El cineasta responde con humor a la columna de Elvira Lindo, publicada ayer en EL PAÍS, en la que lamentaba las palabras del director en una entrevista, también en este periódico, sobre las diferentes formas de ver las películas.
Le pedí perdón por Twitter, a ella y a todas las señoras de este mundo.
Y es muy triste, porque si hay alguien a quien amo profundamente es a las señoras mayores.
Desde mi madre, de 94 años, que quiere que estrene películas para verme por la tele, porque no tengo tiempo de subir a Bilbao a verla, hasta mi adorada Terele [Pávez] que falleció poco después del estreno de El bar
Ella se hubiera reído mucho, y de hecho, lo estará haciendo allá arriba con Sancho [Gracia], otro señor mayor al que quería con todo mi corazón, por mi torpeza a la hora de explicarme.
¡Pero si tú eres una señora mayor! Me recordaba un amigo periodista.
Claro, entonces entendí todo. La gente no sabe que yo me califico a mí mismo como “señora mayor” habitualmente, un calificativo que, obviamente, Elvira Lindo ni nadie que leyera esa entrevista podía conocer.
De hecho, mi perfil de Blogger es una foto de Angela Lansbury, y mi nombre, La señora mayor.
Carlos Areces es muy señora, y así nos llamábamos mutuamente mientras rodábamos Balada triste de trompeta, y si seguís el Twitter de Antonio de la Torre, encontraréis muchos en los que me llama “señora”.
Se llame o no usted mismo "señora mayor" no quita el desdén conque nos llamó "Señoras mayores" que igual usted cree que ni manejamos el Ordenador ni el móvil, pero es usted un señor de tantos que solo frecuenta señoras mayores cuando va a verlas y son familia, pero se busca jovencitas atractivas anque esas no van a salas de cines.
Yo que soy de la generación de alumnas universitarias que íbamos a salas de cine de culto, y que luego hacíamos un foro para comentar aa Fellini, Antonioni, Ingmar Bergman, Buñuel, Berlanga, y nos pegábamos un aburrimiento mortal hasta que por fin vino Spilver y todos esos directores marcados por la Guerra de Vietnam, otro peñazo, las pelis, ahora puedo decirlo pero antes había que adorarlos, ahora no hay ya directores que hagan otro tipo de cine, pero las señoras mayores seguimos en las Salas para luego hablar sobre ella sin necesidad de hacer un foro...Me olvidaba de poner a mi querido y admirado Visconti...
Ser una señora es maravilloso, porque nadie sabe como ellas ver las cosas con distancia, con tranquilidad, y con una comprensión que las hace únicas.
Ser “señora mayor” no es cuestión de edad, es una actitud. Ninguna señora mayor debería enfadarse más de lo debido conmigo (sí un poquito, por decir tonterías), porque ellas entienden perfectamente qué es lo importante y qué no, dónde se encuentran los problemas que nos agobian y que alimentan este estado crispado de opinión en el que parece que todo es objeto de ofensa y crítica. Elvira me ha perdonado.
Gracias, Elvira. Lo bueno de todo esto es que mi metedura de pata te inspiró para escribir un artículo muy hermoso.
AH!!! Señor Mayor, no olvide que pagamos la entrada y gracias a eso hay pocas salas pequeñas que pueden ir tirando cada mes.
También es muy triste que no supiera explicar, en mi torpeza, lo que realmente quería decir, que es muy distinto de lo que destacan los titulares.
Quería decir que, dentro del mismo cine, hay una corriente de opinión que rechaza las nuevas ventanas de exhibición frente a lo que supone la clásica proyección en una pantalla, y eso me parece un paso atrás.
Creo que todos los formatos, salas, televisión y plataformas digitales pueden convivir en paz sin entorpecerse unos a otros.
Esto no tiene nada que ver con lo que creo que se me entendió. Culpa mía. Por eso también debo dejar claro, aunque se me antoja obvio, que amo profundamente los cines.
Cómo no, pasando la vida entera en ellos, desde que tenía cuatro años hasta ahora, proyectando mis películas.
Nadie vive con más pasión el momento mágico en que se apaga la luz y comienza la película, rodeado de gente, pero ahora hay nuevas ventanas de exhibición y son tan legítimas como la original.