personajes pueda afectar a proyectos futuros
como directora de programas, en el caso de Carmen, o presentadoras en el
de María Teresa o Terelu? La primera en responder es Terelu: “Creo que
esa visión se queda un poco antigua. Hacemos una televisión de hoy". Es
María Teresa, con más años de profesión, quien zanja las dudas: “¿Sabes
lo único que te retira? Que no te vean”.
En el salón aparece María, la empleada doméstica a quien la
gente reconoce por la calle desde que salió en la primera entrega del
programaTrae unas copas con cava para brindar por la Navidad y se
arma un pequeño alboroto de periodistas que quieren retratarse con las
propietarias de la casa. Un reflejo de la misma curiosidad que provoca
en los espectadores asomarse a la vida y la trastienda de este trío y
que explica el éxito del formato. Carmen lo cuenta categórica: “Yo creo
que da morbo ver qué hacemos, si nos peleamos o no. Es morbo”.
Teresa se acerca sonriente y feliz por haber superado la primera fase de esta grabación tras haber vencido sin secuelas al ictus que sufrió
en mayo. "Espero que el programa vaya bien", explica, "pero para mí
esto era un reto personal muy importante y ya lo he ganado", dice en
referencia al viaje a Nueva York y Miami, donde se ha grabado parte de
la nueva temporada.
De izquierda a derecha, Carmen Borrego, María Teresa y Terelu Campos, en la casa familiar.Samuel de Roman
La excursión empieza en un punto de encuentro del centro de
Madrid, donde un autocar recoge a 22 periodistas de distintos medios con
la misión, entre profesional y curiosa, de asistir a un brindis
navideño en casa de María Teresa Campos.
El motivo: un encuentro de la prensa con el trío español más mediático
formado por la popular periodista y presentadora y sus dos hijas, Carmen
Borrego y Terelu Campos. Ninguna consigna, solo una observación: la cita será grabada por La Fábrica de la Tele, productora de Las Campos, y se emitirá en Telecinco, esta noche a las 22 horas, para ir calentando motores hasta la llegada de la nueva entrega de su reality que comienza su andadura mañana con un especial navideño grabado en Nueva York.
El
primer capítulo de esta serie se presentó el 18 de agosto de 2016 y
consiguió ser líder de audiencia con 2.361.000 espectadores que no se
despegaron de la pantalla del televisor en plena canícula. La próxima
temporada augura nuevas aventuras de esta televisiva familia a la que se ha bautizado como las Kardashian españolas, pero los argumentos se internacionalizan.
Nueva York, Miami, Japón y Dubái serán sus próximos destinos, y algunos
ni ellas los conocen aún. La naturalidad es quizá la gran sorpresa de
este programa que uno cree perfectamente organizado y calculado. El
equipo tiene una idea, se prepara la grabación y al final ocurre lo más
inesperado porque las protagonistas no se ponen límites, nunca ven
previamente lo que se va a emitir, muchas veces no saben lo que ha hecho
o dicho las unas de las otras y llegan a sorprenderse tanto como los
espectadores con lo que se encuentran en pantalla.
María
Teresa Campos y su pareja, Edmundo Arrocet, llegan al edificio de la
DIputación de Málaga donde la periodista fue nombrada hija adoptiva de
la ciudad en septiembre.Cordon Press
“Si se hace un programa que se llama Las Campos,
tenemos que ser nosotras mismas”, explica María Teresa, “solo pasas
batería [funcionas] delante de una cámara si pones de verdad parte de
ti. Por eso yo siempre me he sentido más comunicadora que presentadora”.
Terelu añade que no ver el capítulo antes de que se emita tiene de
bueno que se lleva la misma sorpresa y tiene la misma visión que pueda
recibir el espectador. “La parte mala", dice, "es que no te da tiempo a
decir no pongas esto o lo otro”. Y Carmen Borrego, más seria y reflexiva
que su madre y su hermana remata: “Seríamos capaces de censurar
demasiadas cosas que el espectador quiere ver y eso no es bueno”.
La grabación que se está realizando en el salón de su casa
da fe de la nula intervención del equipo. Entre ellas se cortan, se
tiran pullas y rematan frases. Se nota que se conocen bien y son capaces
de reñir sin que llegue la sangre al río. Después llegará el montaje,
la música, la magia que convierte el día a día de una familia famosa en
un espectáculo de televisión. Y también surgirán los parabienes por las
audiencias y llegarán las críticas e incluso los insultos. “No hace
falta hacer un reality ni irse a Nueva York para que te digan
de todo”, afirma María Teresa Campos, “pasa, hagas lo que hagas, en el
momento que eres una persona conocida. Pero a veces son comentarios tan
ofensivos que creo que habría que legislar más. No para cortar la
libertad de la gente, si no para limitar la libertad de inventar y sobre
todo de insultar”.
María Teresa Campos caracterizada como la actriz Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes' para la grabación de su 'reality'.
Ante las risas que han provocado entre los periodistas
algunas de las escenas de un adelanto de diez minutos del primer
programa de la nueva temporada —proyección durante la cual las
protagonistas no están presentes—, resulta inevitable una pregunta: ¿No
temen que convertirse en personajes pueda afectar a proyectos futuros
como directora de programas, en el caso de Carmen, o presentadoras en el
de María Teresa o Terelu? La primera en responder es Terelu: “Creo que
esa visión se queda un poco antigua. Hacemos una televisión de hoy". Es
María Teresa, con más años de profesión, quien zanja las dudas: “¿Sabes
lo único que te retira? Que no te vean”.
En el salón aparece María, la empleada doméstica a quien la
gente reconoce por la calle desde que salió en la primera entrega del
programa. Trae unas copas con cava para brindar por la Navidad y se arma
un pequeño alboroto de periodistas que quieren retratarse con las
propietarias de la casa. Un reflejo de la misma curiosidad que provoca
en los espectadores asomarse a la vida y la trastienda de este trío y
que explica el éxito del formato. Carmen lo cuenta categórica: “Yo creo
que da morbo ver qué hacemos, si nos peleamos o no. Es morbo”.
Teresa se acerca sonriente y feliz por haber superado la primera fase de esta grabación tras haber vencido sin secuelas al ictus que sufrió
en mayo. "Espero que el programa vaya bien", explica, "pero para mí
esto era un reto personal muy importante y ya lo he ganado", dice en
referencia al viaje a Nueva York y Miami, donde se ha grabado parte de
la nueva temporada.
Las Campos graban un brindis navideño en su casa, rodeadas de periodistas.Maite NietoEL PAÍS
Después, más intimista y sin tratar de justificar nada,
continúa: “Cuando la gente me pregunta por qué hago esto con todos los
reconocimientos que tengo en mi carrera profesional, solo puedo
contestar que creo que precisamente por eso el público debería permitir
que me divierta haciendo otra cosa. Aunque yo desde luego quiero volver a entrar en mi plató y espero que sea pronto”.
Como adelanto de lo que está por llegar solo se puede contar que el capítulo con el que arranca la nueva temporada se titula Audrey, Marilyn y Carrie… Las Campos en NY. Prueben a adivinar quién es quién y quédense con una frase de Terelu: “Yo solo puedo decir que es más fácil encontrar un buen perrito en Nueva York que una buena porra en España”.