Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

22 nov 2017

La vía mística de Fray Junqueras............................ Rubén Amón

El líder de ERC convierte la cárcel en una celda religiosa y encubre todas sus fechorías en la resignación y candor cristianos.

Oriol Junqueras a su llegada a la Audiencia Nacional.
Oriol Junqueras a su llegada a la Audiencia Nacional. REUTERS
Conmueve la resignación cristiana de la experiencia carcelaria de Junqueras.
 La ha convertido el exvicepresidente de la Generalitat en un ejercicio de piedad y de vocación.
 Más que estar preso, se halla Oriol Junqueras de clausura.
 Escribe cartas a la sombra de un crucifijo. Las recibe con ademanes de consejero espiritual.
 Pasea por el patio de Estremera como si recorriera el claustro de la catedral de Girona y se deslizara con los vuelos de un hábito franciscano. 

Y debe confortarle el ejercicio de la fe, pero también le está sirviendo para encubrir sus fechorías y delitos.
 Se ampara en la doctrina de la no violencia para renegar, abjurar, de toda beligerancia callejera, aunque es Fray Junqueras el autor intelectual y hasta factual de la temeraria trama independentista. 
Suya ha sido y es la arquitectura del procés.
 De sus mandamientos, de sus órdenes, han surgido los desafíos, los desplantes, los pucherazos, las perversiones al Estado de derecho, los peligros de un clima social incendiario.
La amnesia antepone ahora el ejercicio de la bondad. 
Junqueras ha sido un agitador, un líder subversivo, de tal forma que esta prosaica actitud de meapilas únicamente despierta incredulidad, embarazo y estupefacción.
 Le viene grande a Junqueras el disfraz de mártir religioso. 
No, no es propio de los hombres de Dios sembrar el odio, incitar la discriminación, predicar la pureza étnica, levantar el muro identitario.
Acaso debería matizar la tonsura, recortarse la coronilla para adquirir el aspecto ortodoxo del fraile.
Consume Junqueras sus días de recogimiento y aislamiento de libertad como si el tormento político que se le hace expiar fuera una manera de alcanzar al Altísimo.
 Ha sido Junqueras un hombre de fe.
 Y ha parecido más aún una figura cardenalicia que escruta los susurros entre los muros vaticanos.
 Cínico y oscuro. Seductor con la palabra.
 Implacable con los hechos.
Debe sentirse Fra Savonarola en el presidio antes de que lo enviaran a la hoguera.
 Un hombre de hábitos espartanos y de oronda imagen renacentista, Junqueras, que ha encontrado en las limitaciones de la cárcel el desafío a su propia severidad o de impostura de eremita.
Viene a decirnos Junqueras que su reino no es de este mundo y que no le afectan las contingencias terrestres, razones oportunistas para definir ahora la independencia como un ideal político, como una fórmula poética y simbólica a la que puede llegarse con una escalera de versos endecasílabos.
 Vive sin vivir en él, Junqueras.
Y sufren los demás exconsellers porque les asfixian los barrotes y el aliento de los presos comunes.
 Y porque extrañan las comodidades del mundo exterior.
 Y abjuran del independentismo. 
Abrazan la Constitución como el libro de los salmos. 
Serían capaces de tatuarse el 155 en la nuca.
 Accederían a agitar la bandera española en la grada de los ultra sur.
Junqueras no.
 El padre Junqueras, monseñor Junqueras, su excelencia Junqueras o su eminencia, entiende que la prisión de Estremera es un camino de expiación que va a terminar liberándole, incluso proporcionándole una visión mística de la tierra prometida.
Pero también es débil fray Junqueras.
 La carne es débil, así es que redacta con tinta china un recurso con el que aspira a salir de su retiro espiritual.
 Un ejercicio de ambigüedad retórica que define su personalidad de político bizantino y jeroglífico.
 No está claro si acata o no acata el artículo 155.
 No queda claro si Junqueras quiere salir o quedarse.
 Y no existe mejor lugar para exponer la represión del Estado español que la cárcel ni mejor oficina de campaña que su celda mística, pero Junqueras el espiritual y el gandhiano combate con el hombre en su soledad y en su conciencia, sabiendo, como sabe, que los estigmas de sus manos son más falsos que la sangre del fantasma de Canterville.



 

21 nov 2017

El proceso judicial de Puigdemont en Bélgica durará hasta después de Navidad

 

El procedimiento de entrega tarda normalmente unos 90 días pero el plazo es flexible.

La portavoz de la Fiscalía de Bruselas, Ine Van Wymeersch el 17 de noviembre. 
La portavoz de la Fiscalía de Bruselas, Ine Van Wymeersch el 17 de noviembre. EFE
El proceso judicial en Bélgica para la entrega a España del expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont y cuatro de sus exconsejeros hará que estos políticos previsiblemente permanezcan en aquel país más allá de las navidades. 
El próximo 4 de diciembre, el juez de primera instancia belga que deberá decidir sobre la extradición de los cinco para su ingreso en prisión en España, como solicitó la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, los ha vuelto a citar para que sus defensas realicen las alegaciones.

El fiscal belga, que vehicula los intereses de la justicia española en esta causa, pidió al magistrado que acceda a la entrega de los cinco políticos.
 Tras escuchar a las defensas, el juez de la Cámara del Consejo no adoptará una decisión de manera inmediata y se espera que la resolución inicial sobre la entrega se pueda demorar unos 10 días, con lo que esta se conocería en plena campaña para las elecciones autonómicas del 21 de diciembre.
En caso de que el juez de la Cámara del Consejo belga conceda en primera instancia la extradición de Puigdemont y los exconsellers, se abre un periodo de recursos ante instancias superiores que podría dilatar todo el procedimiento. 
Hay al menos dos posibilidades de recurso: la primera sería ante el llamado Tribunal de Instrucción de Bruselas, que volvería a analizar los hechos sobre los que se sustenta la entrega.
 Si este tribunal reitera la decisión de entregar a España a los políticos, se podría acudir a la Corte de Casación, que revisa los fundamentos jurídicos de la decisión.
 En condiciones normales, el procedimiento de entrega se agota en 90 días. 
Sin embargo, la fiscalía belga tiene claro que el caso de Puigdemont y los exconsejeros Meritxell Serret, Lluís Puig, Antoni Comín y Clara Ponsatí es especial y los plazos podrían dilatarse hasta el mes de enero e incluso más allá, según fuentes jurídicas.
 Ya en el escrito por el que el fiscal belga pedía a la juez Lamela información sobre el estado de las cárceles españolas, ese organismo hablaba de “la calidad de los implicados” y “el contexto de los hechos”.
 

 

 

Coordinado por Isabel Valdés Cómo una señora bien se hizo feminista en pleno franquismo

Coordinado por Isabel Valdés

Cómo una señora bien se hizo feminista en pleno franquismo.

 

Charo Nogueira narra el vuelco de las mujeres desde la dictadura a la vez que el periplo de una pionera, Ana María Pérez del Campo.

 

Ana María Pérez del Campo, en un retrato de la década de los 50

-Charo, te molesto porque quiero dejar un testamento.
Al otro lado de la línea telefónica, una voz familiar. Ana María Pérez del Campo, de 82 años, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. 
 Una veterana del feminismo desde los tiempos de la dictadura deseaba que la periodista Charo Nogueira, especialista en igualdad, contase su ancho periplo vital. 
Por entonces, era 2015, la experimentada reportera pergeñaba una historia sobre la formidable andadura de las mujeres españolas desde el franquismo donde eran poco más que esposas y madres sometidas, a la actualidad.
“Me di cuenta de que ambos proyectos convergían”, cuenta Charo. Ese fue el punto de partida. 
Entretejer la epopeya de las españolas desde la sumisión a la aspiración, cada vez más vehemente. de la igualdad real con el calvario, primero, y la generosidad, después, de una mujer que podría ser todas.
Desde junio de ese año, Ana María y Charo conversaron una vez a la semana.
 Además, hubo que bucear en archivos de todo tipo, construir el hilo cronológico de los avances en igualdad de más de cuatro décadas, documentarse sin desmayo, “y sintetizar”, se ríe la periodista.
 El resultado de más de dos años de investigación y periodismo es La mujer que dijo basta, un volumen que está en periodo de mecenazgo en la editorial Libros.com.
 Básicamente, es una yuxtaposición de dos experiencias, la de una periodista con casi cuatro décadas de trayectoria (25 años en EL PAÍS) junto a la más inesperada de las feministas.
En los años sesenta, Ana María estaba casada, había alumbrado dos hijos y tenía otro en camino. 
“Aquello no era un matrimonio y dije basta”, relata firme como una roca en el video de promoción del libro.
 “Entonces se dio cuenta de todo, de que no podía hacer nada sin el permiso de su marido, de que el matrimonio civil era simbólico, porque para poder contraerlo había que apostatar", relata Nogueira. La joven madre tardó nueve años en tener la sentencia de separación que dictaba el tribunal eclesiástico. 
El divorcio, claro, no existía.
 Con tres bocas que alimentar, Ana María buscó trabajo sin la necesaria autorización del cónyuge del que había huido. 
"El marido le puso un detective, que averiguó que ella se empleaba como fisioterapeuta en el Hospital del Niño Jesús", prosigue la periodista. 
"Total, que ella le dijo a la monja que si no podía trabajar allí, se tendría que dedicar a ser prostituta.
 La religiosa se quedó asustadísima y la permitió seguir, eso sí, entrando por otra puerta"

Charo Nogueira y Ana María Pérez del Campo.
Charo Nogueira y Ana María Pérez del Campo.
¿Qué resulta singular en la trayectoria de Ana María? 
"Básicamente es la historia de una señora de origen aristocrático que acaba siendo feminista a través de su experiencia personal y de una reflexión sobre todo lo que le ocurre”. 
Es también una pionera. 
"Es la primera que, en pleno franquismo, en 1973, logra la legalización de una asociación de mujeres separadas, cuando la mayoría de estas, como dice ella, iban a la iglesia a rezar para que volvieran los maridos".
 La autora comenta que la biografía de esta mujer está llena de anécdotas que dan cuenta de la naturaleza de Ana María.
 "Fueron ella y otra de las fundadoras, Mabel Pérez Serrano, a un cursillo de cristiandad a reclutar a las primeras asociadas".
 El primer activismo, con encierros, estudios sobre discriminación y hasta un programa de radio, le valió el paso por los calabozos
Empezaron así, y luego se fueron sumando las causas.
 Primero la del divorcio, en cuya elaboración legal colaboró la fundadora; después la de la violencia de género.
 La federación asesora en todos estos casos y tiene un refugio para mujeres maltratadas.
 Ana María Pérez del Campo sigue yendo todos los días al despacho a ofrecer asesoría. 
 “No se va a jubilar porque es una mujer con una bandera, una causa. Eso forma parte de su vida”, mantiene Nogueira.
La periodista, gran especialista en un ámbito como el de la igualdad y pionera en la información sobre la violencia machista, ha seguido aprendiendo también con este proyecto:
 "Es bueno que las mujeres conozcamos nuestra historia y que seamos agradecidas a las que nos abrieron el camino", dice.
 "Yo quiero tratar de contribuir a difundir este viaje".
 
 

Los Grimaldi se reúnen para la gran fiesta de Mónaco

Con el príncipe Alberto al frente, sus esposa, hijos y hermanas con sus familias acuden a los actos oficiales.

Carlota de Mónaco, con su hijos Raphael Casiraghi, nacido de su relación Gard Elmaleh. Carlota de Mónaco, con su hijos Raphael Casiraghi, nacido de su relación Gard Elmaleh.

Charlene de Mónaco, en una de las escasas ocasiones en las que coincide con sus cuñadas Carolina y Estefanía. Charlene de Mónaco, en una de las escasas ocasiones en las que coincide con sus cuñadas Carolina y Estefanía.

Caroline de Mónaoc, con su hija Carlota y el hijo de esta y Tatiana Santo Domingo. Caroline de Mónaoc, con su hija Carlota y el hijo de esta y Tatiana Santo Domingo. 

 

Pierre Casiraghi y su esposa Beatrice. Pierre Casiraghi y su esposa Beatrice.

Andrea Casiraghi y su esposa Tatiana, en el balcón de palacio. Andrea Casiraghi y su esposa Tatiana, en el balcón de palacio.  




Los príncipes de Mónaco con sus hijos. Los príncipes de Mónaco con sus hijos.




Tatiana Santo Domingo, Louis Ducruet, Charlota Casiraghi, Gareth Wittstock y Pierre Casiraghi, durante los acto del Día de Mónaco. Tatiana Santo Domingo, Louis Ducruet, Charlota Casiraghi, Gareth Wittstock y Pierre Casiraghi, durante los acto del Día de Mónaco.


Carolina de Mónaco, muy elegante en tonos grises. Carolina muy guapa y elegante  

 
Carolina de Mónaco, con su hija Carlota. Una imagen que hace tiempo no se veía. Carolina de Mónaco, con su hija Carlota. Una imagen que hace tiempo no se veía.

 
Andrea Casiraghi, con su hijo mayor Sacha.
Andrea Casiraghi, con su hijo mayor Sacha.




Los príncipes de Mónaco, a su llegada a la cena de gala, junto a la princesa Carolina y Andrea Casiraghi.  Los príncipes de Mónaco, a su llegada a la cena de gala, junto a la princesa Carolina y Andrea Casiraghi.